Cambio de personalidad

Luego de algunas horas, Yura Pregonas sale de su ducha y encuentra un vestido en su cama, haciéndole saber que alguien ha entrado para dejarlo allí, ya que esa no es una de sus prendas.

Es de color bordo o vino tinto como le dicen los diseñadores, con algunas aparentes transparencias, totalmente sobrio, haciéndole ver como una dama de sociedad muy delicada. Justo lo que debe fingir esta noche en esa beneficencia.

Se maquilla suavemente, principalmente los pómulos porque su piel es demasiado clara y pareciese que no estuviese con vida, aunque por dentro se siente así mismo; continúa con los labios dejando un suave brillo y prosigue colocándose el anillo de boda, ese que quema.

La puerta de su habitación es abierta por su esposo, quien viste un traje totalmente negro con una pajarita del mismo color que su vestido, combinando disimuladamente; él la mira con un brillo en los ojos que casi lo hacen parecer enamorado, aunque solamente es lujuria porque no ha podido tocarla en cinco años. Y esa última vez, no fue consensuado.

Llegó de su viaje con Marta y se puso a tomar porque el período de esta había llegado y no pudieron hacer ningún intercambio de fluidos, por lo que en medio de su frustración se acordó que tenía una esposa de decorado y quiso aprovechar.

Él quiso seducirla, calentarla y que disfrutasen los dos, pero ella estaba en su laptop buscando información de Aarón, el cual ya era un hombre con fama y eso lo descontroló, recordándole lo que tuvo que hacer para que se alejara de esa mujer que quería solamente para sí mismo.

Además, consideraba que el pelirrojo tenía que agradecerle por el presente que en ese entonces vivía y más ahora, porque el hijodeputa tiene millones de dólares en el banco y muchas mujeres que lo persiguen, queriendo a ese fenómeno entre sus piernas.

Así que, aquella vez fue agresivo con Yura, se descontroló y se aprovechó de su desmayo para desahogar sus ganas de follar, arrancándole su pureza.

Después de eso y la mañana tormentosa que vivió con la albina, quien estaba muy lastimada; tuvo que buscar otra mujer porque era obvio que, su primera obsesión, no lo dejaría volver a tocarla sin antes luchar y aunque le gusta el sexo duro, tuvo que ser consciente de que ella no lo merecía, por lo que solo siguió usando su matrimonio para permanecer en el poder, sin intentar ni siquiera una amistad o relación sana.

Con el paso del tiempo y la sustituta ideal, la ojigrises dejó de ser su obsesión y aunque todavía le sigue pareciendo atractiva, ya no necesitó acercarse a ella y de a poco, el supuesto "cariño" se extinguió.

—¿Estás lista?— consulta tranquilamente y ella asiente sin decir una palabra.—Entonces, vamos.— le tiende la mano para que la tome, pero ni siquiera lo mira, sino que sale de la habitación, mientras es seguida por él.

Al bajar las escaleras, puede ver que Sandra está sentada nuevamente en el sofá y solamente se levanta para abrazar a su querido amorcito, el esposo de Yura.

—Mi amor, te ves muy lindo— lo halaga ella, acomodando el corbatín que estaba un poco torcido.

— Gracias, pero quien deslumbrará esta noche es mi bonita albina— responde haciendo enojar a la morena, mientras la nombrada se tensa en su lugar.

—¿De qué hablas?— cuestiona Yura desconfiando –Esta mañana te pedí el divorcio por tercera vez y ahora te muestras tranquilo, ¿qué planeas?

— Cariño, nosotros somos la pareja más importante del país— le recuerda alejándose de su tercera mujer.

— ¿Y?— presiona para que largue toda la información.

—Todos los ojos estarán puestos en ti— le guiña un ojo y agarra su brazo sin ejercer fuerza, para llevarla hasta el auto.

Abre la puerta para ella e ingresa por el otro lado, dándole la instrucción al chófer a donde dirigirse.

