Otro día cálido, otro día con risas de niños, otro día con flores y mariposas, pero era un día distinto. Una pequeña princesa de rizos castaños y ojos miel no miraba la ventana, en lugar, miraba su mano izquierda donde tenía un diente, mientras con su mano derecha tomaba su mejilla colorada.
—Catherine, es hora de cenar, baja y tira ese diente a la basura—aviso la reina al apenas entrar al cuarto de la niña que tenía la vista perdida.
—¿El hada de los dientes no va a venir de nuevo para tomar mi diente?.
—Deja de inventarte criaturas que por eso terminas sin dientes, baja a comer.
Catherine miró a su mamá, aquella mujer estaba de espaldas y con sus brazos cruzados, los pasos de la soberana estaban en movimiento para salir de su habitación, demostrando el cuan poco le importa la gravedad de las heridas de la pequeña. La pequeña niña miró su mano, esta vez donde tenía su diente, que por enojo terminó arrojandolo contra una pared en un intento de desvanecer aquellas ganas de llorar.
(...)
La comida fue silenciosa. Catherine no miraba a sus padres y solo se concentraba en comer, aunque sentía la mirada de sus progenitores en ella.
—Mamá, no puedo cortar la carne, ¿Me ayudas?—preguntó Catherine levantando la vista hacia su madre.
—Hazlo tu sola—dijo su madre con un notable tono de enojo—si puedes escaparte del castillo sola, vas a poder cortar por tu cuenta la carne.
Catherine al escuchar eso, no dijo más nada. La pequeña tomó el objeto afilado para cortar el alimento de su comida, sin tener alguna idea de qué cosa podría salir mal.
(...)
Cayó la noche demasiado rápido para Catherine que estaba sentada sobre su cama frotando su mano derecha, donde tenía una curita en uno de sus dedos. Ese mismo día, fue uno de los peores en su vida, cortarse la mano e ir corriendo siendo regañada por sus padres, fue un extremo dolor de cabeza para la pequeña.
¿Acaso alguna vez se preocuparán por ella?, ese era un pensamiento que tenía cada día.
La pequeña de rizos castaños se asomó por la ventana, ya sin la misma emoción que antes. Miraba la nada misma al estar perdida en sus pensamientos sobre lo que paso en ese momento, pero al ver un movimiento, sus ojos miel se posaron donde provenía aquello, pensando que por fin podría ver aquella lechuza negra que siempre se cruzaba volando por alguna extraña razón, pero solo termino viendo la misma criatura esquelética de ayer. Catherine solamente la miraba fijamente intentando que el miedo no la consuma de nuevo al ver cómo la criatura nuevamente corría en su dirección para treparse como lo hizo la noche anterior. La criatura miró a Catherine fijamente a los ojos por detrás del vidrio de la ventana, e intento abrirla con aquellas manos de puro huesos para entrar. Catherine retrocedió tapándose la boca para no gritar, al ver que la criatura seguía intentando abrir la ventana se escondió debajo de su cama tapándose los oídos muy fuerte para no escuchar su alrededor y solo escuchar la voz de su cabeza diciéndole que no se preocupe, esa es tan solo una ilusión suya, pronto se irá y todo estará bien.
Pronto se irá, todo estará bien.
Escucho el ruido de la ventana que intentaba ser abierta de una forma más brusca cada vez. Se tapó aún más los oídos al escuchar aquellos sonidos que hacían latir bastante su corazón.
Pronto se irá, todo estará bien.
Poco a poco empezó a escuchar que el ruido se hacía menos fuerte, entonces suelta un suspiro para dejar de contener el aire.
Pronto se irá, todo estará bien.
Al ya no escuchar nada, dejo de taparse los oídos escuchando así solamente el sonido de su corazón latiendo en su pecho de forma constante, lo escuchaba a la perfección al no haber ninguna clase de ruido en su habitación, sus oídos en un momento escucharon un pequeño ruidillo agudo por parte del silencio que pronto logró calmar al tranquilizarse. La pequeña asomo su cabeza para analizar su alrededor y paro su mirada en la ventana, la cual, estaba cerrada, al asegurarse de eso, salió de la cama con una sonrisa.
