Parados en el campo de entrenamiento, detrás de la academia, Saito y sus compañeros que habían aprobado el examen escrito junto con él, prestaban atención a las palabras de su sensei.
—Felicidades a todos ustedes por haber llegado hasta aquí, mis pequeños. En esta fase de la prueba, demostrarán sus capacidades de control elemental. Si muestran un buen control de sus elementos naturales, podrán aprobar, pero si no lo hacen, serán reprobados. ¿Quedó claro?
Todos asintieron con la cabeza, y Esmeralda continuó:
—En esta segunda parte del examen serán evaluados de tres maneras, y en cada una de ellas (a excepción de la segunda) tendrán tres oportunidades para realizarlas correctamente. Si no logran cumplir con la tarea en esas tres oportunidades, serán reprobados y no podrán continuar con la siguiente fase de este examen.
Hizo una pausa antes de dar más detalles.
—La primera prueba consistirá en realizar la técnica de rango E, llamada 'invocación animal'. Como saben, es una técnica elemental de nivel académico que consiste en crear un animal, ya sea una serpiente o un cachorro pequeño, con su propio control elemental. Pero debe estar bien hecha, sin fallas importantes ni deformidades visibles. Después, practicarán disparos a larga distancia utilizando sus elementos, hacia esos troncos que están por allá.
Esmeralda señaló con el dedo hacia unos seis troncos de tamaño mediano, colocados en el centro del campo. En cada uno de esos troncos había un pedazo de madera circular, con un círculo negro pintado en el centro y tres líneas negras alrededor. Estos pedazos de madera estaban atados a los troncos por encima de ellos.
—Una vez que completen estos dos ejercicios, deberán realizar otra técnica de control elemental — continuó Esmeralda—. Se llama 'Forja Elemental".
Al escuchar esto, muchos estudiantes comenzaron a murmurar entre ellos. Sabían que lo que les pedían era realizar una técnica de rango D, el nivel más alto del rango académico. Aunque la habían visto en clase y se les había pedido que la aprendieran, no se sentían preparados para algo de ese nivel. Ni siquiera Saito, quien a pesar de sus grandes esfuerzos en la academia, solo había logrado dominar técnicas de rango F y E (estas últimas con dificultad). Nunca había conseguido dominar una técnica de rango D o superior, por lo que era el estudiante más nervioso y temeroso de todos.
Al ver la inquietud y el miedo en los rostros de sus estudiantes, Esmeralda les habló con tono calmado:
—Mis niños, por favor, no se asusten. Sé que esto puede parecer mucho, y créanme, me habría gustado poner algo más sencillo para ustedes. Pero esta es la decisión del gobierno para los exámenes de selección de grupos de este año, y lamentablemente tendrán que afrontarlo si quieren pasar a la siguiente fase.
Los estudiantes no tuvieron más opción que agachar la cabeza, rezando para que su esfuerzo fuera suficiente. Pasaron los minutos y los compañeros de Saito fueron pasando uno por uno, mostrando lo que eran capaces de hacer con respecto al control elemental. Algunos demostraron habilidades relacionadas con el fuego, otros con el agua, algunos con la tierra y otros con el aire. (No hubo ninguno con el elemento del rayo, ya que todos los que lo poseían fueron reprobados en el examen escrito, a excepción de Saito.) La mayoría logró pasar, aunque con dificultades, a la tercera fase del examen de admisión, mientras que otros no lo consiguieron y se marcharon frustrados.
Finalmente, llegó el turno de Saito, quien estaba muy nervioso y asustado, preguntándose si conseguiría pasar a la última fase de la prueba. Viendo a Saito llegar al centro del campo de entrenamiento, Esmeralda le dijo:
—Muy bien, Saito. Ya que eres el último de tus compañeros en pasar, por favor, muéstranos a todos lo que puedes hacer.
Saito asintió con la cabeza y, con todo su esfuerzo y concentración, procedió a realizar la técnica de rango E que se le había pedido, poniendo todo su ser en ello.
...Técnica Elemental de Rayo: Invocación Animal....
Saito intentó crear un lobo de rayos brillante, de tamaño normal, pero al poco tiempo la técnica comenzó a volverse inestable. El lobo estalló con fuerza, enviando a Saito volando varios metros, hasta casi llegar a los troncos.
