El banquete de bodas fue un espectáculo silencioso. Nadie se atrevió a mencionar el nombre del hombre que se había casado con Marcus Collins, el tercer príncipe de Malasy.
Por órdenes del rey —y por puro instinto de supervivencia— todos los invitados fingieron que aquello no había ocurrido.
Los padres de la novia fugitiva, la señorita Mayra, ni siquiera aparecieron. Lo cual fue, por cierto, un alivio para todos. Se habían mostrado encantados con la boda… hasta que la reina, entre copa y copa, empezó a insinuar que su hijo legítimo, el mayor, era el verdadero heredero.
Eso bastó para que el entusiasmo se transformara en distancia, y la obediencia en cobardía.
Al caer la noche, el banquete se volvió incómodo. Nadie entendía si debía brindar, reír, o huir.
Marcus, en cambio, lo tenía muy claro.
—Ah, esto apesta. Ya quiero irme —dijo con el fastidio de quien está en un funeral, no en su propia boda.
—¿Qué pasa, esposo mío? —preguntó Santiago, divertido—. ¿Está ansioso por pasar nuestra noche de bodas?
—No digas estupideces. Odio estar rodeado de hipócritas.
El público, pobre y crédulo, interpretó aquella seriedad como tristeza por el abandono de la novia.
Si supieran.
El hombre que antes era Marcus Collins había muerto.
Y en su lugar vivía Lary: un exnarcotraficante con mal carácter y un instinto para la venganza que haría temblar a cualquier corte.
Cuando por fin terminó la pesadilla del banquete, Marcus se despidió de los invitados con la sonrisa más falsa que pudo fabricar y se marchó a su residencia.
A su lado, por supuesto, iba su nuevo esposo: el rey Santiago Villarroel, conquistador de Decértica y dueño de la paciencia de un santo… o de un verdugo.
En un carruaje aparte los seguía Simón, el mayordomo de Santiago, un hombre de edad avanzada que parecía haber visto más guerras que amaneceres.
—Ese hombre que viene detrás… ¿es confiable? —preguntó Marcus, sin apartar la vista del camino.
—Por supuesto —respondió Santiago—. Me crió desde que tengo memoria. ¿Por qué la pregunta?
—Porque mi residencia está infestada de espías de la reina y su hijo, mi querido hermano mayor. Me desharé de ellos pronto, solo necesito tiempo.
—Si lo prefieres —replicó el rey con calma—, podemos compartir la mía.
Marcus sonrió.
—No es mala idea. Prefiero dormir con un desconocido que rodeado de traidores. Pero será solo temporal.
Claro que sí. Temporal. Como toda catástrofe que promete durar poco y termina haciendo historia.
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Cuando llegaron a la residencia del príncipe, Marcus notó algo curioso: los sirvientes no se sorprendieron al ver que el acompañante era el mismísimo rey de Decértica. Ni un gesto, ni una exclamación.
Demasiado silencio para ser inocente.
“Perfecto”, pensó. “Hasta los ratones de esta casa deben tener línea directa con la reina.”
Y Marcus no se equivocaba.
Casarse con un rey extranjero había sido un golpe político monumental. Ahora, la reina perdía control. Y eso, para alguien acostumbrada a mover los hilos del poder, dolía más que una corona rota.
—Rita —dijo Marcus, con esa voz nueva, firme y peligrosa—, llama a todos. Tengo un anuncio importante.
La mujer asintió con un gesto mecánico, aunque su expresión de desagrado hablaba por sí sola.
Poco después, toda la servidumbre estaba reunida en la sala principal.
—Atención —anunció Marcus—. Este hombre es mi esposo. Por lo tanto, puede disponer de todo lo que hay aquí igual que yo.
Un murmullo se deslizó entre los empleados, hasta que uno, más valiente o más tonto que los demás, se atrevió a hablar.
—Señor, ¿no sería la señorita Mayra quien debía ocupar ese lugar?
Marcus sonrió, con esa mezcla de cinismo y encanto que solo alguien que ha enterrado su pasado puede dominar.
—Sí. Pero la muy… traidora se fugó con mi hermano. Así que elegí a alguien mejor. Y para ser sincero, me gusta más este modelo.
Incluso Santiago levantó una ceja.
La frase había dejado sin aliento a los sirvientes, que intentaban comprender si el príncipe se había vuelto loco o si siempre lo había estado.
—Ah, y casi lo olvido —añadió Marcus—. Simón, el hombre que está allá atrás, se hará cargo de la casa. Tiene mi autorización para despedir y hacer lo que le plazca con el personal.
Simón abrió la boca para replicar, pero Santiago le lanzó una mirada que bastó para sellar su silencio.
Las caras de los empleados se tensaron: perder el control de la residencia era perder el oído de la reina.
Marcus se dio cuenta. Y no olvidó la expresión de Rita, la sirvienta, que apretaba los labios con tanta fuerza que se le pusieron blancos. Ella sería la primera en caer.
Después de dejar claras las nuevas reglas, Marcus se retiró a su habitación.
Necesitaba pensar, asimilar… y planear su próximo movimiento.
Sabía que el antiguo Marcus había muerto envenenado, y su instinto —el mismo que lo había mantenido con vida en las calles de su otra vida— le decía que la verdad estaba más cerca de lo que creía.
Estaba a punto de cerrar la puerta cuando una mano la detuvo.
Una mano fuerte, cubierta por el guante de un rey.
—¿Acaso piensa dejar a su esposo dormir en el pasillo? —preguntó Santiago, con voz grave.
—Por supuesto que no —replicó Marcus, acercándose—. Quiero disfrutar mi noche de bodas.
Y antes de que el rey pudiera responder, Marcus lo tomó por la corbata y lo arrastró dentro de la habitación.
Cerró la puerta con un chasquido.
El beso llegó sin aviso. No fue tierno ni violento, sino un campo de batalla en el que ninguno quería rendirse.
Santiago lo recibió con calma peligrosa, una que decía “sé exactamente lo que haces, y me gusta verte intentarlo”.
Marcus se sentó sobre sus piernas, sin dejar de besarlo, y por un instante pensó que el rey no respondería. Pero lo hizo.
Y cuando sus manos descendieron con la autoridad de quien nunca pide permiso, Marcus comprendió algo:
esa noche no dormiría arriba.
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Así terminó la boda más escandalosa del reino y comenzó una alianza que haría temblar a Malasy.
Y aunque nadie lo supiera todavía, el caos apenas estaba empezando.
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Comments
como yo no dos 👌🙌👌
jajajajaja te toco ser el pasivo
2025-10-11
0
Haku Luth
literal dijo "así que lamanle la bolas o ya verán como le hacen para que no los despidan*
2025-09-12
4
Estrella Guadalupe Martinez Vera
jajajaja UPS 🤣🤣🤣🤣
2025-08-25
0