Los cuatro chicos frente a mí se miraron entre sí y comenzaron a reír. Sentía como si conocía al chico que amenazó al nerd, el mismo que lo tenía acorralado. Su sonrisa se desvaneció cuando sus ojos negros me miraron.
— ¿O qué? — su voz sonaba retadora.
Ok, repasemos la situación, estaba enfrentándome a cuatro tipos armado, y solo éramos yo y el nerd, que obviamente no iba a poder defenderse. En serio debía estar loca para meterme en líos por un chico al que apenas y se su nombre de casualidad.
— Oh terminaras con el rostro destrozado. — contesté.
— ¿Quién lo dice? — preguntó el chico dando un paso más hacia mi amenazante.
— Yo.
— ¿Y quién eres tú? — preguntó uno detrás de él.
— En serio no querrían saber quién soy yo. — alcé un poco ambas cejas.
— Yo si quisiera, bonita. — el chico de ojos negro acaricio mi mejilla. haciéndome darle un manotazo.
— Cerdo asqueroso, no me toques. — espeté.
El hizo un mohín.
— ¿Por qué no? Chicos tenemos doble cena hoy.
Dos de ellos sostuvieron a Thomas por los brazos. Nos iban a comer y eso solo abundaba mi miedo.
— ¡Déjenme bastardos! — gritó Thomas un poco asustado, pero con el pánico evidente en su forma de hablar, con rabia.
Por un momento me distraje con él, no me gustaba verlo tan asustado, quería decirle que saldríamos de esta y que todo estaría bien, y me daba rabia ver como lo sostenían como conejillo de indias.
— Les dijo que lo dejen. — grité mirando a Thomas con frustración.
Alguien me dio un golpe en el brazo haciéndome soltar la pistola y caer al suelo. Si no es porque tengo mucho reflejo y puse mis manos en el suelo mi cara se hubiera estrellado con este.
Ok, si, sé qué dirán que me creo muy valiente, pero me encantan los problemas y los nuevos retos, además tenía que salvar al nerd de que su primera vez fuera con unos pandilleros de cuarta.
— ¿Por qué? ¿Son pareja o algo así? — preguntó uno de ellos detrás de mí. — Hay dos de nosotros que son Gay, y los otros dos heterosexuales, lo cual nos da la ventaja para divertirnos con esta pareja.
Si mi sexualidad fuera la opuesta me daría vergüenza de admitirla. No es que discriminara a nadie por su sexualidad, pero... prefiero no tocar el tema.
Hice una mueca de disgusto. Un escalofrió recorrió mi espina dorsal.
— Entreguen todo lo que tienen. — dijo el chico que estaba en el lado derecho de Thomas.
Thomas iba a sacar su celular de su bolsillo, pero lo miré negando.
— Como quiera, si morimos, al menos no dirán que no luchamos. — él se quedó inmóvil, sin mover un musculo.
— ¿Quieres morir? — preguntó uno de ellos apuntándolo con un cuchillo, el pobre nerd, temblando, negó con la cabeza. — Entonces hazlo.
— Thomas no seas cobarde, no lo hagas. — espeté irritada.
Sonaba irónico que le dijera que hiciera lo contrario a algo que podía salvar nuestras vidas.
— ¿Me estás diciendo cobarde? Yo no soy un cobarde, solo temo por mi vida, estoy muy joven para morir.
— Eres una fresita.
— ¡Y tú, una huesuda! — contestó.
— ¡Idiota! — grité.
— ¡Mal educada malcriada! — espetó.
— Cuatro ojos.
— Y con ninguno te miro. — contestó.
Abrí la boca indignada achicando los ojos mientras movía mi mandíbula.
— Eres un desgraciado. — arrastré las palabras.
— Vampirina. — canturreo.
— Idiota presumido.
— Al menos soy inteligente. — la arrogancia era evidente en su voz.
— Pero ¿De qué te sirve la inteligencia si eres un grosero de cuarta? — pregunté.
— Al menos tengo futuro, y no soy estúpido. — se defendió.
— Tienes razón. — dije tomando mi barbilla. — Creo que no eres un tonto.
— ¿Por qué crees que me dicen nerdi? — preguntó obvio.
— Eres más inteligente de lo que pensé. — una sonrisa torcida se curvó en sus labios.
Si, pareciera como si estuviéramos discutiendo de verdad, pero el plan era distraer a los tipos con nuestra pequeña discusión. Ya cuando los persuadimos, le di un codazo al que estaba detrás quitándole el arma.
Le di un trancazo en la cara al que me apunto anteriormente con la pistola y Thomas se encargó de los que estaban sosteniéndolo. El chico era inteligente. Les piso los pies a cada uno.
