Mel se quedó mirando al hombre de ropas raras, se fijó que se parecían a las fotos que vio que su abuela tenía. Pero su abuela le dijo que esa vestimenta de tartán, faldas y los kilt se llevaban hace muchos siglos. ¿Entonces que demonios hacían esos hombres vestidos así?.
—¿Me estás oyendo, mujer? —la voz del hombre no sonó nada amable.
—Yo creo que hasta los de la otra montaña te oyeron, no soy sorda—dijo esta intentando levantarse.
—¿Qué hacías con ese miserable de Greg...acaso os envío Duncan? —él hombre estaba en una postura de"yo mando aquí".
—No sé quién es ese tal Duncan, y si te refieres a ese cerdo llamado Greg tampoco le conozco. Los muy cerdos querían secuestrarme—dijo mientras se apoyaba en la pared.
—¿Vas a quedarte ahí mirándome? Ayúdame a...
Pero este dio media vuelta y miró a uno de sus hombres, oyó como le decía algo en ese lenguaje extraño. Mel se fijó que el joven de su edad la miró un momento y luego volvió su atención al hombre, supo que o salía de ahí o moriría a manos de estos salvajes. Por Dios, ¿es que nadie se había dado cuenta de su desaparición? Ni su madre o en el trabajo. Ella ama su trabajo, ningún día faltaba ni aún cuando estaba enferma.
El hombre llamado Rolf se volvió hacia ella y la miró durante un rato, para luego agacharse y mirarla sin emoción alguna.
—Tienes dos opciones, primero ¿Quién te envío aquí y con qué propósito? Segundo, te quedas ahí hasta morirte desangrada o por algún animal salvaje ¿Te ha quedado claro?—se levantó sacudiendo la nieve de su tartán.
Mel jamás vio una sonrisa con doble efecto, por una parte sexy y por otra diabólica. Ésta se lo pensó mucho, pero si salía quizá éstos le hicieran daño, miró al hombre sonriendo.
—Bien...ya que le dije que no sé nada y no vengo de parte de nadie, creo que elegiré la segunda—Maldijo por ser tonta y terca.
—Bien, como la dama deseé, espero que disfrute su nueva...tumba—sin mirarla de nuevo dio media vuelta y se fue.
Mel lo vio desaparecer y los dos hombres le siguieron, oyó el aullido de los lobos haciendo que se asustara.
—Oh...Mel, cuando aprenderás a cerrar la boca, ahora como salgo de aquí...se supone que soy una mujer lista...piensa...piensa.
—¡¡Vale, diré todo, solo vuelve!!–grito a todo pulmón.
Maldijo al ver que ya se habían ido, pero una risa la hizo levantar la cabeza y vio a Rolf mirándola, supo que se lo estaba pasando de lo lindo viéndola ahí tirada y se sintió humillada.
—Bien... te escucho—dijo bruscamente.
—No soy tan tonta, ¿quién me dice que cuando te diga toda la verdad me saques de aquí?
—No tienes otra opción—dijo encogiéndose de hombros.
—Si que la hay...si quieres saber la verdad primero me sacas de este maldito sitio.
—Está bien... pero si intentas escapar o...
—¿Escapar? ¿Te estás riendo de mí?...mírame tengo un pie roto, el brazo y la cabeza machacados por tanto jaleo en un día ¿Todavía sigues pensado que me escaparé?—dijo extendiendo su mano hacia él.
Pero Rolf en vez de coger su mano y subirla, salto dentro del agujero, ésta tuvo que levantar la cabeza para poder mirarle ya que era mucho más alto que ella. El hombre era muy atractivo, fingió que tosia para apartar la mirada de éste. Sin ningún esfuerzo Rolf la coge de la cintura y se la entrega a uno de sus hombres, suspiró de alivio al sentir sus pies sobre la tierra firme.
—Que alegría...creí que jamás saldría de ahí.
Al girarse vio a Rolf de brazos cruzados y mirándola seriamente.
—Cumplí...ahora habla—dijo tajante.
—Bien...esto...yo...—no supo que decir.
Rolf se acercó donde está cogiendola del brazo herido.
—Habla o no tendré más paciencia...¡¡que hables!! .
—Bien...unos hombres me atacaron y al escapar me caí en un agujero o lo que fuera y me encontré aquí, me golpeé la cabeza en la caída y cuando desperté me encontré con esos dos hombres...el tal Greg. Ellos me dijeron que querían llevarme con su jefe del clan para venderme, escape de ellos pero me siguieron y nos cruzamos con tus hombres. Lo demás lo sabes y...—Rolf hundió sus dedos en la herida y esta gimió del dolor que la traspasó por todo el hombro.
