Mel sintió las voces que venían desde muy lejos, por un momento se dejó llevar y apareció en casa y vio a todos sentados en la mesa. Camila tomándole el pelo a su abuelo con una de sus bromas, la abuela tomándose el postre como si todos los días veía aquello. Su madre y su padre se se miraban los dos con amor y respeto, una lágrima recorrió por su mejilla al ver tanto amor entre ellos. Pero cuando quiso acercarse hacia donde estaban todo empezó a desaparecer, oyó una voz que la llamaba y sintió una mano sacudiendo su brazo.
—Mujer ¿Puedes oírme? despierta—Kad miró a Aila—. Dame un poco de agua, rápido.
La joven le dio una jarra de agua y Kad le echó un poco en la cara para poder despertarla, Mel gimió y poco a poco abrió los ojos y miró alrededor .
—Ah...¿qué me pasó ? ¿Por qué estoy en el suelo?—dijo incorporándose con ayuda de Kad.
—Tranquila, al parecer no te encontrabas bien y perdiste el sentido ¿Estás mejor?—la miró preocupado.
Mel asintió, pero le vino todo lo que le dijo éste antes de desmayarse y se apartó bruscamente y le miró temblando.
—D...dime ¿en que año estamos?—dijo con la voz temblorosa.
—Ya creí decírtelo...año 1620 ¿Se encuentra bien?.
Ésta ni le respondió ya que su cabeza en ese momento no estába ahí, demonios ¿Cómo podia ella llegar ahí? Pensó que tenía que ser una broma de mal gusto, claro tenía que ser eso. En la empresa todos se reían o hablaban mal de ella a sus espaldas, seguro que estos también quería hacer lo mismo. Pero no se iba a callar, ya tenía bastante de esa gente loca ¿Año 1620? Já, no iba a ser tan tonta y caer en una broma como esa.
Mel se arregló su falda arrugada y miró a la joven y al hombre sonriendo, "si ellos creían que se iba a poner a gritar y a llorar no la conocían de nada, les iba a enseñar lo que era la calma".
—Mmm...tengo mucha hambre ¿Hay algo de comer?—dijo mirando a Aila con una gran sonrisa.
La joven se la quedó mirando hasta que Kad le dijo algo en esa lengua antigua otra vez.
—En unos momentos le traerán su comida ¿Seguimos con la carta?—dijo Kad señalando una silla.
—¿La carta? Oh, claro, ¿podrias dejarlo para cuando termine de comer? Señor...—dijo mirándole para que le respondiera.
—Oh....me olvide de mis modales, soy Kad Makinnon, un placer conocerla...—sé presentó mientras inclinaba un poco la cabeza.
Mel Sonrió, Dios, esa gente se lo tenía tan creído todo. Ningún hombre jamás la había saludado así, bueno la verdad es que ninguno se había fijado ni que existía, sonrió extendiendo su mano hacia él .
—Yo soy Mel Durán—dijo sonriendo.
Pero Kad en vez de tomar su mano, solo se quedó minado la mano extendida sin saber que hacer.
—¿Pasa algo?¿no vas a saludarme?—dijo moviendo su mano todavía extendida hacia él .
—Pero...así saludan los hombres.
—Oh...así que es eso, pues verás de donde yo vengo tanto las mujeres y los hombres saludan así, por Dios—dijo mientras pensaba que esa gente no había avanzado nada.
—Un tanto raro tu clan—comentó sin darle la mano todavía.
—Es un país...y lo de raro, si tú supieras las cosas raras que pasan cada día, hora y minuto. Pero cada uno se preocupa de si mismo ¿me das la mano o me dejará así?—dijo ya con el brazo cansado.
—Bien...un placer Lady Mel—sonrió dándole la mano.
Mel sonrió y se sentó, justo en ese momento entro Aila con una bandeja de comida, ésta se la dejó en la mesa y miró al hombre.
—Algo más laird Kad.
—Nada más Aila, puedes volver a tus tareas.
Aila hizo una reverencia y salió sin decir nada, Mel se fijó en la bandeja y vio un poco de pollo asado y una sopa y pan de avena, ésta comió un poco de todo y al terminar apartó un poco la bandeja.
—Gracias, dime...¿Por casualidad no tendréis un... ordenador?—preguntó con esperanza.
—Mi Lady, no sé a que se refiere, pero tengo mucho que hacer y...
—Claro, perdón, yo escribiré la carta y se la daré —dijo con confianza.
—Pero las mujeres no...bueno, entonces no la molestaré más. Que tenga un buen día.
Mel se dejó caer en la silla suspirando con fuerza, como iba a comunicarse con su familia si no tenía ni ordenado o un simple móvil. Oyó un golpe en la puerta.
—Si... adelante.
—Lady Mel, ¿Necesita algo más?
—Esto...si, necesito quitarme toda esta suciedad ¿Dónde está el baño?—pregunta levantándose.
—¿Baño? No sé que es eso mi lady, pero si quiere bañarse le traeré a sus aposentos agua y a las criadas para que la ayuden—dijo Aila sonriendo.
