Como negarme

No sabía como relacionarme con este tipo. Tenía unos cambios de humor muy cabrón, pero tampoco me animaba a confrontarlo porque esos ojos, esos ojos me paralizan cada vez que me miran de una forma molesta.

- Gracias, mmm, no era necesario el café. Mejor me apresuró a trabajar. ¡Y sobre tu petición! Lo haré, pero si vuelves a mandarme un mensaje que me incomode o moleste no solo voy a bloquearte. ¿Quedo claro?

Solo se río un poco y no me dijo nada, era claro que le gusta jugar de una manera extraña, él era extraño a mi ver, pero tampoco podía arriesgarme a que fuera a mi escritorio todos los días.

- Amiga! ¿Por qué sonrió? ¿Qué le dijiste? ¡Más bien que te dijo! ¡Ya dime, que muero por saber! Evelyn era muy metiche y desesperada, no podía sentir un minuto de tranquilidad sin tenerla a ella encima de mí viendo que hago a cada segundo, eso comenzaba a molestarme un poco.

- Nada! Solo trajo café para saber si me había motivado a trabajar para él. Rechacé el trabajo, por eso sonrió. ¿Y adivina qué? El trabajo si era para modelar, a lo mejor cumplo el perfil para ese trabajo, después de todo no creo ser tan fea.

Evelyn torció la boca, lo hizo frente a mí y pude verlo muy claro, ahí comprendí que no era la amiga que yo pensaba que era.

- Si es raro que se fijará en ti para el trabajo, lo bueno que tienes los pies sobre la tierra. ¡Me preocupas! Yo solo deseo lo mejor para ti, no me gustaría que tuvieras una mala experiencia y fracases en el intento.

Comenzaba a pensar que sus palabras eran solo hipocresía. Trate disimular ya que todo lo que le decía eran únicamente mentiras. -Pude aceptar su oferta, pero no. Me gusta escribir y creo que soy fantástica en eso. ¡Sin ofender pero asta mejor que tú!

Me río por esto último que digo, pero a ella no le da ninguna gracia.

Le gustaba decirme cosas, pero sin que yo le respondiera, era tiempo de que le regresara un poquito de lo que ella me dice.

Oigo un quejido de dientes de su parte y ya no me dice nada más, solo en silencio se va asta su lugar de trabajo.

Prendo mi computador para comenzar a trabajar y por poco se me olvida desbloquear a Noah.

📱-Ya te desbloqueé, no vengas a mi área de trabajo por favor, luego no puedo sacar a Evelyn de encima de mí y ya son muchas las mentiras que inventé. 🫤

Él seguía adentro con William en su despacho, aun así me contestó.

📱-Eres muy bonita.

Fue todo lo que puso, después de todas las advertencias que le di me pone eso.

A un así la sonrisa de mi cara no desaparecía.

- Que sucede, porque sonríes? Asta escalofríos me da cuando lo haces. Es raro viniendo de ti. Le pregunta William curioso.

- No es nada, solo algo gracioso que vi! No le gustaba compartir o decir su vida personal, era muy reservado.

Después de mandar el mensaje observó el área de trabajo donde estaba Eva y la miró desde adentro. Podía verla sonreír, y al parecer le gustaba como una sonrisa podía dibujar algo hermoso en su rostro.

-Se me hace divertido venir a tu oficina, lo más probable es que venga más seguido por aquí. Le dice Noah a William.

- Divertido dices? La última vez que te vi divertirte fue hace años, y eso fue cuando... Guarda silencio para no incomodar a Noah, pero ya era tarde, él había captado el comentario.

De todas maneras no le tomo importancia, pero si pensó un poco en su pasado.

Todos comenzaban irse a sus casas, incluso William ya debía de marcharse.

- No vienes? Le pregunta William.

Noah al ver a Eva muy ocupada le extraña que aún siga en la oficina.

-Por qué tu empleada sigue aquí? Le pregunta Noah a William.

- Eva casi siempre es la última, a veces me pide trabajar desde casa. Le doy ciertos privilegios porque he generado y sigo generando ingresos gracias a ella. ¿Por qué? ¿Te gusta? Sé ríe William ante su comentario.

- Me parece interesante. Estaré un rato más aquí.

- Con cuidado Noah! Ella ya tiene novio, podrías meterla en problemas, acuérdate que lo contrate como arquitecto.

-Por qué él? El sujeto parece un idiota.

- Es bueno en lo que hace, y como apenas está comenzando, no sabe cobrar lo es, me salió más barato con él. Yo solo aproveché un buen trabajo a bajo costo.

- Ahora entiendo. No te preocupes, no voy a molestar a tu empleada. No es lo mío, ya me conoces.

- Lo sé! Por eso me extrañaba tu actitud. ¡Te puedes ir cuando desees! La editorial está abierta las 24 horas, yo necesito llegar a casa con mi familia. Te recomiendo formar una, antes de que seas viejo y te pierdas lo hermoso de la vida.

-No necesito forma una para saber lo hermoso de la vida. Simplemente, no quiero, los niños ni siquiera me gustan, no tengo la paciencia para ellos. ¡Así estoy mejor!

- Como tú digas bro, te dejo.

William toma su saco y se marcha dejando solo a Noah.

Noah reflexionaba un poco sobre lo que hacía en ese lugar. No era propio de él perder el tiempo con una mujer.

- Que idiota! Se ríe del mismo. -Se supone que debería estar en la empresa y no en este lugar perdiendo el tiempo. Será mejor que me largué de aquí.

Molesto por el mismo sale de la oficina y cruza miradas con Eva.

La pasa de largo, pero no se detiene, ni a despedirse. -Ya te vas? Le habla Eva deteniendo su caminar.

Él niega con la cabeza mirando el suelo, resoplando toma la decisión de caminar hacia ella.

- Si! Es tarde, tú también deberías ir a casa.

- Si! También debería. Está lloviendo, me voy a esperar a que baje la lluvia para irme.

No dejaba de ver su rostro, él es muy atractivo como para que se fije en mí, de todas formas quería platicar un rato a solas con él.

- Quieres que te lleve a tu casa?

No sé por qué carajos lo hice, pero cuando le dije que sí ya era tarde.

- Si, me encantaría.

Lo había jalado de la corbata hacia mí, de tanto pensarlo terminé por hacerlo. ¡Qué vergüenza! Mi cabeza ya no podía hacerse para atrás después de lo que hice.

- Por qué estás tan roja? Solo tenías que pedirlo, no me molesta repetir hacerlo de nuevo.

Me deje llevar por mis impulsos, ya era tarde para negarme, es porque cada vez que lo miro no puedo sacar de mi cabeza su cuerpo desnudo.

Me cargó como una muñeca de trapo, parecía no batallar cargarme. Tiro todo lo que tenía en mi escritorio y arrojo su saco.

Al parecer él también ansiaba hacerlo de nuevo.

Saco un condón de su cartera y yo ayudé a ponérselo. Baje mis pantalones junto con mis pantis.

Justo cuando entro en mí, yo ya estaba completamente mojada.

Me embistió sobre el escritorio, no podía dejar de jadear. La adrenalina ponía al límite mi satisfacción.

Se supone que no debía, pero aquí estaba, con el mismo hombre teniendo sexo.

Pero como podía negarme, si era adictiva la sensación. Moría por sentir eso que solo él podía hacerme sentir.

Orgasmo.

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