Las burlas de sus compañeros no tardaron en llegar, y todos comenzaron a reírse de él. Algunos murmuraban:
—Qué perdedor, por un momento se me olvidó que solo es un cerebrito y nada más.
Otros susurraban:
—Qué estúpido. Un poco más y destruye los troncos con esa enorme cabeza que tiene.
Los comentarios continuaron con burlas y risas, muchas de ellas llenas de celos y envidia hacia Saito. Él siempre obtenía las mejores notas académicas y, aunque sus compañeros se esforzaban, jamás lograban igualarlo en tareas, exámenes o calificaciones. Con el tiempo, esto lo convirtió en un marginado, sin amigos, mientras los demás lo observaban con resentimiento.
Al ver a sus alumnos murmurando y burlándose de Saito, su enojo se desbordó, y gritó:
—¡Silencio ahora mismo!
Los chicos se quedaron en silencio al instante, aterrados por el grito de su sensei, como si jamás hubieran dicho palabra alguna. Esmeralda se volteó rápidamente, mirando a Saito con preocupación, y le preguntó:
—¿Estás bien, Saito?
Saito se levantó con dolor, pero también con determinación. Se puso de pie y, sin dudar, respondió:
—Sí, sensei. No se preocupe, fue solo un accidente. Solo me equivoqué en algo cuando estaba realizando la técnica elemental. Nada grave.
Tras esas palabras, Saito regresó al mismo sitio donde había sido lanzado por la explosión, decidido a intentarlo de nuevo. Mientras se preparaba, pensaba para sí mismo:
Esto es difícil. Normalmente, un estudiante de mi nivel debería ser capaz de ejecutar esta técnica elemental, pero mi control nunca ha sido perfecto. Apenas está en el límite de lo aceptable. Lo único que puedo hacer ahora es crear algo más pequeño, algo que me sea más fácil de controlar.
Con esa idea en mente, Saito comenzó de nuevo la invocación animal, pero esta vez intentando crear una versión más pequeña. La idea parecía funcionar, pues logró formar una pequeña cola, la panza y el pelaje de un animal. Sin embargo, al llegar a ese punto, comenzó a experimentar serias dificultades. Su creación empezó a inestabilizarse, y antes de que pudiera corregirla, la técnica explotó, enviándolo volando de nuevo al mismo lugar de antes.
Las carcajadas de sus compañeros fueron inevitables. Estallaron en risas burlonas, comentando cosas hirientes:
—No puede ni siquiera invocar un pequeño animalito. Qué perdedor.
—Es un fracasado. Solo es bueno en matemáticas, pero con ese nivel de control elemental, nunca pasará de aquí.
—Hasta mi abuela podría invocar un animal, pero él ni siquiera puede hacer eso. Parece que los cerebritos solo sirven para los libros.
Y siguieron con más comentarios crueles, sin importarles que tanto su sensei como Saito los escucharan. Parecía que lo hacían a propósito, con el fin de herir a un chico que solo intentaba ponerse de pie.
Saito, sin embargo, no prestó atención a las burlas. Las ignoró por completo y se preparó para intentar de nuevo la técnica.
Esmeralda, aunque apreciaba el esfuerzo de Saito, no pudo evitar advertirle:
—Saito, ya has gastado dos intentos. Si no logras realizar la invocación animal con éxito, me veré obligada a desaprobarte. ¿Lo entiendes?
Saito, con la mente clara, respondió:
—Sí, sensei.
Y, con renovada determinación, volvió a utilizar su control elemental.
...Técnica Elemental de Rayo: Invocación Animal....
Saito se preparó para realizar la invocación animal una vez más, poniendo todo su corazón y sus fuerzas en ello. Mientras lo hacía, pensaba para sí mismo:
"Puedes hacerlo, Saito. No eres un perdedor ni un mediocre como dicen. Solo necesitas esforzarte más y lo lograrás. ¡Es todo o nada!"
Desde donde estaba, Esmeralda observó con atención la gran convicción y determinación en su alumno más querido, y en su mente pensó:
"Tú puedes, Saito. Sé que puedes lograrlo."
Un resplandor azul brillante cubrió las manos y los ojos de Saito, mientras los relámpagos comenzaban a chisporrotear a su alrededor. Con una fuerte convicción, intentó de nuevo la invocación animal, decidido a realizarla correctamente, sin cometer ningún error.