Mel solo pudo asentir, ésta subió al cuarto de antes y vio una bañera en medio del cuarto y un vestido extendido en la cama. La joven de antes y otras dos jóvenes entraron poco después de ella.
—¿Estás de broma no?—al ver que no respondían Mel señaló la bañera.
—Por dios, no pienso bañarme aquí en medio del cuarto—las miró indignada.
—¿Qué quiere? Ni si quisiera es una Lady de verdad y...—Aila le dio un codazo a Meg para que esta cerrara la boca.
—Mi lady...es una tina llena de agua y.... —intentó decir Aila.
—Me bañare sola, podéis salir—dijo señalando la puerta.
Aila asintió, pero Meg la miraba con total desprecio, la otra la sujetó de brazo y la sacó con ella. Mel suspiró mirando la bañera.
—Menuda mierda de vida es esta, no tienen nada moderno— se quitó la ropa sucia que ya empezaba a desprender mal olor. Miró la bañera y gimio maldiciendo y sin más se metió dentro y con una esponja y jabón se limpió toda la suciedad que tenía. Cuando termino se secó con una toalla que estaba al lado del vestido.
—Bueno...hasta el vestido es más antiguo, se parece al que medio la bruja de Mika, bueno ni modo. Tendre que ponérmelo—se lo puso y se miró en el espejo y sonrió.
—No me queda mal, la verdad es que es muy bonito—y lo tocó sonriendo.
Mel oyó que llamaban en la puerta.
—Adelante—dijo sin apartar lamirada del espejo.
—Mi lady, el laird la espera abajo—Le informó Meg mirándola de nuevo con esa mirada de desprecio.
—Bien...ya estoy lista, vamos—y sin esperarla salió del cuarto.
Meg la llevó a un gran salón, nada más entrar vio que el hombre ogro estaba sentado en la silla más grande y supuso que era su sitio preferido. La joven se fue y Mel se quedó en medio del salón sin saber que hacer o decir .
—Tome asiento...Lady Mel—señaló un asiento en frente de él .
Mel se sentó sin decir nada,Rolf la miró de arriba abajo y ella se incómodo moviéndose en su sitio.
—Bien, asi que ¿No eres de Escocia?—dijo Rolf sin apartar la mirada de ella.
—No...soy de España, pero Escocia también es un bonito país —respondió sonriendo.
—Ya... entonces ¿Por qué estás tan lejos de tu casa?—sabía que esa mujer escondía algo y pensaba averiguar el qué.
—Yo...esto...—pero justo en ese momento se oyeron gritos de un hombre y Rolf se levantó maldiciendo.
—No te muevas de aquí—y diciendo eso salió del salón.
Mel se quedó sentada, pero con tanto ruido fuera no pudo no ser curiosa de saber lo que pasaba. Se levantó y salió del salón, en dirección de donde venían los gritos, por un momento pensó que sus ojos le estaban jugando una mala pasada, pero al oír de nuevo los gritos del joven supo que no era ninguna ilusión lo que veía. Mel miró al anciano que hablaba a Rolf en su idioma y se notaba que más bien le estaba rogando algo mientras señalaba al joven que tenían los tres soldados sujeto.
—Por dios ¿Qué pasa aquí?—Mel no pudo mantenerse callada ante lo que veia.
—Creo que fui claro cuando te dije que esperaras adentro—la voz del hombre sonó dura y fría.
—Yo...¿quién puede quedarse tranquilo con tantos gritos?.
—Mire señor, su hijo tiene que pagar por lo que hizo, no permito que nadie hablé de mi ¡¡no pienso oír por ahí que yo, el Laird del clan Mackenzie ha permitido que un mocoso se sobrepase con una de sus criadas bajo su protección!!.
—Mi laird...mi hijo no sabe nada, solo es un niño...perdonale—el anciano hablaba con la cabeza baja.
Mel se fijó en el joven y por su ropas gastadas y el carbón que tenía en la cara supo que era un joven humilde, cuando su mirada se posó en la del anciano con las manos temblando se le rompió el corazón.
—Digame señor ¿Qué hizo su hijo?—dijo Mel parándose a su lado.
—Él...—pero Rolf la sujetó del brazo y la puso detrás de él mientras le dirigía una de sus miradas gélidas.
—No tienes por ué meterte en esto mujer.
—Creo que si...¿no quieres juzgar al chico? Pues para juzgarlo hay que oír lo que tiene que decir ¿no crees?—Mel no apartó su mirada desafiante ya que si lo hacía él no la tomaría en serio.
—Bien...¡¡habla!!—grito sin dejar de mirarla.
—Yo...juro que no la toque,yo vine como cada mañana a traer el carbón, entonces ella me ofreció pasar y tomar algo yo como no había desayunado acepte. Cuando termine de comer ella empezó a hablarme de su futuro, sobre la familia y que yo sería genial como padre,yo al ver sus intenciones me disculpe, quise salir pero ella me sujetó y me pidió que me quedaré un rato. Yo le deje claro que no quería nada entonces se puso furiosa, pero luego me sonrió diciendo que tenía que enseñarme una cosa que me gustaría así que fui con ella al cuarto, luego se puso a gritar como loca—acabó diciendo el joven suspirando.
