Capítulo 5

— No sé de qué demonios me hablas. — espeté.

— Oh vamos Sahara. Sabes de que estoy hablando. — dijo directo.

Tragué. Francamente sentía mi sangre helada en mis venas, no es que le tuviera miedo a él, le tenía miedo a la verdad. No quería admitir que sí, de hecho, lo seguí, y si eso es tomado como acoso, pues también lo estuve acosando durante veinte minutos desde que salimos de la escuela.

— Sabes perfectamente a qué me refiero, o ¿Cómo es que estuviste en la biblioteca al tiempo que estaba allí con Malia? — preguntó.

Ósea que la nerd tiene nombre y es Malia.

— En primer lugar, la biblioteca le pertenece a mi tía Rosanna, la encargada de la misma, en segundo estaba buscando un libro que me recomendó una amiga del internado, el libro se llama La Casa Torcida de Agatha Christie y en tercera, creo que soy una ciudadana americana igual que tú y tengo derecho a ir a las bibliotecas, y no eres el único al que le gusta leer.

— Bien ¿Y cómo me explicas que también estuviste en McDonald al mismo tiempo que yo?

— Me encanta ir a McDonald a tomar café mientras leo, hace mucho que no lo hacía por estar en el internado, ya que no me dejaban salir de allí, extrañaba hacerlo, así que fui a escribir allí mientras tomaba café. — contesté con toda naturalidad.

Sonrió con arrogancia y yo lo imité sonriendo falsamente. Se puso de pie y se acercó a mí.

— Aún me queda otra pregunta. — asentí para que continuara. — ¿Como me explicas el hecho de que estuvieras precisamente en la misma calle y en el mismo momento en que me asaltaron?

— Por telepatía. — sonreí sarcástica, el frunció el ceño. — Oh nerd, soy una agente del tiempo y tu pediste ayuda para que te salvara la vida. Entonces llegué yo y ¡Paff! le pateamos el trasero a esos maniacos que querían hacer de ti una... dama de compañía... ¡Nah! Simplemente acostumbro a tomar ese camino cada vez que salgo de la escuela, y por si no lo notaste...somos vecinos.

— Tengo una última pregunta. — musitó, puse los ojos en blanco asintiendo con la cabeza — ¿Por qué cuando entraste en acción le dijiste al tipo "¡Ese Nerd Es mío!". — remarcó el monosílabo "Mio".

Sentí mi rostro encenderse, juro que estaba en llama. Abrí ligeramente la boca para decir algo, pero sencillamente no tenía nada que decir ante eso. Me mordí el interior de la mejilla, tratando de calmarme y luego hablé.

— No sé... de que hablas. – dije intentado sonar firme.

Me iba a poner de pie, pero él puso su brazo en el respaldo del sofá haciendo que no tenga movimiento ya que quedó muy cerca de mí.

— ¿Por qué crees que dicen todos en la escuela que soy el tataranieto de Einstein? – preguntó arqueando una ceja.

— No te creas el importante, yo soy tataranieta de Ághata Christie. — lo empujé haciendo que retrocediera. — ¿Alguna otra pregunta?

— ¡Thomas!¡He llegado! — voceó una señora desde el corredor principal y llegando a la sala. — Haré tu favorito, Lasaña. — dijo mirando al nerd.

Era la señora Theresa Alfred, mi vecina desde que tengo uso de razón. La señora Theresa siempre me invitaba a mí y a mi hermano junto con mis primos cuando éramos pequeños a comer pastel de chocolate. Al principio, antes de que eso se volviera una costumbre, todos los niños de nuestro vecindario decían que era una bruja, y que en su sótano tenía todos los utensilios de brujería para cocinar niños.

Claro, con ella comprobamos que no era cierto, no era más que un sótano común, como todos los sótanos de este vecindario, este era un poco distinto ya que tenía todo tipos de juguetes, una vez menciono que tenía un hijo llamado Thomas que vivía en Georgia con su padre y que a le pertenecían todos esos juguetes. Años atrás, antes de que yo me fuera al internado, se fue a Georgia por un tiempo, muchos decían que había puesto la casa en venta, otros que solo la cerró, y así.

Miré a Thomas cayendo en cuenta. Ósea que Thomas era su hijo. Con razón el chico era tan ingenioso.

— ¡Sarah! — chilló Theresa.

— Tía There... —alargué sorprendida de que me recordara ya que había cambiado bastante por los años.