Saito volvió a realizar la invocación animal, esta vez poniendo todo su empeño. Poco a poco, comenzó a formar al pequeño animal, empezando por la cola, luego las patas y el pelaje, avanzando hasta la mitad. Sin embargo, como ya le había sucedido antes, comenzó a mostrar signos de inestabilidad. Las deformidades eran evidentes, como si la creación estuviera a punto de estallar una vez más.
Los compañeros de Saito observaban con ansias, esperando que fallara para burlarse de él, pero Esmeralda pensaba de manera diferente. En su mente, se decía: Vamos, Saito. Tú puedes, no te rindas. Sé que puedes lograrlo. Yo creo en ti.
El corazón de Saito parecía traicionarlo, invadido por la angustia y la ansiedad, mientras pensamientos negativos comenzaban a nublar su mente. Los ojos de sus compañeros, fijos en él, lo observaban como sabuesos acechando su presa, esperando el momento de su caída. Sin embargo, Saito trató de ignorarlo todo y se concentró en lo más importante.
Con rapidez, corrigió las partes deformadas y continuó con la técnica, avanzando hasta completar el animal. Finalmente, logró formar un pequeño lobo, que estaba sentado entre sus manos y, para sorpresa de todos, aulló como si fuera una noche de luna llena.
La reacción fue un mezcla de asombro y frustración entre los estudiantes. Al ver que Saito había tenido éxito, la envidia se desbordó. Apretaron los dientes y los puños con rabia, murmurando entre ellos:
—Solo tuvo suerte.
—Incluso los nerds pueden tener suerte, aunque no lo merezcan.
—Veamos cuánta suerte tiene con la puntería, seguro no le atina ni a un tronco.
Esmeralda, sin embargo, pensaba de manera diferente a sus alumnos, y no pudo evitar mostrar su orgullo al ver el logro de Saito. Con una sonrisa en el rostro, le dijo con entusiasmo:
—¡Bien hecho, Saito! Ahora quiero que nos demuestres lo buena que es tu puntería a larga distancia.
Saito, con una mezcla de nerviosismo y determinación, respondió:
—Sí, sensei.
Con un giro, Saito se alejó a una distancia considerable de los troncos a los que debía disparar.
Esmeralda, mientras lo observaba, le dio una última advertencia:
—Recuerda, Saito, solo puedes fallar dos veces. Si fallas dos veces, serás desaprobado y no podrás continuar con el examen. ¿Está claro?
Saito asintió con la cabeza, y al tomar la postura adecuada, se preparó para el desafío. Separó las piernas para equilibrarse y usó su control elemental para lanzar un pequeño rayo. Desafortunadamente, falló, lo que desató nuevamente las burlas de sus compañeros. Sin embargo, Esmeralda, ya cansada de sus comentarios, los calló con firmeza:
—¡Si alguien vuelve a burlarse de Saito, lo sacaré a patadas de este lugar y estarán castigados el resto del año! ¿Entendido?
El silencio invadió el campo, y todos se quedaron paralizados por el tono autoritario de Esmeralda. Saito, al escucharla, se sintió incómodo, pero también agradecido. Pensó para sí mismo: La sensei puede ser muy temible a veces. Tendré que comportarme mejor para no meterme en problemas.
Con un suspiro profundo, Saito volvió a prepararse. Se concentró, sabiendo que no podía permitirse más fallos. Repitió la postura y, antes de lanzar el rayo, se dijo a sí mismo:
Tranquilízate, Saito. Los nervios no te ayudarán en nada. Tienes que calcular bien la distancia, el viento y mantener el equilibrio. Solo así lograrás un buen disparo.
Calculó cada detalle en su mente, y finalmente disparó. El rayo alcanzó el tronco en el centro con precisión, y de inmediato, disparó nuevamente a los siguientes troncos. En rápida sucesión, derribó uno tras otro, hasta que, sin darse cuenta, ya había alcanzado los seis troncos en solo seis segundos. El último tronco fue destruido hasta la mitad por la fuerza del rayo, ya que Saito había puesto toda su energía en él.
El campo de entrenamiento quedó en completo silencio, los estudiantes atónitos. Incluso Esmeralda, que había creído en su alumno, no podía evitar sorprenderse por el nivel de habilidad que había demostrado.
Con una expresión llena de orgullo y alegría, Esmeralda gritó:
—¡Bien hecho, Saito! ¡Así se hace!
