CAPÍTULO 4
IRENE
—Tienes que estar bromeando, estamos hablando de Sara. —Richard me mira desde detrás de su escritorio en su pequeña oficina del consultorio veterinario que ha abierto. Para algunos, parecía una completa locura que el mejor amigo de mi hermano también resultara ser el mío y más cuando él es cinco años mayor que yo, pero la edad no importa cuando hay un gran cariño de por medio. Y aunque mi hermano y él son amigos desde la infancia, Apolo terminó uniéndose a los marines, Richard consiguió una licenciatura en medicina veterinaria, carreras distintas, pero grandes amigos.
—Pues sí, así como lo oyes. Tampoco me pidió muchas explicaciones de lo sucedido con Paul, creo que en el fondo está aliviada de que esté de regreso en casa, aunque no planeo quedarme mucho tiempo con ella, ya no tengo tres años para vivir con mi madre. Ella solo quiere que me tome mi tiempo y vaya a mi paso sin apuros, pero con su nueva pareja siento que estorbo.
—¿Pareja? Vaya, pero si tu mamá está llena de sorpresas. Un par de meses sin verla y mira todo lo que hace. —Richard se ríe recostándose en su asiento. Sonrío estando de acuerdo con él.
—Sí, yo tampoco podía creerlo. Y aunque me sentí un poco decepcionada porque no me dijera nada, soy la menos indicada para reprocharle algo luego de haberla dejado.
—Comprendo.
—¿Sabías que Apolo no ha venido en mucho tiempo?
—Sí, no te mencioné nada ya que tú estabas teniendo tu propio drama. Además, Apolo está bien, solo está con mucho trabajo. Y hablando de trabajo, —abre la carpeta marrón girándola hacia mí, con un bolígrafo en la mano—; aquí está tu contrato. Y que conste que no pienso cambiar nada. —lo miro unos segundos antes de leer el contrato, donde dice claramente que soy dueña del 50%.
—No, Richard, no puedo aceptar tal cosa. Solo estoy pidiendo ser simplemente tu empleada. —paso la mano por mi cabello en un gesto de frustración.
—Sí, puedes y lo harás. —me da una sonrisa.
—Este lugar tiene cada gramo de tus esfuerzos, yo…
—Tú pondrás en este lugar cada gramo de tus esfuerzos a partir de ahora en adelante. Además, me vendría genial las habilidades que aprendiste en Alemania. Podremos ayudar más…
—Richard. —me quejo cuando él solo se cruza de brazos y me señala el documento que espera que lo firme.
—Esto también lo estoy haciendo por mis propias razones egoístas. —arqueo una ceja, sin creer eso—. Quiero irme de vacaciones unos días sin tener que cerrar el lugar y quién mejor que tú para cuidar de él.
—Eso puedo hacerlo siendo tu empleada.
—No. No quiero que seas mi empleada…
—Entonces véndemela. —su boca se abre de sorpresa. Ajá, lo tengo.
—Jamás haría eso.
—Me parece que estamos a mano. O es esto o nada. —Richard me frunce el ceño, pensativo.
—Maldita sea. ¡Bien! —sonrío victoriosamente. Empujando su contrato de regreso a él.
—Llamaré a mi abogado para que redacte el documento que a mi princesa le parezca bien. Luego me pienso ir de vacaciones 15 días, pero por ahora vamos que quiero presentarse al equipo.
El equipo solo consistía en tres personas más; la recepcionista y secretaria de Richard, y dos ayudantes de veterinaria.
(####)
TIEMPO DESPUÉS
Ya han transcurrido 290 días desde que regresé a Nueva York y es maravilloso ver lo bien que me ha ido, y lo rápido que me recuperé de mi ruptura con Paul, bueno, también se debe a mis sesiones de terapia con la doctora Mayerling. Ella me hizo ver y comprender que todo es pasajero en la vida, que nada dura para siempre y, menos si la otra persona no está dispuesta a luchar por la relación. Comprendí que el que Paul me engañara con otro hombre no es mi culpa, eso no me hace menos mujer o que no sé cómo satisfacer a un hombre, simplemente Paul es bisexual y, nunca, en dos años me lo había dicho. Mayer me enseñó a perdonarlo y, aunque aún no lo he llamado, lo perdono y espero le vaya bien. Por otro lado, me hice socia de Richard y le compré la mitad de la clínica veterinaria, lugar donde me siento muy feliz de estar. Es como mi lugar seguro a pesar de que lidio con unos animalitos bastante peculiares, me encanta estar allí y ayudar a cada uno de ellos.
Apolo había regresado de su misión poco tiempo después de que yo llegara. Puedo decir que verme salir de casa de mi madre aquella mañana que llegó fue un shock para ambos. Ninguno de los dos esperábamos vernos allí, y pese a que no nos llevamos bien, no pude evitar correr y saltar a sus brazos. Había cambiado bastante en los últimos dos años que llevaba sin verlo: estaba mucho más alto y musculoso que la última vez que nos vimos. Luego, como era de esperarse, investigó al que hoy es el esposo de mi madre. Después le dio una advertencia que estaba casi segura de que el hombre se orinaría los pantalones, pero por suerte, Orlando le plantó cara a Apolo y todo salió bien. También sentí la necesidad de obtener mi propio lugar y darle su espacio a los tortolitos. Por lo que reuní parte del dinero y mi madre terminó prestándome el resto, con la promesa de que se lo pagaría lo antes posible. Así que hoy por fin firmé los documentos de compra del apartamento que está a solo dos calles del consultorio. No podían haber pedido algo mejor que esto; está en una de las mejores zonas de la ciudad y muy cerca del trabajo.
Termino de lavar mis manos luego de la cirugía de esterilización que le acabamos de hacer a una linda gatita. Mientras Richard sale a hablar con su dueña, me dirijo a la sala de espera para ver cuál es el siguiente. Al salir, veo a siete personas que están sentadas con sus respectivas mascotas. Miro a Jenny frunciéndole el ceño y miro la hora en mi reloj mientras ella se levanta de su asiento viniendo hacia mí.
—Lo siento, Dra. Martínez. Sé que dijo que hoy debíamos cerrar temprano, pero es que no pude decirles que no.
Suspiro agotada de esta mujer. Desde que llegué aquí, siento que hace las cosas a propósito. Y luego se hace la tonta y bate sus feas y postizas pestañas a Richard haciéndose la inocentona de toda la mierda que hace. Richard casi siempre se va temprano a casa ya que Paola está embarazada y estamos casi seguros de que parirá en cualquier momento, pero eso no ha detenido a Jenny en sus avances hacia Richard. ¡Maldita perra! Bueno, ni una perra es así de fea y horrible como ella.
—Son las 3:30 de la tarde, Jenny. Sabes muy bien que trabajamos hasta las 4:30. Pero sobre todo, hoy tengo cosas que hacer.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 47 Episodes
Comments