Camilo a pesar de que sospechaba que su esposa le fue infiel con su hermano, la amaba y cuándo creyó que se convertiría en padre, decidió perdonarla, pero en cuánto nació el niño necesitaba confirmar que realmente era su hijo y así terminar con sus sospechas, continuar con sus vidas y olvidar el penoso incidente, por eso se sometió a una prueba de ADN y descubrió que Junior era su sobrino, desde ese momento sintió odio hacia el niño a pesar de que era inocente de lo que hizo Gladys.
Camilo miraba con desprecio al recién nacido, sin embargo, era incapaz de hacerle daño por su propia mano, y cómo Gladys lo miraba con tanto amor, y sabía que su hermano mayor ansiaba un hijo varón, si este conocía su existencia se conmovería y sintió temor de perderla, por eso puso en marcha un plan para castigarlos a ambos debido a su traición, lo que no contaba era que ella enloquecería en cuánto no encontró a su hijo.
Debió internar a Gladys en un hospital psiquiátrico, cuándo la mujer no encontró al niño, tuvo un colapso mental, Camilo sé deshizo de todo el personal que conocía su secreto porque no deseaba que sus hermanos se enterarán de la existencia de Junior.
Junior toda su vida sintió curiosidad sobre su familia porque sospechaba que tenía una, solo que no comprendía el motivo por el cual no podía estar con ellos.
—Escucha, Junior —le dijo Walter una tarde lluviosa—. Sé que nunca te he hablado de tus orígenes. Pero tienes un padre. Y cuando las cosas se calmen, viajaremos a la ciudad capital para que lo conozcas.
—¿Tengo un padre?
—Sí.
—¿Por qué nunca ha venido a verme?
—Porque no sabe que existes.
El niño seguía sin entender y los ancianos no querían explicarle sobre su accidentado nacimiento porque todo era muy complicado para que el joven pudiera comprenderlo.
Carlos López, el padre de Junior, era la mente maestra tras los rebeldes, que luchaban en contra del corrupto presidente y mientras el niño buscaba comida, escuchaba como hablaban con mucha admiración sobre lo valiente que era esta persona, Junior sentía curiosidad sobre este poderoso hombre del cual hablaban los rebeldes, sin embargo, nunca imaginó que estaban relacionados.
Luego de que el presidente renunciara comenzó el país a reorganizarse, aunque el pueblo estaba en ruinas, todos los habitantes se encontraban con ánimos de celebrar, aunque él no entendía cómo podían estar felices si todo a su alrededor estaba destruido.
Las Navidades para el chico de 12 años eran muy decepcionante y este año no sería la excepción porque sus abuelos no podían comprarle regalos con suerte, tendrían una cena aceptable, incluso la casa estaba destrozada
y debido a que era el mes de diciembre estaba lloviendo, la situación era desesperante, pero contrario a lo esperado, sus abuelos no estaban deprimidos, sino que hacían planes para ir a la ciudad capital el mes de enero, lo cual era incomprensible para Junior.
Llegó el año nuevo y sus abuelos comenzaron a recoger sus pocas pertenencias y vender algunos objetos para tener el efectivo necesario para viajar ante el asombro de Junior, les quedaba muy poco después de las revueltas, y si vendían eso que le quedaría a su regreso de la ciudad capital.
Mientras Junior se sentía desesperado porque su casa estaba destrozada y no tenían comida, lo que ignoraba era que su suerte estaba por cambiar.
En una hacienda en la zona central del país, los hermanos López, Carlos, Camilo y Andrea tenían una acalorada discusión y el motivo era lo que había hecho Camilo con el niño que abandonó a su suerte.
—¿Dime qué pasa, Andrea? —preguntó Carlos, inquieto.
—Camilo tiene algo que decirte.
Camilo suspiró con resignación el momento que había evitado por 12 largos años, finalmente estaba ocurriendo, pero ya no podía dar marcha atrás porque iba a perder el trabajo de su vida si no hablaba, su hermana Andrea ya le había advertido que pasaría si no decía la verdad.
