Hasta que llegamos y no paraba de llorar al igual que dejan de salir lágrimas de sus lindos ojos verdes eso me sorprendió mucho ya que es muy poco común ver ese tipo de color ojos, llegó un mesera gordita pero con mucha alegría que dar, se ve en su rostro ovalado y rechoncho.
—¿Qué es lo que desean pedir estimados clientes? —menciono la mujer la cual la punta de lápiz apunta y da una sonrisa de alegría.
—Yo una rebanada de pastel de mil hojas con frutos rojos y de beber un te verde de limón —dije mientras veía como el nene no deja de llorar al igual que espero a que hable el chico.
—Pues no se que es lo que voy a pedir ¿que es lo que me recomiendas? —pronunció mientras mueve al niñito aún en la cangurita para lograrlo tranquilizarlo y que este calmado.
—Pues lo que yo te recomiendo es el pastel de chocolate con piedritas de chocolate y crema pastelera en su interior y kiwi en la parte de arriba y de bebida un capuchino de fresa caliente o también pude ser frío con hielos o sin los hielos —comentó con una pequeña sonrisa al igual que pienso en todos los fantásticos sabores qué puede probar para que se deleite como yo.
—Señorita mesera podría traerme eso pero el capuchino caliente pero no tanto por favor. —pidio pero en el momento de que hablo para dar su pedido o orden el bebé comenzó a llorar aun más fuerte.
—Enseguida le atraemos sus pedidos estarán listos en unos minutos —menciono la mesera quien dio una sonrisa y voltee a ver rápido al chico.
Termino de hablar y se alejo de nuestra mesa hasta llegar ala cocina mientras que yo veía como ese apuesto chico solo trata de calmar al nene pero todo es inútil desde mecerlo, arrullarlo, fijarse si se ha hecho del baño o si tiene ya el pañal sucio, darle el biberón y cantarle pero cada cosa que hace no deja de llorar para nada, jamás conocí a un niño que tuviera tanta fuerza en los pulmones para llorar con tanta intensidad, tanta que los demás clientes solo lo voltean a ver con cara de enojo ‘a lo mejor por qué sus chillidos interrumpes sus desayunos que siempre son tranquilos o porque grita tanto el niñito bonito pero chillón”.
—Bannio por favor deja de llorar —le dijo con el tono de la voz muy cansado y meciéndolo con más dulzura y cuidado.
—Oye, no te molestaría que yo lo pudiera cargar a lo mejor hasta deja de llorar.
—Pues claro que sí, casi siempre que le pasa eso intento ver qué es lo que provoca que eso suceda para que deje de llorar ya que me duele mucho cuando llora así, pues ven y cargarlo a ver si quiere estar contigo ya que también amanece o despierta de malas —contó con el nene que sigue sacando lágrimas como las cataratas del miagara, la gente sigue viendo pero ahora comienza a murmurar un poco en voz alta que se oye hasta donde estamos y lo que dicen es el que niño más chillón, porque no lo callan, que padre más inútil es que el que estoy viendo en este momento , entre otras cosas más altisonantes.
—A ver, ven nene —comente levantándome con mucha prisa en mis pies de mi lugar donde estoy sentado, para que después con mis brazos extendidos y mis manos abiertas sacará de su cangurita al bebito quien esta un poco pesado a lo mejor porque tiene mucho que no cargo bebes desde que Santi creció ya no lo cargo tan seguido.
Cuando lo tuve en mis brazos en forma de cunita dónde lo comencé a arrullar además poco a poco se fue tranquilizando y sus gritos, chillidos dejaron de oírse y sus lágrimas dejaron de salir y caer en su mameluco de ositos café con paltas y el contorno azul para que después ángel con los ojos tan abiertos como huevos hervidos al igual que su boca este tan abierta que podría caber unos cinco tacos dorados.
—¿Pe-pero co-como pudo ocurrir esto?, ¿como es posible de que dejara de llorar? como si fuera una viuda que llora como loca en el funeral de su estimado esposo. —tantas preguntas hacia pero sin ninguna respuesta ya que yo no sé cómo es posible que esto pasara mientras que el pequeñito bebé solo se acorrucara en mis brazos entonces comencé a mecerlo con tanto amor como si fuera su madre y que soy según yo el que lo está meciendo pero en ningún momento se durmió solo me mira ala cara con sus ojos brillantes por las lágrimas y verdes claro por la luz del bello sol que está saliendo esta mañana y da un increíble e impaciente paisaje que es lo que veo casi todos los días en los que voy a dejar a Santiago ala escuela donde camino para el departamento y lo logro ver.
—Estimados clientes aquí tienen lo que pidieron para desayunar —hablo la mesera saliendo de la cocina y dando paso tras paso hasta donde estamos nosotros dos, con una charola en la mano izquierda y luego ponerlo en la mesa con un servilletero en el medio ala de ese bonito adorno una carrosa hecha de palitos del bosque con rosas de color rosita pastel con blanco dándole una fachada de simple pero rústico a aquel lugar.
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