— Guau, estas enorme. — se acercó y me abrazó. — Tenia mucho sin verte.

— Espera Mama ¿Se conocen? — preguntó Thomas.

— Si, ella es la vecina de al lado. — dijo ella mirándome y acariciando mi cabello rubio. — La conozco desde pequeña. Mira, Thomas, que supongo ya conoces, es mío hijo.

Miré a Thomas, de hecho, tenía un gran parecido con su madre, la diferencia es que ella era pelirroja. La señora There, era muy elegante, y atractiva, a simple vista aparentaba de algunos treinta y algo. Pero se sabía que tenía más edad.

— ¿Y a qué debemos el honor de tu visita? — preguntó Theresa.

— Sarah y yo nos conocimos en la escuela hoy. — empezó. — regresando de casa una pandilla me atacó en un callejón, ella llegó y me salvó. Además, me pidió que le rateara el teléfono, ya que tenía un virus.

Sacó mi celular y me lo entregó.

— Muchas gracias, Thomas. — fingí una sonrisa amable. — Y fue un placer verla Sra. Alfred. — musité mirándola.

— No, no, no tan pronto nena, tú te quedas a cenar. — sonó más como una orden.

— Pero...

— Sin peros. — musitó. — Iré a preparar la cena. Thomas quédate con ella y no dejes que se escape.

Eso sonó a secuestro. Thomas me miró y sonrió con complicidad, puse los ojos en blanco mientras que su madre se alejaba hacia la cocina.

(...)

— ¿Recuerdas cuando eras una niña e invitaba a tus hermanos y a tus primos a comer pastel de chocolate? — preguntó Theresa.

— Si ¿Cómo olvidarlo? — inquirí. — Al principio estábamos aterrados por los mitos, pero luego nos empezamos a acostumbrar a que cada vez que estuviéramos jugando en el patio nos invitara una rebanada de pastel. — reímos.

— Los niños son muy imaginativos ¿En serio? ¿Una bruja disfrazada de empresaria? — soltamos una carcajada.

— Creo que me perdí. — comentó Thomas llamando nuestra atención.

— ¿Y entonces? ¿Cómo te va en los estudios? — preguntó Theresa.

— Voy bien, ya estoy en mi último año. — murmuré sonriendo.

— ¿Y cómo está Nick? — preguntó cortando un trozo de lasaña, clavando el cubierto y llevándoselo a la boca.

— Está bien, ya va a comenzar la facultad. — contesté.

— ¿Y qué ha sido de Samuel y Marco? — preguntó.

— ¿Cuál es su apellido? — preguntó Thomas entrando en la conversación.

— ¿El apellido de quién? — preguntó su madre mirándolo confundida.

— El apellido de...Marco. — contestó dudando.

Sonreí mirándolo traviesa.

— Su apellido es Warsberg. — contesté simple.

El abrió la boca ligeramente pensando, luego me miró.

— ¿Es tu primo? — arqueo una ceja.

—¿Lo conoces? — inquirí.

— No, solo he escuchado hablar de él. — contestó.

"Ah, sí. ignorando el hecho de que le gusta a tu amiguita, obvio, todos conocen a Marco Warsberg."

Luego de cenar Thomas me acompañó hasta la puerta. Yo iba a salir, pero él se puso en mi camino bloqueando la puerta.

— Tenemos una conversación pendiente. — murmuró serio.

— Yo no tengo nada que hablar contigo y ahora salte de mi camino. — espeté entre dientes.

— Esto no se queda aquí Sarah, te probaré lo que tu quieres negar. — musitó relajado.

— ¿Y según tu que es lo que quiero negar? — pregunté de manera desinteresada cruzándome de brazos.

— Que te intereso. — se acercó a amenazadoramente pero no me inmuté, no le demostraría nerviosismo. — Te demostraré que te intereso desde que te me quedaste viendo esta mañana en la escuela.

— Si claro. — bufé. — Ya veremos.

Le crucé por el lado y salí de la casa. Caminé hacia mi casa y cuando entré me encontré con cuatro individuos sentados en el sofá cada uno mordiéndose las uñas.

— ¿Qué honda? — saludé.

— ¿Dónde estabas? — preguntó Nick mirándome entre relajado y enojado.

— ¿Recuerdas a la señora Theresa? — pregunté sentándome en el sofá de enfrente.

— ¿La tía There? — preguntó Marco con algo de emoción en su voz.

