III.-Confianza

El cuerpo de Ria permanecía inmóvil en el sillón y Carlos se quedó a media palabra. Ambos estaban hablando de cualquier cosa hasta que la chica había silenciado sus labios por el sueño.

Carlos entendía perfectamente porque se había quedado dormida, sus ojeras le daban un incentivo que necesitaba. Y aunque era atrevido de su parte, se sintió en la confianza de ayudar a la chica que necesitaba su apoyo.

Por lo que tomo al recién nacido y plácidamente lo dejo en su cama.

Vio el caos de la ropa y se puso en marcha, él amaba los quehaceres del hogar, con su trabajo le permitía realizarlos y disfrutar de ellos. Sin embargo, su ex esposa se aprovechaba de la situación, hasta ahora se había dado cuenta que él había puesto todo para que la relación funcione, pero al final, quien daba todo era quien terminaba mal.

Así que rompió su frustración con la ropa, metió todo el cesto de ropa y se dirigió hacia su próximo cometido, la sala.

Y así pasaron las horas para él, limpio, sacudió, incluso hizo una buena comida para que la vecina se levantara con todo el ánimo. Carlos se sintió en la responsabilidad y aunque ni el mismo comprendía porque ayudaba a una desconocida, se sintió perfectamente bien ayudando a los demás.

Entonces, terminando todo, se sentó en un sillón y observo con detalle a la chica frente él. No iba a negarlo, la chica era preciosa, su cuerpo ya no estaba hinchado como la última vez que la observo, ahora sus anchas caderas le daban el aspecto sexy de una mujer madura.

Por primera vez en todo el tiempo, el corazón de Carlos latio con fuerza, Ria se sentía indefensa, como si fuera una niña pequeña apretando con fuerza su cojín. Pero el mismo sabía que aquella indefensa mujer tomó el mejor riesgo para tomar sus sueños por delante.

Eso hizo que Carlos admirara a la mujer desconocida.

Él tenía que obtener su nombre al momento que despertara.

Ria abrió los ojos y se regañó a si misma. No debió quedarse dormida, eso era algo tonto de su parte y el silencio la puso en alerta, se levantó enseguida y lo primero que pudo observar fue a Carlos, tomando una copa de vino y ahí fue donde ella se dio cuenta de que su vecino era atractivo.

Su cabello era una maraña en su cabeza, el cabello negro no era su mejor fuerte. Su nariz chata y sus labios delgados solo lo hacían que sus ojos color miel resaltarán. Su cuerpo era atlético, pero no como un hombre que se ejercitará, más bien era de un hombre trabajador.

Y aún más se dio cuenta que lo era cuando el desastre que había dejado antes de dormir había desaparecido. Incluso su ropa colgaba en el perchero del balcón.

El rubor apareció en sus mejillas, la pena inundó su mente y no sabía como proceder, él había hecho todo lo que le correspondía y ella solo se había dedicado a dormir.

Definitivamente necesitaba un ayudante.

Pero cuando su bebé se quejó, toda la pena abandonó su cuerpo, ella se levantó enseguida y tomó al bebé en sus brazos. Por vez primera, el pequeño Jack abrió los ojos hacia su madre y ella solo se dedicó a sonreír.

Carlos tenía razón, ambos necesitaban unas horas de sueño y ahora que lo tenían, el se demostraba dulce. Ni ella comprendió como los pediatras jamás le habían informado de aquello.

Miles de dólares tirados a la basura.

—Muchas gracias por hacer esto— Dijo sinceramente.

—No hay de que, lo necesitabas. No sientas pena de pedir ayuda, es necesario.

Ria arrugó el entrecejo y Carlos reprimió un claro deseo que resurgia de su cuerpo. Si, sentía aquella atracción que hacía que su miembro despertara de su sueño de belleza.

—No se como agradecerte, pero al menos permíteme pagarte...

Ria dejó al bebé en sus brazos y camino hacia su bolso, saco la chequera y comenzó a garabatear algo más que unos simples centavos.

Pero Carlos la detuvo, tomó entre sus manos la pluma e invalido el cheque con un enorme rayón que llenaba la hoja. El no quería su dinero, ni siquiera quería un agradecimiento por algo que él había hecho de buen corazón y ni hablar del placer de sentir que todavía podía hacer algo por una mujer.

Su ex esposa había dañado toda autoestima que sus padres habían forjado a lo largo de su vida. Ahora, se sentía una alma solitaria y llena de inseguridades por el sexo opuesto. Pero con Ria, el sentía que era totalmente diferente, su aura demostraba ser una mujer de carácter fuerte y con buenas intenciones.

