Faltaba una semana para que mi examen iniciará, en ese transcurso lo que hice fue que llegando de trabajar tenía que repasar, ya había estudiado antes, pero dejé de hacerlo cuando todo se me junto, así que este era mi plan rutinario para lograr obtener mi lugar en la universidad.
Un compañero de mi trabajo era muy amable conmigo, y cuando mis horarios eran nocturnos él me acompañaba, se llamaba Axel, no era feo, me rebasaba a lo mucho unos centímetros más, yo no soy tan bajita. Tenía un cabello rizado, que le llegaba de largo a los hombros con un color castaño claro, parecía que tenía mejor cuidado su cabello que el mío, y unos ojos con un tono leve verdoso, la verdad, traía a varias chicas de tras, pero, yo no, solo éramos amigos.
Una noche me invitó a un lugar concurrido que era típico de ir cada fin de semana, yo no salía, siempre era de mi casa al trabajo y del trabajo a casa, pero ese día fue un viernes, tenía el fin libre, y el lunes mi examen, así que decidí ir y distraerme un rato de mi rutina, llegue a casa temprano, me maquille, me arregle, tenía un vestido que no había usado antes, color negro, con un escote en la espalda, llevé unas medias que llegaban arriba de mis rodillas, use unas zapatillas negras, no tan altas, me planche el cabello, use mi labial rojo intenso, y ese día había decidido teñirme el cabello use un tono entre gris y morado, me había encantado.
Cuando termine me mire al espejo y me sentía poderosa, un sensación que hace mucho ya no sentía, había recuperado en mi, ese amor que apagaron, salí diva a disfrutar de lo que la vida me tenía.
Axel estaba fuera de mi apartamento, traía el auto de su padre, y me llevo a dar la vuelta y ese lugar increíble del que tanto hablaba, era un restaurante, con muchas luces y en la parte de arriba una terraza ambientada, arreglada, donde las personas podían bailar, cantar, tomar el aire, disfrutar.
En un momento me aparte, fui al tocador, cuando de repente, un grupo de amigas entro riendo a carcajadas, y una dulce voz se escuchó:
X- Deberíamos irnos, creo que ya no es divertido (Lo dijo con un tono angustiante), no me estoy agusto, y creo que están bebiendo un poco de más.
Sus amigas solo se rieron y le comentaron:
Y: Ahorita nos vamos, porqué debes de arruinar el buen momento, no es nuestra vuelos ser divertidas y tú no, además, ni hemos tomado tanto, solo estás exagerando para que así caigamos en lo que dices y nos retiramos.
Z: Y si tanto quieres irte, vete, si te parece llamamos un taxi, para que te puedas retirar, ya mañana te vemos y contamos de lo que te perdiste.
X: No sé preocupen (enojada), llamaré a mamá a que venga a recogerme, las veo después.
No quise alzar la mirada, no quería parecer chismosa, anduve pensando en cómo sería esa chica, con esa voz suave, dulce y tierna, parecía una pequeña niña perdida en un centro comercial. Una niña que entre sus amistades se sentía excluida, una pequeña extraviada en un mundo que desconocía.
Al momento que salieron, quise ir a tratar de buscar quién era, ya iba entre la multitud, no logré alcanzarla a ver, no pensé más al respecto, al final, porque, siempre escuchamos y vemos personas, cada día en el transcurso, y no es que te quedas esperando a conocerla más, por eso, lo deje pasar, deseando que esa chica misteriosa, estuviera bien, que lograra ir a casa sana y salva, y que a lo mejor, evitará ya seguir manteniendo relaciones amistosas de esa manera.
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