Alex me había llevado al colegio, así que, si quieres, puedo entrar contigo.
—No está bien, no es necesario; además, tú ya tienes que ir al hospital.
—Está bien, pero si te pasa algo, no dudes en llamarme.
O no, ya entro en su papel de hermana sobreprotectora, pero aun así, la quiero.
Bajé del auto. Estaba tratando de pasar desapercibida cuando choqué con una chica alta, rubia, y de lejos se nota que es puro plástico.
—Ay, lo siento.
—Mejor fíjate por dónde vas, estúpida.
—Disculpa, pero la que chocó conmigo fuiste tú; la que se tiene que fijar por dónde va es otra.
Me fulminó con la mirada.
—¿Acaso no sabes quién soy?
—No, y no me interesa saber.
No dijo más nada.
¿Acaso ella pensaba que me iba a quedar callada? Pues no; eso aprendí de Alex: nunca perder en una discusión.
No lo puedo creer, mi primer día y ya tuve problemas.
Estaba perdida, ya que el instituto es muy grande, cuando vi que se acercaba una chica pelirroja con pecas en la cara y ojos negros. Sí, soy muy observadora.
—Hola, ¿estás perdida?
Qué pregunta, la mía es más que obvia; se ve que eres nueva.
—Sí, la verdad es que sí soy nueva y estoy buscando la dirección, ¿me ayudas?
—Claro, yo te llevaré.
—¡Ay, qué mal educada soy! Déjame presentarme, soy Sabrina Ripoll, mucho gusto.
—Hola, yo soy Sofía Cooper, el gusto es mío.
—No lo puedo creer, que seas tú, soy tu fan.
—Sí, soy yo, pero no le digas a nadie; quiero pasar desapercibida.
—Está bien, no diré nada, pero ¿por qué? Si no es indiscreción...
Me quiero dar un respiro y, si los paparazzi saben que estoy aquí, no me la voy a acabar.
Ya hemos llegado a la dirección.
—Gracias por traerme hasta aquí, un gusto conocerte, directora.
—Hola, señorita, ¿en qué puedo ayudarla?
—Hola, soy nueva.
—Directora, dígame su nombre para buscarla en la lista.
—Sofía Cooper.
—Sí, acabo de hablar con su hermana, un gusto tenerla aquí. Aquí está su horario y la llave de su casillero.
Cuando estaba saliendo de la oficina de la directora, vi a Sabrina esperándome afuera y luego llegó un chico y la abrazó. No pude verlo bien, ya que estaba de espaldas.
—Sabrina, ahí estás; te estaba esperando para llevarte a tu casillero.
—¿Qué número es, Sofía?
—105.
—Qué bien, está al lado del mío, que es el 106.
No sé por qué, pero esta chica me causa confianza. Íbamos por llegar a los casilleros cuando pasó la chica que chocó conmigo y me fulminó con la mirada.
—Veo que ya ganaste el odio de Sariá, ¿qué le hiciste?
—Nada, solo que le contesté porque ella chocó conmigo.
—Guau, qué valiente, ella es una de las chicas más populares.
—Bien, llegamos; ¿qué clase te toca ahora?
—Biología.
—Qué suerte, nos toca clase junta.
—Qué bien, así no me perderé.
Nos estábamos riendo cuando entramos al salón; aún no había casi nadie y empezaron a llegar más estudiantes. Ya estábamos todos.
—Buenos días, clase; hoy tenemos a una alumna nueva, ¿podrías presentarte?
—Hola, mi nombre es Sofía Cooper; vengo de Los Ángeles, nací allá, pero tengo origen latino. Un gusto conocerlos.
La clase ya había empezado; el maestro puso unos ejercicios. Nadie quería ir a la pizarra, así que fui yo.
Todos me miraban con asombro, ya que llené los ejercicios en menos de dos minutos y los llené bien.
Sabrina se acercó a mí y me dijo que, además de bella y famosa, también soy adivina.
—No soy una cabeza dura.
La clase había terminado.
—Oye, ¿qué te toca ahora?
—Historia.
—Y tú, ¿qué mal? A mí me toca matemáticas.
—Si no es mucho pedir, ¿me puedes llevar al salón de matemáticas?
—Sí, claro, no hay problema.