Mientras tanto, sus compañeros se retorcían de envidia y frustración, pero no se atrevieron a decir nada más. Los miraban con ojos llenos de ira y celos, pero no osaron desafiar a su sensei.
Saito, agotado por el esfuerzo, se apoyó en sus piernas temblorosas, respirando profundamente. Luego de un largo suspiro, se separó nuevamente para prepararse para la última fase de la segunda etapa del examen: Forja Elemental.
Esmeralda habló con firmeza:
—Muy bien, Saito. Lo has hecho excelente hasta ahora, pero para poder avanzar a la última fase del examen de este año, necesitarás ejecutar correctamente la Forja Elemental. Tendrás tres intentos para lograrlo. Si en esos tres intentos no eres capaz de crear un arma bien hecha con tu elemento natural, serás desaprobado y no podrás continuar con el examen. ¿Entendido?
Saito asintió, pero su voz reflejaba la ansiedad que sentía:
—Sí, sensei.
Aunque su respuesta fue firme, en su interior, Saito sentía el peso de la fatiga. Estaba consciente de lo agotado que estaba su cuerpo, y la idea de generar más rayos le parecía casi imposible. Aparte de eso, nunca había logrado ejecutar una técnica elemental de rango D o superior. Su mente se llenó de dudas y temores.
"No sé si podré hacerlo. Mi cuerpo está tan cansado que solo quiere colapsar y dormir todo el día. Y nunca he conseguido hacer una técnica elemental más allá del rango D en todos estos años. ¿Y si mejor me rindo y lo intento de nuevo al final del año?"
Saito luchó con estos pensamientos, pero pronto los rechazó. Negó con la cabeza y se dijo a sí mismo, con determinación:
"¡No! No puedo permitir que todos mis esfuerzos y todo lo que he sacrificado se derrumben solo porque estoy agotado. Incluso si no lo consigo, ¡tengo que intentarlo con todas mis fuerzas!"
Con esa nueva motivación encendiendo su espíritu, Saito adoptó una postura como si estuviera empuñando una espada. Cerró los ojos por un momento, concentrándose, y comenzó a usar su control elemental una vez más, decidido a crear, aunque fuera algo simple, con todo lo que le quedaba de energía.
Aquí tienes el texto corregido y mejorado, con los diálogos indicados entre comillas y los guiones para los diálogos:
...Técnica Elemental de Rayo: Forja Elemental...
Sin embargo, Saito tuvo complicaciones. Debido al uso constante de su control elemental, sumado al agotamiento físico de su cuerpo, perdió la concentración por un momento. Ese breve descuido resultó en que la hoja del arma que estaba creando, una espada chokuto de tamaño mediano, se destruyera en pedazos.
Al ver el fracaso de su compañero, algunos de los estudiantes quisieron murmurar y burlarse de él, pero el temor hacia su sensei, recordando la amenaza de ser expulsados del examen si se atrevían a burlarse nuevamente de Saito, los hizo limitarse a susurros bajos en contra de él.
Saito frunció el ceño con frustración y, sin rendirse, volvió a concentrarse. Usó su control elemental una vez más para reconstruir la parte del chokuto que se había roto.
...Técnica Elemental de Rayo: Forja Elemental...
Después de unos segundos, finalmente, Saito había logrado llegar hasta el punto donde se había roto la espada anteriormente. Estaba a punto de llegar a la punta de la hoja del chokuto, lo que lo motivó a seguir mientras pensaba para sí mismo:
“¡No te rompas, no te rompas, no te rompas, no te romp...!”
Sin embargo, el arma que tanto esfuerzo le había costado crear se volvió a romper justo cuando estaba a punto de completarse finalmente. Sus compañeros, a duras penas, se contenían para no burlarse de él, y murmuraban entre sí sobre lo "perdedor" y "patético" que se veía en ese momento.
La esperanza de Saito, junto con el buen ánimo que había tenido anteriormente, se rompió en el instante en que vio cómo la hoja de la espada se destruyó una vez más. Esto lo llenó de amargura y desánimo, y, abrumado, maldijo en su mente:
“¡Maldita sea! Tan cerca estaba. ¡¿Por qué es tan difícil hacer esto?! ¡No lo entiendo! ¡¿Acaso todo este esfuerzo fue para nada?!”