—¿Qué tiene que ver nuestro matrimonio con tu puesto de Senador?— pregunta ella directamente.

—Mi padre y el tuyo eran amigos en su adolescencia, pero cuando se separaron por sus distintas carreras, ellos bromearon con que tendrían hijos y podrían emparejarlos para ser siempre cercanos— ríe por la estupidez de esos hombres.

—Quiero la historia completa— pide Yura.

— Cuando tú tenías veintidós años, tu padre llegó con una invitación de cumpleaños a la cual claramente mis padres quisieron ir, para que nosotros— se señala a sí mismo y luego a ella— nos conociéramos e intentáramos algo romántico, pero yo no fui porque en ese entonces ya tenía a Marta— hace una pausa recordando a esa mujer que ahora no le atrae tanto— Aunque días después no tuve opción y los acompañé a una reunión. Sin embargo, tú no me notaste porque estabas llegando a tu casa con tu amigo y luego subiste las escaleras a tu habitación.

—Nada de eso responde la pregunta que te hice— reclama con el ceño fruncido.

—Está bien— voltea los ojos— Haciendo el cuento corto… Empecé a averiguar cosas de ti con tu padre y empezamos a frecuentar tu hogar, en donde te obligaban a estar presente, por lo que me sentí atraído enseguida y desde ahí planearon nuestra boda.

—En pocas palabras, tú pediste esto.— dice con obviedad –Aunque sigo sin poder unir las piezas.

— No quise casarme, quería follar.— dice directamente— Pero mi padre solo me daría su herencia en vida si contraía matrimonio contigo y también una carta de recomendación para ser Senador, con la única condición de que no podemos divorciarnos en diez años.

—¡¿Qué?!— expresa sorprendida, pero se da cuenta de algo— faltan tres meses.

—Sí

—Bien— contesta desanimada, sabiendo que tendrá que esperar o escapar.

—No te molestaré en ese tiempo— avisa David— Seguiré con Marta y Sandra, pero a los ojos del público tú eres mi esposa y deberás acompañarme en algunas ocasiones. Es lo único que te pido para mantener nuestra relación en paz.

Claramente, los pensamientos de Yura van dirigidos a que al finalizar podrá vivir tranquilamente, sin tener que ver o aguantar el romanticismo de su esposo con otras mujeres; que, aunque no le interese ni le cause una pizca de celos, sí le incomoda de sobremanera porque no le agrada el intercambio de fluidos en su presencia.

—¿Estás bien con la nueva información?— consulta él tocándole la mano para llamar su atención, ya que ha notado que está metida en sus ideas.

—Sí— responde secamente, retirando su mano sin disimulo.

—Sé que no quieres que te toque desde ese día, pero…— sus palabras se quedan en el aire porque su esposa lo mira con mucho rencor.

—Me destrozaste el alma y jamás te lo perdonaré. – escupe— No me importa si me agredes nuevamente o si deseas matarme— lo señala— Me violaste y robaste mi pureza por celos de macho alfa, cuando ya tenías a alguien que no necesitó aguantar tu frustración.

—Lo siento, ¿ok?— dice alzando la voz— Estaba enojado porque me fui de vacaciones con Marta y ni un solo día pude follar, además tomé alcohol y sí me puse celoso de ese pelirrojo del demonio. Hice que él se fuera de España para que todo se te hiciese más fácil al momento de aceptar nuestro casamiento, no sé, tal vez nos daríamos la oportunidad, pero ni así conseguí que te olvidaras de él.— dice frustrado— Incluso puedo apostar mi puesto como Senador, que todavía sigues enamorada de ese fenómeno.

Yura se ha sorprendido por tales palabras, esas que él ha confesado y aunque ya lo había leído, no es lo mismo que escucharlo. Pero al darse cuenta de tal insulto le da una cachetada, porque recuerda que así mismo los llamaban a ellos dos en su adolescencia, esa que sufrieron a causa del bullying.

