V.- Tonterias

Carlos por vez primera sentía que la mujer frente a ella podía superar el posparto y todo lo que se le avecinaba. Sin embargo, en algo ella tenía razón, no iba a poder sola criar a un bebé y más si tu mente te jugaba una mala pasada.

Por qué si, cuando había algo mal ahí adentro era difícil salir por sus propios pies. Fue entonces, cuando la mayor idea descabellada apareció en su mente.

Ria, observo a la persona frente a ella. Por vez primera sentía como la presión de sus hombros desapareció. Era gratificante tener a alguien que pudiera escucharla.

—Se me acaba de ocurrir algo. Suena descabellado y no creo que tu quieras—Carlos estaba emocionado, en el fondo de todo él quería ayudar.— Puedo cuidar un par de horas diarias a Jack.

—Pero... no te conozco. — Sus palabras la habían sacado de sus pensamientos y esta vez volvió el nerviosismo.— No puedo...

—Puedo cuidarlo aquí.

Ria no iba a negarlo, una parte de ella, solo una muy pequeña se sentía aliviada de contar con alguien.

— ¿Tu no trabajas?—En el instante que ella pronunció esas palabras, lo lamento. No iba a olvidar que la platicadora era ella.

—Soy libre, tengo tiempo.

Ria detuvo sus manos para observarlo, tenía que darle incluso más que esa información. No podía dejarlo entrar a su casa diario y solo darle esos datos.

—¿Sabes que me tienes que dar más que esa información?

Carlos la miró, su pequeño entrecejo la hacía ver preciosa. Su estatura era perfecta para ella, la hacia ver sexy pero también adorable, para él, Ria podía ser una especie de bruja que con solo una mirada, podía entregarle hasta su cuenta bancaria sin decir nada más.

—Bien, estoy soltero, soy B+, no tengo adicciones y soy contador en una empresa que me deja hacer lo que quiera si entrego el trabajo a tiempo ¿Bien?

—No me es suficiente— Ria estaba divirtiéndose ala verlo de aquella manera— Vas a cuidar a mi hijo ¿Recuerdas?

El levantó la mirada y por un segundo vio como las comisuras de los labios de la chica se esforzaban por mantenerse a raya.

—¿Seré tu niñera?— Ella le dirigió una mala mirada y Carlos se rindió, si, la mujer podía hacer lo que el quisiera— Bien, tengo experiencia. Mi hermana tiene un pequeño monstruo de dos años que cuando llego a este mundo fue la situación más caótica que he vivido, incluyendo el divorcio. Leí demasiados libros, miles de páginas de internet y por supuesto, visité a algunos doctores. Así que me siento capacitado para cuidar a Jack.

Carlos estaba muy confiado, su amplia experiencia con el hijo de su hermana lo hacía sentirse así. Pero lo que él temía era que no fuera suficiente para Ria y por lo que sus ojos demostraban lo hacían sentir ansioso y preocupado.

—Está bien, pero tengo unas cuantas condiciones.

La mujer se levantó de su asiento y camino de un lado a otro. La mirada del chico la hacía sentir nerviosa, algo que jamás había pasado. El tenerlo cerca quizá iba a ser peligroso, ella lo notó cuando sus ojos posaron los suyos. Era inevitable negar que ambos se atraían, o bueno, era lo que ella creía.

—Uno, será aquí en mi casa—Ria levanto su delgado dedo. —Dos, solo serán dos o tres horas y Tres, cincuenta dólares la hora.

Carlos, que estaba tomando su refresco de cola se atragantó, si que le gustaba desperdiciar el dinero.

—¿No crees que es exagerado esa cantidad de dinero? —Tomo una servilleta y limpio las comisuras de sus labios —¡ Solo miraré al bebé dormir!

—No, se me hace justo. Jack al parecer puede hacer su propio desorden cuando se lo propone. ¿Recuerdas? Parecía un zombie hace un momento.

—Si pero... es demasiado— El chico arrugó su rostro. Estaba que no creía en sus palabras.

—¿Demasiado? Las Kardashian pagan en 200 dólares la hora, la verdad no creo que aceptara con esa cantidad.

—Si, pero tu no tienes tanto dinero como ellos.

Ella guardó silencio, quería mantener esas palabras para ella. Quería que el la siguiera viendo solo como una mujer y madre de Jack, no como el mundo la miraba.

Así que camino hacia su computador, tenía algún contrato por ahí que podía ser de ayuda en este momento. Algo dentro de ella le daba la confianza suficiente para entregarle a Jack en ese momento. Necesitaba paz.

Él miró sus acciones, la mujer era decidida, algo que empezaba a gustarle de ella. No iba a negarlo, Ria era una mujer hermosa, hasta este punto entendía porque permanecía soltera.

Su independencia era algo que alejaba a la gente.

—¡Aquí! —Ella agito los papeles en el aire y descalza camino hacia Carlos.— Firma esto y estarás adentro.

—¿Tenias todo planeado? ¿Que eres? ¿Adivina?

Ella rodo los ojos.

—No, solo es un papel que se utiliza para todos mis empleados. Algo de rutina ya sabes.

—¿Rutina? Suena a que te estoy vendiendo mi alma.

Ella volvió a rodar los ojos, empezaba a conocer al chico, era demasiado directo. No podía negar que su cuerpo era lo que más le atraía.

—Mejor tu cuerpo—Susurro.

A pesar de la distancia, Carlos escuchó perfectamente lo que la chica acababa de decir. Por vez primera, quiso ser atrevido y contestar de la mejor forma seductora, sin embargo, se limitó a firmar el papel sin siquiera darle una ojeada, estaba perdido en la belleza de la mujer junto a él.

—Listo, bienvenida Nany.

—Oh, vamos, podrías solo decir ¿Carlos?

Ella echó su cuerpo para atrás y su cabellera cayó sobre su espalda. La escena para el chico fue demasiado, ella lo hacía sentir como un adolescente.

—No, Nany es mejor.

Entonces, esa fue la palabra mágica para que el cuerpo de Carlos se encendiera. Corto la distancia mientras caminaba hacia ella, su respiración empezó a subir y la garganta se secaba minuto a minuto.

Ria miró el fuego en sus ojos, sabia lo que se avecinaba y estaba completamente dispuesta a entregarlo todo, quizá ambos habían firmado un contrato pero nada de eso importaba, porque lo único que había en el aire era fuego y la atracción de dos personas.

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