Capitulo 5 - Inconvenientes

Le ofrecí mi saco debido a que ella tenía muy poca ropa encima y afuera estaba cayendo una llovizna fina que había logrado bajar la temperatura del ambiente estrepitosamente. Una vez que llegamos a mi hogar le indiqué que se ubicara en el cuarto de huéspedes, más tarde le diría cuales son mis demandas, por el momento necesitaba descansar ya que había tenido un día demasiado ajetreado.

Cómo aún no confiaba en ella le puse llave a la puerta de mi habitación y también les pedí a los guardias que estaban afuera que estuvieran atentos por si intentaba escapar. Aún no sé que es lo que voy hacer con Emily pero de lo que si estoy seguro es que no quiero dejarla ir.

A la mañana siguiente salí bien temprano hacia la compañía como todos los días ya que tenía una jornada bastante ocupada como de costumbre. Cerca del mediodía estaba reunido con unos clientes cuando fui interrumpido por Chen, el cuál se veía bastante consternado.

—Tenemos problemas —me susurró al oído mientras los demás nos miraban.

—Señores tendré que dar por concluida nuestra reunión ya que debo retirarme. Espero que nuestra cooperación dé excelentes frutos en el futuro —le extendí la mano a ambos hombres y después los acompañe a la salida de la sala de reuniones.

Después de que esos sujetos se marcharon me dirigí a mí oficina acompañado de mí asistente.

—Dime, ¿que ocurrió? —le pregunté sentándome frente al escritorio.

—Perdimos la zona sur, las pandillas de latinos se apoderaron de esa parte y han hecho un verdadero caos en las últimas horas —dí un fuerte puñetazo sobre el escritorio consiguiendo que Chen se asustara un poco.

—¿Cómo es eso posible? Dile al bastardo de Jian que venga ahora mismo a verme.

—Entendido —él retrocedió hasta salir casi corriendo de mí oficina mientras yo desabrochaba con furia mí camisa.

Tan solo un par de minutos después mí primo llegó a la compañía con la misma estúpida sonrisa de siempre.

—Primo, ¿que se te ofre... —antes de que terminara de hablar me abalancé sobre él y le dí una fuerte bofetada.

—Es tu responsabilidad mantener las calles bajo control. Me vas a decir, ¿qué mierda has estado haciendo? —él se limpió un hilo de sangre que tenía en el borde de la boca y luego me miró con frialdad.

—Es fácil hablar desde atrás de un escritorio cuando no eres quien se ensucia las manos —me contestó de manera altanera logrando desatar mi furia, entonces lo sujeté del cuello de la chaqueta estampándolo contra la pared.

—¿Crees que es fácil estar en mi lugar? ¿Acaso sabes lo que es llevar todo el peso de nuestra organización encima? —le pregunté a escasos centímetros de su rostro —. Mis manos estan más manchadas de sangre que las tuyas y sé qué algún día voy a tener que pagar por todo lo que he hecho; en cambio tú, al menos tienes la excusa de decir que estabas siguiendo órdenes —lo solté sin dejar de mirarlo y luego acomodé mi saco —. Ahora vé y has lo que tienes que hacer. Tienes un día para arreglar este problema, ¿entendiste?

—Como tu ordenes, primo —hizo un pequeña reverencia y después se fue azotando la puerta.

—¡Imbécil! —grité tirando todo lo que había sobre el escritorio.

Una de las principales funciones de nuestra organización es mantener el control dentro de la ciudad y si no podemos demostrar nuestro poder las demás organizaciones querrán atacarnos para quitarnos dicho control. Si este conflicto con los latinos llega a oídos de los Wang vamos a estar en problemas.

Esa noche regresé a casa antes de lo normal, estaba muy molesto y fastidiado con Jian por ser tan incompetente. Lo único que quería era estar solo y tratar de despejar mi mente de tantos inconvenientes.

Al entrar a la sala me dejé caer sobre el sofá y luego cubrí mi rostro con el brazo tratando de relajarme un poco, de pronto escuché unos pasos acercándose lo que me puso en alerta. Rápidamente tomé el arma que llevo en la cintura y apunté con ella a la persona que estaba frente a mí llevándome una gran sorpresa en cuanto la ví.

—Mierda, había olvidado que te traje anoche, casi te disparo —le dije a Emily volviendo a guardar la pistola —. ¿Por qué te acercaste silenciosamente?

