*AHOGADA*
CAPÍTULO 5
Y así fue.
Luego de ver mi reflejo se levantó un poco mi ánimo. Tome un suspiro profundo, cerre los ojos y llene mi cuerpo de toda mi disposición para salir de la habitación, y al salir me topé con Enzo.
– Upss amor lo siento, casi te piso, olvidaba como caminar en tacones –Dije al soltar una pequeña risita.
–Te disculpo sólo porque te ves hermosa – dijo en tono sincero. Yo sonreí y el tomó mi mano para hacerme dar una vuelta en mí. – Realmente preciosa –Habló nuevamente y yo solo retribuí sus halagos con otro.
– Tu luces muy guapo está noche, yo soy la afortunada. – Él besó mis nudillos como todo un caballero, nuevamente volvía a tener frente a mi al hombre del cual me enamoré.
– He comprado la comida favorita de mi madre, está en la cocina, ve a poner la mesa mientras yo los recibo – me ordenó.
– ok cariño, en unos minutos estará todo listo – contesté. En cuanto Enzo se dirigió hacia la sala yo caminé a paso apresurado hasta la cocina para organizar la vajilla y la mesa, todo debía estar en perfecto orden pues un sólo error podria arruinar la paz de los últimos días.
Mientras terminaba de colocar el último cubierto en la mesa escuché el timbre de nuestra casa, por instinto me arregle el cabello con las manos y caminé con rapidez hacia la puerta junto con Enzo.
– ¡Hola! – Saludaron al unísono su madre, padre y hermana.
– bienvenidos, pasen – los invitó Enzo quien mantenía una relación poco estrecha con su familia.
– ¡Adele que alegría verte! – me saludo su madre con un beso en la mejilla.
– Lo mismo digo señora Doris – conteste correspondiéndole con una sonrisa sincera.
– Estas preciosa – agregó mi cuñada a quién yo veía como lo más cercano a una amiga, aunque obviamente no podía contarle lo que sucedía en mi vida.
– Gracias Eli, tu igual.
Luego de saludarnos y sentarnos un rato en la sala de estar para conversar sobre cosas triviales, finalmente llegó la hora para cenar, Enzo se mantenia a mí lado en todo momento, todo iba de maravilla.
– Cariño el vino está sobre el mesón de la cocina – agregó con mucho cariño mientras todos se ponian de pie para ir al comedor.
– En un segundo lo traigo – conteste alejándome.
Me dirigí hacia la mesa y antes de entrar al comedor pude escuchar un poco de lo que estaban conversando. Enzo, platicaba con sus padres sobre un viaje que debía costear con todo pago para un cliente en Buenos Aires, sería un negocio que al desarrollarse le dejaría muy buenas ganancias, eso fue lo que dijo.
Al escuchar aquellas palabras de mi esposo quedé atónita no podía creer que sacaría dinero para un cliente pero a mi me había dicho que en este momento no podía pagar un viaje para visitar a mi madre, la rabia y la decepción se apoderó de mi haciendo que resbalara de entre mis manos la botella de vino, causando un sonido estruendoso al caer al suelo, sabía lo que costosa que era la botella y no sólo eso, Enzo me castigaria por arruinar la cena.
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