Capítulo tres
Tras una confusión por parte de una de las empleadas en la mansión. Emilia terminó con la palma de su mano lastimada. La mucama estaba llorando casi desconsoladamente. Pensaba que Emilia iba a hacer que la echaran. Necesitaba ese trabajo, ya que era la hermana mayor de cinco y su madre estaba enferma, intentando agradar a su jefe, había dicho lo que había hecho por la señora de la casa y todo terminó mal.
—Tranquila, no te preocupes. Yo estoy bien —dijo Emilia y la ayudó a limpiarse la cara.
—Señora, usted es muy buena. No se merece que el señor la trate así.
—Yo sé que con el tiempo se dará cuenta de todo —dijo Emilia sonriendo.
—Espero que así sea —dijo la empleada y fue por el mayordomo para que la ayudara a curarse. Cuando ellos volvieron al cuarto, el piso ya estaba limpio y Emilia se había colocado una venda en la herida.
—Mi señora, reprenderé a Bernia por este incidente —dijo el mayordomo, con la mucama detrás de él.
—No necesitas hacerlo, ella y yo ya conversamos y quedamos de acuerdo en que esto no volverá a ocurrir —dijo Emilia sonriendo.
—Pero…—el hombre no podía imaginar que la muchacha sonriera en ese momento. Su mano se había lastimado mucho.
—Que quede entre nosotros —dijo la señora pidiéndoles que la dejaran sola.
Una vez que se fueron, Emilia miró su mano. Era la primera vez que había podido curarla con todos los elementos, en su anterior casa sus hermanastros solo la dejaban usar agua o alcohol para tratar sus heridas. Ella sabía que pronto Marco la reconocería y por fin ellos serían felices.
Aprovechó el tiempo que tenía de su luna de miel para hacer algunas cuentas. Necesitaba devolverle todo lo que le debía a su padre. Pensó en tomar los regalos que le habían dado sus familiares y venderlos para utilizar ese dinero, después de todo Marco tenía mucho dinero. No le importaría no tener dos cafeteras. De todas maneras, debía pedirle permiso, algo que estaba segura, molestaría a su esposo en este momento que la situación estaba tan tensa. Dejó de darle vueltas al asunto y al llegar la noche se fue a dormir. Aunque para algunos fuera poco, Emilia estaba feliz de poder dormir en esa bella cama acurrucada entre las sábanas. Al otro día se levantó temprano y fue a desayunar como se lo había pedido su esposo. Eso quería decir que podrían pasar un momento juntos. Tal vez así él la recordaría.
—Te ves horrible con los ojos hinchados. ¿A caso quieres que mi padre me llame la atención? —dijo Marco al ver a Emilia por la mañana. Nunca unos buenos días, era más fuerte que él el deseo de atacar a esa pobre chica—. Incluso lastimaste tu mano. Llama al médico para que te atienda y compra maquillaje para tapar eso. ¿No sabes ser mujer?
Cualquiera que escuchara esas palabras sentiría dolor, pero ella, cuando su esposo se marchó sonrió. Sin embargo, Emilia no. Nunca había comprado maquillaje y solo una vez habían llamado al médico para ella en su casa y fue cuando necesitó una cirugía por su apendicitis. Por lo que las palabras de Marco la animaron. Tomó el bus y fue al hospital con la tarjeta que su esposo le había entregado a Federico, el mayordomo, para que se la diera a ella. Iba a hacer que revisaran su mano en el mejor hospital del país. Estaba nerviosa, no por su herida, sino por no hacer pasar vergüenza a Marco yendo a ese lugar con sus fachas, tenía que comprar ropa cuando pudiera, solo tenía un buen traje.
—Señora Echeverría, pase por aquí, por favor —dijo la secretaria cuando vio que ella había llegado al hospital.
—Gracias —Emilia no pudo evitar mirar a la muchacha con atención. Aunque esta se sintió confundida, ya que pocas de sus clientas eran amables con ella. Sin ir más lejos, la anterior pareja del señor Echeverría había sido una arpía.
—¿Desea beber algo? Solo pida y se lo haré traer —dijo la muchacha de manera muy amable.
—Agua, me haría muy bien —dijo Emilia, feliz de poder hacerse atender en un sitio tan lindo como ese. Nunca pensó que podría entrar a ese hospital, lo había visto varias veces e incluso había traído algunos documentos cuando trabajaba para su padre. Pero estar en el sector vip era impensado.
La secretaria salió más que sorprendida. Volvió con el agua y le trajo unas galletas en un hermoso plato que llevaba una servilleta de tela muy linda, la cual parecía haber sido bordada a mano.
—Me tomé el atrevimiento de traerle algo para comer, si no lo quiere puede dejarlo —dijo la secretaria a toda prisa, se notaba que Emilia estaba delgada por demás y no sabía si era por voluntad propia. Por lo que no quería ofenderla. Muchas de las esposas de los millonarios que iban a ese consultorio médico discutían con el doctor porque este no aceptaba hacerles tratamientos que llegaban a poner en riesgo su vida, solo porque querían verse más delgadas.
—Muchas gracias —dijo Emilia sonriendo amablemente —De hecho. ¿Puedo pedirle un favor?
Emilia estaba muy avergonzada por lo que antes de hacerle la pregunta trató de ver que tan accesible era la muchacha frente a ella.
—Lo que usted desee —dijo la secretaria.
—Usted luce muy hermosa. ¿Dónde compra su maquillaje? Me gustaría que me recomendara algún lugar —dijo Emilia con miedo de que la chica se ofendiera.
—Iré por un bolígrafo y le daré la dirección —dijo ella sonriendo a Emilia y marchándose.
—Señora Echeverría, entre por favor —dijo el médico al salir de su oficina.
Ella se puso de pie y lo hizo, él la dejó pasar primero y tras verla bien suspiró. Esperaba que no le diera problemas. No era fácil trabajar en ese hospital. Una vez que vio la herida de Emilia le preguntó por qué no había ido antes. Al haber pasado tantas horas estaba seguro de que le quedaría una cicatriz.
—No me preocupa eso —dijo ella con calma, parecía sincera.
¿Qué clase de mujer era esta? Sus clientas habituales no paraban de gritar cuando él les decía eso. Incluso siendo ellas las responsables de la situación.
—Usted se ha casado recientemente. ¿Qué le parece si le hacemos un chequeo completo? —preguntó el médico de la familia Echeverría.
—¿Podemos hacer eso? No traje mucho dinero en efectivo —indicó la muchacha con vergüenza.
—Claro, no se preocupe por el dinero. La familia de su esposo paga por todos los gastos mensualmente para que ustedes tengan todo lo que necesitan —dijo el médico sonriendo.
Autora: Osaku
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Comments
Λlι Cαя∂ιηαlι✨ ♥️
Hay dios Emilia vivía con animales. Y ahora creo que calló dentro de una trampa. Emilia por favor empieza a darte tu lugar y no minimizar te 😏😏😏😏
2024-02-10
9
Alicia Chavez Salcedo
le falta autoestima y confianza en su misma a Emilia para superar sus miedos
2024-01-30
2
Erica Godoy Silva
pobre niña... si un hombre es horrible así, no vale a pena esperar que recorde quien es para tratarla bien, se fuera buena gente trataría bien aún que no le guste y tenga su desorden mental ...
2024-01-10
4