Cuando Honey despertó, vio todo diferente. Por unos segundos había olvidado donde se encontraba y de forma lenta fue recordando las cosas que habían sucedido:
Los chicos golpeándolo...
Los golpes de su padre...
Los días donde pasaba hambre y frío...
El vampiro pidiéndole que firme un contrato...
Elegir el collar...
Demasiadas cosas que jamás imagino que le podían suceder. Miró la habitación asombrado porque de día se veía mucho más grande. Se puso de pie y corrió para abrir la enorme ventana y ver fuera. No eran más de las diez de la mañana y el cielo estaba totalmente despejado. Se quedó más que asombrado por la vista tan fabulosa que tenía frente a sus ojos. Sonrió porque se sentía casi el rey del mundo. Desde aquel lugar, el pueblo se veía pequeño.
Miró al suelo notando que la altura era enorme. Se echó un poco hacia adelante para mirar mejor y volvió a sonreír. Estaba tan entretenido que ni siquiera escuchó cuando alguien entró a la habitación.
Únicamente, escuchó el grito de una mujer que le provoco sorpresa haciendo que casi se caiga balcón abajo.
—¡Aléjese de ahí, por nuestro Rey! —exclamó ella aterrada al verlo mirando de esa manera hacia abajo.
Honey levantó su cuerpo y se quedaron mirando. La mujer sin perder ni un solo segundo más, lo tiró lejos de aquel peligro mortal al cual se estaba exponiendo y cerró la ventana con desesperación.
—No se vuelva a colgar de aquella manera al balcón, joven —rogó.
—Nada más estaba mirando.
—Claro, pero estuvo a nada de quedar sin cabeza. Válgame Dios que nadie quiere eso aquí. No puede exponerse de aquella manera. Usted debe cuidarse y mucho. Ni siquiera debe obtener un rasguño —le dijo de forma clara mientras lo señalaba con el dedo índice.
Honey la quedó mirando unos segundos dando por hecho de que estaba exagerando demasiado. Terminó solamente asintiendo cuando la vio indicando la cama. Pensó que le estaba insinuando que se acueste con él cuando vio ropa nueva, limpia y demasiado delicada. Parecía hecha con las mismas telas con las que se debía fabricar la ropa de un rey.
—Esta es ropa nueva, pero si no le gusta, hágamelo saber que con gusto le compro una diferente. Su majestad desea que tenga la mayor comodidad posible, así que todo lo mejor es para usted. Decida qué va a usar hoy día y me avisa. Lo estaré esperando afuera de la puerta para que vayamos al desayuno. Por cierto, soy Jays, estaré a cargo de usted y le explicaré unas breves cosas más.
—¿A cargo de mí como si fuera mi mamá? —preguntó Honey mientras tomaba unas prendas de ropa para sentirlas demasiado suaves.
—No, a cargo de usted como su sirvienta. Yo me voy a encargar de darle el desayuno, almuerzo y once. También de su ropa y de prepararlo para cuando su majestad desee alimentarse. Él es muy exigente respecto a esos días, así que solo debe comer lo que yo le de y nada más. Además de estar perfectamente limpio.
—Bueno, solo me va a morder el cuello, no le veo la necesidad a lavarme el resto del cuerpo, a menos que quiera enterrarme algo más que los colmillos —bromeó mientras se reía.
Se quedó viendo unos pantalones pensando en si sería caliente tener sexo con un vampiro o no, pero deshecho la idea de inmediato y su mente era tan liviana que sus pensamientos no se quedaban por mucho tiempo ahí, así que había olvidado casi todo lo que Jays, su sirvienta, le había dicho.
—Vístase, por favor, lo espero afuera.
La vio salir y no supo qué ponerse porque todo se veía de terciopelo y caro. Era ropa que jamás en su vida había usado para nada. Ni en sus más locos sueños había podido vestir algo como aquello y ahora la mujer le decía que iba a tener de eso por montones.
No lo pensó mucho y solo se puso lo primero que terminó tomando para abrir la puerta y salir.
—Como su majestad ya le habrá explicado, él se alimenta todos los miércoles, pero también hay ocasiones en que lo hace los sábados.
—Pues, solo le preguntamos si quiere hincarme el diente el sábado o no y...
