Capítulo 5

Leónidas ve pura arena a su alrededor y se levanta para observar mejor su entorno. Queda hipnotizado por lo que ve: era un paisaje hostil del desierto. La arena reflejaba los rayos del sol de ese día y podía sentir la cálida brisa del sitio, que levantaba la arena y se la metía en los ojos.

​El chico se cubre la vista por unos segundos, hasta que la brisa se calma. Después, su mente cae en la realidad: sus amigos estaban peleando con unos lobos.

​Preocupado, él mira a su alrededor y ve a lo lejos cómo Samantha junto con Aries peleaban con los licántropos. Sin perder más tiempo y aunque le costaba moverse entre la arena, va hacia su dirección, mientras pensaba en un modo de quitárselos de encima.

​Samantha se agacha y cae en la caliente arena, mientras pateaba a un lobo que estaba a punto de morderla. Si llegaba a ser alcanzada por uno de esos colmillos, ¿se transformaría en lobo?

​La chica ve con sus propios ojos cómo Aries sacaba fuego de sus manos y atacaba a las bestias peludas. ¿Qué significaba eso? ¿Dónde estaba su amigo? ¿Cómo habían llegado al desierto?

​Sam esquiva a otros lobos y, sin previo aviso, pierde el equilibrio, rodando por una de las colinas de arena. Se detiene cuando siente unos brazos que la sostienen firmemente. Era LeonidLeónidastenía su cabello rubio todo alborotado por la brisa del desierto. Tenía una mirada seria y sus ojos lucían más azules de lo normal.

​— ¿Estás bien? — pregunta el rubio, ayudándola a sentarse en la arena. Aunque estaba caliente, era mejor que seguir rodando por la colina y salir lastimada.

​— No, creo que estoy en una especie de sueño. Vi a Aries sacar fuego de sus manos, ¿estaré demente?

​Leónidas le sonríe para tratar de tranquilizarla y peina su cabello rojizo. — Sam, todos nacimos un poco fuera de lo normal, ¿el mundo no sería aburrido si todos estuviéramos cuerdos?

​Sam lo mira un poco escéptica. Las preguntas seguían llegando a su mente: ¿Cómo llegaron de un bosque al medio del desierto? ¿Cómo es que Aries sacaba fuego de su cuerpo? ¿Y por qué una manada de licántropos los atacaba?

Leónidas, sin previo aviso, la cubrió con su cuerpo: un rayo pasó sobre ellos. Samantha miró toda la situación asustada, pero el chico seguía con una mirada segura en su rostro.

¿Acaso no tenía miedo?

​En ese momento, Samantha recordó algo de su amigo: él sí tenía miedo, le daban miedo las situaciones que no podía controlar o estaban fuera de su alcance, pero su amigo siempre le decía que el miedo no servía de nada y prefería buscar la solución antes que pensar en el problema.

​Samantha también quería ayudar, como Leónidas también deseaba hacerlo para ayudar a Aries.

​¿Pero cómo?

​Samantha, sin pensarlo, se aparta de él y sale corriendo colina hacia arriba. De cualquier modo, debía de ayudar. Mientras, Leónidas pensaba en una solución para sacarlos de ahí; siempre tenía un plan.

​Podía escuchar a su mejor amigo llamándola, pero no era momento de detenerse. Tenía que actuar. Se quitó los zapatos para después lanzarlos en el momento en que vio a los lobos.

​Uno le cayó en la cabeza y no pudo evitar reírse, mientras que Aries peleaba con tres lobos al mismo tiempo y veía cómo cinco iban detrás de ella.

​Samantha se había quedado sin ideas y sin zapatos, así que la única opción fue correr lejos de ellos. Lo que no contaba es que algunas de esas bestias tuvieran poderes mágicos y comenzaran a lanzar rayos de la boca.

​¿Qué clase de lobo mutante eran esos?

​Ella corrió con todas sus fuerzas, aunque sus pies se estuvieran quemando con la arena caliente. De la nada, escucha un grito lejano, era la voz de su amigo llamándola. La chica voltea en la dirección donde estaba su amigo y se asombra al ver que tenía entre sus manos una especie de bastón.

​Leónidas se lo lanza y ella, como puede, lo atrapa.

​— ¿Estás desquiciado? — pregunta ella toda alterada, pero no pudo escuchar nada porque un lobo la había atacado en ese momento. Si no fuera por el bastón que por reflejo colocó en la boca de la bestia y detuvo la mordida.

​Samantha y el lobo estaban peleando. Ninguno de los dos pensaba retroceder. El lobo quería atacarla con sus garras, pero Samantha lo esquivó y lanzó al lobo contra los demás.

​Aunque no sirvió de nada, porque se volvieron a levantar y estaban decididos a acabar con ella. Samantha toma el bastón con ambas manos y estaba a punto de darle una paliza a esos perros apestosos.

​En ese momento, la chica siente un hormigueo entre sus manos. El aire se llenó de un olor a ozono y el cielo se nubló de repente. En vez de darle a los lobos una paliza, prefirió mejor golpear el bastón contra el suelo. Algo dentro suyo le dijo que lo hiciera y así lo hizo.

​Rayos salieron volando del sitio, alcanzando a los lobos y mandándolos lejos de ahí. Incluso los que molestaban a Aries también fueron alcanzados por los rayos. Quedaron todos asustados y prefirieron huir de ahí.

​Después de ese ataque, el bastón desapareció en partículas de luz. ¿Qué diablos fue eso?

​Una vez más cae al suelo y las nubes se dispersan, volviendo a salir el sol resplandeciente. Mientras, veía a los chicos correr hacia ella. Confundida, mira a Aries que estaba feliz y pareciera que estuviera rodeado de fuego, todo lo contrario de Leonidas, que tenía una luz tornasol a su alrededor y casi podía jurar que vio unas alas. Debía ser producto de su imaginación.

​Porque cuando llegaron donde estaba ella, lucían como unos chicos comunes y corrientes.

​— Sagitario, eso fue asombroso — dice Aries emocionado. — La paliza que le diste a esos lobos fue genial.

​La chica lo mira enojada. — Mi nombre es Samantha, no es Sagitario.

​Pero Aries se ríe y se cruza de brazos, mientras que con una sonrisa arrogante le responde: — En mi mundo no. Aquí te llamas Sagitario, el signo de la libertad y del fuego.

​Después señala a Leo, que lo mira confundido, como si el pelirrojo ya hubiera perdido la cabeza, y no lo culpaba; ella pensaba lo mismo. — Él es Leo, no es un apodo, es su nombre, el león generoso y noble.

​— Y tú eres Aries, el que perdió la cabeza por tanta adrenalina — exclamó Leo para después sentarse junto con su amiga y luego acostarse en la arena. Por alguna extraña razón se sentía muy cansado. Sin darse cuenta, se había quedado dormido.

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Comments

Marys Guanipa

Marys Guanipa

Leo, tus deseos son órdenes jaja

2023-06-07

0

Marys Guanipa

Marys Guanipa

jajaja secuestro exprés

2023-06-07

0

Marys Guanipa

Marys Guanipa

me encanta este capítulo, me hizo reír 😄👍

2023-01-21

2

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