—Al parecer alguien tuvo una cita —dije sonriendo mientras veía a Marie acercarse. En mi mano tenía un cigarrillo que estaba a punto de terminar.
—Deja eso, te hará daño —respondió Marie con una leve sonrisa, quitándomelo de la mano antes de botarlo.
—¡Oye! Ese cigarro era caro —repliqué, siguiéndola hacia la casa. Luego, cambié de tema—. Por cierto, cuéntame, ¿qué tal te fue? —dije mientras tomaba asiento en la mesa junto a ella.
—Pues... oficialmente me pidió que fuera su novia —dijo Marie riendo, aunque parecía nerviosa.
—¿Oh? ¿De verdad? —pregunté, levantando las cejas con sorpresa.
—Sí. Ahora somos oficialmente pareja —respondió ella, todavía con esa sonrisa a medias.
—Y yo que pensaba que te gustaban las mujeres —comenté mientras me recostaba en la silla, mirándola con una mezcla de curiosidad y burla.
Marie soltó una carcajada breve.
—Bueno, quizá me gusten ambos —respondió sonriendo, tratando de desviar el tema.
—Puede ser. En fin, vamos a dormir. Dormí toda la tarde y aún muero de sueño, andando —dije mientras me levantaba de la silla para ir a mi cuarto.
Si tan solo supieras la verdad, Mina. No estoy con Tony porque lo desee o porque me guste de verdad. Estoy con él porque odio sentirme sola, porque todavía no he logrado aceptar el rechazo que una vez vino de ti.
A la mañana siguiente me levanté, me organicé y esperé a Marie. Después de un rato, ambas salimos hacia la universidad. Al llegar, el salón estaba en un completo caos por alguien que, al parecer, había llegado de visita.
—¿Qué está pasando aquí? —pregunté al entrar al aula, notando el revuelo entre mis compañeros.
—¿No te enteraste? La señorita Min está aquí —respondió una de mis compañeras, con ojos brillantes de emoción.
—¿Señorita Min? No tengo idea de quién es. Marie, iré con el profesor un momento, ya vuelvo —dije mientras salía del salón, dejando el caos atrás.
—Min... ese apellido me suena —pensé mientras caminaba hacia la sala donde estaba el profesor. Recordaba haberlo escuchado antes, pero no lograba ubicar de dónde.
Al llegar, me disculpé por el retraso y tomé asiento.
—Como ya algunos saben, hoy tendremos una visita de compañeros de otros semestres. A cada uno se le asignará un "estudiante de apoyo" con el que trabajarán durante la sesión. Además, tendrán un paciente práctico como parte de la actividad. Ahora procederé a nombrar los grupos y asignaciones —anunció el profesor.
Cuando llegó mi turno, se me asignó una chica de unos 15 años como estudiante de apoyo y un hombre con una pequeña herida en el brazo como paciente práctico.
—Hola, pequeña. Mi nombre es Mina Kim y seré tu mentora el día de hoy —le dije a la estudiante asignada mientras nos dirigíamos al salón.
Sin embargo, me equivoqué de puerta y entré en otro salón. Dentro, vi a una mujer que me pareció conocida, pero su rostro estaba parcialmente oculto. Antes de poder decir algo, mi compañera intervino:
—Mina, tu paciente está en el salón de al lado —me recordó, haciéndome volver al pasillo.
—Lo siento, me equivoqué —dije rápidamente mientras salía, pero alcancé a notar cómo aquella mujer volteaba ligeramente hacia mí.
La actividad continuó sin inconvenientes, y la estudiante asignada respondió correctamente a las preguntas planteadas.
Al final, el profesor agradeció la participación de los estudiantes y los pacientes invitados. Nos reunimos en el salón de al lado para una sesión final de comentarios. Allí estaba esa mujer otra vez, pero seguía sin poder verla claramente. ¿Por qué no puedo acercarme a ella? ¿Por qué siento esta ansiedad al verla?
Después del agradecimiento, todos regresamos a nuestras clases.
—Mina, ¿qué tal te fue en la actividad? —preguntó Marie mientras nos sentábamos juntas en la cafetería.
—Me fue muy bien —respondí, sonriendo levemente.
—Hoy tendremos una clase para hablar sobre la graduación. ¡Ya casi terminamos! ¿Puedes creerlo? —dijo ella, emocionada.
—Sí... y luego viene el caos del trabajo —dije con un suspiro de fastidio.
—¡Pero seremos graduadas! —exclamó Marie con entusiasmo, tomándome del brazo para llevarme al salón.
—Espera, no he terminado mi jugo —protesté mientras ella insistía en que nos fuéramos.
Al llegar al aula, todos estaban emocionados, discutiendo los planes de graduación. Cuando el profesor entró, tomamos asiento y comenzamos la clase.
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