—No —dijo la mujer moviendo su dedo índice —, las cosas no son de esa manera. Usted no le puede preguntar a su amo si le apetece sangre o no, eso es algo que nada más él debe decidir. Dependiendo de qué tan fuerte se encuentre y ya.
Ella lo hizo sentarse en la silla para encontrarse con una mesa repleta de comida. La cantidad era algo que jamás había imaginado que podía tener frente a sus ojos que su boca se abrió hasta el suelo y sus ojos casi se le salieron. Pensó que estaba viendo mal o que las personas a su lado iban a comer también, pero ninguna de ellas se movió. Habían diez personas a cada lado de la mesa con sus brazos en sus espaldas solo esperando alguna orden.
—Coma lo que usted desee. Esta noche será mordido por primera vez, así que debe alimentarse. Su majestad dijo que ama la miel, así que hay diez preparaciones con miel para que usted pueda comer. Si hay algo más que desea, háganoslo saber que se lo traeremos de inmediato.
—Eh... —se quedó pensativo mirando a las personas que estaban paradas —. Quisiera un poco de mermelada de frutillas.
Vio como, de forma inmediata, una persona se salía de su lugar y llegaba con la mermelada de frutilla para dejarla a su lado con delicadeza, casi como si se tratará del verdadero Rey del castillo.
—¿Algo más? —preguntó Jays con un tono amable.
Honey no supo que decir porque las cosas estaban extrañas. Era primera vez que alguien tomaba en cuenta lo que decía y le daban lo que deseaba. Solo por probar y ver si realmente le iban a llevar todo lo que deseaba, dijo:
—También un poco de queso fresco, algo de mantequilla de maní, un poco de jalea, pan con granos integrales y huevos frescos.
Cinco personas se movieron para ir por todo lo que había pedido y se lo dejaron en la mesa. Honey se quedó sin habla. Su boca se quedó abierta hasta el suelo otra vez y pestañeó varias veces porque era demasiado para un pobretón como él.
—¿Algo más? —cuestionó su sirvienta.
Él tragó saliva y le hizo un gesto con la mano para que se pudiera acercar un poco y le susurró en el oído:
—¿Todos están bajo mi control?
—Exacto. Durante todo el día los tendrá a su total disposición, sin embargo, ellos se mantendrán alejados, quién siempre estará a su lado seré yo. Su majestad no desea que sufra alguna herida o lesión.
—Esto es demasiado.
—Ahora, comience a comer. Recuerde, coma harto y beba mucha agua. Su majestad ha estado bajo mucho estrés estos últimos días, así que debe beber sangre fresca sin faltar esta noche.
Honey no escuchó nada porque tenía comida hasta por las orejas. Estaba muerto de hambre y solo comenzó a llevarse todo lo que veía a la boca sin importarle el mezclar lo salado y dulce. Nunca había tenido tantos manjares frente a sus ojos y de tantos tamaños, formas y sabores. Cada cosa que probaba le gustaba más que la anterior y estaba más que convencido que, haberle dado su firma para aquel contrato, había sido la decisión más sabía de toda su vida. Pensó que, de haber sabido desde un principio que sus días como recipiente de sangre iban a ser de esa manera, entonces no habría perdido ni un solo segundo en aceptar a ojos cerrados.
Pensó que estaba teniendo totalmente la vida de un príncipe porque la sirvienta incluso le limpiaba la boca.
—¿Me puedes dar la comida en la boca? —preguntó solamente para probar qué podía suceder.
—Como usted desee —respondió Jays tomando el tenedor para sacar un pedazo de pastel y darle en la boca.
Sonrió porque iba a tener de todo y no iba a tener que hacer nada.
Cuando terminó de comer, ella le siguió explicando algunas cosas mientras caminaban por el castillo. Él iba dándose cuenta de que de día era lindo, tranquilo y daba la sensación de que todo era paz y amor, pero, al momento de ir cayendo la noche, se fue dando cuenta de que era muy diferente. Habían antorchas prendidas por cada rincón del castillo, pero también había electricidad. Comenzó a ver estatuas que de día no había visto en lo más mínimo y que eran cosas que no conocía.
