Un regalo apropiado para pecar

El pasillo a la recepción se me hace demasiado largo, o podría ser que mis pasos se hacen más cortos, no lo sé.

- En que la puedo ayudar? Me pregunta el recepcionista muy amable.

- Último piso. Es todo lo que me pidieron que dijera. Estaba nerviosa, volteaba para todas partes pensando que la gente a mi alrededor me juzgaría.

- El señor Windsor la espera arriba. Tome, con esta tarjeta puede acceder a la habitación.

Tenía el acceso, subo el elevador y sentía mis piernas débiles de lo insegura que me sentía.

Comenzaba a arrepentirme. ¿Y si no me gusta? ¿Y si está viejo? ¡O que tal que la tenga muy pero muy chiquita!

Mi cabeza daba muchas vueltas mientras el elevador subía.

- Ya sé! Si no es lo que esperaba solo me iré discretamente. Si se molesta no es mi problema.

Abrí la puerta sin pensarlo dos veces, entre más rápido descubría como era, me marcharía rápido de ahí.

La habitación era muy linda y elegante para mi gusto, me encantó.

No lo veía por ningún lado al entrar, me adentré más y ahí estaba, sentado en un sofá fumando un abano.

Al encontrarlo de frente quede paralizada, parecía una bestia acechando a una presa.

Sus ojos oscuros se perdieron fijamente en mí, eso me incomodaba.

- Hola. Lo saludo para romper el incómodo silencio.

- Hola. Me responde con breve seriedad mientras apaga su abano.

- No soy lo que piensas, la verdad sigo pensando que esto es una locura. No soy prostituta ni nada por estilo, solo me dieron una tarjeta para... No paraba de hablar por lo nerviosa que estaba. Mientras yo hablaba él únicamente comenzaba a quitarse la corbata y camisa. ¡Y gooaauu! ¡Enserió es más de lo que creía! Es muy sexi. ¿Me preguntó cuantos años tendrá? Todas estas preguntas rondaban por mi mente al verlo desvestirse.

- Hablas mucho. Se acerca demasiado y comienza a tocar mi cabello. Me pone la piel eriza sentir sus manos tocando la quijada de mi cara.

- No sé cómo empezar, sería lindo que me ayudarás un poco. Le digo con timidez, casi no habla y no sé que pasa por su cabeza, me desespera.

- Eres bonita. Si no sabes yo te ayudo.

Me gira estando parada, y comienza a bajar el cierre de mi vestido. El vestido cae por si solo al dejar mis hombros, estoy expuesta ante sus ojos.

Me toma de la mano y me lleva directamente a su habitación. Al sentarme en la cama, con mucha tranquilidad desabrocha mis tacones, es muy dedicado a lo que hace. ¿No parece un mal sujeto después de todo?

Se desviste por completo y vaya sorpresa la mía. No está para nada chiquita, trago saliva y noto que sonríe, al parecer sabe que pase mi saliva.

Me recuesto por completo en la cama a la espera de que él se suba encima de mí, así es como lo aprendí con Jack, pero por alguna razón él no se sube.

- Que sucede! ¿Te arrepientes? Le preguntó al ver que se aleja, pero no, solo había tomado una venda negra. - Que piensas hacer con eso?

- Es para ti. No te asustes, solo será mientras nos divertimos.

Me la pone con cuidado y mi respiración comienza a agitarse al no ver nada.

Comienzo a sentir un cosquilleo en mi pantorrilla, no sé que intenta hacer, pero entre más sube más cosquillas siento. No puedo soportar y después unos segundos aguantando comienzo a soltar un gemido.

Comenzaba a mojarme, era una sensación distinta, jamás la había sentido, pero odiaría si parará. No sé que rayos hacía con su boca, pero me tenía con los sentidos al millón.

Sentía que algo me había pasado, estaba muy mojada y era la primera vez que pasaba. - Que me hiciste? ¿Qué rayos fue eso? ¿Y por qué estoy empapada?

- Eso fue un orgasmo y acabas de terminar. ¿Qué? ¿Me vas a decir que nunca te había pasado?

- No! ¡Es la primera vez que siento algo así! ¡Fue increíble!

No tenía idea que cara me ponía por estar vendada, pero ¡Carajo! ¡Eso fue sensacional!