Saito ya estaba agotado y debilitado por el uso continuo de su control elemental. Sentía que lo único que quería era recostarse en el suelo y dormir todo el día. Pensaba mientras veía el suelo con cansancio:
“Ya lo intenté todo, hice lo mejor que pude, y ya estoy demasiado cansado para seguir con esto. ¿Debería recostarme en el suelo y dormir un rato?”
Cerró los ojos por un momento mientras se decía todo esto, pero rápidamente los abrió con determinación y se dijo a sí mismo:
“¡No! ¡No me puedo rendir ahora! ¡No voy a permitir que todos mis esfuerzos se vayan a la basura solo porque estoy un poco cansado! Tengo que intentarlo, tengo que intentar aprobar. Incluso si no lo consigo, ¡debo intentarlo igual!”
Saito se puso de pie en la misma posición de antes, y, con una sonrisa confiada, continuó diciéndose a sí mismo:
“Después de todo, no soy alguien que se rinde tan fácilmente.”
...Técnica Elemental de Rayo: Forja Elemental...
Saito comenzó a forjar nuevamente el chokuto, empezando por la hoja de la espada que se había destruido anteriormente. Poco a poco, la hoja fue tomando una buena forma, pero justo cuando estaba alcanzando la punta, comenzó a mostrar dificultades. La espada presentaba una grave inestabilidad, como si estuviera a punto de romperse una vez más.
Saito sintió un gran miedo al ver esto y trató de corregir los errores de la hoja, pero pronto empezó a mostrar dificultades él mismo. Sus ojos pesaban, y su cuerpo, completamente agotado, también le resultaba pesado. Las manos y las piernas le temblaban por el esfuerzo y la fatiga, y sentía que iba a desmayarse en cualquier momento, justo cuando estaba tan cerca de superar la última fase del examen. El miedo lo invadió aún más.
Su voluntad, junto con la disciplina y la determinación, eran lo único que lo mantenían despierto, pero parecía que eso no sería suficiente esta vez. Mientras cerraba los ojos, se dijo a sí mismo:
“Ya no puedo más. Mi cuerpo está llegando a su límite. Las piernas me tiemblan y ya no me queda energía para seguir usando mi control elemental. De hecho, es un milagro que aún siga de pie después de todo el esfuerzo que ha soportado mi cuerpo hasta ahora.”
Saito suspiró profundamente y continuó pensando:
“Pero no me puedo rendir todavía, y menos ahora, estando tan cerca de conseguir pasar a la última fase del examen de admisión para equipos, por el que me he esforzado tanto. Vamos, cuerpo, no me falles ahora; aguanta un poco más, ¡solo un poco más, por favor!”
Con las últimas fuerzas que le quedaban, intentó corregir la inestabilidad de la hoja y continuó con la creación del chokuto. Finalmente, después de tanto sufrimiento, y sin haberlo notado, Saito consiguió forjar una espada elemental de estilo chokuto de tamaño medio, perfectamente hecha.
(Nota del autor: Se recomienda ignorar la funda de la espada y concentrarse únicamente en el chokuto. Imágenelo hecho de rayos eléctricos de color azul brillante.)
Todos observaban asombrados lo que veían, especialmente los compañeros de Saito, quienes, al verlo lograr el éxito, se llenaron de rabia y comenzaron a murmurar entre ellos, diciendo que solo había tenido suerte. Por otro lado, la sensei de Saito no pudo ocultar su alegría al ver el éxito de su alumno y lo felicitó por su esfuerzo, diciendo con una amplia sonrisa:
—¡Muy bien hecho, Saito, lo lograste!
Al escuchar esas palabras, Saito abrió los ojos, pues los había mantenido cerrados, temeroso de ver otro fracaso. Grande fue su sorpresa al descubrir que tenía en sus manos un chokuto perfectamente forjado, hecho de rayos. En ese momento, su asombro se transformó en una inmensa alegría, reflejada en una amplia sonrisa, mientras gritaba lleno de júbilo:
—¡Lo logré, lo logré, lo logré! ¡Finalmente logré...!
Sin embargo, el agotamiento extremo a causa del esfuerzo previo lo hizo caer al suelo, como un saco de papas, completamente exhausto.
Esmeralda gritó el nombre de Saito con preocupación mientras corría rápidamente hacia él, al ver que su alumno había perdido el conocimiento.
Sus compañeros, por el contrario, no mostraron ni el más mínimo atisbo de empatía. Al contrario, sintieron alivio, alegría y satisfacción al ver a su compañero en tal estado, y comenzaron a murmurar con malicia, deseando en su interior que Saito no pudiera continuar con el examen de admisión para equipos.
