Capítulo 3. Lo que viene después

Dormí mal.

Si a cerrar los ojos y revivir lo que pasó anoche se le puede llamar dormir.

Me desperté con esa pesadez en el pecho que no se va ni con café ni con música. Esa sensación de que algo se rompió… otra vez.

Me vestí sin pensar, sin planear el día. Solo por costumbre. Mi madre no salió de su cuarto. No la culpaba. Yo tampoco tenía muchas ganas de fingir normalidad.

Aún así fui a clases.

No por entusiasmo. Por rutina. Por necesidad. Por evitar quedarme en esa casa donde todo estaba impregnado de él.

Amy me esperaba afuera del salón, con su termo rosa, su suéter colgado en la mochila y su actitud de siempre. Pero al verme, algo cambió en su rostro. Bajó un poco el tono.

—¿Todo bien?

—Sí —mentí, porque es lo que hago.

—Mientes horrible —dijo, dándole un sorbo a su café—. Pero no te voy a presionar… aún.

—Gracias —respondí sin mirarla. Me senté en mi lugar.

—Hoy nos tocó con Historia —dijo con una mueca—. El profe que huele a cigarro y decepción.

—¿Ese no es el de Literatura?

—No, ese es el que huele a divorcio.

Me reí, flojito, pero real. Amy sabía exactamente cómo romper el hielo sin ser invasiva. Por eso era mi amiga.

Más tarde, saliendo de clase, el sol me golpeó de frente. Cerré los ojos un momento, deseando poder fundirme con el aire, desaparecer entre el murmullo del recreo.

Y fue entonces que lo vi.

Adam estaba recargado contra una de las columnas del patio techado, con un libro en mano. No fingía leerlo. Lo estaba leyendo de verdad. Lento, concentrado. Como si el caos del resto del colegio no lo rozara.

Cuando levantó la mirada, me vio. No sonrió. Solo asintió, como si ya me hubiera estado esperando.

Y entonces lo recordé.

Ayer, justo cuando Amy y yo nos íbamos, él apareció nuevamente en el pasillo. Nos cruzamos de frente y, por reflejo más que por voluntad, le solté:

—Si necesitas ayuda para ubicarte en el colegio… supongo que puedo ayudarte mañana.

No lo dije con intención. Ni siquiera estaba de humor. Solo fue una frase rápida, casi automática. Pero él la tomó en serio.

Y ahora estaba ahí, como si no se le hubiera olvidado ni una palabra.

—¿Buscas a alguien? —pregunté sin rodeos.

—A ti —respondió. Simple. Sin adornos.

Lo miré de lado.

—¿Por qué?

—Porque dijiste que me ibas a enseñar el lugar, ¿recuerdas?

La verdad, buscaba fingir Alzheimer

—Podría decir que estaba siendo amable —dije.

—Podrías. Pero no lo hiciste —replicó.

Suspiré.

—Vale. Ven.

Le mostré los pasillos principales, la biblioteca, las canchas, la cafetería que todos evitaban si podían.

No hablamos mucho. Él hacía preguntas puntuales. Yo respondía. A veces se quedaba en silencio unos segundos antes de comentar algo. Tenía una forma rara de observar todo. Como si memorizara cada detalle. Como si necesitara saber por dónde escapar si algo salía mal.

—¿Siempre eres así? —preguntó de pronto, mientras caminábamos por el corredor del segundo piso.

—¿Así cómo?

—Callada. Observadora. Defensiva.

—¿Y tú siempre eres tan directo?

—Solo cuando alguien me interesa.

Me detuve.

—¿Eso fue un intento de coqueteo?

—No. Fue una advertencia —dijo, con seriedad. Y luego, como si se arrepintiera un poco de esa frase, añadió—: No quise incomodarte.

—No lo hiciste —mentí.

Pero sí lo hizo. No por lo que dijo. Sino por cómo lo dijo. Había algo en su tono, en sus ojos. Algo que no cuadraba con un chico que acaba de llegar. Parecía… demasiado entrenado para mantenerse al margen.

Como alguien que sabe que acercarse a las personas tiene consecuencias.

—¿De dónde vienes? —pregunté. No sabía por qué lo hice.

Tardó un segundo en responder.

—De muchos lugares.

Buena respuesta. Demasiado buena. Me dijo todo y nada al mismo tiempo.

Volvimos al edificio principal sin mucha más charla. Amy apareció de la nada, como si tuviera radar para estos momentos.

—¡Qué honor que me inviten al tour! —dijo, cruzando los brazos—. ¿Ya te mostró el pasillo de los lockers de la muerte?

—Lo iba a dejar para lo último —respondí. Adam sonrió por primera vez en toda la conversación.

—Qué generosa —dijo, y luego nos miró a ambas—. Gracias por el recorrido. Supongo que nos veremos por ahí.

Y se fue.

Amy lo siguió con la mirada como si quisiera lanzarle un hechizo para que se quedara.

—Ese chico tiene una energía rara, ¿no?

—Sí —dije.

—¿Te gusta?

—No lo conozco.

—Eso no responde nada —dijo, divertida.

Pero yo no tenía una respuesta. Solo sabía que había algo en Adam Dornan que no terminaba de encajar.

Y, por alguna razón, eso me hacía querer mirarlo más de cerca.

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Comments

silvia

silvia

Que sospechoso todo 🤔

2023-10-05

0

GiovannaXchelMayaCejudo

GiovannaXchelMayaCejudo

🤔🤔🤔😱😳🤯🙀

2022-06-07

0

Olga Sanchez Guerrero

Olga Sanchez Guerrero

.

2022-06-02

0

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