—B-buenas noches.
Rayos, me oí patético. De verdad me puso nervioso y ni siquiera lo he visto directamente. Tragué con dificultad cuando se giró. No tenía para nada una expresión amigable en su rostro... y vaya que tenía un hermoso rostro: muy varonil y sensual. De solo imaginarme una sonrisa de él, mi cara ardió.
Luego de reprenderme mentalmente, evité mirarlo más de la cuenta, aunque ya había visto lo suficiente: sus increíbles y fuertes brazos, su marcado abdomen, esa “v” que se alcanzaba a ver al final de este, y lo bien que se le marcaban esos pantalones... rayos, hay gente que nació demasiado bendecida.
—Por fin. Creí que tendría que atenderme yo mismo.
Sentí cómo mi vientre se contrajo y casi jadeé un instante. Su voz era malditamente sexy, profunda y masculina.
—Lo lamento. —Fue lo único que pude decir mientras me disponía a hacer mi trabajo. Nunca he sido del tipo que se emboba por nada, pero rayos, nunca había visto nada como él. Levanté la vista, evitando ahora analizar otras cosas que no fueran sus heridas. Ni siquiera noté que tenía una en el lado derecho de su cabeza; se supone que eso es lo primero que debo ver. También había otra a la altura de la clavícula. Ninguna era seria, pero en definitiva, era un crimen lastimar ese cuerpo.
Ya tenía todo, pero había un problema: él seguía mirándome como si quisiera matarme.
—¿Qué esperas? Haz tu trabajo. Como lo pensé, son unos inútiles.
En definitiva, ya me cayó mal. ¿Qué se cree este imbécil? Sí, está guapo. Y si encontrara un chico así... no, no. Este es un idiota.
—Necesito que se siente para poder hacer mi trabajo, señor.
Debía moderar mi tono, pero la verdad es que quería que notara mi enojo. Lo oí chasquear la lengua con molestia y se sentó. Comencé a limpiar sus heridas, siendo profesional, pero sin ningún cuidado. Aun así, no se quejó ni un poco. Terminé rápido, tiré lo que había usado.
—Quítese los pantalones, por favor.
Por fin, una expresión de asombro... aunque luego me miró como si fuera a matarme.
Stewart: Pequeña basura...
Ignoré eso.
—No se confunda. Solo estoy haciendo mi trabajo, se-ñor.
Stewart: Conozco a los tipos como tú y me dan asco. No has dejado de verme con cara de estúpido desde que entraste...
Bien, me descubrió, pero...
—Estamos en el mismo barco. Los tipos como usted son peor que la basura. Lo único que tienen es dinero, pero como persona no valen nada...
Sí que estaba molesto. Esa vena que se asomaba en su frente, mientras su mirada se ensombrecía, lo demostraba. Menos mal que las miradas no matan. Todavía tenía que hacer mi trabajo, así que volví a hablarle.
—Por el rastro de humedad en su pierna derecha, diría que está sangrando. No puedo estar seguro, debido a que el color lo dificulta... a menos que se haya orinado en los pantalones, lo cual sería entendible.
Su mirada de furia seguía presente, pero se quitó los pantalones. Yo decidí mirar en dirección opuesta mientras lo hacía. De verdad detestaba a este tipo.
¿No podía creer que no se hubiera dado cuenta de una herida como esa? Era la peor de todas. Además, había un fragmento de vidrio dentro.
No era profunda ni comprometía su arteria. Le advertí sobre el dolor antes de sacarla, pero no se quejó ni siquiera un poco.
Aunque sus músculos se tensaron, luego de que terminé, se relajó. Vendé su herida. Me di cuenta de que no prestaba atención: miraba algo en su celular. Mejor. No quería su molesta mirada sobre mí.
—El doctor vendrá luego a formularle medicamentos para el dolor y evitar una posible infección, si es necesario. Con permiso.
Caminé hacia la salida. No sabía si me escuchaba.
Stewart: ¡Espera!
Me detuve casi de inmediato tras oírlo y lo miré.
—¿Necesita algo más, el se-ñor?
Stewart: Abajo está un hombre que me trae un traje. Ve por él. Mi ropa se arruinó.
Ni siquiera dijo “por favor”. ¿Cree que soy su sirviente? Claro que no quería ir, pero su pierna estaba herida. Cuanto menos esfuerzo hiciera, sería mejor para él.
—Veré si puedo hacerle ese favor.
Stewart: No veas si puedes. Hazlo.
Salí de ahí. De verdad es un idiota. No quiero ir. En estos momentos es cuando odio esa parte mía que es considerada con todos, incluso con sujetos como él.
Me aseguré de que no había más pacientes y bajé por la ropa de ese grosero.
Había una llamativa camioneta negra estacionada en toda la entrada y un hombre ahí de pie.
—Buenos días. ¿Es usted quien viene por la ropa del señorito Stewart?
El hombre parecía de unos treinta y algo, y también su actitud era amable. Asentí a su pregunta.
—¿Cómo está él?
Ahora estaba preocupado. Supongo que es algún familiar, aunque lo dudo. Le habló de forma muy formal... y algo graciosa.
—Él está bien. Sus heridas no fueron serias. Su actitud es su verdadero problema.
Dije eso sin pensar, pero tampoco me arrepentí. El hombre suspiró aliviado y me sonrió.
—Gracias por cuidar del señorito Stewart.