Pero Carlos no sentía que Ria podía ser algo más que su simple vecina.

—No, solo... invitame la cena ¿Que te parece?

Ria se sonrojo por la invitación, nadie a su alrededor había logrado tal atrevimiento. El mundo entero le temía y no era para más, era jefa editorial de la mejor empresa del país, ella solo sabía cómo ladrar órdenes y cuando el mundo entero se enteró que Iba a ser madre, siempre se lamentaron del recién nacido.

Pero Ria por dentro era todo lo contrario, cuando se quitaba el traje, ella era todo lo contrario. La dulzura y los buenos modales que sus padres les enseñaron florecía. Pero debía mantener el ceño fruncido y la mala cara para que el mundo respetara a la mujer que era.

Y peor aún cuando creían que por simplemente no tener un miembro no podía hacer absolutamente nada.

Ella levantó la mirada y asintió al hombre frente a él, el había visto la peor versión de ella, por lo que sintió la necesidad de demostrarle que también podía ser una mujer guapa y con buen gusto.

Carlos quería gritar a los cuatro vientos cuando la chica asintió frente a él, por un momento sintió que de ella no merecía ni los buenos días, pero ahora que ella había aceptado una cena con él, hizo que su corazón golpeara de prisa.

Aunque la situación era muy fácil para ambos era un paso muy grande que los hacía unirse aún más.

Ria observo al bebé que por vez primera observo los muñecos que ella había mandado a hacer especialmente para él, su hijo necesitaba una figura paterna y aunque no podía decir con rapidez que Carlos era su objetivo, el abrir su corazón era un buen paso para lograrlo.

Ahora más que nunca se dio cuenta que si, necesitaba un hombre a su lado. Por un lado ella se decepcionó de si misma, creía que podía lograrlo, sin embargo, el ejemplo que su vecino le había demostrado solo le daba a entender lo obvio, que tenía que ceder en esto.

—Por cierto ¿Como te llamas?—Su voz sono patética, la había invitado a comer pero jamás había sabido su nombre.

Ria sonrió hacia el chico, sus ojos eran intensos y ni hablar de sus manos, a ella le atraía esa parte del cuerpo.

—Ria—Dijo timidamente— Ria Miller

Carlos asintió y ella esperó pacientemente a que el la identificara, aunque dudaba que el chico conociera sobre revistas sobre moda. Pero si su nombre estaba pegado en algunos edificios. Cuando el chico solo levantó su mirada y nada pasó, ella suspiro de alivio. No quería que el primer chico que se atrevía a invitarla a comer juntos la juzgara de la manera que el mundo entero lo hacía.

—Bueno, Ria Miller, no sabia que preparar y lamentablemente tu refrigerador necesita una limpieza por lo que hice mi mejor esfuerzo y prepare— El camino hacia la estufa y abrió la gran olla frente a él— Sopa.

Sin darse cuenta, Ria arrugó la nariz. Ella odiaba la sopa, sus padres siempre intentaban dársela a la fuerza, pero ahora, no podía poner ningún pero. El gesto del chico la conmovió solo un poco.

Pero Carlos no fue ajeno a su gesto, enseguida su rostro decayó.

—¿No te gusta?—Sus sentimientos cada vez lo hacían sentir ajeno. Él nunca se había comportado de esa manera.

—No, si me gusta, gracias.

—No, veo tu rostro y dice lo contrario. No debemos obligar a alguien a que coma algo que no le agrada ¿Que te parece Comida China o algo mejor? ¿Como una gran hamburgesa?

Carlos la observo, él mismo sentía que estaba tomándose muchas atribuciones, pero otra parte de él no le importaba, sentía que aquella visita estaba destinada y no debía desaprovechar la situación.

La espera lo alertó cuando ella pensó un poco, posiblemente ella era vegetariana y su ánimo cayó un poco más. Él necesitaba una gran hamburgesa, pero respetaba los gustos de los demás.

—Creo que una Hamburgesa me parece bien, aunque debe de ser una de menor cantidad, mi estómago esta algo sentido de no comer a tiempo.

El suspiro aliviado y camino hacia la puerta, definitivamente Ria Miller era una chica que si le interesaba.

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Comments

ana

ana

Estaría necesitando uno igual pero con otro nombre 🤭

2024-07-09

0

Elizabeth Martinez

Elizabeth Martinez

Pobrecito de carlos lo obligaron hacer vegetarianos

2022-04-30

1

KERA ✨

KERA ✨

¿cómo consigo uno así?... es pa una tarea

2021-10-17

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