(…)
- Apresúrate Willow\, solo faltan tus respuestas y entregamos la evaluación –
- Ya lo sé\, Anión\, es que… Se me perdió el punzón –
Anión no estaba para tonterías, enojado iba a golpear la mesa, pero al mirar el suelo vio aquel “lápiz” que utilizaba su compañera, buena suerte la suya, el no poder agacharse como es debido para recoger tan insignificante cosa.
- Está en el suelo\, deja llamo a la profesora –
Una de las razones por las que odiaba estar en silla de ruedas era el depender de otros, al principio intentó no depender de sus padres porque estaban demasiado dolidos por la muerte de su hermano mayor, al mismo tiempo su hermana también estaba lo suficiente rota como para estar atenta a él, pero aun así fue ella quien lo ayudó y debió de depender de ella, aquello no se sentía tan incómodo hasta que su primera crisis ocurrió, no suficiente con haber estado tres meses en coma, no suficiente con dormir llorando y despertar agitada, su cuerpo la traicionaba nuevamente, aquella dura crisis que le duró una semana, una semana entera en que ella olvidó a su hermano mayor, a él, a sus padres, su propia vida, una semana completa que su hermana se perdió en el tiempo y al volver volvía a sufrir aquel horrendo accidente, volvía a sufrir la muerte, la culpa, el miedo, el arrepentimiento, todo volvía a suceder como un ciclo que estaba lejos de tener fin.
- Hola –
- Anión\, Willow\, ¿Ya acabaron sus clases? –
- Así es\, yo… Yo me voy antes\, mi madre me llamó\, nos vemos mañana Anión\, Laila –
- Adiós Willow –
La chica en verdad no tenía nada que hacer en casa, su madre trabajaba hasta tarde, así que al regresar solo realizaba sus pendientes y quedaba libre, pero aun así prefirió no intervenir, lamentablemente para ella no era más que una extraña en la vida de ambos, y sabiendo que Anión no le contaría todo, prefería esperar a que Lawrence volviera y preguntarle a él.
- ¿Cómo sigue tu mano? –
- Aún se está quemando –
- ¿No se corta? –
- No… Lamentablemente no… -
Laila apretó sus manos aferrándose a las ropas de la camilla, quería que se cortara, quería dejar de sentir aquello por su profesor, quería simplemente dejar de verlo.
- Laila\, que me querías decir cuando… -
- ¡Laila! –
Un agitado chico de cabellos rubios y ojos verdes llegaba corriendo a la enfermería, maldecía a la chica que lo había retrasado con una absurda confesión de amor, aun si fue el primero en terminar los malditos ejercicios que les dejó su profesor.
- Perdón\, fue… Olvídenlo\, Laila\, ¿Cómo sigues? –
- Puf – Aquel pequeño sonido proveniente de la chica hizo que el recién llegado se sonrojara mientras ella comenzaba a reír levemente – Siempre tan exaltado\, descuida\, estoy bien\, ya me siento mejor\, hace poco se fue la enfermera y me dijo que era seguro volver a casa\, ya pasó –
Laila sonrió mirando al chico de ojos verdes, él, con un pesado suspiro, le sonrió, aquella sonrisa tan brillante que le hacía aún revolotear el estómago, pero aquel dolor en su mano le hacía recordar que tenía una pequeña y delgada maldición de color rojo, Nathaniel por inercia se acercó a la chica para ver que le pasaba, pero ella rápidamente soltó el agarre, mientras más la tocaba, más dolor sentía, más apretaba el hilo y más sangraba.
- Lo lamento\, lo olvidé\, yo… -
- Será mejor que te vayas\, Nathaniel –
- Mateo\, para –
- No\, Laila\, nada de Mateo para\, cada vez que Nathaniel te toca tu mano sangra\, cada vez que estás junto a él tus migrañas regresan\, ¿O es que acaso no recuerdas porque hice que terminaran? ¡¿Es que acaso ya se te olvidó quién es tu maldito final?! ¡Eres una simple alumna\, Laila! ¡No tienes oportunidad con él! –
- ¡¿Crees que no lo sé?! ¡No elegí poder ver esta maldita cosa! ¡No elegí ser quien soy! –
La chica nuevamente comenzaba a llorar, y aun sabiendo los riesgos, Nathaniel la abrazó y dejó que ella llorara entre sus brazos.
- Encontraremos una solución\, solo ten paciencia Laila\, te lo prometo –
Mateo sabía que él la quería, bastante en claro se lo dejó el tiempo que estuvo saliendo con su hermana, pero tras entrar al Instituto todo fue de mal en peor entre ellos, los dolores de cabeza fueron primero, luego vinieron los desmayos y al ser ella consciente de su final llegaron las consecuencias físicas en su mano derecha, Nathaniel era consciente de la visión especial de la chica, y aun así él quiso estar con ella, pero fue Mateo quien al no querer ver lastimada a su hermana nuevamente le obligó a terminar su relación, pero aun con eso, él la seguía cuidando, después de todo, él la seguía amando.
- Es hora de volver a casa – Mateo tocó la espalda del chico y él la soltó a movimiento lento.
- Nos vemos mañana\, regresen con cuidado –
- Lo haremos\, vamos Ila\, es tiempo de volver –
Ella a paso ligero se puso de pie y se arregló, en silencio y casi sin vida siguió su camino a casa, Mateo sentía aquella culpa, pero prefería sentir eso que ver a su hermana lastimada… Aún más.
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