—Me tomas por un niño que no sabe diferenciar una mentira, te dije que me contaras la verdad. Pero que iba a esperar de una Duncan—la empujó haciendo que esta perdiera el equilibro.
—No soy una Duncan...soy Mel Durán, una pura española. Ademas, si tienes problemas con ese hombre ve a los juzgados o a la policía ¿Por qué me tienen que meter a mi en mitad del embrollo?—dijo frotándose el brazo.
—Me encuentras apurado, si fuera en otro día...te habría hecho la vida imposible—éste miro a uno de sus hombres—. Lek, ve al campamento y que recojan todo, nos volvemos a casa—dio la orden con total normalidad.
El joven salió corriendo, Mel volvió a fijar su mirada en él, que a su vez la miraba también.
Miró al hombre fijamente y lo estudió detenidamente, ésta maldice al sentirse pequeña ante él. Parecía un hombre sin humor, además de bruto.
—Andando—Mel vio que este se daba la vuelta y bajaba la colina llena de nieve sin mirar atrás.
—¡¡Oye!! ¿Donde crees que vas? No puedes dejarme aquí sola—dijo intentando seguirlo, pero el dolor de la pierna no la dejo ir más de unos pasos.
Mel patalea el suelo con su pie sano mientras maldice a todos los hombres del mundo.
—Dios....es que no me puede pasar nada bueno ¿que haré ahora? Aquí no veo una parada de bus o un coche ¡¡joder!!.
Por fin pudo llegar abajo,miró a su alrededor y no vio a nadie, no sabia a donde ir. Asi que solo siguió el camino que encontró.
—Muy bien Mel, en vez de estar en tu casa calentita, con esa rica comida de mamá, estás en este lío lleno de hombres que no saben la importancia de la mujer. Ah...estoy cansada y hambrienta—se quejo aportando un mechón de su cara.
Se paró agotada y vio unos caballos, de inmediato reconocio el caballo negro con una mancha blanca en la frente, era de ese tal hombre Rolf. Se escondió detrás de un árbol y vio a estos maldiciendo y discutiendo.
Mel vio que Rolf no tenia buena cara y parecía estar muy furioso.
—¿Por qué no me avisasteis antes? Ahora ese bastardo de Duncan...maldito, no podré atacarlo si ella está con él — grito furioso.
Lek le miró asintiendo mientras agacha la cabeza.
—Ella se fue con él sin decir nada,¿Qué hacemos mi laird?.
Rolf caminaba de un lado para otro.
—Haré lo que crea necesario, si mi hermana no quiere venir por las buenas lo hará por las malas –dijo mientras aplastaba con su pie una rama.
Mel vio lo furioso que estaba ¿Por qué esos hombres se comportaban como si fueran a matar a un pueblo entero?.
—Mel...piensa con la cabeza, tienes que salir de esta—dijo sin apartar la mirada del hombre .
Se acercó más para oírlos, pero sin querer pisa una rama haciendo ruido.
—Genial...ahora me matarán—dijo intentando esconderse.
Mel caminó como pudo pero una mano la sujetó el brazo, al darse la vuelta se encuentró con los fríos ojos de Rolf. Palideció al ver que el hombre no tenía emoción alguna en su mirada.
—¿Espiando? Mujer, eso es muy malo–dijo apretando más su mano entorno a su brazo.
—Sueltame bestia, a ti no te han dicho que esta mal tratar así a un mujer—dijo mientras intentaba soltarse de su agarre, pero fue inútil.
—Ningun ser puede enseñarme que puedo hacer o cómo trato a la gente, menos una mujer.
Maldijo al ver que no se podía dialogar con el hombre bestia que tenía delante.
—Vale...mire, estoy cansada y como ve estoy herida ¿podría por favor decirme donde queda un pueblo o ciudad por aquí?—le preguntó con toda la amabilidad posible.
—El único lugar que queda cerca es mi castillo...—le respondió sin más.
—Bien ¿entonces un coche? ¿Un móvil?—al ver que éste no la entendía sintió más frustración que nunca.
—¿Movi...qué ? ¿De qué hablas mujer?—dijo apartándose de ella.
—¿Es qué vivís sin nada? joder...— maldijo por su suerte y su situación .
Rolf la vuelve a sujetar del brazo y la mira furioso.
—Se acabaron tus preguntas tontas, tengo asuntos más importantes que oír tus quejas. Vamos, andando—ordenó empujandola hacía el caballo.