—Se fue... todo está bien—se dijo así misma muy feliz al poder superar su miedo. Catherine volteó su cabeza hacia la cama, ya que iba a recostarse en ella para dormir tranquilamente, pero se quedó completamente helada y con su boca abierta al ver a la criatura sobre su cama, mirándola fijamente con aquellas cuencas vacías y profundas—e-esto... n-no es real... p-pronto te irás... esto solo es una fantasía—decía, intentando recordar cuál era la palabra que dijo hace unos segundos en el momento en que estaba escondida debajo de su cama como método para tranquilizarse, pero cuando la criatura acerco su mano esquelética hacia ella con intenciones de tocarla, Catherine empezó a gritar con todas sus fuerzas haciendo que la criatura aparte su mano de manera brusca y se aleje de ella arrastrándose por la cama, la criatura abrió su boca haciendo un ruido raro como si estuviera gritando, creando así un sonido tan fuerte con la combinación de los dos gritos al unísono.
♕♔
Los reyes se despertaron asaltados al escuchar los fuertes gritos de su hija, se miraron entre ellos y negaron al mismo tiempo como si estuvieran de acuerdo en estar irritados por el comportamiento de su hija.
—Si hubiéramos tenido un hijo, nada de esto sucedería—se quejó el rey de forma amarga.
—Si fueras un padre más presente en la vida de Catherine, esto no sucedería—reclamo la reina molesta, ya que desde que Catherine nació, su esposo fue distante con ella por el capricho de querer un bebé varón.
—Ya te había aclarado que esto sucedería si nacía una niña, por lo menos ve rezándole a los dioses que busque a un príncipe de alta altura para que su título real sirva de algo.
La reina decidió no decir más nada, ya sabía que siempre cuando hablaban del mismo tema de conversación, terminaba en las mismas discusiones y en los mismos dolores de cabeza, entonces para evitar que eso suceda, decidió no hablar más y preferir el silenciar su propia voz.
˚ · .˚ ༘🦋⋆。˚
Una vez que a la de rizos castaños le dolía la garganta de tanto gritar, se calló, viendo así como la criatura esquelética también cerraba su boca para dejar de soltar esos ruidos extraños, se quedaron mirando el uno al otro un par de minutos hasta que ambos extendieron sus manos al mismo tiempo, y al ver la acción del contrario, se asustaron y dejaron de extender sus manos. Catherine tragó saliva y se sentó en el borde de la cama para quedar un poco más cerca de la criatura, la cual, al ver como Catherine se movía, empezó a retroceder más en la cama.
—Tranquilo, no te are daño, solo soy una niña... Pero tampoco me hagas daño a mí, porque tú si puedes hacerlo, eres más grande que yo y más tenebroso—decía intentando sonar calmada para no espantar a la criatura, la cual ladeo la cabeza al escucharla—me llamó Catherine, este es mi cuarto y es aquí donde vivo—habló esta vez con más confianza, haciendo que la criatura se acerque a ella rápidamente provocándole nerviosismo a la pequeña. La criatura solamente la inspeccionaba, y despacio, acercó uno de sus esqueléticos dedos para tocar su mejilla y rápidamente apartó su mano asustado y tembló un poco, cosa que dejó confundida a la castaña—Oye... Dije que no te are daño, soy pequeña, ¿Cómo puedo hacerte daño?—se quejó, ya que no le gustaba que la criatura la vea como alguien peligrosa.
El esqueleto se deja de cubrir y volvió a tocar su mejilla con su dedo algo tembloroso, haciendo que hasta sus huesos hagan pequeños ruidos por el chocar de los mimos, pero al ver que Catherine no le hacía nada, tomo sus mejillas con ambas manos esqueléticas y luego tomo sus cabellos rizados de color castaños.
