Capítulo 3
Mi dulce novio, Ran
En realidad ni ella misma sabía cómo consiguió tener un novio con la vida que llevaba. Pero así fue. Lo conoció en el restaurante donde almorzaba cada día y es que la única cosa que jamás pudo cambiar su jefe fue su hora sagrada de almorzar y el sitio donde lo hacía.
Esto fue porque Alexa durante mucho tiempo fue muy errática con la comida. Al principio se dejaba llevar por sus tareas y obligaciones y dejaba de comer o comía cualquier cosa hasta que enfermó gravemente un día. Comenzó a tener síntomas de que algo iba mal como falta de aliento, mareo o dolores de cabeza insoportables. Finalmente se desmayó en el trabajo cuando ya su cuerpo no pudo más.
Fue en el despacho del jefe entregando unos contratos para firmar. Solo recuerda que caminaba hacia él y de repente simplemente perdió pie y cayó fulminada y sin consciencia. Cuando abrió los ojos era de noche, estaba hospitalizada y con toda su familia allí, incluido el señor Aron.
El diagnóstico fue estrés y anemia por mala alimentación así que de ahí en adelante ella misma convirtió su hora de comida en inamovible y sagrada y todos en la compañía respetaron eso. Nadie quería que volviera a caer redonda y ella misma menos que nadie porque lo pasó realmente mal durante un tiempo. El médico dijo que está vez fue un desmayo pero la siguiente podía simplemente caer muerta y eso realmente la asustó. Desde ese entonces cuidaba lo que comía y las horas de comida.
Eligió ir siempre a un pequeño pero encantador restaurante no muy cerca de la oficina de modo que no tenía que relacionarse con alguien del trabajo y al mismo tiempo encontraba comida casera y saludable. Cogía siempre dos horas para ir despacio, almorzar y luego tomarse un pequeño descanso en un parque cercano donde aprovechaba para leer, oír música o cerrar los ojos un rato.
Se daba cuenta de que ese momento diario la mantenía en un buen estado emocional y moral y para ella se volvió imprescindible hacerlo.
A menudo el restaurante estaba ocupado pero nunca había demasiada gente. Después de un tiempo de comer ahí Alexa notó que un hombre le echaba algunas miradas furtivas aunque él no iba todos los días, dos o tres veces en semana se presentaba a la misma hora que ella, a veces solo y a veces con otras personas que claramente eran compañeros de trabajo, con lo que ella calculó que su oficina estaba cerca de allí.
A ella le gustaba su cara desde que lo vio la primera vez. Era asiático y se entretuvo haciendo cábalas sobre su origen. Chino, coreano, japonés, thailandés... Le gustaba su sonrisa amplia y fácil, y también su aire de hombre tranquilo. Era muy alto, espigado, elegante, de voz grave y hablar pausado y sin embargo muy risueño.
El sonreía siempre ampliamente y comprobó que a la gente le gustaba estar cerca de él por eso mismo. Desprendía una energía alegre y cálida, así que la siguiente vez que él la miró, ella le sonrió.
Fue natural que a los pocos días entablaran conversación de mesa a mesa y finalmente le pidiera sentarse juntos a tomar el postre. Sorprendentemente habló en perfecto español. Él le contó que hablaba japonés nativo pero desde pequeño vino a vivir en esta ciudad, aunque conservaba su origen. Esto la hizo pensar que no habría mucha diferencia cultural entre ellos pues él conocía las dos.
No fueron deprisa en su relación. En acuerdo mutuo estuvieron mucho tiempo simplemente conociéndose sin ir más allá, los dos muy prudentes. También fue mutuo y natural decidir empezar a salir a otros sitios aparte de verse para almorzar.
Durante ese tiempo ella supo que Ran trabajaba como ejecutivo de cuentas en la empresa de su familia, preparándose para ser el vicepresidente de la misma en el futuro y convertirse en mano derecha de su hermano mayor con el que tenía una estupenda relación.
Ran Masaharu, era de origen japonés, con una familia muy conocida y poderosa, de altos valores y relaciones muy cercanas entre sus miembros, pero que llevaban muchos años en occidente y tenían una mentalidad más abierta en cuanto a la elección de pareja de sus hijos o su forma de vida. De hecho la familia de Alexa era mucho más restrictiva que la de Ran en cuanto a las relaciones, y a otras cosas, se refería. Por eso ella nunca tuvo prisa en presentarlo a la familia.
Tal era así que en tres años de relación, la familia no llegó a conocerle y sólo sabían que tenía a alguien. Y por mucho que insistían en conocerlo Alexa se plantó firmemente en este tema y no se dejó amilanar. Su novio era asunto suyo. Fin. Sabía muy bien que en cuanto dejara a su familia acercarse un poco todos iban a meterse en su relación con Ran y ella por ahí no iba a pasar.