Esmeralda colocó dos dedos en el cuello de Saito para verificar su pulso, y grande fue su alivio al darse cuenta de que solo se había desmayado por agotamiento. Lo levantó entre sus brazos y lo llevó a la enfermería de la academia. Antes de irse, se giró para decir a los otros estudiantes que se quedaran mientras ella llevaba a Saito a la enfermería. Los chicos aceptaron de mala gana, pues no querían esperar y solo deseaban que comenzara la última fase del examen para poder irse a cualquier lugar que no fuera la academia.
...****************...
Más tarde, Saito despertó en una cama de madera, cubierto con sábanas finas, en una habitación espaciosa que podría acomodar seis camas más, todas iguales. El techo, las paredes y el piso estaban hechos completamente de madera, y las ventanas, de estilo tradicional japonés, dejaban pasar pequeñas brisas de viento, ya que estaban abiertas.
Saito estaba confundido. Sabía que estaba en la enfermería, pues ya había estado allí en varias ocasiones cuando los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo o los combates "amistosos" se volvían demasiado intensos para él. Lo que no sabía era cómo había llegado allí. Se preguntaba en su mente:
“¿Qué hago en la cama de la enfermería? Recuerdo haber estado intentando hacer una espada de rayo para pasar a la última fase de la prueba de admisión... y cuando finalmente lo logré... ¿desperté aquí? ¿Me desmayé o todo fue un sueño...?”
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de la enfermería se abrió. Al girar hacia su izquierda, vio la mirada sorprendida de su sensei, quien, al verlo despierto, le dijo con felicidad:
—¡Saito, ya despertaste! ¡No sabes el susto que me diste cuando te desmayaste!
Saito, algo confundido, recordó que había caído por el agotamiento extremo, y pensó aliviado:
“Así que no fue un sueño."
Se sintió aliviado al ver que todo su esfuerzo había sido real y valió la pena, pero rápidamente se alteró y preguntó con preocupación a su sensei:
—¡Sensei, ¿cuánto tiempo estuve aquí? ¿Y qué pasó con el examen de admisión?!
Esmeralda lo tranquilizó:
—Tranquilo, Saito, no has estado mucho tiempo aquí, y aún estás a tiempo para completar el examen. Si lo deseas, puedes ir a intentar aprobar lo único que te queda: Combate cuerpo a cuerpo. Solo hay un pequeño problema...
Saito se emocionó al escuchar esto y, sin escuchar la última parte, intentó levantarse de la cama, decidido a completar lo que tanto le había costado. Pero cuando sus pies tocaron el suelo, sus piernas se desestabilizaron y estuvo a punto de caer, de no ser por su sensei, quien lo atrapó con preocupación.
—¡¿Saito, estás bien?!
Saito, sorprendido, respondió:
—Sí, sensei, estoy bien. Solo que mis piernas perdieron fuerzas cuando me levanté.
Esmeralda explicó, con una mirada triste:
—Como temía, parece que tu cuerpo no se ha recuperado por completo. Me temo que en este estado no podrás usar bien tu control elemental, ni moverte adecuadamente para pelear.
Al escuchar esto, Saito se negó a aceptar la realidad. Comenzó a intentar caminar mientras decía:
—No, eso no puede ser. Solo estoy un poco cansado, eso es todo. Voy a estar bien, solo necesito estirar un poco...
Pero no pudo terminar la frase, ya que tropezó y cayó al suelo. Esmeralda, al ver que se caía, se preocupó aún más y lo levantó, volviéndolo a sentar en la cama.
—¿Estás bien, Saito? ¿Te lastimaste?
Saito, algo desanimado, respondió:
—Sí, sensei, estoy bien. Solo tropecé.
Aunque Saito no quería aceptar la realidad, trató de animarse y dijo:
—Tal vez si estiro mis piernas, respiro un poco y me creo un buen plan, podría estar bien.
Esmeralda no quería desanimarlo, pero temía por su bienestar.
—Lamento decirte esto, Saito, pero en el estado en el que estás, no creo que puedas dar lo mejor de ti. Tu oponente es Gard Lee, el prodigio de esta escuela, quien ocupa el primer puesto en combate cuerpo a cuerpo.
Saito se sorprendió al escuchar esto. Inmediatamente pensó en quién podía tener ese título y lo dijo en voz alta:
—¡¿Gard Lee?!