Gárgolas por todos lados y de diferentes tamaños con rostros que podían asustar a cualquiera. Candelabros llenos de velas encendidas. En conclusión, parecía un castillo perfectamente adornado para Halloween.
Al entrar a su habitación, escuchó como la mujer le decía algunas cosas mientras le entregaba ropa nueva.
—Es momento de ducharse, joven, así que yo lo voy a ayudar.
Honey la quedó mirando unos segundos.
—¿Ayudar a sostener la toalla?
—No —dijo ella con una sonrisa —, ayudar a lavar su cuerpo.
La quedó mirando porque a ella parecía darle exactamente lo mismo. Es más, parecía que estaba más que acostumbrada a ir lavando el cuerpo de los demás como si fuera lo más normal del mundo.
—Yo me sé lavar, es decir, no me lavaba todos los días, pero si una vez a la semana.
—Con mayor razón tengo que lavar su cuerpo muy bien.
Ella se fue al baño donde dejo todo preparado. Honey se quedó viendo su ropa porque nada más consistía en una polera manga corta y unos pantalones cortos, además de la ropa interior.
Cuando la mujer lo llamó, lo hizo de una forma amable igual que siempre. Vio que la bañera estaba llena de espuma y que todo olía demasiado bien. Se quedó dudoso unos segundos, pero luego nada más acepto y se comenzó a quitar la ropa. No entendió porque la mujer le daba la espalda cuando luego le iba a lavar hasta donde no llegaba el sol.
—Vamos a lavar su cabello gris para que quede brillante y sedoso. A su cuerpo le vamos a echar un aceite para que quede suave y oloroso y, vamos a cortar las uñas de sus manos y pies para que queden perfectas. El collar no se lo quite, no hay necesidad —le recordó al ver que él se lo quería quitar.
—¿No es mucho?
—No, al Rey le gusta que su comida siempre esté muy bien duchado.
—¿Me va a beber la sangre o me va a comer entero? Algo no me cuadra en todo esto.
La mujer soltó una sonrisa mientras tomaba una esponja donde echaba un jabón cremoso y blanco. Luego, tomó su brazo para comenzar a lavar desde la punta de sus dedos hasta su axila con delicadeza y cuidado todo el tiempo. Honey no habló mucho porque se empezó a relajar como nunca y la mujer más de una vez tuvo que sostener su cabeza para que no se hundiera en la ducha y se ahogará.
—Bien, ya estamos listos. Mírese en el espejo —susurró ella con amabilidad.
Se vio totalmente diferente e incluso rejuvenecido. No era viejo en lo absoluto, pero sintió que, al quitarse la mugre, había perdido dos años. Nunca había tenido su cabello tan suave y brillante y su piel tan blanca. Observó sus uñas para verlas limpias por primera vez y muy cortas y derechas. Cuando se volvió a mirar, sintió como la mujer le acomodaba la ropa, entonces se dio cuenta de que ella no se veía en el espejo. Se quedó petrificado unos segundos porque si desviaba la mirada para observarla, sí se veía, pero si miraba al espejo, no se veía.
No supo como ejecutar la pregunta y tragó saliva con dificultad.
—Jays —susurró.
—Dígame.
—¿Por qué no te ves en el espejo?
Ella alzó la mirada para verlo un tanto pálido.
—Es porque soy una vampira, pero de un nivel bajísimo. Aquí nadie es humano, claro, a excepción de usted.
Honey sudo frío.
—No me digas eso, ahora siento que tengo que cuidar mi cuello de todos, pero, ¿por qué puedes salir al sol?
—Ya le dije, soy alguien de un nivel bajísimo, eso no implica mucho en mí. Me duele un poco la cabeza, pero nada más. Si el Rey saliera al sol, eso podría ser fatal. Él jamás debe tocar un mínimo rayo de sol.
—Ya veo —susurró tragando saliva.
—Bien, quédese aquí. Mi Rey ya debe estar por salir de su habitación y vendrá aquí. Recuerde que usted no debe hacer nada, solo esperar por él y ya. Yo mañana estaré con usted todo el día en su habitación.
—¿No podremos salir de aquí?
Ella negó.
—¿Por qué no? —inquirió Honey.
—Ya lo va a entender. Nos vemos, joven Honey. Sea un buen aperitivo.