Ya llegamos.
—Gracias por traerme hasta aquí, fue un gusto conocerte.
Me había despedido de ella. Me cae bien esa chica, me inspira confianza, y es raro porque no es todo el mundo el que logra que me inspire confianza.
Por fin, la clase había terminado; fueron las dos horas más largas de mi vida.
Me dirigí a la cafetería; ya era la hora del receso.
Por primera vez sentí que no encajaba; la cafetería era enorme y no conocía a nadie.
Cuando vi a Sabrina en el mostrador llamándome, me salvó de comer sola.
Habíamos pedido la comida; yo pedí una hamburguesa con papas y Coca-Cola.
Nos dirigimos a las mesas más lejanas para poder hablar mejor.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Claro, dime.
—¿Por qué una estrella como tú decidió venir a vivir a este pueblo que no se compara en nada a los lugares que has estado?
—Decidí venir a vivir aquí por mi hermana; ella se ha graduado de medicina y le dieron la pasantía aquí, y no quería dejarla sola. Ella siempre ha estado para mí; ahora es mi turno.
—¿Y tu hermano no vino con ustedes?
—No, solo somos mi hermana y yo; mi hermano nos visita cada vez que puede. Él está muy ocupado con los negocios familiares desde que mis padres murieron; él se hizo cargo de ellos.
—Sabrina, háblame algo de ti; me siento en desventaja que tú sepas cosas de mi vida y yo no sé nada de la tuya.
—Bueno, no hay mucho que decir. Soy hija única. No tengo novio. Tengo 17 años. Me encanta leer y escribir novelas de amor; nada interesante mi vida comparada con la tuya.
—No digas eso; tu vida también es interesante, y si yo no hubiera sido famosa, esa sería mi vida.
—Yo pensaba que tenías novio.
—En serio, ¿y de dónde sacas eso?
—Porque cuando estaba saliendo de la dirección, te vi abrazada con un chico.
—A Derek, para nada; él es un hermano.
—Me habías dicho que eras hija única.
—Sí, lo soy; tengo tres hermanos mayores que son mi primo y sus mejores amigos. Para ser familia no se necesita tener la misma sangre; crecí con ellos prácticamente desde que nací.
—En eso tienes razón; para ser familia no se necesita la misma sangre. Diana y yo somos hermanas de la vida.
Estábamos riendo cuando, a lo lejos, vi al chico que casi me viola.
Maldición, no puede estudiar aquí.
Estaba muy nerviosa y pregunté a Sabrina:
—Oye, ¿tú conoces al chico pelinegro que viene hacia acá?
—Sí, él es mi primo Sebastián, y el que está a su lado es Derek.
—¿Por qué lo conoces?
—No, para nada.
Demonios, que tu primo casi me viola así, casual.
—Ahora vuelvo.
Vi que ella se fue hacia donde estaba él, Sebastián.
—¿Qué hacías con ella? ¿De dónde la conoces?
—A ver, bájale a tu tono. Ella es Sofía Cooper; es nueva en el pueblo.
—Y tú, ¿de dónde la conoces?
—Ella es mi mate.
En eso pasa Derek.
—Si tienes que contarnos cómo pasó todo, vamos a otro lugar para poder hablar.
—No quiero ir con ella; ya he esperado demasiado.
—Sabrina, te entiendo, pero también debes entender que ella no sabe nada sobre nuestra naturaleza, de lo que somos, y tal vez se asuste.
—Hazle caso a la duende.
Terminé por aceptar ir a otro lado para hablar.
—Ahora sí, dinos qué pasó.
Flashback: Otro maldito día sin mi mitad de vida. No sé, pero ya debo rendirme.
Era la hora de la salida; esta vez, Sariá no me convenció de quedarme con ella. Estaba harta de todo y de todos.
Decidí dar una vuelta por la ciudad para despejarme un poco, pero me encontré con una sorpresa.
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Updated 55 Episodes
Comments
Beatriz Lugo
todo el diálogo en un solo párrafo sin guiones ni nada es incomprensible
2024-08-26
0
DIANA URIBE AREIZA
la trana está buena no lo niego pero lo malo es que no separas las conversaciones y confundes los nombres
2024-02-28
4
San Aguirre
"allá
2023-10-11
1