Ya no queda mucho tiempo, sabe que tiene que despejar la mente de todo ruido y conectarse con su equipo. Sabe que son momentos decisivos, tiene la jugada en su mente, está acostumbrado a la presión, respira lentamente, es consciente de cada músculo de su cuerpo, cada inspiración que hace para llevar oxígeno a sus pulmones, logra relajarlo pero también ponerlo en alerta.
Su táctica es prácticamente imposible de frenar cuando se pone en movimiento. Él lo sabe, sus compañeros lo saben y confían en su habilidad, sus contrincantes lo saben también. Por eso es el apertura de su equipo, el que inicia cada jugada de cada partido y no es un puesto al azar, es el puesto que se ha ganado con esfuerzo y perseverancia.
Aarón comenzó a jugar rugby cuando tenía 6 años, y se dio cuenta que era bueno en lo que se proponía, amaba ese deporte, amaba lo que representaba para él, un lazo innegable con su padre y sus hermanos mayores: era horas de diversión en el patio trasero de su casa, era horas de entrenamiento con sus amigos en el club, era un montón de músculos doloridos, golpes y magulladuras por doquier en los lugares más insospechados de su cuerpo.
Pero era también símbolo de lo que consideraba importante en la vida de un hombre: disciplina, integridad, solidaridad y por sobre todo pasión, también (y porque no decirlo) le había ayudado a convertirse físicamente en un hombre privilegiado, lo sorprendente por su tamaño de más de 1,90 metros era la ligereza de sus movimientos, la explosividad en sus reacciones y la fuerza con la que embestía para avanzar con el ataque o para taclear (derribar al contrincante) era digna de admirar y de hecho siempre llamaba la atención en cada juego.
Sus anchos pectorales, los brazos musculosos torneados y las piernas más impresionantes de la liga regional, solo completaban el conjunto de atributos que tenía este hombre que en ese momento, despejaba su frente sudorosa de los mechones de cabellos castaños que le caían molestándole la visión. Unos ojos verdes con tonalidades azuladas en los bordes se escondían bajo unas gruesas pestañas, con la retina contraída por la luz del sol que arreciaba sin piedad, arrugó el ceño para poder enfocar y rápidamente divisó la posición de los jugadores de la línea de tres cuarto, mientras esperaba que el “scrum” se resolviera y le permitiera tomar el balón en disputa.
Era el jugador apertura, era el que comenzaba la jugada y estaban a solo 5 metros de la línea del try (tanto), quedaban pocos minutos de juego e intentar llegar a la línea era prácticamente un suicidio y no era lo recomendado, pero justamente esa lógica también la estarían pensando desde el equipo contrario, esa era una ventaja: que creyeran que es imposible y una literal locura. Tenía una sola posibilidad de hacer esa locura y sorprenderlos..
Solía iniciar la apertura con el pie, posicionando el balón hacia delante de sus compañeros, pero esa no era una alternativa, tendría que hacer un pase lateral hacia atrás a sus compañeros que ya estaban alineados en diagonal, pero seguía dándole vueltas a la idea del ataque frontal. Cuando el balón al fin quedó libre, lo tomó y amagó hacer el pase lateral, pero en su lugar, optó por sujetarlo fuertemente entre su mano y el antebrazo, lo que representa una extrema tensión muscular de la muñeca, mientras que arremetía explosivamente contra la línea de defensa con la cabeza gacha y viendo por el lateral izquierdo como sus compañeros lo acompañaban como si lo hubieran intuido.
Era intrépido, era valiente, podía hacerlo.
Fueron solo 2 segundos hasta que los contrincantes cambiaron el peso del cuerpo de una pierna a la otra para tratar de detenerlo, pero ya los había sorprendido y estaba atravesando su barrera. El primer tacleador lo agarró del pecho, se colgó de la remera, el cuello tiró levente de la piel pero no fue suficiente para detenerlo, cambió la posición del balón aprisionándolo contra su pecho y el brazo para evitar que se lo quitaran. El segundo tacleador se colgó de sus caderas, lo desestabilizó pero siguió arremetiendo, era similar a los entrenamientos donde corrían con bandas elásticas que lo tiraban hacia atrás, lo imagino así y aumentó la presión de sus piernas. El tercer tacleador fue más contundente y apostó a todo, tacleó sus piernas, agarrándolas fuertemente y ya no pudo hacer nada, cayo hacia adelante y cuando golpeó el pasto su esternón se vio apretado entre el balón y el peso de su cuerpo y de los contrincantes que cayeron sobre él.
El dolor fue súbito y atroz, por una fracción de segundo sintió como si se rompían sus costillas.
Era casi incapaz de respirar y un flashback lo llevó a alucinar un rostro con lágrimas que le decía: “Es hora que cumplas lo que me prometiste”. No podía coordinar lo que pensaba con lo que hacía, no podía moverse y todo comenzó a perder nitidez justamente antes de desmayarse.
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Comments
Marcela Marquez
ojala y ahora si puedan terminar juntos....
2023-02-23
2
Arcelia Flores
solo espero y que en esta si sean felices 😊
2022-10-15
1
Angi Jose
aquí vamos de nuevo 🥰
2022-10-09
1