Honey se quedó dudoso por unos segundos. No sabía muy bien qué hacer o cómo sentarse.
El vampiro había entrado a un lugar donde todas las personas tuvieron que salir. Simplemente, se quedó sentado viendo como sus hombres se encargaban de ir curando sus heridas y limpiando su rostro. Conforme lo iban limpiando, podía ver que la piel de su rostro era suave y libre de cualquiera imperfección. Al ver que se había terminado de comer lo que le había comprado, preguntó:
—¿Quieres más?
Él quiso decir que sí porque estaba muerto de hambre, pero tragó saliva para negar con su cabeza.
Se sentía nervioso de sentir su mirada en él todo el tiempo. No sabía a donde mirar y comenzaba a pensar que se había enterado de aquellas veces que había robado alcohol para su padre y que le iban a cortar la cabeza igual que a esos otros ladrones.
—¿Por qué no? Se nota que tienes hambre.
—No se preocupe, majestad, estoy bien. Le agradezco que me haya brindado su ayuda, pero es suficiente. Debo irme antes de que sea más tarde.
—¿Tus padres se preocupan por ti? —inquirió en un intento de poder averiguar más de él.
Pudo notar el cambio en su rostro y supo que había encontrado un punto débil que debía aprovechar para poder obtener lo que deseaba.
—O, ¿no tienes padres?
—Sí, tengo —susurró desviando la mirada —, pero a mi padre no le importa si vuelvo con las manos vacías.
—¿Con las manos vacías? —cuestionó con duda.
Honey se quedó jugando con sus manos por unos segundos, pero luego alzó la mirada para decir:
—Así que si se ha enterado de que he robado alcohol muchas veces para él y quiere asesinarme por ser un ratero, solo hágalo. De todas formas, a nadie le importa si vivo o no.
El vampiro lo quedó mirando porque era la primera persona capaz de confesarle algo como eso sabiendo lo que le podía esperar. Claramente, debía matarlo porque nadie debía robar en el pueblo, pero pensó unos segundos en algo diferente para decirle.
—De acuerdo —anunció y Honey alzó la mirada cuando lo vio ponerse de pie.
Sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal y no supo muy bien si rezar o no. Cerró sus ojos con fuerza para intentar no sentir cuando su cabeza fuera cortada, pero los segundos fueron transcurriendo y su cabeza seguía estando donde mismo. El vampiro lo quedó mirando como apretaba sus ojos con fuerza y como formaba puños. Ladeó su rostro un poco porque le iba a hacer la misma propuesta que a todos, pero que, si se negaba, entonces lo iba a tener que matar para que pague por sus crímenes, lo que era algo que no le agradaba en lo más mínimo porque su sangre era el oro que estaba buscando con tanta urgencia.
Al abrir sus ojos, vio al vampiro acuclillado a su lado. No supo cuánto tiempo se estuvieron mirando, pero casi sintió que lo rojo se expandía a todo su ojo y se mezclaba con el negro para crear algo muy peligroso.
—Así que robas alcohol para tu padre.
—Sí y he robado mucho, así que no me tenga piedad. Solo córteme la cabeza.
Fue algo pequeño, pero pudo ver como la comisura de los labios del vampiro se curvaban en una diminuta sonrisa.
—De acuerdo, lo haré, pero primero necesito que escuches una propuesta que quiero hacerte.
—¿Una propuesta?
El vampiro asintió y les indicó a sus hombres que salgan para que queden solos. El chico no se sintió muy cómodo con eso porque prefería sentirse un poco más acompañado que indefenso. Sabía que el vampiro era un buen Rey y que jamás hería a nadie, pero le provocaba nerviosismo el pensar en aquella propuesta.
Le indicó que se ponga de pie y caminaron hasta una mesa. El vampiro le comenzó a contar una historia que a todos le relataba para que entendieran el por qué de lo que le iba a pedir. Vio como dibujaba algunas cosas en una hoja y se dio cuenta de los anillos que llevaba en su mano derecha y de los tatuajes que tenía de unas rosas en el dorso de ella y en el dedo de en medio. Nunca había visto a alguien con tatuajes y siempre había asumido que los reyes no debían tener algo como eso, pero que el rey a su lado no seguía esa regla en lo más mínimo y no solo eso, sino también el hecho de que los tatuajes y anillos le quedaban más que bien.
Vio como su mano era grande a comparación de la suya y que dibujaba perfecto. La forma en que iba contando la historia era atrapante, así que no pudo evitar meterse de lleno en las cosas que él decía.
—Entonces, después de aquella guerra, se formaron estos pueblos que hemos estado protegiendo desde antaño —contó el vampiro —. Son lo más importante para mis hermanos y yo, pero si uno de nosotros no tiene la sangre necesaria, entonces carece de la fuerza requerida para proteger el pueblo. Es por eso que siempre debemos estar bebiendo una sangre exclusiva y única, pero la mujer que solía ser mi recipiente de sangre ha enfermado y me he quedado sin nada.
