Prólogo (2/2)

Sara hizo un gesto de dolor al entrar en la acogedora cocina, deslumbrada por la brillante luz de la mañana. La luz no agravaba su dolor de cabeza, pero sabía que iba a revelar lo que ya había visto en el pequeño espejo del cuarto de baño. Tenía ojeras, los labios pálidos, que se había pintado de color rojo, y varios cortes en la piel.

Una piel que estaba demasiado pálida.

Había intentado colocarse un poco el vestido para taparse, pero no lo había conseguido. No era un vestido diseñado para ocultar, sino para enseñar.

La cobarde que había en ella deseó poder marcharse de allí sin que Zero se diese cuenta. Él había sido maravilloso, comprensivo,

pero ¿qué pensaría de ella? Había tenido un accidente con el coche y se había negado a llamar a su padre, a ella misma le parecía una niña malcriada ante esa situación. Contuvo la respiración. ¿Tendría

que enfrentarse a la señora Ruiz esa mañana?

–¿Te duele la cabeza? Puedo darte un analgésico.

Sara se giró. Zero estaba allí, alto, moreno, muy atractivo, observándola con preocupación. Tenía en la mano un vaso de agua y

medicinas. Su tonto corazón se aceleró solo con verlo.

Se sintió avergonzada. Zero pensaba que tenía resaca debido a lo colorada que se había puesto.

Tal vez pensase que hacía aquello con frecuencia, que se pasaba los días bebida o de fiesta.

Cuando quiso darse cuenta, Zero la estaba ayudando a sentarse y le había puesto algo de abrigo sobre los hombros. Algo que

olía a limpio, a bosque después de la lluvia. Como él. Sara respiró hondo y su masculino olor se le subió a la cabeza haciendo que se empapara de ese olor que tanto amaba.

-Gracias.

Sara lo miró a los ojos oscuros y volvió a sentir aquella incómoda punzada de atracción. Zero la abrumaba. Se había sentido atraída

por él desde niña, a pesar de que se llevaban siete años. Siempre le había gustado su vena aventurera y peligrosa, y su amabilidad.

Más recientemente, se había sentido cohibida ante aquel hombre tan guapo y seguro de sí mismo en el que se había convertido. ¿Sabría él que hacía que se le acelerase el corazón?

¿Que hacía que se derritiese por dentro cuando la miraba con aquellos enigmáticos ojos oscuros? Con los que en ocasiones soñaba…

–Con el agua será suficiente – le dijo.

Tiró de años de disciplina y aparentó una seguridad que no sentía en realidad, sobre todo, teniendo que fingir que estar allí

sentada con un traje de fiesta roto, medio desnuda, tenía algo de normal.

–¿Está tu madre en casa?

–No. Duerme en la casa principal cuando hay una fiesta y tiene que levantarse temprano a preparar el desayuno.

Sara asintió, no quería ni pensar en lo que estaría ocurriendo en "El Pinto" en esos momentos.

–¿Estás preparada para hablar de lo de anoche, Sara?

La voz de Zero era suave, le acarició la piel con ternura. A Sara le encantaba cómo decía su nombre, pero no podía permitir que eso la

distrajese, ni tampoco que él lo supiera.

-Gracias por haberme ayudado – le dijo– . Ahora tengo que regresar.

–¿Vas a volver a la casa? – le preguntó él, frunciendo el ceño– .

Anoche estabas convencida de que no querías volver de nuevo allí.

–Anoche no era yo.

–¿Y no quieres hablar de ello? Estabas muy disgustada.

Sara se quedó inmóvil. ¿Qué le había dicho a Zero la noche anterior? No quería contarle el motivo por el que se había marchado

de "El Pinto" de aquella manera.

–¿Sara? ¿Confías en mí? – inquirió él, sentándose justo a su lado.

Era tan atractivo, parecía tan fuerte que, por un instante, Sara deseó desahogarse y contárselo todo.

Sin pensarlo, alargó la mano para tocarle el pelo, pero se detuvo en seco.

Zero no no podía resolver sus problemas. Solo ella misma podía hacerlo, de momento nadie más.

–Por supuesto que confío en ti.

Era el único hombre en el que confiaba.

–No te puedes imaginar lo que significa para mí que me ayudases con lo que sucedió anoche – le aseguró sonriendo– , pero ahora tengo que marcharme y resolverlo por mi misma, de verdad.

Aunque no estaba muy confiada de que pudiera salir del todo bien, Sara sabía que debía de hacer frente a sus problemas ella sola, no debía de cargar a nadie más con cosas que incluían a sus familiares.

Le sonríe, se levanta de la cama y se dispone a dar una vuelta de página a su libro llamado "vida", se despide de el con la mano y cierra lentamente la puerta de la entrada del sitio donde más cómoda se había sentido en mucho tiempo junto a la persona que más amaba.

Había llegado el momento de dar la cara en casa y hacer las cosas bien . Sola

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Comments

Malu Enriquez

Malu Enriquez

O que a tormentara a Sara será un matrimonio arreglado🤔

2022-07-10

0

Eunice Ortiz

Eunice Ortiz

por audios

2022-03-09

1

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