—¿Cómo? No me iré contigo a ninguna parte y no pienso subirme a ese caballo salvaje —Mel le miró de "estás tú que subiré ahí ".
Rolf señaló el caballo con una mirada amenazadora.
—Sube al maldito caballo.
Rolf ya no podía aguantar más a esa mujer, la cogio del brazo acercandola hasta quedar a unos centímetros de él.
—Sube o juro por lo más sagrado que tengo que te daré tu merecido,¡¡¡sube!!!—Rolf la empujó bruscamente hacia el caballo.
Mel le miró sintiendo su orgullo por los suelos, pero no había montado a caballo nunca y tenía miedo .
—Yo...no puedo subir —Dio un paso atrás.
—Así que no puedes ¿Por qué ?—Rolf se pasó su mano por el cabello sin paciencia.
—¿Por qué crees? Jamas monte uno—dijo suspirando con fuerza.
Rolf suspirando montó el caballo y sin previo aviso pasó sus fuertes brazos alrededor de su pequeña cintura y la puso delante de él.
—Ahora te quiero callada durante todo el camino, por tú culpa me gané un dolor de cabeza—le susurró al oído.
Mel asintió sin decir nada, la verdad es que ya no quería discutir con él. Pues se sentía cansada,hambrienta y estaba echa un asco, intento no apoyar su espalda en el pecho del hombre, aunque su cuerpo lo pedía, de pronto sintió de nuevo el fuerte brazo del hombre rodear le la cintura y acercarla más a su cuerpo.
—Duerme...
Se dejó abandonar por el calor que desprendía su cuerpo y poco a poco sus ojos se cerraron. Se despertó al sentir que alguien le sacudía el hombro. Se frotó los ojos bostezando.
—¿Mmm...ya llegamos?
—Asi es...estás en mi castillo—dijo señalando un enorme castillo.
Ella esperaba encontrar una mansión normal, pero se quedó con la boca abierta al ver el amplio castillo y a lo lejos pudo ver pequeñas casas construidas con ladrillos y paja. Por un momento creyó estar en una película.
—Que demonios...¿Qué es esto?— señaló la aldea.
—Eso es la aldea, deja de mirar como si jamás vieras mundo.
Vio como Rolf se unía a sus hombres y les hablaba en ese lenguaje raro, dejó de prestarle atención y miró a su alrededor .
—Se supone que tiene que haber edificios, coches, parques...¿Dónde está todo eso? Joder, primero descansaré. Luego pensaré como buscar un móvil—dijo mientras miraba asombrada el castillo.
—Mujer, muévete—dijo el hombre señalando la entrada.
La puerta se abrió, dos criadas vestidas con unos vestidos largos y con el cabello recogido salieron a recibirles .
—Laird, bienvenido—las dos mujeres hicieron una inclinación.
—Susi, llévate a esta mujer y que la anciana vea y cure sus heridas...y ah...dadle algo de ropa—Rolf no la miró ni un momento mientras daba las instrucciones a las mujeres.
Las dos mujeres miraron a Mel de arriba abajo, se sintió incómoda al sentirse el centro de atención, siempre odio sentirse observada. Pero en realidad ya nada le importaba ya que el cansancio, dolor y el hambre la estaban matando.
—Bien, podéis iros.
Siguió a las dos mujeres al interior del castillo, se giró para ver si el hombre la miraba, pero éste estaba de espaldas a ella dándoles órdenes a sus hombres. Rolf se masajeo el cuello, estaba más que cansado. Ese día había sido duro y largo, ya no sabía que hacer con el clan Duncan. Desde que su hermana se habia enamorado del hijo de los Duncan todo sus planes se vinieron abajo y como si eso no fuera bastante, ahora tenía que encargarse de esa extraña mujer que podría ser una de ellos, su enemiga.
—Amigo, te veo pensativo—sonrió Kad desde la puerta.
—Más vale que no empieces con tus lecciones de nuevo, no estoy de humor.
Estos se miraron un momento y después se abrazaron riendo.
—Creo que ibas a por Duncan ¿Paso algo?.
—Tú lo has dicho, iba a ver a ese bastardo. Pero algo me lo impidió—dijo apretando los dientes.
—¿Qué pasó? Oí que tu hermana Margaret se fue con el hermano de ese bastardo.
—Asi es, aprovecho que no estaba y se fue sin mi permiso. Pero ya le enseñaré a ponerme en esta situación,¿Qué tal está Mai y el bebé?—preguntó para cambiar de tema, ya no que ya seguir con eso y volver a tener dolor de cabeza.
