Cierra Los Ojos

Mi respiración se queda completamente intranquila y agitada al momento de que me doy cuenta que Miguel es uno de los ladrones que están asustando a todos los que hay en este pequeño supermercado. Su mirada se junta con la mía, él la aparta de inmediato, pasa por mi lado y mete un par de botellas de un fino vino dentro de una vieja y gastada mochila color negro, él se la lanza a la espalda y camina hacia la salida, no lo vuelvo a ver, pero sé que Miguel es aquel chico, sus ojos lo delatan a la perfección.

Me quedo en silencio esperando a que el caos pase, y cuando creo que todo ha terminado, regreso hasta la caja en la que intentan atender a las personas que se quedaron en el supermercado, todos tratan de tranquilizarse y relajarse después de lo sucedido.

Yo vuelvo a tomar lo que necesitaba, una chica algo joven y de cabello color rubio es quien atiende a la clientela, luego de unos 5 minutos, la policía llega y comienzan a interrogar a todos, incluyéndome a mí.

– ¿Cabello, color de ojos, o al menos recuerdas si todos eran hombres? – Uno de los policías me hace tantas preguntas al mismo tiempo que me llega a confundir, pero estoy claro en una cosa, algo dentro de mí me dice que no puedo entregar a Miguel ante las autoridades, no sé qué es, pero mis labios no son capaces de decir la verdad.

– No, no recuerdo nada, lo lamento mucho – susurro en voz baja mientras agacho la mirada.

– Está bien – dice el policía algo resignado, cerrando su libreta que tenía sostenida en sus manos – Puedes irte a casa.

– Gracias – respondo. Tomo mi bolsa con mis cosas para comer, salgo del pequeño supermercado y comienzo a caminar de regreso a casa.

Mientras camino, miro hacia todas las direcciones para estar completamente alerta ante lo que me rodea, no conozco a nadie aquí y el asalto me ha dejado algo asustado, no pensé que en un pueblo tan pequeño habría asaltos tan violentos como los había en la ciudad donde vivía.

Cuando llego a casa, Peter está sentado en la mesa del comedor, se pone de pie cuando me ve llegar y se acerca a mí expresando algo de furia en su rostro.

– ¿Dónde estabas?

– Fui a comprar.

– ¿Toda la tarde?

– Bueno, sobre eso – dejo la bolsa con mi leche en la mesa, y mientras busco un vaso le doy la espalda a Franco y continúo hablando – Los 10 dólares que Papá me envía no me sirven para nada, así que busqué un trabajo.

– ¿Un trabajo? ¿Tú? – pregunta con una voz pesada y algo humillante.

– Si, tal vez podrías intentarlo tú también.

– Lo último que haría en este sucio pueblo es trabajar, ya vivir aquí es lo suficientemente humillante, trabajar sería rendirme y aceptar a que nos quedaremos aquí.

–Pero, nos quedaremos aquí.

– Eso hasta que Papá consiga un empleo mejor.

– Si claro – suelto sin querer, Peter me fulmina con la mirada, a lo que yo respondo con una sutil huida de la cocina, tomo mis cosas y camino hasta mi cuarto, me encierro allí hasta que mis ojos no soportan más el cansancio.

Mi primer fin de semana en este lugar no resulta tan malo como pensaba, el abuelo tenía electricidad en el jardín y pude conectar mi móvil al amplificador de música, corté el césped el cual estaba bastante largo, el árbol del jardín estaba algo seco, así que he decidido tomarlo como proyecto personal y encargarme de aquello. Dejo que algo de agua caiga sobre él, un par de hojas secas me molestan en los pies, cuando las tomo para apartarlas de mí, el color verde de ellas me hace recordar de inmediato a los ojos de Miguel.

¿Miguel será pobre? Ósea, tiene trabajo en el mismo restaurant en el que yo, pero robar ya es otro nivel de necesidad, quizás eso es algo que jamás sabré, debo evitar todo contacto con aquel chico, lo último que quiero es meterme en problemas.

Sin alguna otra novedad, temprano por la mañana del día lunes me levanto para ir a clases, me han dejado un examen bastante complicado para el día viernes, debo estudiar bastante ya que no quiero reprobar, aun que aquello no es mucho problema para mí, tengo tanto tiempo libre que aquello me deja la libertad para estudiar cuanto yo necesite.

Una diferencia que hay entre mi antiguo colegio y el de ahora, es que todos los días hay una hora en la tarde para repasar materias de forma libre o simplemente fingir que se estudia, se puede trabajar con un compañero, pero como yo no tengo a nadie, solo me quedo sentado en la biblioteca dibujando.