—¿Ves? No muerdo—dijo sonriendo al ver que la criatura se notaba fascinada por la anatomía de esta—aunque tú tampoco pareces morder—dijo más que nada para sí misma antes de tomar ambas manos de la criatura para comprobar cómo era la sensación de tocar sus huesos expuestos que tan raros se les hacía, pero sus manos de esqueleto solo temblaban por la repentina acción—wow... Se siente raro...
La criatura dejó de temblar y está vez se sintió más en confianza, el esqueleto tenía sus cuencas vacías posadas en las manos de la niña. Con su mano, señaló las curitas que cubrían las heridas de la pequeña, heridas echas por lo que pasó en el accidente a la hora de la cena. La criatura no entendía para qué servían, por eso se las señaló curioso, mientras tenía su cabeza ladeada.
—¿Estás?, Son curitas, sirven para curarte de alguna herida, y tiene esos dibujos de mariposas porque me gusta dibujarlas para que queden lindas—explicaba mientras mostraba bien sus manos para que la criatura vea fascinada aquellas curitas qué tal y como dijo la pequeña, tenía dibujos de mariposas—¿Quieres alguna?—pregunto haciendo que la criatura asienta rápidamente, contento.
Catherine sonrió al ver cómo la criatura estaba interesado en tener algo que para ella era tan simple y con poco valor. La niña de rizos castaños se levantó para abrir su mueble de madera, donde tenía sus cosas guardadas, y al hurgar un poco, encontró una curita que tenía el dibujo de una bella flor de color amarilla, con cuidado se acercó a la criatura y puso aquella bandita alrededor del dedo índice esquelético de la criatura.
—Listo, ¿Te gusta?—pregunto viendo como la criatura miraba su dedo con su boca abierta. La pequeña no entendía si hacía eso como una expresión de felicidad, o de que no le gustaba para nada, pero optaba por creer más la primera, ya que no dejaba de ver el objeto—veo que si—dijo riendo leve, pero sus risas se detuvieron al escuchar los pasos de alguien acercándose—¡Rápido, escóndete!, ¡Deben ser uno de mis padres!—dijo rápidamente entre susurros. La pequeña tomó la mano de la criatura para indicarle su escondite, mientras el contrario se encontraba confuso—escóndete aquí—mandó y la criatura no dudo en seguir la orden al no entender lo que sucedía.
—Catherine, ¿Por qué gritaste?—pregunto la madre de la pequeña niña de rizos, una vez que se encontraba en la habitación de la pequeña son sus brazos cruzados. Claramente, estaba molesta con su hija por aquellos gritos.
—Bueno... Perdí el equilibro y caí—mintió la pequeña, mientras intentaba no estar nerviosa. Catherine dio algunos pasos hacía la derecha para alejarse de la cama donde estaba aquella criatura esquelética escondida, escuchando y mirando de manera sigilosa lo que ambas hablaban.
—¿Y hacía falta que todo el reino se entere de que te caíste?. Deja de gritar así y compórtate como una niña grande Catherine, tienes ya suficiente edad como para andar gritando o llorando por idioteces.
—Perdón mamá... Pero... Si escuchaste que grite, ¿Por qué no viniste a verme?—pregunto mirándola, pero su madre aparto la mirada.
—Ya suponía que era una idiotez por la que gritaste, siempre gritas por todo—se excusó de una manera muy mala, ya que ni su hija de seis años creía aquellas palabras envenenadas por una asquerosa mentira—no vuelvas a gritar por alguna estupidez, tu padre y yo estamos bastante cansados y ya causaste muchos problemas.
Catherine asiente, haciendo que su madre salga de aquella habitación para volver a dormir tranquila y sin pensar en sus palabras crueles y dolorosas, como siempre, las palabras de aquella soberana siempre eran así para la pobre niña que intentaba no pensar mucho en eso, la niña solo se concentró en la criatura aquella que seguía escondida. Catherine se acercó a la cama y se puso de rodillas para buscar a su nuevo amigo ya mencionado.