—¡¡Mentira!!, no es verdad mi Laird. Él fue quien quiso entrar al cuarto y quiso abusar de mi —lo acusó Meg llorando.
Mel se cruzó de brazos, miro a la criada y por un segundo juraría que vio una sonrisa burlona hacía el joven. En ese momento supo quien mentía ahi y se juro que no se saldría con la suya, notó como Rolf se acercaba al joven.
—Seras colgado por eso, no permito esto en mi propio castillo—dijo Rolf sujetándo al joven del cuello.
—¿Colgado? Tienes que estar de broma—Mel no dio crédito a lo que acababa de escuchar, su mirada se fijó en las grandes espadas de los tres hombres que tenían sujeto al joven. Rolf se volvió hacia ella y la miró furioso.
—Esto no es ninguna broma, mañana será colgado¿Algún problema?—dijo mirándola fríamente.
—¿Problema? Que va ¡¡solo que vas a colgar a un joven sin saber si es culpable o no!!—gritó fuera de si.
—Las mujeres no se meten en los asuntos de los hombres...Aila, acompaña a Lady Mel a sus aposentos.
—Mi Lady...
—No me iré a ninguna parte ¿quieres una solución? Bien, que mejor forma que casandose.
—¡¡No pienso casarme con él!!—gritó la joven horrorizada.
—¿Por qué no? No le hablaste al joven de tu futuro, los hijos...que el sería el padre perfecto. Pues bien, puedes tenerlo todo para ti— sonrió al ver la cara de miedo de la joven.
—¡¡Basta!! no me dirás qué debo hacer—la señaló Rolf furioso.
—Y no lo hago, pero piénsalo, el joven no sabe nada, ella ya es mayor y seguro que se llevarán bien. Una solución genial para los dos— sonrió ya que esperaba que la arpía de Meg estallara en cualquier momento.
—¡¡No y no!! No me casaré con este pobre. No gana ni un penique, por favor mi Laird.
—Mi Laird, mi lady tiene razón, él cometió un error. Pues que lo arreglé y que mejor forma que casándose con la joven—dijo el anciano sonriendo.
—Creo que sería lo mejor...Meg, tendrás esa familia que tanto quieres y a este joven...o simplemente puedes decir la verdad de lo que ocurrió y ahorrarte la humillación, tú eliges.
Todos miraron a Meg esperando que esta dijera algo y al momento empezó a llorar y cayó a los pies de Rolf.
—No quise...yo no quiero casarme con un mendigo. El no me tocó...solo mentí—confesó sin dejar de llorar, Mel sonrió y miró a Rolf que a su vez la miraba.
—¿Por que hiciste eso? Pagarás por esto, te quiero fuera de mis tierras y jamás vuelvas por aquí—declaró apartándola de sus pies.
—¡¡Noo!! por favor...no me haga eso...no me eche de aquí, yo solo quise...—pero con el llanto no terminó lo que quería decir.
—Lo que pasa es que al ver que el joven no cayó en tus encantos,te sentiste herida y humillada, más con lo prepotente que eres...por eso decidiste vengarte de el asi—concluyó Mel.
Los tres guardias se fueron, la joven entró llorando adentro para recoger sus cosas. El anciano se paró junto a Mel sonriendo .
—No sé como darle las gracias Mi Lady...si no hubiera sido por usted—Mel sonrió mientras sujetaba sus manos entre las suyas.
—No me las de...ni me debe nada,no hay que juzgar a nadie sin antes haberlo oído—Mel dijo eso último mirando de reojo a Rolf.
—Aila, acompaña al joven y su padre a la cocina y dadles algo de comida.
—¿Ibas a matarlo sin más?—lo acusó mirándolo incrédula.
—Es mi deber tomar tales decisiones si me veo obligado...hoy te permití hacer lo que hiciste, pero jamás vuelvas a entrometerte de nuevo en mis asuntos o decisiones—dijo dando un paso hacia ella.
—No te prometo nada, yo jamás me callaría si viera una injusticia...eso tenlo en cuenta—dijo antes de entrar dentro.
Mel se quedó mirando por la ventana pensando en todo, como iba a salir de eso, y tenía miedo de que lo que dijo ese hombre fuera verdad ¿Y si lo fuera? ¿como actuaría si había viajado atrás en el tiempo? No, ella no podía pensar eso. Seguro que todo tenía una explicación, pero...¿y las espadas, sus modales, las ropas...y sin tecnología alguna?.
—Dios...¿como podré saber la verdad?—Rolf la oyó desde la puerta.
—¿Qué verdad? ¿Acaso escondes algo?—Se sobresaltó cuando oyó su voz dura y firme, Dios ¿ese hombre no iba a dejar de asustarla así?.
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Comments
Francisca Alcantara
Parece que fue la libreta que le regaló el abuelo fue que la llevó a esa época
2023-08-08
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