Un gran árbol lleno de hojas es lo que cobra vida mientras muevo mis lápices, me muerdo el labio ligeramente mientras dibujo, cuando estoy casi por terminar, levanto la mirada y me encuentro con Miguel casi al final de la biblioteca, está sentado solo en un escritorio, finge que lee un libro mientras su mirada está perdida seguramente en sus pensamientos, me lo quedo viendo sin que él se dé cuenta.

Aparte del color de ojos algo inusual, Miguel tiene labios gruesos, pestañas largas y es de piel blanca, ahora lleva puesta una remera color verde oscuro y una chaqueta negra de cuero algo vieja y gastada. Me concentro en mirarlo, hasta que Lidya aparece a mi lado y toma asiento conmigo.

– ¿Derek, cierto? – pregunta mientras se pasa una mano por su cabello castaño y toma asiento a mi lado.

– Si – respondo asintiendo.

– ¿Cómo estás?, escucha, recuerdo que me dijiste que nuestros turnos en el restaurant de comida rápida eran los mismos, ¿Te parece si nos vamos juntos a trabajar? – Creo que ya me había hecho aquella oferta el otro día que la conocí, pero supongo que se ha olvidado.

– Claro, sería genial – respondo con una sonrisa pequeña.

– Genial, te espero afuera del Colegio, mi amigo Jackson debe irse antes como siempre así que seremos solos tú y yo.

– De acuerdo, te veo luego entonces – Lidya asiente y desaparece cuando nuestra conversación termina.

Vuelvo a mirar hacia donde estaba Miguel, pero ya no está, supongo que se ha ido mientras yo hablaba con Lidya, me resigno a seguir dibujando hasta que terminen las horas de Colegio. Cuando suena el timbre y debo irme a trabajar, Lidya me espera afuera justo como lo había dicho, nos vamos charlando de cómo es para ella trabajar allí, me da algunos consejos, y sin darme cuenta llegamos hasta nuestro lugar en muy poco tiempo.

Scott, el encargado del restaurant me hace firmar contrato antes de comenzar a trabajar, es bastante simple, leo las dos hojas que me entrega con bastante rapidez, y una vez que estoy listo, Lidya me enseña a usar la freidora de patatas, me quedo allí bastante tiempo hasta que tengo que ir hacia la bodega por una botella nueva de aceite ya que se me ha acabado.

Camino hacia la bodega, escucho que dos chicos hablan, y si no hubiera escuchado mi nombre en su charla, jamás me hubiera quedado escuchando.

– ¿Ya notaste la ropa que usa? Derek es solo un chico millonario que viene de vacaciones aquí – Es Miguel, ¿Está hablando mal de mí? Pero, ¿Por qué? Y aún más importante, ¿Con quién?

– ¿Vacaciones a mitad de año? Quizás tiene problemas o algo así.

– ¿Problemas? Solo es un niño mimado que de seguro se cansó de recibir dinero de la mano de sus Padres y ahora finge tener necesidad – ¿Cómo es que puede decir esas cosas? Si él ni siquiera me conoce. Y aún peor, lo último que soy es un niño mimado, aun cuando Papá tenía mucho dinero, ni todas las cosas que podía comprar me hacían sentir menos solo. Me acerco un poco más y veo que Miguel está hablando de mí con el amigo de Lidya: Jackson.

– Si, debes tener razón – dice Jackson soltando una carcajada, ambos chicos están ordenando unas cajas y fumando cigarrillos – Derek es solo un chico mimado.

Junto toda mi fuerza de voluntad y entro a la bodega, necesito trabajar y un par de rumores tontos no van a detenerme, sé vivir con eso. Cuando ellos escuchan que alguien va hacia ellos, se quedan en silencio y fingen normalidad, pero cuando ven que soy yo, Jackson se queda algo pálido, Miguel no hace nada, al parecer está acostumbrado a hablar de las personas a sus espaldas. Yo solo los ignoro, me muerdo el labio por la incomodidad de la situación y tomo la botella de aceite que necesito para seguir trabajando.

Regreso a mi lugar, y me quedo allí hasta que finalmente se está por acabar mi turno, Lidya se acerca a mí por un momento, su rostro expresa cansancio pero satisfacción al mismo tiempo.

– Jackson y yo vamos a ir por unas malteadas y luego nos sentaremos por allí a charlar un rato para que se nos quite el olor a frituras de la ropa, ¿Quieres ir con nosotros? – Me agrada Lidya, pero creo que yo no le agrado mucho a Jackson, y con lo que pasó hoy, no creo que sea una buena idea estar con ellos dos.

– Lo lamento – respondo – Pero tengo que hacer algo con mi hermano luego de hoy, tal vez otro día – suelto una sonrisa pequeña mientras que Lidya solo asiente ante mi respuesta.

