Cloe se negó acceder ante la petición de aquel malvado hombre, ya ni siquiera sabía cual de todos era peor. Aquel hombre misterioso quería correrla de su escondite seguro echándole fuera, no, fuera no era la palabra correcta, él estaba tirándola hacia la guarida de los gorilas y su estancia con ellos no sería exactamente bonita y mucho menos refinada.
Negó una y otra vez la cabeza en negación, el dolor de su hombro no era comparado con el sentimiento de preocupación incrustado en su corazón en ese instante ¿Es qué acaso aquél hombre no tenía compasión de una dama en apuro? ¿No podía ver que ella estaba entre la espada de la pared?
-No voy a salir – dijo con la mandíbula tensa y sin previo aviso se posicionó sobre las piernas de aquel hombre
-Si me sacas allá afuera- susurró cerca del oído ajeno -aquellos hombres me mataran y profanaran mi cuerpo ¿No puede usted sentir remordimiento? - Su mirada no mostraba miedo y mucho menos pena de estar sentada sobre los muslos de aquel hombre, aunque en ese momento solo sus instintos de supervivencia eran los que actuaban.
Él solo tragaba grueso sin poder creer el descaro de aquella mujer, su falta de conciencia lo tenía al límite, los sudores eran cada vez más notables y sus uñas hacían presión en la palma de su mano, pero no cedería ante aquella desconocida, quién se atrevió a usurpar sus piernas y aun peor susurrarle al oído sin pudor. Pero él, el gran Kavanagh no se rebajaría en aprovechar la situación y saciar su sed de una dura ****** con aquella mujer inconsciente.
-Por favor, por favor- salió de sus pensamientos cuando ella tomó su rostro entre sus manos y suplicó con voz suave y desesperada. No tuvo más opción que cerrar los ojos y obligar a su cerebro concentrarse en alguna otra cosa, pero ella, su esencia, su olor la suavidad de sus manos contra la piel de sus mejillas, su respiración agitada como si ella pudiese sentir el frenesí que solo en su cuerpo habitaba. Sus manos se deshicieron del pullo y justo cuando el ansiaba tomar su cadera y pegarla más hacía él y sentir sus pechos contra su torso, rosar sus labios con los de él, en ese mismo instante ella fue jalada hacía atrás.
Él abrió los ojos y vio como unas manos la sostenía por su cabellera y otro brazo envuelto entre su cuello, aquella acción hizo que su corazón bombeara y su frustración aumentará ¿Quién demonios se atrevía a tocarla? ¿Quiénes eran aquellos hombres lo bastante estúpidos para invadir su espacio personal?
-Solo diré “Suéltenla" – aquellas simples palabras hicieron que el agarre fuese disuelto y aquellos jóvenes se echaran a correr por su vida.
Él fijó su mirada en sus movimientos, en como ella pasaba su mano por su cuello sin preocuparse de arreglarse el abrigo, el cual dejo al descubierto su clavícula y parte de su busto.
El furor llego a él de la nada y dio una fuerte palmada al lado de su asiento haciéndola sobresaltar por su repentina forma de actuar.
Él mismo no sabía el porqué intercedió por ella y aquello era algo que le frustrada sobre manera. Aquella chica solo fue una intrusa en su camino ¿Por qué debía él salvarla? Pero ella era muy tarde, él había espantado al grupo de acosadores que intentaban llevársela a la fuerza.
-¡Caleb, a casa! Ahora- su chofer abrió la puerta en un abrir y cerrar de ojos. Se sentó en el asiento del conductor y sin preocuparse de ponerse en cinturón de seguridad puso el auto en marcha a un velocidad no prudente. Aquel movimiento brusco produjo que Cloe colisionara contra el asiento delantero.
-Que imprudencia- exclamó exaltada mientras se pasaba la mano por el rostro, pero aquellos dos hombres se mantuvieron callados sin detenerse a preguntar por su estado. El chofer llevaba una cara de terror plasmada en todo su rostro, sus hombros rígidos mientras manejaba y lo más tedioso de todo era que, aquel hombre no se atrevió a responderle y mucho menos a contradecirle a su jefe, mientras este le trataba como una marioneta.
Soltó un suspiro y se dijo así misma que aquello no era su problema.
-Muchas gracias por protegerme – puso una sonrisa en su rostro y volteo hacía el hombre de al lado -Pero yo necesito que usted me permita ir a mi casa, por …-
-¡Calla!-
Las palabras de Cloe se quedaron atoradas en su garganta por la impresión y el susto ante el tono de su voz ¿Qué le pasaba a ese hombre? Pero ella no se le quedaría callada, no señor.
-“¡Qué salvaje, nunca encontrarás una novia!” – sentenció, pero la mirada de reproche de él nuevamente la hizo enmudecer.
Nadie se atrevió a decir alguna palabra en el transcurso del camino, el chofer se mantuvo con la mirada fija y ella decidió mirar a través de la ventana, pero para él los segundos eran eternos. Él yacía con la cabeza apoyada en el cristal del auto y su mano tapando su boca, obligándose a callar sus pequeños gemidos que amenazaban con salir, su cuerpo cada cierto minuto era golpeado por espasmos de placer haciéndosele más difícil mantener la calma. Y todo por la estimulación de aquella mujer tan descarada y sin pudor alguno.
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Comments
Hilda Dinora Perez Nolasco
sin duda😉
2023-03-12
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Rita Calderon
esta bien emocionante
2022-04-12
0
Siileth Contreras Bautista
Pobre ya te van a cobrar la salvada 😅😅
2022-04-11
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