— Si, la que nos invitaba a comer pastel de chocolate todas las tardes o cada vez que nos veía ¿Qué con ella? — contestó Samuel sonriendo.

— Pues estaba en su casa. — contesté.

— ¿En serio? — inquirió Nick sonriendo.

— Si, está aquí en Mason, además, tiene un hijo llamado Thomas Alfred, y es el nerd de mi escuela. — contesté.

— ¿Nerdi? — inquirió Derek, lo miré con el ceño fruncido. — Si, así le dicen en la escuela.

Pero no le presté atención a eso, sino a que lo dijo como si el también perteneciera a la escuela. Derek y yo no estábamos en la misma escuela antes de que yo me fuera al internado, el prefería estar en el Instituto publico, y mi papá prefería que yo estuviera en el privado, como quiera que fuera yo no tenía ningún problema.

— ¿Ósea que estás en la misma escuela que yo? — inquirí sorprendida.

— Para que veas que no te desharás de mi tan fácilmente. — sonrió pícaro.

La puerta principal se abrió dejando ver a mis padres que venían bromeando y riendo lo cual era raro. Los chicos y yo nos miramos entre nosotros y luego a ellos como si estuvieran locos. Ellos notaron nuestra presencia.

— Oh, están en casa. — dijo mama. — ¿Qué hay Derek? ¿Marco? ¿Samuel? — los saludó con un choque de puños a cada uno mientras sonreían. – Gracias por mantenerla dentro de casa para nuestra llegada.

— Nichole, sigo diciendo que es mala idea lo que vas a hacer. — dijo Saul en modo serio.

CDA; Confundida, desorientada y al margen de todo mi mundo, era como si estuviera pasando algo frente a mis narices y yo ni siquiera me daba cuenta de qué era. En este momento mis sospechas incrementaron por tres razones: primero, papa no reía muy a menudo, y cuando lo hacía era por algo que realmente le hiciera gracia, y no cualquier cosa le hacía gracia; segundo, mama nunca se llevó bien con Derek, en el sentido de que Derek era muy bromista y ella era muy flemática, pero Derek igual seguía siendo como Samuel y Marco, tres chicles difíciles de sacar de nuestros cabellos, y terminamos encariñándonos con él, pero ella seguía siendo cortante, y sangrona, cuando mama gritaba era porque Derek estaba en casa, al parecer era la única forma de sacar de quicio a mama, ya que él le decía "La doña" y eso a ella la ponía con la histeria a flor de pie. En conclusión, mama y Derek eran como el agua y el aceite a pesar de que Derek era hijo de una de las amigas de preparatoria de mama. Tercero: porque mama dijo claramente a mis primos y a mi hermano "Gracias por tenerla dentro de casa para nuestra llegada". Lo cual ameritaba una buena pregunta y era...

— ¿Qué está pasando aquí? — pregunté arqueando una ceja.

Los individuos en la habitación me miraron, mama sonreía emocionada, y los demás cómplices incluyendo a papa el cual repito, no sonreía usualmente.

— ¿Qué? No me miren así me están asustando. — musité seria. — ¿No me digan que financiaron mi persona con un laboratorio para buscar la cura a la Diabetes? De ser así créanme, no es buena idea, no creo que quieran deshacerse de mí, además no soy un experimento químico para crear un medicamente para curar una enfermedad que está científicamente comprobado: no tiene cura.

— Oh vamos, ya te pareces a Thomas Alfred dando una exposición en la clase de biología. – se quejó Derek. — No creo que sea eso.

— Marco, busca un pañuelo. — murmuró Nick.

— En seguida primo. — contestó poniéndose de pie y dirigiéndose a las escaleras para luego desaparecer cuesta arriba.

Estaba empezando a ponerme nerviosa.

— Mi instinto de supervivencia me dice que lo que sea que estén haciendo o planeando para mi está fuera de lugar y no es normal. — dije poniéndome de pie. — Así que si no me dicen juro que saldré por esa puerta y empezaré a gritar como una maniática hasta hacer salir a todo el vecindario pidiendo ayuda.

Papa suspiró y se acercó a mí con los brazos cruzados.

— Te compramos un auto. — contestó serio. Él sabía que era capaz de cumplir mis amenazas así que invento la primera mentira que le llegó a la mente.

Definitivamente algo debía andar mal.

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Comments

Kry

Kry

Interesante a ver qué tal se pone más adelante 😁

2022-03-30

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