A veces me pregunto, ¿cómo sería la vida sin estos pequeños momentos en los que uno convive con los demás?, (llámese amigo, hermano, etc. etc.)
Estos maestros son muy estrictos pero aún así la pasábamos bien en la escuela, (a, porque eso sí podíamos hacer)...
Y aquí estoy tratando de pensar qué escribir, aún no se me ocurre nada.
De pronto una idea fluyó dentro de mí, las palabras salieron sin mucho esfuerzo, una tras otra. El maestro debe de entender que a todas las mujeres nos gusta hablar, es algo que llevamos dentro, no es fácil olvidar esas cosas...
Es más hasta creo que mi madre hablaba más que yo, por eso yo salí a ella, por eso no podía hacer mucho para remediarlo.
El maestro se rio mucho cuando leyó mi escrito, y la clase entera rio con él...
Bueno, yo creí que ahí había terminado todo, pero al día siguiente, yo empecé a hablar otra vez, y el maestro me ordenó que hiciera otra monografía.
Pero esta vez el tema era ¿qué hacer con una niña muy platicadora?...
Jajaja, pero si yo no platico mucho...
Menos mal que ya no me fue difícil hacerlo...
El maestro quedó satisfecho con mi escrito, y ya no hubo más quejas de mí.
Pero como esto es algo que no cualquiera puede evitar, pues volví a caer en la tentación de hablar, y esta vez el maestro me dijo, Esmeralda tu castigo será otra monografía, el tema, una guacamaya en acción...
La risa fue general, hasta yo me puse a reír, aunque no sabía qué iba a escribir en esta ocasión.
Tendría que pensar mucho, pero mucho. Sin embargo, me llegó una gran idea.
Uno de mis amigos se ofreció a hacerme la monografía de principio a fin, y como él es muy bueno para escribir, pues no lo pensé demasiado, y si el maestro pensaba dejarme en ridículo pues estaba muy equivocado, el ridiculizado sería él...
Hablaba se una mamá guacamaya y un papá loro, que este picoteó mucho a su guacamaya por hablar mucho.
El maestro quedó encantado con la monografía tanto que ya no me ha castigado por hablar en clase, ahora siempre tiene una buena broma para mi cada que hablo...
Gracias Carla por escucharme...
Querida Carla: Este día ha hecho mucho calor, yo prefiero caminar, como somos de la clase baja de Nayarit no nos permiten viajar en metro ni en los camiones, hoy me tocó ir a un chequeo general, la asistente del doctor me ofreció agua fresca, aún hay gente amable en estos lugares...
Ese fue un hermoso detalle de parte de la asistente.
Aún podemos hacer ciertas cosas, pero todo tiene que ser a manera de no llamar la atención...
Tuve un "pequeño" problema, me robaron mi bicicleta, y la de mamá fue "donada" a los hombres con solapa, y por ende no tengo ganas de ir a la escuela...
Afortunadamente, se acercan mis vacaciones escolares y ya no sufriré por mi bici, incluso hasta podría olvidarla...
Dos días después de la "hazaña", tuve una sorpresa muy agradable, cuando pasé por un depósito de bicicletas, alguien me llamó, al voltear vi que era un chico muy guapo que conocí en la casa de mi amiga Jenny. Él se acercó a mí tímidamente, y me saludó: ¿me recuerdas?? Soy Saúl Arias.
Yo estaba un poco asustada de pensar por qué se había acercado a mí, él solo quería acompañarme a la escuela.
Pues bueno, yo le contesté, al cabo lleva el mismo camino que yo.
Saúl tiene casi 16 años y me entretiene mucho su plática, nuestra amistad sigue intacta, a pesar de que él trabaja demasiado...
Tu amiga, Esmeralda.
Querida Carla: Perdona que no te haya escrito en estos días, el jueves tuve estuve en casa de unos amigos que tenían la misma suerte que nosotros...
Al día siguiente tuvimos visitas, y Saúl y yo somos más amigos que antes. Él me tiene confianza, pues ya me ha contado gran parte de su vida.
Él llegó a Oaxaca sin sus padres, vive en casa de sus abuelos, sus padres se quedaron en Chiapas.
Él me contó que tiene un amor secreto, se llama Julia, la conozco, es una modelo muy conocida.
Él me ha dicho que se aburre con ella, desde que somos mejores amigos, que ya no le atraía tanto estar con ella.
En cambio, dice que conmigo es muy diferente, mi plática sí le interesa, y le gusta mucho andar conmigo, nadie sabe para quién trabaja...
Hasta me volví importante...
Unos amigos se quedaron a dormir en mi casa, yo me aburrí mucho porque Saúl vendría a verme y estos dos que no se iban.
Él y yo quedamos para la noche, pero como a las seis de la tarde sonó el teléfono, era él para decirme:
-Habla Saúl Arias, ¿Podría hblar con Esmeralda, por favor?
-Hola Saúl, soy yo.
-Qué tal Esme, ¿Cómo estás?, él me decía Esme de cariño.
-Bien, gracias.
-Necesito verte para decirte algo. No sé si habrá algún problema si estoy en tu casa en 10 minutos.
-No Saúl, no hay ningún problema, te espero.
-Gracias Esme, hasta pronto.
Colgué, tenía que arreglarme rápido, así que busqué algo que no estuviera tan raído, dada la precaria situación que vivíamos.
Me cepillé un poco mi cabello, estaba muy nerviosa, me asomé a la ventana.
Me emocioné cuando lo vi llegar, estuve a punto de tropezar de lo nerviosa que estaba, traté de tranquilizarme.
Sonó el timbre de la puerta, corrí a abrir, sin más preámbulos empezó a hablar.
-Escúchame Esme, por favor. Mi abuela cree que eres muy joven para ser mi amiga, me ha pedido que regrese con Julia, ¡Pero tú bien sabes que no quiero nada con Julia!
-No Saúl, no sabía eso. ¿Se enojaron?
-No, no fue eso precisamente, resulta que como yo le dije a Julia que ni era necesario que nos veríamos seguido, al fin y al cabo no nos llevábamos tan bien. Pero eso no era motivo para que nos siguiéramos vernos como amigos.
Yo le hablé así porque creía que ella se veía con otro chico, pero resulta que no es verdad. Mi tío Felipe me dijo que debía disculparme con Julia, pero creo que no es necesario, y por eso he terminado.
Mi abuela insiste en que debo salir con Julia y no contigo, pero yo pienso lo contrario.
La gente mayor tiene otras opiniones acerca de la juventud, pero ellos me necesitan y yo a ellos.
Tendré libres las tardes de los jueves, ya que mis abuelos suponen que estoy en mis clases de escultura de madera, la verdad es que asisto a mis clases de música, ellos no lo permitirían porque piensan que eso no me llevará a ninguna parte. Me gusta mucho la música, y no pienso dejarla.
Tal vez nos podamos ver en algunos días que tenga libre.
-Pero, ¿irás en contra de tus abuelos?
-Al amor no se le ordena, ¿No es así?
Caminamos juntos por un momento, al pasar por una heladería que estaba en una esquina vi a Jaime platicar con dos amigos. Hacía mucho, pero mucho tiempo que Jaime no me saludaba de nuevo, eso era muy satisfactorio para mí.
Saúl y yo continuamos caminando por esas calles empedradas, llenas de flores por las orillas, y al final nos pusimos de acuerdo para vernos de nuevo, yo iba a ir a su casa al doa siguiente al cinco para las siete.
Gracias Carla...
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