Ran era realmente guapo. Esa cara asiática la volvía loca de verdad. Íntimamente siempre se había sentido atraída por hombres así, con ese rostro de "oppa" coreano que le quitaba el sentido. Ese estilo de hombre que llaman de masculinidad suave, casi femenina, le parecía lo más bello del mundo y cuando salía con él no podía ir más orgullosa a su lado.
Además era alto y se cuidaba. Los hombres orientales se preocupan muchísimo por su físico y la belleza. Una vez Ran le contó algunos de los valores japoneses sobre el sentido estético y sobre la belleza. Lo que ellos llaman el wabi-sabi y entendió muchas cosas sobre porqué razón le atraía tanto ese tipo de belleza oriental y el mundo asiático.
En Japón el desequilibrio visual es bello. Wabi-sabi, es la belleza de la imperfección, de la fugacidad, de aquello incompleto y asimétrico que es diferente al concepto occidental que busca simetría y orden. La caducidad y la imperfección de las cosas resulta bello del mismo modo que la naturaleza es bella siendo como es, imperfecta. Así que el concepto es que la imperfección es bella.
Se quedó maravillada con esta forma de entender lo bello y también con lo diferente que pueden ser las personas y las culturas en la forma de vivir y pensar, según el lugar de nacimiento. De manera inconsciente, Alexa siempre ha conectado con este concepto wabi-sabi sin saberlo, pues desde que tenía memoria para su visión, lo hermoso siempre ha sido diferente a lo que las personas que la rodeaban llamaban hermoso.
De hecho, siempre encontraba belleza en todo, incluso en aquello que otros llamaban feo. Así que, muchos de sus conocidos inicialmente se sorprendían de que saliera con Ran, pero a sus ojos él es una belleza de hombre y para qué engañarse, tocarlo la ponía a mil por hora.
Hablando de Ran Masaharu
Ran tiene, como asiático que es, cabello negro y liso bastante largo y ojos negros con unas pupilas tan oscuras que parecen azabaches. Las cejas sobre sus ojos se inclinan un poco hacia arriba y cuando no sonríe realmente parece un hombre distante y temible, pero nada más lejos de la realidad.
El siempre sonríe y ríe a carcajadas cuando está con la gente que aprecia y únicamente está serio en el trabajo y en los eventos que lo requieren. Tiene muy buen carácter, tranquilo y controlado. Tal es así que a día de hoy pocas veces le ha visto enfadado.
Su piel es blanca, y tiene una cara preciosa con labios sensuales y una barbilla firme. Incluso para ser japonés es un tipo bellísimo con una sensualidad felina y sutil. No es musculoso y ancho como el jefe Aron pero en cambio es estilizado, alto y elegante. Tiene un andar seguro y masculino. Su cuerpo, bajo la ropa, es perfecto.
Cuando lo ve llegar a recogerla en la empresa se entretiene observando cómo lo miran las otras mujeres en la calle y bendice su suerte. Le entra la risa tonta pensando, "todo eso es para mí, apártense lobas". Que momentazo ese cuando se acerca la coge fuerte de la cintura y le pega la boca como si no hubiera mañana, sabiendo que los miran todos los presentes en cien millas a la redonda.
Reconoce que le complace esto y en realidad Ran lo hacía por eso mismo. La hacía reír después de besarla diciéndole por lo bajo, "¿Están las lobas mirando todavía? ¿Te beso más?". Ella se moría de risa y de orgullo. Ran sabía muy bien cómo darle su lugar frente a todos. El lugar de su mujer.
En el fondo ella se preguntaba qué le veía. No es que Alexa se creyera fea, pero muchas veces bromeaba con él diciéndole que ella era mucho más wabi-sabi que él un rato. "Será eso lo que le gusta de mí ya que es japonés", se reía por dentro pensando en esto. Alexa de todos modos era una mujer segura de sí y confiada y en realidad se sentía completamente segura de él.
Ran no era alguien que la hiciera dudar, al contrario la hacía sentir valorada y atesorada por él. Los dos cuidaban la relación sabiendo lo valioso que era lo que tenían. Se consideraba muy afortunada de tenerle y sabía que era mutuo.
O así fue hasta hace tres días.
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Comments
Jacque Hernandez
Me a gustado el comienzo veremos como se desarrolla 😍😍😍
2024-12-23
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Tere Roque 🇨🇺
uffffffffffff y k pasaría hace 3 días uffffffffffff sigo leyendo
2024-11-19
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Tere Roque 🇨🇺
k bueno 👍🏻 k x lo menos ➖️ en tú relación de pareja no has permitido k se inmiscuyan
2024-11-19
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