Peor humillación

—No hagas ruido.

Le dije serio mientras el chófer empezaba a conducir, casi no me gustaba, prefería manejar yo mismo, pero justo ahora quería dormir un poco y olvidarme de esta porquería, todo porque mi padre quiere robarle todo su dinero a ese señor tan... ojo alegre, a mí me daba lo mismo, yo solo quería vivir en paz, ya me habían quitado suficiente cuando me separaron de mi pandilla, pero, ahora tenía que cargar con un niño presumido y además cochino, vaya suerte la mía, me acomodé en el asiento abriendo un poco mi camisa porque hacía calor y cerré los ojos dispuesto a dormir en el camino, no quería oír la voz de ese cara de mono.

—¿Qué es este lugar? ¿Ese edificio es tuyo siquiera?

Estuve todo el camino tranquilo hasta que escuché su voz quejándose de no sé qué cosa, rodé los ojos molesto y me estire un poco.

—Todos los de tu calaña son iguales, ¿no? Siempre viendo la cartera de los demás, cuando ellos mismos no valen ni un centavo.

Le dije mirándolo despectivamente, solo tenía que pasar a recoger mis cosas y después iríamos al departamento que compró Papá en una de las zonas más lujosas, sabíamos que tenía que ser de ese modo porque este niño podría ponerse a hacer berrinches, así son todos los de su clase, me aburren.

—No te separes de mí o no me voy a hacer cargo si alguien más te estrena.

—¡Tú…!

Sonreí mientras bajábamos y tomé su mano para ir adentro del edificio, todo era mío, sin embargo, aquí vivían también los chicos, pasábamos muchos buenos ratos juntos con chicos como Yuuki, pero que sí saben divertirse, si se separaba podrían pensar que era uno de los juguetes que acostumbraba a traer y seguramente terminaría en la cama de alguno.

—No hables y no hagas preguntas, únicamente vengo por unas cosas.

Subimos al elevador y en cuanto entramos todos hicieron una fila y me saludaron con una reverencia, de haber venido solo no habrían sido tan formales, sin embargo, sabían que ante otros debía mantener una reputación, pase de largo y entré a la que era mi habitación cuando venía.

—¿Eres algún tipo de mafioso? Todos ellos lucen como de la calle. Parece que sacarán un arma en cualquier momento…, y esa manera de recibirte. ¿Acaso está ensayado? Parece que sí.

Me reí al oírlo, bueno el niño al menos tenía un poquito de cerebro, pero no era tan así como él creía.

—¿Te dan asco solamente por no llevar ropa cara? Muchos no nacen en cunas de oro ni se bañan en billetes. —Me acerqué a él haciendo ademán de olerlo—. Además, muchos de ellos huelen veinte veces mejor que tú sin tener un solo billete en la cartera. Será mejor que ya no hables, porque me enfada solo escucharte, sucio campesino.

Su mirada me molestaba, se veían tan engreído que deseé bajarle esos humos de niño rico que se cargaba, no iba a estar ofendiendo a mis chicos solo por tener unos cuantos billetes más y que además son de su padre logrado por seguramente trabajos turbios, así que se me ocurrió una idea, abrí la puerta y llamé a dos de ellos. Sonreí al ver su cara asustada, sabía que algo iba a pasar a continuación.

—Un momento. ¿Qué es esto? Lo que sea que vayas a hacer, detente.

—Sosténganlo firme, pero no vayan a lastimarlo.

—¿Qué...? ¿¿Qué haces??

Eso hicieron y yo empecé a quitarle la ropa dejándolo solo en bóxer, sonreí al verlo casi desnudo, ate sus manos con mi corbata ayudado por esos dos chicos y puse su ropa en mi maleta, tome mis cosas y tomé el otro lado de la corbata

—Camina o en serio voy a dejarte botado aquí y dudo que te quieras quedar a ser la cena de estos tipos "de la calle", ¿no?

Me reí al ver su expresión y salí dejando que todos vieran la pasarela de la cara de mono, muchos no ocultaban lo que les provocaba tenerlo casi desnudo frente a ellos, no obstante, como estaba conmigo no se atrevían a tocarlo, me pare a medio camino fingiendo ver algo en mi celular, pero solo era para que todos siguieran viéndolo y algunos hasta se atrevieron a tocarlo, espero esto le sirviera de lección.

—¿Por qué diablos no me sueltas y dejas que me violen? ¡Seguro te gustará tener un esposo que le abra las piernas a cualquiera!

Escuché lo que gritó y todos se callaron dejando la habitación en silencio, volteé mirándolo con enojo, ¿qué rayos se creía este niño?

—¿Verdad? Exhibiéndome así…, todos ellos me miran con cara de pervertidos, incluso me tocaron el trasero. Simplemente, ata mis manos a un poste y deja que…

—Así que eso es lo que quieres, ¿no? —interrumpí.

Lo miré un momento y solté la corbata dejándolo en medio de todos esos tipos aunque no se movían, se morían por atacar.

—Seguramente te gustaría, ¿verdad? ¿Te excita pensar en que estos chicos te la metan?

Al decir esto en casi en voz alta, era normal que todos escucharan en un pasillo cerrado. Por lo que uno de ellos se acercó queriendo tocarlo y no sé por qué, pero reaccione de inmediato dándole un fuerte puñetazo en el estómago que le sacó el aire, cargué a Yuuki en mi hombro y lo llevé de regreso al cuarto aventándolo a la cama, cerré la puerta con seguro para que nadie pudiera intentar espiar y me subí encima de él.

—Si supones que voy a permitir que alguien más te toque seguramente eres estúpido, yo no suelo compartir lo que es mío.

Le dije y lo besé metiendo mi lengua en su boca mientras me deshacía de su ropa interior que era la única prenda que poseía justo ahora, soy alguien muy egoísta y si este chico sería mi esposo lo iba a ser en toda la extensión de la palabra, no iba a dejar que nadie más poseyera su cuerpo.