Un semestre que comienza a cambiar el futuro

Y un semestre más comienza.

Este semestre tenía bastantes expectativas, pero jamás imaginé que comenzaría un semestre que cambiaría todo lo planeado.

Llegue y como era costumbre cada inicio salude a mis amigos, la bola se había hecho más grande, estaba Eduardo, Alex, Daniela, Mario, Luis, Javier, Xime, Santiago y yo.

Comenzaron las clases y sabíamos que sería un semestre estresante.

Comenzaron a pasar los días y el primer parcial llegó, teníamos que hacer equipos y preparar la presentación.

Como era costumbre decidimos que el lugar para juntarnos sería mi casa.

Desde que comenzó este semestre notaba a Damián ausente pero a la vez más hostigante que antes, era como si por mensajes deseará controlar todo, entendía que estaba ocupado porque para él era su último semestre antes de sus residencias.

Llegó el fin de semana, y Santiago, Alex y Luis llegaron para trabajar en uno de los proyectos, justo Damián me había llamado para ir a la casa así que llegó cuando estábamos más concentrados, queríamos terminar lo antes posible.

Una vez que finalizamos, mis amigos se despidieron y fue una situación extraña, podía sentir como algo en mí no quería que Santiago se fuera, sus miradas, su sonrisa era algo que solo con ver o sentir movía sentimientos en mí, ¿qué me estaba pasando?.

Supongo que fuimos algo obvios porque en cuánto se fueron Damián se puso extraño, comenzó con cuestionamientos sobre mis amigos y de repente comenzó a besarme de una forma desesperada, quería tocarme y simplemente mi cuerpo no respondía.

Me sentí sumamente perdida y por un momento mientras Damián me besaba como si el mundo se acabará, mi mente comenzó a pensar en como se sentiría un beso de Santiago, pensé en sus labios carnosos, en su mirada, en esa sonrisa que si prestabas atención era realmente hermosa, en que se sentiría que sus manos me tocarán, en su roce, y justo cuando sentí una mano desabrochando mi pantalón volví a la realidad, era mi novio, el que se supone es el amor de mi vida, Damián.

En ese momento, gracias al cielo sonó su celular y se detuvo, viéndome como un animal ve a su presa respondió, yo simplemente volví a sentir el alma en el cuerpo.

Justo en ese momento, Damián me dijo que lo invitaron a salir sus amigos y sentí hasta alegría de que se marchará, ¿qué estaba pasando conmigo?, yo amo a este hombre me repetía una y mil veces, como si tuviera que memorizarlo.

Damián me dijo que lo vería al día siguiente, me dio un beso, y me dijo que teníamos una cuenta pendiente, me besó y se marchó.

¿Por qué no podía sacar de mis pensamientos a Santiago?

Sin más, al día siguiente llegó Damián, y debo confesar que cuando lo vi sentí como mi mundo se derrumbó, venía demacrado, realmente se veía mal.

Pero, lo que más dolió fueron las marcas en su cuello, simplemente no dijo nada, y se abalanzó sobre mí.

No sabía cómo reaccionar, simplemente quería pararlo, pero nada en mí respondía, justo en ese momento mi mamá salió y prácticamente me salvo sin saber.

Cuando reaccioné, le di una cachetada y le dije que se fuera, que no quería verlo. Y a su manera logró controlarme y hacerse la víctima una vez más.

Al día siguiente, llegue a la universidad y le conté a mis amigos, vi en todos enojo y frustración, me sentía engañada, pero era tan cobarde y tan poco amor me tenía que no podía ver más allá.

Todos me decían que debía terminar, justo llegó Mario y nos invitó a reunirnos el fin de semana por su cumpleaños, estábamos estresados con las entregas de proyectos que todos dijimos que sí, incluso yo.

Toda esa semana Damián era mi sombra a excepción de la universidad.

Justo en la universidad comencé a sentirme sumamente tranquila cuando Santiago estaba conmigo, y algo empezaba a darse entre nosotros, pero éramos conscientes que yo aún estaba en una relación y no queríamos complicar más las cosas.

Justo el jueves, quedamos Damián y yo de ir a cenar, así que me prepare para salir y avisarle que este fin de semana saldría con mis amigos.

Llegó Damián por mí, y sumamente me sentí incómoda pero decidí dejar que las cosas fluyeran.

Durante la cena, todo se sentía en tranquilidad, y fue cuando decidí hablar, comencé a decirle que saldría el sábado y con la mayor tranquilidad me dijo que no había problema, en mi mente yo no necesitaba pedirle permiso, pero aún así tenía miedo de que se enojara.

Siempre tenía miedo de hacer cosas sin él, porque sentía que me dejaría, pero ese fin de semana realmente lo necesitaba.

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