Cuando llega la hora de irme a casa, camino de forma lenta en la oscuridad de este pequeño pueblo, las casas están tan separadas y alejadas entres sí, lo cual hace parecer el camino más largo de lo que normalmente es.

Los siguientes días, estuve evitando las invitaciones que Lidya me hacía, en serio me agradaría ser su amigo, pero insisto en que ni a Jackson o a Miguel les agrado, así que solo prefiero alejarme, de todos modos estoy acostumbrado a estar solo.

Cuando ya es jueves, estoy algo agotado, el timbre para irme a casa suena y suelto un suspiro ya que puedo acostarme temprano hoy y descansar.

– No se olviden del examen de mañana, la nota es doble así que necesitan estudiar bastante – ¿Examen? ¿Cuál examen? ¡Oh dios! Lo olvidé, me quiero morir.

Me quedo hasta muy tarde en mi habitación estudiando un montón de cosas que he encontrado en internet, luego descubro de que he estudiado algo que no era y tengo que comenzar desde el comienzo cuando son casi las 2 de la mañana, decido que me mantendré despierto al menos hasta las 3:30 am, pero me quedo dormido casi a las 4:15 am, en la mañana del viernes me levanto casi en coma, mantengo mis ojos cerrados en todo momento solo por el cansancio, en un momento los abro y estoy en mi casa, cuando los cierro y los vuelvo a abrir estoy sentando en mi silla del Colegio y el examen está puesto en mi mesa, creo que en cualquier momento quedaré inconsciente solo por el cansancio que siento.

Respondo casi el 80% del examen de biología, lo entrego y me voy al baño de hombres, me encierro en un cubículo por un momento solo para cerrar mis ojos, pero debo regresar a clases así que mi momento de relajo se hace pequeñísimo.

Una vez que las clases terminan, tengo que irme a trabajar, al menos hoy me ha tocado hacerme cargo de tareas que no necesitan tanto esfuerzo, casi me quedo dormido cuando las 12 de la noche llegan al reloj, me sorprende que aún hayan clientes en el restaurant, le pregunto a Lidya sobre el horario de salida, y ella con una mueca me responde que los viernes nos pagan horas extras ya que casi siempre nos quedamos trabajando hasta al menos las 2 de la mañana.

El alma y la fuerza que me quedaban se me caen al suelo, pero me mantengo de pie solo porque sé que si tomo asiento solo por un momento, mis piernas no se volverán a levantar.

No sé cómo, pero logro soportar el turno extra hasta casi las 3 de la mañana. Cuando Scott nos dice que podemos irnos, salgo con lentitud del restaurant, comprendo que no tengo energías para caminar hasta casa, así que tomo asiento en el paradero de autobús y espero que alguno pase, estoy dispuesto a pagar incluso un taxi, pero ni muerto llego caminando a casa.

Comienzo a creer que ya es demasiado tarde para que algo pase por mí, pierdo las esperanzas hasta que veo una luz en la carretera, pero no es un autobús, ni tampoco un taxi, es una motocicleta, y Miguel viene sobre ella.

Aparto la mirada de inmediato, me concentro en conectar mis ojos con la oscuridad que está atrapada entre los gigantescos árboles que me rodean, Miguel extrañamente se detiene al frente de mí y me mira sin expresar sentimiento alguno.

– Si estás esperando un autobús, creo que debes saber que a esta hora de la madrugada ya ninguno pasa por aquí.

– Gracias – respondo sin mirarlo, bajo la mirada y espero que continúe su camino, pero él sigue de pie a unos tres metros de mí, vuelvo a levantar la mirada y lo miro directo a los ojos – ¿Qué ocurre? – pregunto.

– ¿Quieres que te lleve a tú casa?

– No, estoy bien – respondo con un bostezo que suelto de forma involuntaria.

– Te ves terrible.

– ¿Ahora me dices las cosas a la cara? – Mierda, cuando estoy cansado no tengo la energía suficiente para pensar las cosas antes de decirlas. Miguel me mira y suelta una carcajada pequeña.

– Sabía que nos habías escuchado.

– Fue de casualidad – respondo con desinterés – De todos modos no importa, estoy acostumbrado a aquello.

– ¿A qué?

– Solo... solo olvídalo – Me pongo de pie y comienzo a caminar a casa, sé que ya es algo tarde, pero de todos modos estoy tan cansado que no tengo energías de nada, ni menos para hablar con personas que no conozco y aun así hablan de mí a mis espaldas.

Escucho el motor de la motocicleta de Miguel, cuando creo que finalmente va a desaparecer, avanza con lentitud y se detiene nuevamente en donde estoy.

– Derek – su voz esta vez suena algo sería y amenazante, me detengo de forma lenta y lo miro – Sobre lo del otro día...

– Ya te dije que no me importa si hablan mal de mí o no.