—Están bien...o eso dice ella, para mi que solo lo dice para que no me preocupe. Estos últimos días la veo con mala cara, no se que hacer, si estar feliz por ser padre o asustarme por como está la ella—dijo suspirando con preocupación.
—Seguro que todo irá bien, pronto tendrás a un niño tan insoportable como tú —Dijo dándole una palmada en el hombro.
—Vamos a entrenar un poco, como en los viejos tiempos—pidio su amigo señalando su espada.
—Como no, recuérdame como terminaste la última vez...ah sí, en el suelo o llorando como un niño—Rolf rió al ver la cara de enfado de su amigo.
Mel se quedó mirando fascinada por cada lado que pasaba, las mesas,cuadros, las espada colgadas. Todo en ese castillo era fascinante, llegaron a un cuarto.
—Bien, este sera tu cuarto. Iré a por la ancina—dijo la mujer de cabello negro.
La mujer salió dejándola sola, tocó la cama de madera gastada y antigua. Había una mesilla con una jarra de agua, suspirando de cansacio se sentó en la pequeña cama. El polvo se extendió haciendo que ésta estornudase.
—Tampoco es para tanto, este cuarto fue de una criada. Pero hace tiempo que nadie lo utiliza—dijo la mujer desde la puerta, mirandola de mala forma.
—¿Alguien estuvo aquí? Dios, como podéis dejar aquí a alguien. Podría cogerse cualquier enfermedad—dijo sintiendo pena por la joven que había estado ahí.
—Eso señorita, no es asunto mío. Yo hago lo que me ordenan, la dejo acomodarse—dijo saliendo del cuarto.
Sacudió un poco la cama y se recostó un poco, la puerta se abrio de nuevo y la mujer entró con una anciana.
—Esta es, el laird dijo que le curaras sus heridas—señaló con la cabeza a Mel.
—Muy bien, déjeme ver sus heridas.
Mel se quitó la chaqueta y se quedó en camisa, notó como la mujer la miraba sorprendida. Pero rápidamente apartó la mirada y tocó su brazo herido.
—No está roto...pero si dañado,necesita un tiempo para recuperarse, tu pie...lo mismo—dijo tocando el pie sin delicadeza.
—Ah...cuidado, eso duele.
—Se ve que no eres de las tierras altas, aqui todas somos fuertes como rocas. No tan delicada como usted señorita—la anciana soltó su pie sonriendo.
La anciana se giro dándole la espalda y empezó a machacar algo en un recipiente, de pronto recordó que la mujer le dijo que no era de las tierras altas. Eso ya lo había visto y oído de su abuelo, pues este le habló mucho sobre sus viajes a Escocia.
—¿Tierras altas? Perdone pero...¿Quiere decir que estamos en escocia?—preguntó negándose a creer lo que oía.
—Asi es...¿Dónde crees que estamos?—le respondió la mujer sin dejar de machacar las hierbas.
Se tapó la boca con la mano,pues era imposible. Ella no podía estar en Escocia, porque simplemente ella no era de ahí. Ella estaba en España ¿Por qué esa mujer mentía? Estaba en su país, con su familia, solo tenia que ser un mal entendido.
—Ya...seguro que es un mal entendido ¿Verdad?—dijo esperando que ésta dijera que sí.
La mujer dio la vuelta mirándola confundida.
—¿Eres inglesa, verdad?—preguntó la mujer.
-—¿Yo inglesa? Claro que no, en mis venas solo hay sangre española señora—dijo negando con la cabeza ,quizá hablaba inglés a la perfección y francés. Pero gracias a eso trabajaba en una grande empresa.
—¿Qué haces tan lejos de tus tierras?.
La mujer se puso a su lado y empezó a ponerle lo que parecía una mezcla de hierbas con algo que olía muy fuerte.
—Oh...¿Qué es eso?.
—Esto es lo que te hará recuperarte antes, es bueno—dijo la mujer molesta.
Asintió aguantando el mal olor, la mujer le puso la mezcla en el pie y el brazo herido. Después con unos trapos le vendo la herida, al terminar la mujer se levantó.
—Más vale que no te muevas mucho, tu cuerpo necesita descansar
Vio como la mujer salía quedando sola de nuevo, sintió el cansancio recorrer todo su cuerpo. Sin importarle el estado de la cama se recostó y poco a poco cerró los ojos durmiendo profundamente.
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Comments
Paola Martinez
será que tiene que ver lo que escribió en la agenda que le dio el abuelo?/NosePick/
2023-10-05
1
Francisca Alcantara
Parece que Mel cayó en otra época
2023-08-08
1
Tina Ixchiel Puthod
Outlander!!!!!!
2023-05-18
2