-DEBES ESTAR DEMENTE.
-Eso no está ni cerca de lo que estoy- murmuró bastante satisfecha con la respuesta.
-Sabes, me gusta esta universidad, no quiero QUE ME ECHEN- grito desesperada.
-Solo cierra tu boca quieres, diablos.
Estaban en el salón de profesores, usando sus computadoras revisando el historial de notas de los alumnos.
-Maldición Emily, cuando te dije que necesitaba subir mis notas, no me refería A ESTO!
-Ya ya deja de hacer escándalo, ya termino.
La joven del asombroso cabello negro estaba totalmente extasiada viendo la facilidad con la que podía hackear las computadoras de la escuela, y el correo de los profesores.
Estaba buscando las notas de su amiga Sandra Mayne.
-Bingo- se felicitó Emi
-¿Emily?? Creo que alguien se acerca.
-Ugh maldición, espera falta poco.
Ya había terminado de corregir la nota y las respuesta de los exámenes que ella había resuelto.
-Cielos Sandra de verdad respondiste falso a lo de "la revolución francesa inició con la toma de la Bastilla"
- Ay ya apúrate presumida.
Ahora Emily también podía escuchar las pisadas.
-Vamos sígueme-le instó Emi
La cara de ansiedad de Sandra no inmutó en lo más mínimo a Emily, ella sabía lo que hacía.
Él que se encontraba por los pasillos era el guardia Scott, un novato que no representaba amenaza alguna para aquella avezada joven.
La linterna del guardia apuntó a la sala de maestros. Las puertas tenían unos mosaicos bastante antiguos y los que se encontraban en la pared de la oficina que daba al pasillo eran casi transparentes. Por lo cual por un momento pensó ver unas sombras en el interior. El joven era bastante temeroso, ni él mismo podía creer que haya aceptado un empleo como guardia, entonces escuchó un ruido y sabía que provenía de dentro de la oficina. Dudó por unos segundos, intentando buscarle explicaciones al sonido, para evitarse el tormento de tener que entrar al lugar, pero decidió que lo mejor era entrar y revisarlo.
Sin embargo aquellas bribonas ya estaban fuera.
Emily había descubierto que detrás de uno de los estantes de aquella oficina había un Ducto de ventilación, y éste llevaba hasta el área de espera para padres de familia. Sandra solo quería salir de allí lo mas rápido posible.
-Me pregunto por qué no han descubierto ese pasaje secreto los maestros- se preguntaba Sandra.
-Pero ¿qué no es obvio? - respondió Emily bastante ofuscada- si te fijas bien a nuestro alrededor, estamos en un punto ciego, esta sala no tiene cámaras de seguridad, las otras sí, imagino que no les alcanzó el presupuesto - sonrió maliciosamente.
-y?
- pues - continuó Emily-toda la escuela tiene esos ductos de ventilación, están por todo el edificio Sandra, sería imposible que descubrieran algo que ya saben que está ahí. Es como jugar con los vacíos legales.
-Ay ya para Emily que das miedo. Y gracias por lo de la nota.
-Tranquila, para eso estamos ¿no?
Ahora con lo de la nota hecha, Sandra no podría incriminar en nada a Emily, porque expondría lo de la modificación de sus notas y ambas serían expulsadas, A Emily eso no le importaba, era muy lista, y podría entrar a cualquier casa de estudios, pero Sandra a duras penas podía pasar los cursos.
Con este favor Emily había ganado el silencio de su cómplice.
.
Al día siguiente.
-Querida Roomie, ¿lista para comerte el mundo?- dijo Sandra bastante animada molestando a Emily, que sabía que detestaba levantarse temprano.
-Ah mejor mátame no crees- respondió quitando a Sandra de su encima mientras ésta no dejaba de reír.
Sandra era una linda joven pelirroja bastante ingenua, por no decir torpe, de ojos casi ámbar muy animosos, las pecas decoraban su rostro dándole un semblante bastante angelical, tenía una silueta muy delicada que atraía muchas miradas deseadas e indeseadas, sin embargo eran opacadas por las de su "querida roomie".
Emily había crecido y se había vuelto una joven muy hermosa, sus enormes y ligeramente gatunos ojos celestes llamaban la atención de cualquiera que estuviera cerca de ella. Su cabello llegaba hasta su cintura, con unas suaves ondas que parecían bailar junto a su menudo cuerpo. No era muy alta, pero había desarrollado unas curvas que eran la envidia de toda la casa de estudios. Sandra siempre la molestaba por su pequeña y fina cintura.
