Así que, Arquímedes, el galán; con su bigote a lo Clark Gable; después de haber concluido la breve y animada conversación con la señora Rosa; procede nuevamente a tomar asiento esgrimiendo un giro sobre sus talones y se acerca por segunda vez a este tipo de silla de madera de roble, a la que él nunca, se dijo a si mismo llegaría a imaginarse qué, por algún azar venturoso alguna vez en verdad se presentaría la oportunidad de qué él llegará a sentarse en una de estas rústicas sillas. La brevedad de está experiencia impresión trajo a su imaginación el marcado contraste con el espectacular mobiliario de caoba qué adorna con estético clasicismo la sala de su casa. El cual de ningún modo es de compararse con esto. No obstante, mientras piensa en todo ello, intenta nuevamente de acomodarse lo mejor que pueda cruzando los pies. Después de todo, debe mantener la compostura. Pues ante todo sigue siendo un muy respetable caballero, del que nadie podía decir algo en su contra. Y que por lo tanto debería guardar su discrecionalidad y comportarse como tal. De manera que, por compleja que pudiera llegar a parecer este escenario, por ningún motivo podía olvidarse de hacer honor a su honorable e inquebrantable y muy distinguido status social.
Porque y aunque a pesar de estar plenamente consciente de que, según eran sus proyectos al futuro inmediato dónde se contemplaba la más natural perspectiva sobre los numerosos hijos e hijas qué, con toda seguridad él y la niña iban procrear o se daba el supuesto qué tendrían; al menos, eso era según se derivaba de su modo de pensar con la tierna mestizita atrapada en esta ancestral tradición milenaria de la etnia guayu. Qué todavía seguía vigente en pleno siglo XX. Pero que, no obstante sería él, quién la tendría atrapada él hasta que la muerte los separará. A no ser qué, él, siempre fiel, a sus más nobles principios éticos; Asumiera como era de esperarse, qué según, ante esta singular situación; no tendría más que, hacer otra cosa sino demostrar lo que obviamente su conciencia le demandaría pues asumir la responsabilidad paterna. Y así, llegado su momento, Dios mediante, con está disposición de ánimo él reconociera, los tales hijos por nacer. Los presentará en él registro civil; como hijos suyos, para que así, con está apropiada acción legal llevarán su apellido. Y así, de ese único modo obtendrían los mismos derechos y privilegios legales; exactamente iguales de los que se benefician los hijos e hijas nacidos de las parejas que contraen matrimonio civil de manera legal y asimismo la realización de la imprescindible ceremonia religiosa con todo su esplendor. Hecho que llega a hacer efectivo cuando después de que la pareja haya cumplido un cierto tiempo de noviazgo. Los enamorados por iniciativa de ellos mismos y como previo requisito legal se avocarian a la publicación de carteles donde se anunciaban las futuras nupcias; las cuales serian llevados a cabo mediante la celebración de una concertada y respetable ceremonia civil. Acto totalmente civil, sin asistencia religiosa; presidido por el jefe de parroquia y estrictamente de carácter jurídico. Donde después de hacer una breve exposición de consideraciones acerca de la responsabilidad a contraer entre ambos cónyuges y seguidamente la habitual pregunta por parte del jefe civil: "si hay alguien que se opone, a esta unión qué lo diga ahora o calle para siempre". Al no haber respuesta alguna; entonces el jefe civil, da su sentencia: "los declaró marido y mujer". Hay que decir que el acto civil tiene más valor que el eclesiástico.
Pero igualmente y de mayor preferencia este acto, los futuros esposos preferían el jolgorio del hogar y por tradición en la residencia de la novia donde se hacía un, no tan pequeño festejo.
Pero eso no significaba que de una vez se fueran de luna de miel o a comenzar a llevar vida de casados.
No de ninguna manera; ahora le tocaba a la que se popular y sentimentalmente se le daba mayor valor. La ceremonia eclesiástica; y para esta se necesitaban si se quiere, con toda justicia, mayores requisitos. En primer lugar por supuesto se debía presentar el certificado de haber realizado la ceremonia civil parte religiosa debían ser católicos ambos contrayentes
se podría simplemente sufrirían el estigma social de hijos naturales
Más a todo ello continuaba la quieta espera; a Arquímedes le parecía que era una verdadera eternidad aquél tan largo esperar. Que el tiempo transcurre con una muy marcada lentitud De manera que, no le quedaba de otra que, aunque sentado en una silla de madera de roble, "continuar de plantón". Debido a que, pues para él, por está linda mestizita valía la pena esperar el tiempo que fuera necesario. E incluso mucho más que la preciada inversión monetaria; la cuál, al fin y al cabo era muy considerable. A todo ello, Arquímedes tenía la más completa seguridad de qué él, lo iba a lograr. Daba toda esta situación como por un hecho consumado la compra por parte suya de la tierna majayura. Qué está llegaría a ser su más grande adquisición. Qué nada ni nadie, lo podría impedir. Desde su propia perspectiva, en ese feliz momento esa era su más firme resolución. Tal cuestión él la contemplaba como una encrucijada
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 60 Episodes
Comments
Luis Andrade
Brillante
2024-09-29
2
Yasmile Ramirez
muy buena de verdad felicidades al autor
2024-08-12
1
Maria Gutiérrez
magnifica leyenda
2024-08-11
1