Honey pensó en que eso era algo malo sin duda alguna, pero aún no terminaba de entender que era lo que él pintaba en toda esa historia. Asintió un par de veces.
—Así que, debido a eso, es que quiero pedirte si tú quieres ser eso.
—¿Ser qué? —preguntó confundido porque al principio se había quedado atento escuchando todo, pero se había terminado distrayendo por ver una pequeña hormiga que iba caminando por la mesa. Su concentración era un cero a la izquierda.
—Necesito de alguien como tú que pueda darme de su sangre.
—¿Cómo yo?
—Exacto. Haríamos un contrato confidencial donde a nadie le puedes contar sobre esto. Normalmente, solía buscar aquellas personas que no tenían a nadie porque, si aceptas, no podrás dejar el castillo nunca más, pero como tú tienes a tu padre...
—A mi padre solo le importa si regreso con alcohol, nada más que eso.
—Entonces, ¿no crees que es una buena oportunidad para desligarte de él para siempre? Solamente tienes que decir que sí y podrás tener todo lo que tú quieras.
Lo quedó mirando unos segundos porque seguía teniendo un rostro serio, pero sus palabras casi se oían como una melodía capaz de convencer hasta al más difícil de todos. Era casi como una sirena que cantaba para manipular a aquellos pobres hombres que navegaban por el mar.
—No es difícil. No tienes que trabajar ni nada por el estilo, solo tienes que estar dispuesto a darme tu sangre y ya.
Honey proceso sus palabras porque se oía como si fuera a firmar una carta para ir al mismo infierno. Tragó saliva y jugó con sus manos unos segundos mientras observaba las hojas donde él había dibujado. Le dio la espalda unos instantes y el vampiro se preparó para matarlo en ese preciso segundo si decía que no.
Pero el chico sabía que él tenía razón. Sabía que nunca iba a poder desligarse de su padre si no tenía dinero y no podría conseguir un trabajo digno para poder huir lejos de él. Pensó en todas esas veces que había sido golpeado por esos chicos e inclusive por su padre mientras estaba ebrio. No había tenido muchos amigos y tenía un chico que le gustaba, pero que él solamente lo buscaba para sexo. Soltó un suspiro y cerró sus ojos intentando decidir qué decir.
Y era simple:
Sí era igual a vivir.
No era igual a morir de una manera cruel y despiadada.
No le vio mucho lo malo porque todos sabían como era su Rey. Todos tenían claro que no dudaba en ayudar a los débiles, así que, pagarle con su sangre por eso, asumió que era lo mejor. Se giró para observarlo. Lo vio alto con mucha más musculatura que él y con un rostro serio. Su ropa era totalmente negra, pero parecía que había sido hecha hace cincuenta años.
—De acuerdo —soltó —, acepto.
Al vampiro se le hizo agua la boca de tan solo imaginar que desde mañana iba a poder beber sangre fresca y especial.
Cuando llegaron al castillo, Honey se quedó parado afuera echando su cabeza hacia atrás para poder observar la altura del castillo. Su boca se encontraba entreabierta y sus ojos abiertos a más no poder porque de cerca era mucho más enorme que como se veía a la lejanía.
Uno de los hombres le dio un pequeño empujón para qué comenzara a caminar dentro.
—Las cosas van a ser sencillas —comenzó a explicar el vampiro mientras caminaban, pues quería tener todo listo y dejarlo muy bien explicado tras darse cuenta de que él se distraía hasta porque veía una mosca pasar frente a sus ojos —. Bebo sangre siempre una vez a la semana: el miércoles. Sin embargo, hay algunas ocasiones en que suelo hacerlo dos veces a la semana que sería el día antes mencionado y el sábado. Esos días, sin falta, debes estar duchado y bien alimentado. Sin embargo, como va a ser tu primera vez, solo beberé una vez y te daré una semana entera para que te recompongas y...
—Ya tuve mi primera vez —soltó mientras observaba por la ventana demostrando que no estaba tomando atención a nada.
El vampiro lo quedó mirando unos segundos porque eso no le importaba en lo más mínimo.
—Entonces, los siguientes días, puedes hacer lo que quieras. Puedes comer lo que quieras o salir a caminar por ahí, pero sin cruzar los límites del castillo que...
Se giró para observarlo y ver que no estaba ni su sombra.
—¿A dónde se...?
—¡Esto es genial! ¡Desde aquí el pueblo ni siquiera se ve! —soltó mientras miraba por un balcón.
Él se acercó de forma rápida para verlo casi encaramado en el balcón y que podía caerse. El solo hecho de imaginar que caía y moría, le ponía los nervios de punta. Avanzó para tomarlo del brazo con fuerza.
—Necesito que te concentres.
—Si ya entendí, quieres ser gentil porque piensas que es mi primera vez, pero ya la tuve como hace tres años y...