Solté la pistola y le indiqué que fuera saliendo, pero él se negó. Me agaché donde estaba el cabecilla a susurrarle algo.
— Ese nerd. — señalé a Thomas. — ¡Es mío! — grité en su oído.
Tomé la mano de Thomas y comencé a arrastrarlo lejos de allí mientras corría. Continuamos corriendo hasta que estuvimos lo suficientemente lejos y ya no dábamos a basto. Nos detuvimos respirando forzado.
— Eso...estuvo cerca... — traté de respirar normal.
— Gracias...Sarah...fuiste muy valiente. — dijo al fin recuperando la compostura.
— No hay de que, para eso estamos. — le sonreí.
Si supieras que te estuve siguiendo.
— ¿No es una causalidad tremenda? Nos vimos al salir de la escuela, en la librería, en McDonald, y por último el destino te puso en mi camino para que me salvaras la vida. — sentí mis mejillas arder.
— Dice una frase: "Las casualidades no existen, cada cosa sucede por algo". — palmee su hombro. — Ahora, señorita damisela en peligro, lo voy a acompañar a su casa, para asegurarme de que esos chicos no lo vuelvan a molestar.
— Oye, me estas ofendiendo. — dijo indignado.
— Soy Sarah. — dije obvia agitando mi mano como saludo.
El rodo los ojos.
— Pero eso no te da el derecho de ofenderme.
— Adiós cuatro ojos. — continué mi camino.
— Y con ninguno te miró. — me detuve y me giré sobre los tacos de mis botas para encararlo.
— No necesito que me mires, ni deseo que lo hagas, dulce tarde. — me volví a girar y seguir mi camino.
— Oye, no dejaré que te vayas sola. — dijo trotando para comenzar a caminar junto a mí.
— Pensé que yo era la valiente y tú el cobarde, no se me va a olvidar que arriesgué mi vida para salvar la tuya, me debes una. — contesté.
— ¿Ahora me lo hechas en cara? Yo en ningún momento pedí tu ayuda. — reprochó.
Lo ignoré y saqué mis audífonos.
— Ahora me vas a ignorar. — lo miré por el rabillo de mi ojo y noté como cruzaba los brazos sobre su pecho y hacia un puchero haciéndolo ver más Sexy.
El único nerd Sexy que he conocido en mi vida...
Me sonrojé ante ese pensamiento. Me coloqué los audífonos y puse música desde mi I phone. Alguien arrebató el celular de mis manos y desconecto los audífonos. El nerd.
— ¿Oye, que te pasa? — pregunté eufórica.
— Nada, solo llamando la atención. — contestó casual.
Lo miré mal, intentando sacarle mi celular de las manos. Él sonreía divertido.
— Dámelo. — pedí.
— Nop.
Y así se echó a correr, tomé un impulso para luego comenzar a correr detrás de él, si soy la única que puede correr con zapatos altos. Soy muy polifacética.
Casi lo alcanzaba cuando giró a la derecha tomando el camino por mi calle.
— ¡Nerd decrepito devuélveme mi celular! — le grité al borde del colapso.
Cruzamos por el frente de mi casa, mientras yo lo perseguía.
— ¡Idiota de quinta devuélveme mi teléfono! — grité deteniéndome totalmente cansada.
Él se detuvo al ver que no lo perseguía. Se giró sobre sus pies y comenzó a caminar hacia mí con pasos lentos como si el mundo no se fuera a acabar pronto...aunque nadie sabe cuándo.
Se paró frente a mi mirándome directamente a los ojos. Por un momento fui tan ingenua, y pensé que me regresaría el celular, pero no.
—Nos vemos a las nueve en mi casa. — y me cruzó por el lado.
Me giré viéndolo alejarse, le caí atrás toda yo, hasta alcanzarlo. Iba a protestar, pero alzo la mano haciendo que cierre la boca.
—Si lo quieres, ve a mi casa a las nueve sino entonces, lo perdiste, se lo regalaré a uno de los niños del orfanato. Puntual sarita.
Y así cruzó a un lado de la calle, y entró a una casa que precisamente estaba junto a la mía. Ahora no tenía celular.
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Nada me decía que el iba a hacer lo que dijo, solo era un chantaje para que fuera a su casa. De todos modos, tenía que ir a recuperarlo, así que mentalmente me dispuse a calmarme y a prepararme mentalmente para ir mas tarde, ya que ahora debía ir a mi casa refrescarme con una buena ducha, era estresante pensar en que él tenía mi teléfono.