– No me refiero a eso.

– ¿Entonces a qué... oh – Lo del asalto, Miguel se dio cuenta de que lo reconocí, ¡Maldición! ¿Va a golpearme? De seguro va a hacerlo.

– Escucha, siento que te debo unas disculpas por aquello, me viste, lo sé. Creí que me acusarías con la policía, por eso estaba enfadado y hablé cosas pesadas de ti, pero me di cuenta de que si hubieras hablando con la policía yo ya estaría encarcelado o algo así. Lamento que me escucharas hablando mal de ti.

– De acuerdo – respondo algo sorprendido, no pensé que Miguel me pediría disculpas, pero aun así hay algo que debe saber – Miguel, solo como información, lo último que soy en la vida es un niño mimado. Sí, era de la ciudad y mi Padre tenía dinero, pero eso jamás fue importante para mí – Miguel solo asiente mientras me escucha hablar, y como yo ya no tengo nada que decir, solo continúo caminando, pero nuevamente él me detiene.

– ¡Al menos deja llevarte a casa! Es tarde y te noto cansando, así quedaríamos a mano, ¿Te parece?

– No lo sé – respondo nervioso.

– ¿Dónde vives?

– Yo... casi al final del pueblo, es una casa con ladrillos rojos algo vieja, está cerca de la carretera de salida.

– Oh, ya sé dónde es, ¿Vas a querer que te lleve entonces? – Miguel toma su casco de seguridad y me lo ofrece, yo presiono mis labios ya que no sé qué decidir. Miro los ojos de Miguel, y son tan hipnóticos que no me doy cuenta cuando acepto el casco y tomo asiento detrás de él – ¿Te has subido a una motocicleta antes? – pregunta mientras hace sonar el motor.

– No – confieso.

– Lo noté – responde – Tienes que sostenerte bien y tratar de no caerte.

– ¿De dónde debo sostenerme?

– Que tonto eres, dame tus manos – Miguel toca mis manos con las de él, me hace abrazar su cintura y luego las deja allí. Al mismo tiempo siento su respiración, la textura de su chaqueta de cuero negra y el perfume que se acaba de poner solo para dejar de lado el olor a frituras del restaurant – Sostente – dice con una mirada algo extraña, yo solo asiento con nerviosismo, Miguel acelera su motocicleta y me veo obligado a abrazarlo con bastante fuerza ya que de verdad creo que en cualquier momento voy a caerme, cierro los ojos mientras siento como el viento choca con mi rostro, luego los abro solo para ver el rostro de Miguel, hace unos días me quedé viéndolo en el Colegio sin poder detenerme, no entiendo cómo es que este chico que acaba de pedirme disculpas por hablar mal de mí, es un ladrón, quizás Miguel tiene necesidades que yo no conozco, y tal vez jamás sabré cuales son, ya que una vez que Miguel detenga su motocicleta, puede que no vuelva a hablar de él.

– ¿Ésta es tu casa? – pregunta cuando baja la velocidad, yo asiento como respuesta mientras dejo de abrazarlo.

– Si – respondo – Es mi casa.

– Bien – Miguel detiene de forma completa su motocicleta, me bajo de ella y le entrego el casco de seguridad que me ha prestado, él lo recibe y cuando pienso las palabras que debo decir para agradecerle que me haya traído a casa, él dice cosas que no esperaba – Derek, ¿Podrías por favor no decirle a nadie lo del otro día? Tuve problemas con los lentes de contacto y por eso supiste quien era yo, pero normalmente soy solo de ojos verdes cuando... cuando trabajo.

– No... no le diré a nadie.

– Bien – Miguel asiente con una sonrisa y vuelve a tomar asiento en su motocicleta – Nos vemos luego entonces.

– Adiós – ¿Me vería bobo si me quedo de pie mirando como desaparece por la carretera? Creo que la respuesta para eso es un Si bastante enorme, así que contra mi voluntad camino hasta la puerta de mi casa, siento el sonido de que Miguel se ha ido, suelto una larga y relajada respiración, me voy directo hasta mi habitación, y cuando creí que estaba agotado, me quedo despierto casi toda la noche, me veo obligado a encender mis luces de estrellas que cuelgan de la pared y buscar mi cuaderno de dibujo, comienzo con unos líneas delgadas y débiles, pero poco a poco voy dibujando la motocicleta de Miguel en papel.

Dibujar su motocicleta me distrae tanto, que paso todo el fin de semana perfeccionando aquel dibujo, extrañamente quiero que sea el mejor que he hecho, y termino de dibujarla durante la hora de estudio que me dan en el Colegio el día lunes.

– ¿Dibujaste mi motocicleta? – Me sobresalto cuando siendo alguien detrás de mí, me giro y veo a Miguel a un lado.

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