Solo asentí, y él me entregó la ropa perfectamente acomodada. La recibí y me fui. No niego que tenía unas ganas de mancharla o de hacerle unos cuantos agujeros. Me aguanté y la entregué en perfecto estado.
Stewart: Retírate.
Es un patán. Y tampoco quería estar ahí.
—De nada, señorito.
Cerré la puerta y me morí de risa tras ver su cara. Ja, ja.
Lástima que mi alegría se acabó cuando alguien apareció.
—Vaya, normalmente no estás tan feliz. ¿Algo bueno pasó?
Ese sujeto es un idiota también, solo que este es del tipo acosador. De esos que quieres atar del cuello con un enorme trozo de metal y que se hunda en el mar.
Bueno, quizás solo yo quiero hacer eso. Además, se cree el adonis personificado.
—Doctor Beltrán, buenos días.
Evité lo que era un intento por ponerme las manos encima. Hace mucho quiero golpearlo. Aún no quiero perder mi trabajo, y menos por un estúpido como él.
Doctor B: ¿Estás libre el fin de semana o no? ¿Qué tal si vamos a beber algo en la noche?
—No, gracias.
Doctor B: Vamos. Sé que no eres tan inocente como todos piensan. No te vas a arrepentir, te lo aseguro.
Este maldito supone que tiene derecho a acosarme solo porque me vio una vez salir de un motel con un hombre. Digo, sí, me gustan los hombres.
Pero entre Charles y yo no pasa nada. Solo somos amigos, y yo lo salvaba de lo que, según él, era la peor de sus conquistas. A simple vista, el hombre estaba muy bien, pero su “paquete” lo decepcionó, y como se puso algo pesado, yo tuve que ir a salvarlo.
Charles es un año y unos meses mayor que yo, pero es más inmaduro y demasiado irresponsable. Al menos en sus romances, jamás mide las consecuencias mientras tenga diversión. Aunque hay una cosa que detesta con ganas: a su jefe, o eso dice él.
Como sea, debo lidiar con este tipo.
—Lo diré así para que lo entienda, “doctor”: usted no es mi tipo. Y sinceramente, es molesto tener que lidiar con sus acosos en mi lugar de trabajo. Presentaré una queja si no me deja en paz.
Doctor B: No te atreverías.
—Si fuera usted, no me pondría a prueba.
Aún parecía que no me creía. Básicamente, nadie aquí sabe que me gustan los hombres. No porque lo haya querido ocultar, sino porque no le veo la necesidad de hacerlo. Pero tampoco me importa si alguien se entera.
—A mí me da igual si se enteran. Usted es otra historia: es un acosador de hombres, tal vez hasta de mujeres. Un rumor así no le conviene... ¿No andaba de novio de la doctora Gómez?
Palideció rápidamente. No pude evitar sonreír. Me preguntaba por qué no hice esto antes.
Cuando me giré para irme, ese sujeto salía. Espero no nos haya escuchado.
Bueno, tampoco me importa. Apenas y me miró. Entró al elevador. Yo también entré. Después de todo, iba al primer piso también.
No acostumbro a hablar con nadie en el elevador. De hecho, no soy de los que inician la conversación. Pero esta situación me estaba incomodando.
Él ponía nervioso a quien sea, de eso no hay duda. Aunque yo, aparte de nervioso, seguía molesto.
Suspiré con alivio cuando por fin llegué al primer piso y la puerta se abrió. Salí rápidamente. Y él también, solo que hacia la salida.
—Oh cielos, ¿ese hombre es humano?
Lilly estaba babeando. Bueno, él lo ameritaba. Pero creo que a ella le habría dado un derrame nasal si lo hubiera visto como yo lo vi... mierda, mejor no pienso en eso. Lo que siguió después no fue agradable. Es un idiota.
Lilly: ¿Tú lo atendiste? Dime, ¿está bien su cuerpo?
Rodé los ojos.
—Sí, él está bien. ¿No ves que se va? Y ya dejen de babear. No es para tanto.
(Y no es más que un grosero y arrogante. Espero no tener que atenderlo nunca.)
Esto último únicamente lo pensé. Pero de verdad, no quiero verlo otra vez.
—¿De verdad no sabes quién era?
Renata parecía sorprendida de que no supiera quién era él.
—No. Y la verdad, no me importa.
Renata: Pues deberías. Él es Dean Stewart. ¿Te suena ahora?
Por lo que veo, es una familia importante. Y al parecer, estaba equivocado. No son los mismos Stewart.
—No. Pero estoy seguro de que me lo dirás.
Me arrastró por el pasillo. Debíamos ver a los pacientes, y comenzó a hablar entusiasmada.
Renata: ¡Verás! Los Stewart son los reyes en la industria de la moda, aunque también tienen muchos otros negocios productivos. Una cadena hotelera y...
—¿En resumen?
Pregunté abriendo la puerta de nuestro primer paciente.
Renata: En resumen... ¿cómo es que no sabes de ellos?
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 104 Episodes
Comments
Elizabeth Moreno
vaya paciente muy herido peto prepotente y grosero además de chocante y mandon
2024-03-24
3
nanay
hay, no entiendo porqué tanto odio si a la próxima que te hable seguro que hasta le lames los zapatos 🙄
2024-01-18
3
😍🥰♥️
Un café primero o no? 😅
2023-01-25
5