Me levanté y me dirigí a la cocina. Noté que el teléfono de Mina estaba ahí y, sin pensarlo demasiado, lo tomé. Al revisar el último mensaje, leí:
"No sé de qué hablas."
Este número me resultaba vagamente familiar.
—¿Cómo que un hotel? —murmuré, intentando recordar, justo cuando noté que Mina se acercaba.
Mina me vio con su teléfono en la mano, pero no pareció darle importancia.
—Buenos días, Marie.
—Hola, ¿cómo estás? —pregunté, dejando el teléfono a un lado como si nada.
—Estoy bien —respondió Mina mientras tomaba asiento.
—¿Quieres que me quede esta noche? —pregunté con curiosidad.
—Estoy bien, pero si quieres quedarte, no tengo problema —respondió Mina, restándole importancia—. Por cierto, ¿no saldrás con Tony hoy?
—No lo sé. No ha respondido mis mensajes desde aquella noche —dije, algo aburrida.
—Oh, está bien. Me voy a bañar —dijo Mina, levantándose para prepararse.
Un rato después, salimos juntas de la casa rumbo a la universidad.
En el camino, pasamos frente a un pequeño orfanato. Fue entonces cuando Mina se detuvo de repente.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Mina no respondió de inmediato. Parecía hipnotizada, mirando hacia el orfanato. Seguí su mirada y noté a una mujer entrando al edificio. Llevaba un traje negro, su cabello suelto y lucía elegante. Un hombre igualmente bien vestido estaba a su lado.
—¿Quién es ella? —murmuró Mina antes de acercarse al lugar.
El hombre que estaba junto a la mujer se dio cuenta de su presencia y se acercó.
—¿La puedo ayudar en algo, señorita? —preguntó amablemente.
De cerca, se veía incluso más imponente.
—Lo siento, ¿cómo se llama la chica que acaba de entrar? —preguntó Mina, curiosa.
—La señorita es la directora de este orfanato. ¿Necesita hablar con ella?
—¿Podría? —preguntó Mina, con cierto nerviosismo.
—Puede ingresar y solicitar una cita —respondió el hombre, manteniendo su profesionalismo.
Antes de que Mina pudiera decir algo más, la mujer llamó al hombre desde un auto. Él se giró hacia ella y luego se dirigió a Mina.
—Un gusto. Me retiro.
El hombre entró al auto junto a la mujer y, momentos después, se marcharon.
Volvimos a caminar y llegamos a la universidad. Durante el trayecto, Mina parecía perdida en sus pensamientos.
—¿Estás bien? —pregunté, preocupada.
—Sí, estoy bien —respondió distraídamente.
Después de un rato, noté que Mina se acercó a una chica. Me pareció reconocerla, pero no lograba recordar bien quién era. Mina volvió junto a mí y seguimos nuestro camino.
Mientras tanto, en otro lugar...
Nathalie observaba el orfanato desde dentro de su auto. Estaba revisando unos documentos cuando vio a Mina acercarse al edificio.
—Rian, deshazte de ella —ordenó Nathalie con voz firme.
—Sí, señorita Nathalie.
El hombre se dirigió hacia Mina mientras Nathalie permanecía en silencio, viéndola desde lejos.
—No puedo acercarme a ella... no así —murmuró Nathalie.
Rian regresó al auto tras cumplir la orden.
—¿Por qué no? —preguntó Rian, intrigado—. Igual ya se conocen de antes, ¿verdad?
—Sí, pero después del accidente... no creo que me recuerde —respondió Nathalie, cabizbaja.
—Tal vez al verte sí lo haga.
—No lo creo. No puedo arriesgarme —dijo Nathalie, desviando la mirada mientras el auto arrancaba.
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Comments
Joselyn Redroban
me encanta
2021-05-30
2