-tanta maldad hace que sólo consumas calorías de esta parte - decía Sandra mientras pellizcaba la cintura de Emi.
- ¡Basta! - decía Emily avergonzada y sonrojada.
Además tenía unos pechos bastante rellenos para la estatura y grosor que tenía, era bastante delgada, tenía una espalda muy angosta, todo ello resaltaba mucho sus caderas. Emily se había obsesionado con un curso de defensas personal, se volvió experta en ello, sus tonificadas y esbeltas piernas eran excelentes al momento de derribar rivales más grandes que ella.
Y todo el mundo era más grande que ella.
.
.
.
Su vida volvió a dar un giro inesperado cuando descubrió que alguien mandó a asesinar a su familia.
Había cumplido 8 años, dos años después de que Jared la devolviera a su familia.
La pequeña Emily resultó ser un gran reto para la familia Thorne, era bastante rebelde y tenía una gran habilidad para sacar de quicio a sus cuidadores, consiguendo lo que buscaba con mucha facilidad.
-jajajaja no puede ser que una niña de 8 años los ponga en jaque-se mostró bastante divertido el patriarca Hugo Thorne con la delirante escena que le describían.
-No estoy mintiendo, esa niña es el demonio en persona- respondió la criada bastante segura de sus palabras.
-No es un demonio, es inteligente- respondió el abuelo.
La pequeña Emily salió de su habitación y vio una luz saliendo de donde se supone está el comedor, en el primer piso.
Ella no tenía miedo a la oscuridad, ya ha visto la muerte cara a cara, no había nada que pudiera asustarle.
Bajó cuidadosamente, con extremo sigilo, evitando que alguien pudiera oír sus pasos.
-Por eso opino que debería mandarla a un internado, es demasiado lista para nosotros, se aburriría aquí - sentenció la criada.
Sí había algo que realmente asustaba a Emily y era volver a estar sola. Puso su mano en el pecho para poder calmarse.
-No - dijo el abuelo, para alivio de Emily, pero lo que diría a continuación haría que la cabeza de la niña estalle. - Sus padres fueron asesinados, de eso no hay duda, esa niña ha sufrido mucho, si la dejo fuera de mi alcance, quizás podrían querer terminar lo que iniciaron hace 4 años.
La cabeza de Emily se llenó de los momentos felices que había vivido con sus padres, sus besos, sus caricias, su amor, cuando de repente todo se tiñó de sangre.
Fueron alertados por los gritos de la niña, hasta encontrarla tirada en el piso gritando sujetándose la cabeza. La criada la tomó y la abrazó intentando calmarla.
Lo único que logró es que quedara dormida, porque calmada sólo volvería a estarlo cuando encuentre a quienes le arrebataron a las personas que más amaba en la vida.
Sabía que podía lograrlo, de Jared aprendió que no hay límites, ni siquiera para un niño.
.
Emily era una niña muy lista, su inteligencia era avasalladora, pero sus habilidades sociales dejaban mucho que desear.
-Eso no me interesa -solía decirse - debo aprender lo más que pueda, solo así podré comerme el mundo.
Cuando ingresó a la universidad, supo que ya estaba por comenzar a ejecutar su plan. Pero debía ser cauta, aún estaba en riesgo pues, jamás pudieron hallar a los asesinos de sus padres. Tampoco sabía si ellos sospechaban que ella seguía con vida, y menos algo acerca de lo que buscaban atacando directamente a los Thorne.
Ella podía recordar con exactitud como sintió que algo chocó el auto en el que se encontraban, pero cuando pudo por fin hablar con quienes habían sido su segunda familia, ninguno supo explicar cómo fue posible que un accidente de tan increíble magnitud pudiera darse de la nada.
*
-Quizás no fue un accidente - dijo Jared
-No seas ridículo - replicó Ethan- como van a llevar una pared de la nada, al medio de la nada y luego desaparecer junto a ella.
-Yo solo digo que en esta vida todo puede pasar - dijo Jared solemnemente y luego clavó la mirada en Emily- de eso es lo que tienes que estar plenamente segura, que nada de lo que crees es realmente lo que parece.
"Nada es lo que parece"
*
-Estimada Emily, me encanta ver que pueda descansar tan placenteramente - recitó el profesor de economía en voz muy alta despertándola de ese sueño tan aclarador.
-Podía - respondió tozudamente- evitando mirarle a los ojos, ya que ese sueño había humedecido sus ojos, y formó un nudo muy profundo en su garganta, añorando un pasado que nunca más volverá.
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