Leónidas disimulaba que revisaba su teléfono, tratando de ignorar el ruido de fondo de la cafetería de la universidad, y también porque no quería presenciar la escena surrealista que tenía frente a sus ojos.
Samantha y el extraño pelirrojo se habían vuelto los mejores amigos de repente y ahora hablaban de fútbol. En el fondo, al rubio le molestaba porque odiaba compartir a su mejor amiga.
— Entonces, son dos grupos de once personas cada uno, que compiten entre sí por una pelota de cuero — dice el pelirrojo, que tenía una rebanada de pizza entre sus manos — ¿Qué tiene eso de divertido?
— La adrenalina, correr y apoyar a tu equipo de fútbol favorito — responde la chica alegremente. En eso, saca su teléfono y le muestra algunos videos al joven — Mira, esto te va a gustar. Se puede sentir la pasión de las personas y la adrenalina a través de la pantalla.
Leónidas quería opinar sobre lo extraño que era todo, pero en ese momento su orden de comida había llegado: un pastel de chocolate y frutos secos, acompañado de un café con chocolate.
— Este mundo es tan raro — comenta Aries con una sonrisa, mirando la pantalla. Luego le entrega el teléfono a la pelirroja — Su tecnología es muy antigua, ¿por qué tienen teléfonos tan primitivos?
Leo y Sam se quedan mirando al chico. ¿Qué quería decir con "primitivo"? Si Sam venía de una familia dedicada a la tecnología, su mercancía era de último modelo y la más avanzada del mercado.
El rubio suspira y deja su comida por el momento para mirar seriamente a Aries — Supuestamente vienes de otra dimensión y de un mundo lleno de magia, pero hasta ahora lo que has demostrado es ser un loco fantasioso.
Samantha guarda su teléfono para luego robar un poco del pastel de Leónidas, mientras le dice a Aries que esas no eran bromas y que mejor comenzara a ponerse serio.
Aries frunce el ceño al ver que ese par le estaba insinuando que estaba loco. Hasta sugirieron llamar a los de seguridad de la universidad para que se encargaran de él.
— No me pueden encerrar, la libertad es lo más sagrado que tenemos los seres vivos — dice Aries con el ceño fruncido y cruzando de brazos. Ve cómo el rubio lo mira desconfiado y la chica comienza a reírse de él. Iba a protestar, pero en ese momento el chico que estaba frente a él le entregó el pastel de chocolate.
— Come, pensar con el estómago vacío no es bueno y el chocolate siempre alegra a las personas, es bueno para el cerebro y los ánimos.
Aries asiente y prueba la rara comida que le sirve Leo. Se sorprende por el sabor fuerte del cacao y la textura extraña que tenía la comida: era suave, pero tenía pequeños trozos duros y crujientes.
Leo al verlo comer sonríe un poco y comienza a tomar su café. Era gracioso ver cómo el chico quedaba maravillado por un simple pastel de chocolate y nueces. Y aunque quería creer que estaba loco o delirando, algo en el fondo le decía que el chico estaba diciendo la verdad.
Sobre todo cuando comenzó a notar una pequeña aura de color rojo alrededor del joven. Pensó que era su imaginación y los efectos de los rayos del sol. Estaban en agosto y en esa temporada el calor era intenso.
"Deja de huir"
Leo niega con la cabeza y trata de despejar las voces de su cabeza. En eso, su mirada choca con la de Samantha y ambos asienten, en una especie de acuerdo en silencio.
Cualquier persona diría que son unos imprudentes e insensatos por seguir a un loco, pero ambos tenían curiosidad por el tema de Aries y, al final, si algo salía mal, los dos sabían defenderse muy bien y nunca bajaban la guardia.
— ¿Y si nos llevas? — pregunta Samantha al chico con una sonrisa — Tal vez así te creamos sin problemas. Además, una caminata nunca está mal.
Aries los mira sorprendido para después reír y acepta llevarlos al bosque por donde vino. Si todo resultaba bien, tal vez esas dos personas resultarían ser sus nuevos compañeros de aventuras.
♈♈♈♈
— ¿Nada? — pregunta una chica de cabello negro y ojos azules eléctricos, piel pálida como la nieve. Vestía con una chaqueta de cuero color marrón y unos jeans deslavados. — Piscis, ya te has tardado demasiado en localizarlo.