—Carlos, no me importa si me perdonas. Pero tú también me lastimaste.
—¿Qué te hice? Siempre he dado todo por ustedes desde que éramos jóvenes.
—¿No sabes lo que hiciste?
Carlos tembló y esperaba que no se tratara de aquella noche maldita, la noche en que, borracho, encontró a Gladys en su habitación, desnuda, intentando seducirlo.
—Tuviste sexo con mi mujer, Carlos. Y la embarazaste. ¡Yo soy tu hermano! ¡Ella era mi esposa!
Carlos sintió que el suelo se abría bajo sus pies.
—¿Qué embaracé a quién? ¿De qué estás hablando?
—El niño de Gladys no es mío. Es tuyo.
—¡Eso es imposible!
—¿No recuerdas lo que hiciste antes de que me mudara a la hacienda?
Carlos no sabía cómo sentirse al respecto, por una parte, tenía vergüenza con su hermano porque estuvo mal lo que ocurrió esa noche, pero por otra una profunda rabia con Camilo por ocultarle la verdad, siempre por
ayudar a Gladys los hacía a un lado, pero esta vez sí era la última que lo perdonaba cuantas vidas serían afectadas por la obsesión su hermano hacia esa vil mujer.
—Me humillaste, Carlos. Ella era mi esposa.
—¿Y tú sabes quién encontró a Gloria muriéndose? Tu sobrina de trece años. ¿Tienes idea del trauma que sufrió mi hija? Pregúntame si me importa tu humillación.
—Actuaste como un maldito. Y eres incapaz de reconocerlo.
Carlos, iracundo, tomó a Camilo por el cuello de la camisa, no solo por la traición, sino por el miedo. ¿Qué había hecho Camilo con el niño?, y ¿Dónde estaba?
—¿Dónde está el niño, Camilo? No me hagas repetirme.
Carlos lo sujetó por el cuello de la camisa con una furia que no había sentido en años y no era solo rabia, sino miedo a lo que Camilo había hecho con el niño, y le preocupaba que de que el resentimiento lo hubiera llevado demasiado lejos.
—¿Dónde está el niño, Camilo? No me hagas repetirme —dijo con voz temblorosa, cargada de ira. Años después, esa mujer seguía envenenando su familia.
—¡Carlos, suéltalo! ¡Recuerda que somos familia! —intervino Andrea, alarmada por el temblor en las manos de su hermano.
Camilo lo miró con desprecio.
—¿Acaso te importa un niño que nació de una mujer que tanto odias?
Carlos lo soltó, pero no retrocedió.
—Jamás quise tener un hijo con Gladys, pero nunca he huido de mis responsabilidades y no te correspondía a ti tomar esa decisión por mí.
—Qué cínico eres, Carlos. ¿Acaso no lo recuerdas? ¡Ella era mi esposa!
—Ella se metió en mi cama. Yo estaba borracho. ¿De verdad te sorprende lo que pasó? Tú y Gladys vinieron a amargarme la vida.
—Ya no me importa lo que pienses.
Carlos respiró hondo y su voz se volvió fría, como si hablara desde una tumba.
—Entiendo, Camilo. Si eso es lo que quieres, en adelante solo hablaremos por asuntos de la empresa. No te quitaré lo que te has ganado, pero no esperes nada más de mí y a partir de ahora, estás muerto para mí.
—Carlos, hermano, cálmate —insistió Andrea, con la voz quebrada.
Carlos no respondió y salió de la oficina con pasos duros, seguido por Andrea. Camilo se quedó solo, intentando calmarse, sabía que su hermano podía ser aterrador cuando se enojaba, pero lo que más lo inquietaba no era la furia de Carlos, sino la posibilidad de que, por primera vez en doce años, alguien más comenzara a buscar al niño.
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Comments
Gheisa Barradas F
,Camilo es un mal agradecido fue su hermano Carlos quien los cuido desde niño, le dió estudio, casa, comida y trabajo y por una esposa zorra y criminal ve como le pago a su hermano.
2023-06-03
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