No lo veía venir y sin previo aviso entro, sentí como el aire se me había ido y suelto un gemido de dolor.

Mi espalda se arqueó y mis manos se aferraban a las sábanas de la cama. ¡Enserió! No entendía por qué dolía, ya no era virgen. Podría ser porque Jack ya no intimaba conmigo. ¡¡O!! También se debía a que este tipo estuviera muy bien dotado.

Después de unos minutos dejo de doler.

Ya estaba arta de la venda y decido retirarla. Quería ver a la persona que me hacía todas estas maravillas.

Al parecer no se lo esperaba, podía ver en sus ojos una satisfacción de placer. Por unos segundos nuestras miradas se conectaron, podía notar que clavaba su mirada en mis ojos verdes y cada vez que me hacía gemir miraba mis labios.

Era muy profesional en lo que hacía, pero era una persona de pocas palabras. No me podía quejar, estaba en cielo y a la vez en el infierno, este hombre me volvía completamente loca en la cama.

Cuando terminó, yo ya había acabado como cinco veces. No sabía que mi cuerpo podía hacer eso, o que existiera algo así. El sexo ya no podría ser el mismo después de esta experiencia.

Lo vi alejarse al baño, yo deseaba pararme, pero mis piernas se sentían muy temblorosas y todos los huesos de mi ingle asta la cadera me dolían.

Fui asta el baño y sin decir ni una palabra me uní a él en la regadera. Era muy cuidadoso, había desechado el condón y el agua arrastraba los rastros de sexo que había tenido conmigo.

No se esperaba a que lo acompañará en la ducha, sentía esa mirada penetrante mientras el agua caía sobre mí.

Solo sentí su agarre y me pego a él.

- Me tengo que ir. Mi cuerpo se siente muy débil después de esto. Fue el mejor regalo de cumpleaños que recibí, gracias.

Fui amable y asta lo felicité por su empeño.

Él había salido del baño antes que yo con una sonrisa y cuando termine por cambiarme se acercó a mí.

- Ten! Te puse algo extra, ya que fue tu cumpleaños. Extiende la mano dándome un sobre.

- Que es? Mis cejas se arquean al preguntar.

- El pago por tus servicios.

Comienzo a sonreír y solo niego con la cabeza.

- Cuando llegue te dije que no era prostituta. Puedes quedártelo, la verdad tú hiciste casi todo. ¡Yo debería de pagarte! ¡Bonita noche! Ya debería irme, tengo mucho trabajo.

No encontraba mis bragas por ningún lado, solo tomé mi bolso y así mero me fui.

Al salir del hotel me di cuenta de que comenzaba amanecer. - ¡Pero cómo!

No me explicaba como el tiempo había transcurrido tan rápido. Llegué tan pronto como pude a mi departamento y me cambié para ir a la editorial.

Ya tenía la inspiración necesaria para comenzar un nuevo libro.

- Amiga! ¡Feliz cumpleaños! ¡Perdóname por no felicitarte ayer! ¡Estaba muy metida con el final de mi libro que no tuve chacé de nada! Tú sabes como es esto. ¿Me perdonas? Me decía mientras ponía sus manos en mis hombros.

- Si! ¡Te perdonó! ¡Pero solo lo haré siempre y cuando me des mi regalo! Le digo mientras sonrió.

Evelyn es mi mejor amiga, ella es madre soltera y debes en cuando yo cuido de su pequeña para que pueda tener citas.

- Y esas ojeras? ¡No me digas! ¡Escribiste toda la noche!

- Si! Algo así. No quería decir la verdad, me sentía avergonzada. Había engañado a Jack y no me parecía apropiado decir mi pecado.

Al acercarme a mi escritorio había unas rosas con una nota. Eran de Jack disculpándose.

"Perdóname, prometo compensar te, pero tuve una oportunidad de trabajo difícil de negar. Lo hice por nuestro futuro."

Ni siquiera me felicitaba por mi cumpleaños, ya era el colmo. Tome las flores y de coraje las arroje a la basura.

Me senté para trabajar, pero Evelyn se acercó deprisa a mí. - ¡Amiga mira! ¡Acaba de llegar un tipo muy guapo!

Note que todas mis compañeras de trabajo acosaban al sujeto con la mirada y me dio curiosidad de saber quién era.

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