Una chica de cabello blanco, piel morena y ojos café suelta un suspiro. Usaba un vestido veraniego y unas sandalias casuales.
Respira profundo y deja su bola de cristal de lado. Observa a su compañera y le responde un poco ofendida — No es mi culpa que Aries se haya desaparecido así de la nada. Llevo una semana tratando de localizarlo y no hay señales de él. Es como si se lo hubiera tragado la tierra y mandado a otra dimensión.
Escorpio suelta una grosería por lo bajo y se sienta de forma brusca en el sillón de la sala — Ese necio. Le dijimos que no actuara solo y, aunque le pusimos a Virgo como niñera, de todas maneras hizo lo que se le dio la gana.
— Virgo está ansioso y preocupado. Piensa que la desaparición de Aries fue su culpa — comenta Piscis triste, mientras se toma un mechón de su cabello y se lo peina nerviosamente — Aunque estaba bajo su cuidado y confiamos en él, no fue su culpa. Aries es un impulsivo que no le gusta seguir órdenes. Se cree el líder por ser el primero de los signos zodiacales, cuando nadie es líder y todos deberíamos trabajar en armonía.
Escorpio no responde, pero se levanta de su asiento y sale de la habitación. Necesitaba calmarse y buscar otras señales. Por alguna extraña razón tenía un mal presentimiento.
Algo no andaba bien y no sabía qué era. Necesitaba calmar sus nervios.
Al salir al aire libre, ve a un chico alto de cabello castaño, piel canela y ojos ámbar, que estaba leyendo un libro debajo de un árbol de manzanas. Usaba una camisa de manga larga y pantalones casuales.
— ¿Cómo puedes quedarte tan tranquilo, Capricornio? — pregunta la chica al joven, que estaba concentrado en su lectura — Tenemos a Aries fuera del sistema.
El hombre no levanta la mirada y sigue en su libro, pero no deja a la chica con sus dudas — Porque sé que Aries está bien. Las malas noticias siempre son las primeras en llegar.
Escorpio se le queda mirando, esperando una respuesta más larga por parte del chico. Pero Capricornio opta por el silencio y sigue leyendo.
La chica hace un puchero y después se queja — Apuesto que se perdió por seguir de necio en buscar a sus compañeros de fuego. ¿Acaso no somos suficientes? Además, en esta casa ya somos demasiados y nos conocemos desde hace siglos, ¿para qué traer a unos extraños?
Capricornio la mira por primera vez con sus ojos ámbar y con absoluta calma le responde — A alguien que sí lo sepa entender y no le pida que se comporte como otra persona. Busca a Leo y Sagitario. Necesita compañeros que sean tan apasionados como él.
— Nosotros somos apasionados, por ejemplo: tú eres un apasionado de la literatura, Tauro en cocinar, Piscis en leer las cartas y Géminis en hacer amigos y...
— No lo entendemos. Tú tienes a Piscis y a Cáncer, que sin decir nada se entienden entre ustedes. Aman ver la noche en silencio y apreciar la vida nocturna. Yo tengo a Tauro y Virgo; aunque somos diferentes, amamos la tranquilidad y la naturaleza. Géminis, Libra y Acuario adoran hablar de todo un poco y tomarse fotos. Aries... él ama la aventura y explorar. Cuando quiere salir con alguno de nosotros, siempre estamos ocupados en algo o tenemos otros asuntos que atender. No es lo mismo, se siente solo.
Escorpio guarda silencio y analiza la situación. Tal vez Capricornio tenía razón, pero no se podía quitar ese mal presentimiento de encima. Pensativa, toma el collar de cuarzo que adornaba su cuello. Fue un regalo de Piscis en su cumpleaños. A ella no le gustaban esas cosas, pero su amiga le había dicho que lo hizo con mucho amor y cariño, que era de protección.
A regañadientes, aceptó el regalo.
Escorpio solo esperaba que el chico fuego estuviera bien y no se metiera en problemas. Ya tenían suficiente, y además, nadie se aguantaría el humor de los guías si algo malo llegaba a pasar.
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