Se quedó en silencio cuando el vampiro le dio una breve mirada. Pudo notar como todo el ambiente se sumía en un terror que le erizo la piel y tragó saliva con dificultad para asentir y comenzó a poner toda su atención.
—Como te estaba explicando, puedes hacer lo que deseas el resto de los días e ir a cualquier parte del castillo menos al lado derecho que es donde está mi habitación.
Honey asintió y lo vio anotando en un papel. No supo de donde había sacado esas cosas, pero solo siguió hablando.
—Puedes decirle a los sirvientes que te cocinen lo que quieras o si deseas algo del pueblo ellos lo traerán por ti. Tienes que entender que, cuando firmes el contrato, vas a estar muerto para todos aquellos que te conocían. Jamás podrás salir de este castillo hasta que estime que ya no te necesito.
—De acuerdo, de todas formas, no tengo muchos amigos. Tenía un chico que me gustaba, pero es un idiota. Le dará igual si dicen por ahí que me morí.
—Si necesitas ropa, se la pides a los sirvientes. ¿Hay alguna comida que te guste o sea tu favorita?
—Me gusta la miel —anunció.
El vampiro le dio una breve mirada a uno de sus hombres que entendió de forma inmediata que debía ir por la miel de la más fina calidad.
—¿Algo más?
—No, esa es mi comida favorita. Recuerdo que también era la de mamá y por eso me puso este nombre —contó de manera triste al recordar que su madre había muerto y que, después de eso, todo se había ido al catre.
Le siguió explicando algunas cosas hasta que llegaron al lugar donde estaba el contrato. No era muy extenso, pero, en resumen, hablaba sobre que: el recipiente de sangre, Honey, tenía estrictamente prohibido abandonar el castillo o dejar que otro vampiro bebiera de su sangre y que el amo, es decir el vampiro, tenía completo control y poder sobre él y que era suyo.
—Esto es como un contrato de amo y sumisa —dijo Honey perdiendo la concentración otra vez mientras reía, pero volviendo a recuperarla cuando sintió la mirada del vampiro.
—Firma.
—Sí, ya lo voy a hacer, pero tengo una duda.
—Dime —dijo de manera amable.
—¿Me vas a morder?
Asintió.
—¿Me vas a morder el cuello?
Asintió.
—¿Me vas a morder el cuello con tus colmillos?
Asintió.
Comenzó a sentir que el arrepentimiento mostraba sus primeros indicios porque eso no le llamaba mucho la atención, pero pensó en que era mil veces mejor ser mordido por un vampiro que golpeado por su padre.
El vampiro lo vio firmar y luego firmo él sin duda alguna. Lo siguiente que hizo fue tomar una caja donde tenía diferentes collares.
—Elige uno. Es el que deberás llevar y no te lo podrás quitar jamás porque va a demostrar que eres mío.
Honey los vio todos porque todos se veían casi lindos.
—¿No te va a dificultar para morderme?
—No, elige el que más te guste.
—Bien, me gusta... este —anunció tomando el que tenía un corazón donde lo demás de material negro se unía.
—De acuerdo, entonces puedes ir por donde quieras. Yo en el día no suelo estar muy presente, pero en la noche no impide el que podamos hablar un poco. No me gusta que mis recipientes de sangre se sientan incómodos o asustados de mí, puedes preguntarme lo que desees y recuerda no ir al lado derecho del castillo.
—Claro, su majestad.
—Y ya no me digas de aquella manera. Ya no soy tu Rey, ahora soy tu amo, ¿quedo claro? Y no quiero que pienses que, debido a que elegiste el collar que tiene un corazón, tendremos algún tipo de relación romántica.
—Sí, ya lo sé, nadie me quiere por deseo, solo es por utilidad, así que estoy acostumbrado, mi amo.
Cuando se separaron, cada uno se fue a su habitación. Honey se quedó sorprendido porque era la primera vez que veía una habitación tan grande. En el pueblo la mayoría de las personas tenían buenas casas, pero quedaban algunas pocas que solo tenían unos pequeños cuartos.
Se sentó en la cama para sentirla suave y luego se fue al baño para ver todo limpio, brillante y ordenado. No recordaba cuando había sido la última vez que se había mirado en un espejo, pero se vio diferente. Tenía su rostro magullado y su cabello un tanto áspero. Su piel blanca se teñía de un color morado o verde por los moretones y soltó un suspiro porque siempre era golpeado y tratado mal.
Luego, observó el collar que tenía en su cuello y pensó que podían venir cosas un tanto mejores, después de todo, iba a tener una cama cómoda y comida todo el día.
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Comments
zoliandry ruiz
eso no sonó muy bonito *se va a llorar a su cuarto*
2025-04-20
0
Lankita☕
A dónde tan yo?! 🤣🤣🤣
2024-09-28
1
😘Angel❤️🇨🇴
yo cuando estoy en clase, presto atención un rato y luego me voy a mi mundo 😂🤣
2024-07-30
4