—Lo–lo siento. Creí que estabas durmiendo y no quería despertarte —respondió con el rostro completamente pálido, al parecer se había asustado.

—Solo estaba tratando de relajarme —volví a reclinarme sobre el espaldar del sofá mientras la miraba detenidamente —. Ven aquí —le pedí golpeando mi pierna.

Al principio dudó en acercarse, pero luego vino hacia mí lentamente hasta detenerse a escasos centímetros de distancia. Primero dobló una pierna y luego la otra quedando de rodillas frente a mi, después comenzó a deslizar sus manos a través de mis piernas y yo no podía creer que estuviera haciendo algo así.

—¿Qué crees que haces? —le pregunté tomándola del mentón.

—Creí que esto es lo que querías —al oír semejante estupidez no pude evitar soltar una carcajada.

—Lo último que querría es tener sexo contigo. Ni siquiera me atraes como mujer —la solté de golpe notando cómo bajaba la mirada al piso.

—Entonces ¿Que es lo que quieres? ¿Por qué quisiste traerme aquí? ¿Por qué aún me retienes contra mí voluntad?

Al oír su pregunta me quedé en silencio tratando de pensar en una respuesta ya que ni siquiera yo sabía porque aún no puedo dejarla ir.

—Emily, ¿recuerdas el cumpleaños de Amelia? Ese día después de que ella se marchó con Jaden me pediste que te llevara de regreso —de pronto se puso pálida nuevamente mientras evitaba mirarme —. Al llegar a tu casa me besaste, incluso dijiste que te gustaba, ¿lo recuerdas? Cómo un idiota te creí pero tú solo me estabas usando para sacarme información.

—Zhao, en ese tiempo yo era una niña y cometí muchas estupideces —su voz temblaba como si estuviese asustada.

—Tú me usaste para averiguar dónde vivía Jaden, en ese momento no sospeché el porque querías saberlo, pero después me enteré que fuiste allá y hablaste con esos adictos —trató de alejarse cosa que evité sujetándola del brazo.

—Déjame ir, por favor —susurró

—Esos bastardos dijeron que tú les pagaste para que le dieran un buen susto a Amelia.

—Yo no sabía que le harían eso, lo juro. Jamás sería capaz de hacer algo así.

—Nunca te preguntaste, ¿que hubiese pasado si Jaden no llegaba a tiempo? Sabes lo que le habrían hecho, ¿no es así? —le susurré al oído.

—Ya basta, por favor. Detente —sus lágrimas caían a través de sus mejillas y yo no podía dejar de mirarla —. Sé que cometí un grave error y no hay un solo día de mi vida que no me arrepienta por ello.

—No te creo. Si estuvieras arrepentida te habrías disculpado con Amelia, al menos habrías hecho algo para ayudar a Jaden a salir de la cárcel, sin embargo preferiste callar y esconderte como una cobarde —le grité enfurecido.

—¡Tuve miedo! No quería ir a prisión. Si se descubría lo que había hecho me habrían detenido —su llanto era tan desgarrador que hacía temblar su cuerpo por completo —. Sé que soy culpable de lo que pasó, pero solo seguí las órdenes de Leslie, ella planeó todo porque quería humillar a Amelia y yo le obedecí solo porque me prometió que ayudaría a mi familia a salir de la ruina.

—¿Estás diciendo que le arruinaste la vida a dos personas solo porque no querías ser pobre? —sonreí irónicamente.

—Lo lamento... Sé que no tengo excusas, pero tienes que entender que lo del abuso no fue parte del plan, esos hombres lo hicieron por su cuenta —se limpió el rostro con las manos —. Créeme que si pudiera cambiar lo que pasó, lo haría sin dudar.

Solté su brazo notando que estaba enrojecido debido a la fuerza con la que la había sujetado; pero aún así, no sentí ningún tipo de remordimiento por ello.

—Es tarde para arrepentirse, el daño ya está hecho, ahora solo te queda pagar por lo que hiciste —le dije levantándome del sofá dispuesto a irme a la habitación.

Caminé hasta el pie de la escalera y cuando estaba subiendo los primeros escalones oí que soltó un suspiro pesado.

—Pagaré, solo dime cuál es mi castigo —me detuve abruptamente mientras le daba la espalda.

—¿Tú castigo?... Tu mayor castigo será convertirte en ella...

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