—Yo no tenía que estar incluida en los planes de tu padre y tú debiste negarte con fuerza para que eso no sucediese. Además, tenías novia y no te importó porque elegiste casarte conmigo solamente por poder. Y Aarón nunca tuvo la culpa de nada, es más, él ni siquiera supo de mis sentimientos, ni eran recíprocos, así que no debiste mandarlo a Francia –lo regaña como si fuese un niño chico y ella la madre.

David se ríe de la actitud de su esposa, no porque se esté burlando, sino porque le parece lindo como se ha sonrojado del enojo, además no puede evitar compararla con la antigua Yura en una de sus primeras visitas, justamente impulsiva y atrevida, como ahora. Aunque en ese entonces, discutía con su padre porque no quería estar en su presencia.

—¡No te rías!— exclama ella de brazos cruzados.

En realidad, ella esperaba un golpe o algún insulto por su atrevimiento, pero este hombre a su lado, no parece su esposo, ya que no está reaccionando mal.

Es raro verlo sonreír y demasiado confuso para la pobre albina que piensa que su castigo será en la casa, recordando que ahora se están dirigiendo a una cena benéfica y claro, él no la golpeará porque sino todo el mundo se dará cuenta de que es un mal esposo.

Así que sin fuerza y sin una pizca de valentía, empieza a temblar en su lugar, ocasionando que David la mire fijamente.

—¿Tienes frío?— cuestiona desabrochando el botón de su saco, con la intención de dárselo a ella.

—No y deja de actuar de esa manera.

— ¿Cuál?— indaga sin entender.

—Pareces preocupado por mí, pero nunca lo has estado, así que no finjas ahora.— dice mirando por la ventana de su puerta.

Hubo un pequeño y corto momento en el pasado, en el que ella pensó que sería bueno intentar llevar un matrimonio con normalidad, puesto que su esposo es atractivo y en su mente quería convencerse que sería un buen prospecto para olvidar a su lindo amigo pelirrojo, pero todo se desmoronó aquella vez que David la sorprendió en la habitación y, entre golpes, la destrozó.

Esa sola acción rompió su idea de querer ser feliz con él. Sin embargo, tampoco lo logró estando sola.

Como se mencionó antes, a ella no le interesó si David tenía otras mujeres o si las llevaba a la mansión, pero, en el fondo, lo envidiaba por tener la atención de alguien, o mejor dicho, de varias personas.

Yura solamente tiene su trabajo y los empleados que, más o menos la soportan porque es la jefa, pero no tiene confianza con nadie, ni siquiera con su secretaria, la cual parece más pendiente de su vicepresidente, que de ella.

Pero, en palabras de amor, Yura no recibe ni una muestra de cariño hace más de diez años.

Sus padres la querían o eso supone, pero no le brindaban ni un abrazo, acción que solamente él hizo, su amigo, con el que tal vez confundió sus sentimientos. Porque sí, Aarón fue muy amoroso con ella y de a poco, la línea entre la amistad y un posible futuro, se desvanecía, para su punto de vista.

—Él estará en la cena— avisa David mirándola atentamente.

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🖤🖤🖤

David Castro, 35 años.

Sandra, 33 años. (La que vive con Yura y David)

Marta, 35 años. (La mujer que le ha dado dos hijos a David)

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Comments

Λlι Cαя∂ιηαlι✨ ♥️

Λlι Cαя∂ιηαlι✨ ♥️

Hay dios, como puede una mujer aguantar tanto 😱😱. 10 años de su vida perdidas por poder

2025-05-09

1

GALATEA CORAZÓN ❤️🇨🇴🇨🇴❤️

GALATEA CORAZÓN ❤️🇨🇴🇨🇴❤️

La imagen del hombre es la misma en todos los casos, solo cambian algunos rasgos.🤔🇨🇴

2025-02-03

1

Patricia Salazar

Patricia Salazar

Es atractivo David por fuera 🤷‍♀️ pero su corazón es negro,tener 3 mujeres hermosas, tal vez piensa que es un sultán 🤔 y lo puede hacer 🙄

2024-10-24

2

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