—Hey, ya se fue, puedes salir—le aviso a la criatura, la cual, no dudo en salir de la cama para mostrar la gran diferencia de altura que había entre ambos—bueno... Creo que ya es hora de que vuelvas de donde vienes, no es seguro que estés aquí, hay muchos guardias—le explicaba, mientras se acercaba a la ventana y volteó su rostro para ver a la criatura que solo se quedaba en el mismo lugar mirándola con sus cuencas vacías, parecía como si no quisiera irse de allí—somos amigos ahora, puedes venir cuando quieras, pero ahora debes irte.
El esqueleto siguió mirando a Catherine por un rato, aun sin moverse, pero luego camino hacia la ventana y le echo una última mirada a la pequeña de rizos castaños por un momento, antes de salir de un salto y aterrizar sin problema en el suelo, la criatura corría hacia aquel lugar que Catherine desconocía y siempre tuvo curiosidad por conocer.
(...)
Catherine de nuevo estaba frente la ventana, cepillándose el cabello castaño y rizado que tanto la identificaba, mientras miraba a los niños jugando a través del cristal, aunque esta vez no estaba con sus habituales pensamientos, lo que paso anoche es lo único en lo que pensaba, ya que no sabía si fue real o un producto de su sueño, cosa que dudaba un poco, ya que el regaño de su madre es muy real. Sus dudas se fueron descartando por completo al ver un árbol desolado donde se asomaba levemente un cráneo de cuencas vacía que la miraba directamente a ella. Catherine sonrió y sacudió su mano en modo de saludo, en lo cual, después de un rato, terminó recibiendo el mismo gesto por parte de la criatura.
—Catherine, ¿Por qué no estás en tus prácticas?—pregunto la voz de su madre que estaba en el marco de la puerta cruzada de brazos, justamente de la misma forma que ayer, como si quisiera dar a entender que aún seguía molesta con su hija o que siempre lo estaba, porque siempre estaba de aquel modo que producía algo de miedo a la pequeña.
La pequeña se sobresaltó un poco y la miró con una pequeña mueca—ya voy mamá, solo me estaba preparando.
—Pues prepárate rápido, tu abuela no tiene todo el día—y al decir eso, su madre se fue, haciendo que la pequeña baje su mirada y deje el peine de marfil en su mesita.
La pequeña estaba caminando a la salida, pero al escuchar el ruido de la ventana, miro justamente en aquella dirección para saber de que se trataba, viendo así a su amigo esquelético entrando por la ventana de forma rápida para que no lo descubran.
—¡¿Qué haces?!, ¡Vete ya!—se quejaba la pequeña en susurros para que su madre no vuelva. Se acercó a la criatura, la cual, al ver a su amiga, tomó uno de sus mechones castaños con sus dedos esqueléticos los cuales Catherine apartó con delicadeza—hey, en serio debes irte, puede que te descubran—seguía insistiendo, pero al escuchar la voz de su madre llamándola desde los pasillos del palacio, rápidamente se alejó de la criatura para salir de la habitación e ir con ella algo nerviosa por el miedo de que su mamá o algún guardia descubra a la criatura.
—Catherine, no volveré a repetirlo, ve ahora mismo a tus lecciones—dijo su madre firme y teniendo una expresión de molestia, ya que era la segunda vez que tenía que repetírselo
—Si madre... Enseguida—dijo Catherine, y con pasos temblorosos, se encaminó a donde estaba su abuela esperándola, seguramente igual de molesta por tardar en ir a sus lecciones, o esperándola para quejarse de ella por la más mínima cosa.
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Comments
Maria Elena Maciel Campusano
Es una historia fascinante, aún cuando la pequeña me recuerda mi niñez, estoy muy interesada en lo que acontecerá más adelante 🤔
2024-11-24
1
Yelsin Yels
Bien escrito, Felicitaciones
2024-03-13
2