Caminé a mi casa y entré, subí las escaleras, supongo que mis padres estaban en el hospital trabajando. Entré a mi cuarto y me dejé caer sobre la cama. Miré mi reloj de muñeca, aun eran las 6. Suspiré frustrada.
La puerta de mi cuarto se abrió dejando ver a tres chicos insoportables que conocía perfectamente. Resoplé tratando de no salir corriendo.
— ¡Que honda pitufina! — chillaron los tres irrumpiendo en mi tranquilidad y en mi cuarto.
Tenía mucho sin verlos, pero son tan insoportables que me ponen al borde de los nervios.
Marcos, mi primo se sentó junto a mí en la cama y tiró de mi mano haciendo que yo me reincorporara. Me abrazó por los hombros tiernamente, ese era el más tranquilo, pero fíjense, que llegaban mi hermano Nick y mi primo Samy y se inquietaba.
—Te extrañe ¿Sabes? — beso mi cabello.
—Yo más my favorite crazy. — lo abracé por el torso.
—Hey, falto yo. — nos interrumpió Samy jalándolo para que se quitara.
Se sentó junto a mí y abrió los brazos para que yo lo abrazara, pero solo me puse de pie y camine hacia Nisni (Nick), el extendió sus brazos, terminando de atraerme a él y me abrazo.
En sus brazos siempre me he sentido tranquila, él es el tipo de persona que a pesar de que es inquieto tiene un aura que te da paz y calma. A pesar de que solo tiene 19 años tiene mucha madurez, y me ha ayudado a salir de situaciones extremadamente difíciles con tan solo un consejo. Heredó eso de mama.
—También te extrañé chiquita, estas últimas 72 horas sin ti han sido un desastre emocional para mí. — beso mi cabello.
Si, también podía ser un poco exagerado.
— ¿Y qué tal viste a Mirella? — pregunté separándome de él.
— Pues, está bien, dice que vendrá pronto de Guadalajara, pero que el instituto la tiene un poco atareada. — contestó.
— ¿Y Faby?
—Está excelente, la vi bien, aunque un poco rara a lo igual que al tío Fabian y a la tía Melanie. — contestó simple.
Suspiré. Miré mi reloj de muñeca que marcaba las 6:50.
—Si les cuento. — me senté en la cama entre Marco y Samuel.
—Suelta la sopa chiquita. — exclamó Samuel.
Comenzamos a platicar sobre cosas triviales del internado, sobre mi nueva amiga Chantal, del internado, y sobre mi reencuentro con Mag. Las horas pasaron volando entre risas y anécdotas graciosas.
Miré repentinamente mi reloj de muñeca.
7:00.
— ¡Mierda! — exclamé poniéndome de pie.
— ¿Qué pasa? —preguntó Nick.
—Sáquense, tengo que bañarme y cambiarme.
— ¿Para? —indagó Marco.
— ¿Estarías dispuesto a comprarme otro teléfono? — pregunté.
—Mis padres me castigaron, no tengo money. — contestó.
-Ah, pues no indagues mucho y sáquense, necesito privacidad.
—Samuel, revisa la ventana. — ordenó Nick.
Samuel, levantó la persiana de cristal y miró a ambos lados.
—No hay nada. — informó Samuel.
Rodee los ojos. No podían ser mas idiotas.
—Asegura la ventana. — ordenó Marcos.
Samuel cerro la ventana con seguro. Los miré achicando los ojos.
— ¿Creen que metería un chico a mi cuarto? Me conocen muy poco, mi habitación es mi territorio sagrado.
—Es mejor prevenir que lamentar. — dijeron al unísono.
—Son unos idiotas ¡Largo! — los empujé a los tres fuera de la habitación.
—Te tenemos en la mira. — dijo Nick haciendo un gesto con los dedos de sus ojos a mí.
Rodeé los ojos y cerré la puerta golpe. Entré al baño, tomé una ducha, luego salí, me vestí con unos jeans oscuros, un suéter mangas largas de cuello y una chaqueta jean oscuro. Me puse unos botines bajos y peiné mi cabello en una cola alta dejando mi pollina fuera cayendo por mi frente.
Abrí la puerta, tres individuos cayeron al suelo dentro de la habitación. Los miré incrédula y ellos sonreían inocentes.
—No puedo creerlo, a lo que llegan los chismosos-empuje la mano de Samuel. — quítate.
Salí de la habitación y corrí escaleras abajo, llegué al primer piso y me dirigí a la puerta. Al abrirla me encontré con alguien que no esperaba ver en mucho tiempo.
El me miró de arriba a abajo y me sonrió.
—Derek. — susurré sorprendida.
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