Esmeralda asintió:
—Así es. Tú y él son los últimos que quedaron para la última fase del examen de admisión. Aunque no se te pide que ganes, me temo que Gard podría noquearte antes de que tengas la oportunidad de atacarlo.
Saito se quedó en silencio, procesando las palabras de su sensei. Aunque le dolió, comprendió que tenía razón. Pensó:
“Me duele admitirlo, pero mi sensei tiene razón. Mi cuerpo está agotado, lo que dificultará el uso de mi control elemental como normalmente lo hago. Además, Gard nunca me ha dejado ganar en combate. En otras palabras: Es imposible aprobar este examen”.
Sin embargo, mientras se levantaba, su convicción creció, y pensó con determinación:
“No tengo otra opción. No voy a rendirme. Voy a dar lo mejor de mí, cueste lo que cueste”
Con las piernas aún temblorosas, caminó hacia la puerta de la enfermería, pero su sensei lo detuvo.
—Saito, ¿no me digas que vas a pelear contra Gard después de todo lo que te dije? ¡¿No sabes que si haces esto podrías acabar malherido o incluso lesionarte de tal manera que afecte tu carrera como maestro elemental?!
—"Puedes presentar el examen para la admisión de equipos al final del año. ¿Por qué arriesgarte ahora?"
Saito se volteó hacia su sensei y respondió con determinación:
—Lo sé, sensei. Sé que suena tonto e insensato, pero no puedo reprobar este examen después de todo el esfuerzo que he puesto. No quiero que todo lo que hice se vaya a la basura. Aunque me den una paliza, quiero intentarlo. No quiero que todo por lo que pasé haya sido en vano.
Esmeralda se sorprendió por las palabras de su estudiante y lo miró fijamente antes de preguntar:
—Sabes que una vez que cruces esa puerta, ya no habrá marcha atrás, ¿verdad?
Saito asintió con determinación.
—Sí, sensei.
Esmeralda continuó, más seria:
—Y sabes que lo que pueda pasarte podría hacerte arrepentir toda tu vida, ¿verdad?
Saito, con aún más determinación, respondió:
—¡Sí, sensei!
Esmeralda lo miró por unos segundos, suspiró y dijo:
—Si es lo que quieres, está bien. Pero antes, déjame darte esto.
De sus bolsillos, Esmeralda sacó una píldora amarilla, de forma de canica. Saito, confundido, preguntó:
—¿Qué es eso, sensei?
"Es una píldora de reabastecimiento corporal de rango C. Con esto, podrás recargar toda tu energía, como si nunca hubieras hecho ejercicio en todo el día."
Saito, atónito, preguntó antes de tomarla:
—¿Pero no es hacer trampa, sensei?
Esmeralda sonrió.
—Sería trampa si solo te la diera a ti y no a Gard, pero planeaba darle una igual a él para que no haya ningún problema. Entonces, ¿qué dices? ¿Aceptarás mi ayuda?
Saito pensó por un momento antes de responder con gratitud:
—Si no es trampa y es legal, entonces la aceptaré con gusto. Muchas gracias, sensei.
Saito tomó la píldora, y casi al instante sintió cómo su cuerpo se recargaba de energía, como si nunca hubiera estado cansado.
Agradecido, le dijo a su sensei:
—Muchas gracias por esto, sensei. Ahora sí que voy a poder pelear como quiero y dar un buen desempeño. ¡Quién sabe! Tal vez hasta pueda ganarle a Gard por primera vez.
Esmeralda sonrió y respondió:
—No hay de qué, Saito. Siempre te has esforzado más que nadie en esta academia, y te mereces este apoyo. Como tu sensei, haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte como lo he echo estos años. Considera esto un obsequio merecido.
Saito se conmovió profundamente por las palabras de su sensei.
"Gracias por todo lo que has hecho por mí, sensei. No la voy a decepcionar. ¡Hoy voy a aprobar este examen, cueste lo que cueste!"
Esmeralda sonrió al ver el brillo intenso de determinacion en los ojos de su estudiante, y le dijo:
—La palabra 'decepción' no va contigo, Saito. Sé que no me decepcionarás.
Con esas palabras, Saito y Esmeralda salieron de la enfermería y se dirigieron al área de entrenamiento, donde los demás estudiantes esperaban.
...Continuará...
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