Ella salió de la habitación con una sonrisa y él se quedó sentado en la cama todo el tiempo jugando con sus manos. No quería moverse y que su ropa obtenga alguna arruga que a su amo no podría gustarle. No era muy alto y la cama sí lo era, así que sus piernas quedaban a unos centímetros del suelo logrando poder moverlas.
Se quedó viendo a la ventana como la luz del día se comenzaba a marchar totalmente y como la luz de la luna comenzaba a emerger de forma potente.
Tragó saliva cuando escuchó como la puerta era tocada. Pensó que era Jays que se le había olvidado algo, así que dijo:
—Adelante.
La puerta se abrió, pero no era ella en lo absoluto.
Vio al vampiro que lo observaba por unos segundos de pies a cabeza verificando cada lugar de su cuerpo. No supo qué hacer. Quiso ofrecerle unas servilletas, pero se dio cuenta de que no tenía. Hasta imagino que se iba a tener que poner una manzana en la boca y tirarse en una mesa igual que un cerdo. Consideró el soltar algún chiste, mas no conocía ninguno y siguió guardando silencio.
—¿Cómo estás? —preguntó Dark, el vampiro, su Rey, y quien era su amo.
—Bien.
—¿Jays te duchó?
—Sí, hasta donde no llega el sol —respondió con una sonrisa porque le había causado gracia, pero Dark no soltó ni la más mínima.
—¿Comiste?
—Sí, y, ¿usted? —preguntó por amabilidad para darse cuenta del error que había cometido —. Ah, sí, a eso viene. Lo olvidaba.
Dark se acercó con lentitud mientras lo miraba.
—Es mejor que te acomodes en la cama.
—¿Eh? ¿Por qué? Sentado estoy bien o, ¿quiere hacer algo más?
Sin duda alguna, su falta de memoria y su boca que soltaba lo primero que pensaba eran dos graves problemas que lo ponían entre la vida y la muerte.
—Sí, mejor me acomodo —susurró moviéndose hacia atrás.
Quiso quedar sentado apoyando su espalda en el respaldo de la cama, pero le fue imposible cuando Dark ya estaba casi encima de él.
Honey lo quedó mirando unos segundos porque sus ojos no se veían tan rojos, más bien se notaban opacos. Sus labios eran carnosos, pero se encontraban formando una fija línea. Su cabello negro le hizo cosquillas en su frente y se sintió un tanto incómodo al verlo encima de él tan grande.
—Esto es incómodo —murmuró —, ¿seguro que no quiere hacer algo más?
—Hablas mucho.
—Sí, siempre me lo dicen y es peor cuando estoy nervioso, siempre suelto la primera babosada que se me ocurre y...
—Esto te va a doler.
—¿Eh? ¿Qué...?
No tuvo tiempo de terminar de ejecutar aquella pregunta cuando el dolor que experimento fue tanto que un grito desgarrador brotó de su garganta. Se removió bajó de él en un intento de quitárselo de encima al sentir como si cuchillos calientes le estuvieran enterrando en su cuello. Sus ojos se llenaron de lágrimas y abrió su boca en un intento de poder gritar nuevamente o pedir ayuda, pero no fue capaz de hacer nada. Sintió que no podía respirar y que su corazón latía desbocado en su pecho por la brutalidad por la que estaba siendo atacado.
Pensó en que no era nada más que un animal.
Dark no se contuvo en lo más mínimo y solo bebió y bebió sangre sin parar porque estaba hambriento. El sabor de la sangre era tan dulce que sintió que se podía volver adicto a ella. Sus dos pares de colmillos le daban la posibilidad de beber toda la que deseaba y entró en un frenesí del que no fue capaz de detenerse sin importarle cuando se retorcía el chico debajo de él.
Cuando se detuvo Honey ya había perdido la consciencia por la enorme perdida de sangre y él nada más se fue.
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Comments
zoliandry ruiz
jajajaja no puedo , como es que está tan calmado con el hecho que lo van a morder
2025-04-20
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zoliandry ruiz
y ese estómago será que tienes una solitaria en la barriga 🤨🤨
2025-04-20
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zoliandry ruiz
se le olvidaba que era la cena jjajajajajja
2025-04-20
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