De imprevisto aquel torbellino asfixiante de mortificantes ideas y oscuros pensamientos incitantes y excitantes; colmados de cínica mezquindad qué, le hacían elevar la natural temperatura de su cabeza, a tan altos niveles, como si tuviera dos mil demonios chillando en el interior; de su hipotálamo; generandole intensos vértigos martirizantes, que enturbiaban su afiebrada cabeza, hicieron emerger al escenario real qué debía afrontar de tal modo que en un abrir y cerrar de ojos, en un brevísimo y preciso instante sus acuciante pensamientos perturbadores, sintieron que eran interrumpidos, de manera abrupta; como cuando parece que alguien se despierta de la perfidia de una pesadilla, que le sacudía la mente al encontrarse que al mirar fijamente a través del vidrio delantero de su nuevo automóvil, pudo observar con amplia claridad que tenía delante de sus narices el típico perfil de una muy humilde vivienda, a la que había estado deseando llegar con tan desmedido y a su vez cauteloso anhelo; desde que se despertara por la mañana de ese domingo.
...Lo inesperado de esta inédita sorpresa que le imponía despertar de su ensueño y desertar de aquellas fantasías que suelen emerger en los hombres cuando se hallan en estado de vigilia. Qué le hacen zarandear haciéndole salir de ese lapsus mental, de ese éxtasis místico. En qué, había estado sumido, todo ese tiempo desde que salió de su Quinta. Así que, era pues obvio, qué seducido por ese ensimismamiento en que se hallaba; Todo ese enjambre de sensaciones lo impulsa súbitamente de manera frenética a pisar con impericia y extremado ímpetu, los frenos de su automóvil. Pensando él, en voz alta, no me importa si se destrozan mis zapatos nuevos aunque me costaron muy caros. Para eso tengo suficiente dinero...
Así qué, dada está conmoción sufrida por este foráneo conductor, hace que lo sienta hallarse entre conmovido y estupefacto. Cuando al adquirir la patente conciencia que lo hace conoce el sabor de esta amarga experiencia; no podía creerse a si mismo, la dimensión de la realidad por la que estaba pasando, por esta imprevista situación tan absurda; diciéndose a sí mismo.
Esto se parece como sí me hubiera estado emborrachando; como si hubiera pasado todo el fin de semana bebiéndome cuatro cajas de cervezas y un litro de ron.
De manera que, Arquímedes el don Juan, el Casanova; ahora empezaba a dudar dé su integra y reconocida proverbial cordura, de su carácter tan mesurado y propenso a sopesar los escenarios que se le presentarán. Donde demostraba siempre un escepticismo que, de ningún modo llegará a permitir alguna vez demostrará mucha indulgencia con aquellas, personas excéntricas histéricas e importunas las cuales gustaban exponerse con las falacias de sus excentricidades. Pero ahora eso era cuestiones que lo abrumaban a él.
Asi era tanto lo que, habitualmente pensaba fantasíando con imaginarios escenarios en que la bella mestizita le pertenecía. De verdad, su escepticismo le impedía creer contra todo juicio; asimilar en su mente, en su inteligencia, llegar a creer, que con esa estatura heredada de su padre biológico de piel blanca. Haciéndola ver más alta, qué el promedio normal de las otras muchachas de su etnia. Eran sus cabellos negros, largos, lustrosos y semi ondulado; cayendo sobre sus hombros. Le daban un aspecto con ese continente; con esa tez entre amerindia y blanca. Solo hace algunos meses atrás que, le celebraron su cumpleaños. Díez pequeñas velas rosadas sobre la torta, indicaban el número de años de cumplidos; plenos de dulce ternura.
El despertar de su realidad obraron un digamos milagro en él; porque ahora fueron abiertos sus oídos y ojos. Empezó a ver los niños entusiasmados que lo había escoltado, hasta el frente de la vivienda, a escuchar el alboroto de su algarabía.
También comprobó que la acuciante mirada de las señoras se mantenía fijando sus ojos en él; mirando casi descaradamente; después de todo era un hombre adinerado del que sospechaban algunas daban por cierto las otras que Rosa Zuleta, había conseguido para que le comprará su majayura.
...Decían que este hombre no espero a que la niña cumpliera los doce años, cuando le viniera su primer periodo menstrual. Quería adelantarse antes que otro hombre viniera a ofrecer una cierta cantidad de dinero; quizás mucho más que la que él iba a ofrecer....
Entonces Arquímedes concluye su trayectoria al estacionarse frente a aquella muy sencilla casa. Así que bajándose de su vehículo; y cerrar la puerta tras de sí. Dirige sus pasos hacia la casa, ante la cual se detiene por un momento para así observarla con sumo detenimiento. Puede comprobar muy bien que, se trata de una de esas típicas y simples casas que solamente construyen personas con escasísimos recursos económicos.
Qué él o los propietarios son capaces ellos mismos edificar con sus propias manos a base de barro y caña. Colocando como techo paja. El piso lo hacen con arena roja echando agua y aplanando utilizando un artilugio plano de madera hasta endurecer el piso como sí fuera de cemento.
Aquél panorama lo hizo sentir en verdad un poco avergonzado. Pues aquel tipo de casa, invitaba a manifestar una obra de caridad; reconstruyendo una nueva digna y no a la adquisición de una niña de apenas diez tiernos años de edad. Como si aquello fuera una operación comercial más; a las que él estaba acostumbrado. Pero ya estaba allí, en un punto sin retorno. De manera que, se deshizo de sus falsos escrúpulos y procedió dirigiéndose hacia la puerta principal. Acto seguido alzó su mano derecha y tocando con los nudillos de su puño cerrado; respirando profundamente para tomar aire y darse valor, elevando un poco el tono de su voz; llamó casi sin fuerzas; con una exhalación; ! señora Rosa !
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Comments
Luis Andrade
Una historia interesante...
2024-09-09
1
Maria Gutiérrez
Real así nos enseña a esta nueva generación que no han pasado tantos años como fue su vida
2024-08-11
1
Maria Gutiérrez
muy Real así eran nuestros indígenas nos enseñan a esta nueva generación
2024-08-11
1