Amor desesperado...

Después de la firma, Carlota salió de esa casa para siempre. Belén invitó a Luly a vivir en su casa, había espacio para todos...

"Gracias hija, venderé mi casa y con eso terminarás de estudiar, y guardarás tu fideicomiso para una emergencia", dijo la madre de Belén.

Así fueron pasando los meses, Belén conoció a un muchacho que acababa de entrar y se hicieron amigos. Salían juntos a todas partes. Enrique y Belén congeniaban muy bien. "Oye, ¿vives con tu familia?", preguntó Enrique. "Vivo con mis dos hermanos y la mamá de ellos. Mi padre murió hace varios meses", respondió Belén. "Lo siento", dijo Enrique. "Gracias. Te invito a comer a mi casa para que conozcas a mis hermanos y a la señora Luly. Son buena onda", invitó Belén. "Está bien, gracias. ¿Y tu mamá?", preguntó Enrique. "Murió al nacer yo. La que me crió no es mi madre, pero hablemos de otra cosa", respondió Belén. La señora Luly ya tenía la comida hecha. "Hola, él es Enrique, un amigo, y ella es la madre de mis hermanos", presentó Belén. Enrique se portó como todo un caballero. En cuanto terminó de comer, se fue a su casa.

Varios días después, Enrique platicaba con algunas chicas nuevas. Les estaba explicando su trabajo. A él lo habían dejado a cargo de la supervisión y entrenamiento de los nuevos trabajadores. Belén lo observaba con ojos de pistola, pero se controlaba porque estaban en el trabajo. Al salir, ella buscó a Enrique y se fue con él, pero Enrique solo la dejó en el camión y se fue a su casa.

Se acercaban las posadas y en la empresa les iban a hacer una. Enrique le dijo a Belén que si quería ser su pareja de baile, y ella accedió gustosa. En realidad, a ella le gustaba él, pero Enrique no daba señales de querer andar con ella. "¿Por qué vas tan lento conmigo? Yo me muero por ti y tú ni en cuenta", pensaba Belén.

El tiempo pasaba, y pronto se llegó el día de la posada. Enrique pasó por Belén en el camino. Ella le sugirió que fueran novios para estar juntos con más confianza, pero Enrique no se daba por aludido. Él también trabajaba y estudiaba, y no quería perder el tiempo con romances. No estaba para eso.

Ya estaban reunidos todos en la posada. Había música y bebidas. Enrique y Belén bailaban suavemente al ritmo de la música. Belén tomaba y fumaba sin parar. Enrique la dejó por un rato para ir con sus amigos. Ellos se salieron un rato a la terraza para respirar un poco de aire puro, ya que ahí dentro había mucho humo, y a Enrique eso le molestaba, ya que él no fumaba.

"Jajajaj qué delicado te volviste amigo, deberías de gozar para fiesta", dijo uno de sus amigos.

"Sabes bien que no me gusta el olor a cigarro", respondió Enrique.

"Lo sé, pero mínimo despístalo, no que todos te vieron cuando te saliste", dijo su amigo.

"Me vale, a mí no me importa lo que diga la gente", respondió Enrique. Siempre estaba muy seguro de sí, nunca hacía caso de lo que decía la gente.

Belén ya estaba muy tomada y se le acercó a Enrique. "Hola, ¿por qué estás acá afuera?", preguntó. La chica apestaba a vino y cigarros. Enrique no pudo evitar una mueca de asco.

"Vámonos, ya estás muy tomada", dijo Enrique. Antes que nada, era un caballero y la respetaba.

"No me quiero ir, no seas amargado, dame un beso ándale", dijo Belén.

"Ya, estás borracha, te llevaré a tu casa", respondió Enrique.

"Suéltame, no quiero irme a mi casa, quiero estar contigo", dijo Belén.

"Ya te dije que no me voy a aprovechar de ti", dijo Enrique. Se la llevó a su casa contra su voluntad.

Más tarde, él llegaba a su casa después de dejar a Belén en la suya.

 

En otra parte de la ciudad, una chica de dudosa reputación trabajaba en un restaurante-cantina. Ella trabajaba ahí porque le gustaba andar de prostituta, según sus propias palabras. Fue ahí donde Moi la conoció.

Moi es un hombre de unos 34 años, de piel morena. A él le gustaba tener el cabello casi al ras de la cabeza. No es muy guapo, pero es buena persona y tampoco estaba tan mal. Se defendía.

"Hola, ¿cómo te llamas?", se le acercó Moi. Él trabajaba en el departamento de mantenimiento, se encargaba de arreglar todo en cuanto a monitores, cableado, etc.

Y fue ahí donde conoció a Oriana. Ella es una chica muy guapa, porque ese era el requisito que les pedían para trabajar en ese lugar.

Me llamo Oriana, ¿y tú cómo te llamas? Moisés, pero me dicen Moi. ¿Me puedo sentar contigo? Estoy trabajando, por el momento no puedo. Tal vez otro día platicamos... Un cliente le habló para que se sentara con él. A este tipo de chicas se les llamaba hostess. Ellas hacían lo que fuera por dinero. Muchas de ellas llegaban hasta tener relaciones sexuales por dinero... Moi la vio sentarse con el cliente y se fue a trabajar. Él se había enamorado de ella a primera vista y haría lo posible por conquistarla... Oriana tomaba con el cliente, reía y bailaba con él, mientras que Moi la observaba desde donde estaba. Ella ni se inmutaba, no le importaba en absoluto que Moi estuviera presente. Al contrario, más lo hacía. Lo besaba y dejaba que él le metiera mano... Cuando ya estaba más tomada, el tipo la invitó al privado y obvio ella se fue con él... No necesito decirles lo que pasó en ese lugar. Ella era una prostituta y el cliente la reclamaba. Eso es todo... Moi se fue a su casa. No quería ni pensar en lo que estaba haciendo Oriana con el cliente. Él se sentía muy mal, aunque ya sabía que ese era su trabajo, pero no le gustaba la manera en que se ganaba el dinero... Pero en fin, ¿qué podía hacer? El amor es así, te pega en donde menos te esperas... Moi se preparó para dormir. Mañana Dios dirá...

Varios días después, Moi estaba preocupado porque Oriana no había ido a "trabajar" al lugar... No sabía cuándo volvería. Él estaba enamorado de ella y solo deseaba que llegara el día en que ella le correspondiera. A veces el amor llega de repente y no se fija en clases sociales, ni en razas ni religiones... Y él se había enamorado de Oriana a pesar de saber a lo que se dedicaba... Día a día esperaba verla entrar por esa puerta, pero ella nada que volvía y Moi se estaba volviendo loco... No supo en qué momento se había enamorado de ella, pero se sentía desesperado porque ella no aparecía...

Enrique se sentía acosado por Belén. No hallaba cómo deshacerse de ella, ya que siempre lo perseguía. En el trabajo, no se separaba de él y casi no lo dejaba trabajar.

"Belén, no quiero ser grosero contigo, pero ya déjame en paz. A mí no me gusta que las mujeres anden detrás de mí. ¿Por qué no lo entiendes? Estoy estudiando y no quiero distraerme. Por favor, no es nada personal", le dijo Enrique a Belén.

Belén respondió: "Yo entiendo, pero no me trates así. Yo te amo y solo quiero que me des una oportunidad".

Enrique accedió: "Está bien, pero quiero que me des mi espacio. Vamos a intentarlo, pero no me obligues a quererte. Eso se dará con el tiempo, ¿ok?".

"Si, mi amor. Gracias", respondió Belén.

Enrique había aceptado más porque ella insistía mucho que porque quisiera andar con ella.

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