IIII.-Verdades

La gran hamburgesa de Carlos era enorme, Ria era capaz de comerse una de ese tipo, sin embargo ahora con el estomago vacio, posiblemente le había echado a andar su gastritis.

Pero se veía increíblemente apetitosa.

Carlos agradeció al cielo encontrar una mujer que le diera la confianza necesaria para abrir la boca e intentar darle una mordida a su hamburguesa. Ella no se veía asqueada, ni siquiera lo fulminaba con la mirada por no apreciar a los animales.

—Te gusta la hamburgesa.—Ria sonrió con fascinación.

Las personas que la rodeaban siempre comían con cubiertos, era chistoso para ella ver como podían comer una rebanada de pizza ó una manzana con los cubiertos.

—Si, mi ex esposa...

Carlos guardo silencio, él estaba abriendo su corazón con una persona desconocida. Ria levantó su perfecta ceja, Carlos fue un hombre casado, pero lo que más le llamaba la atención era que hasta hace apenas unos segundos, ambos eran unos perfectos desconocidos.

Él chico se dio por vencido, era imposible mantener la compostura ahora, ya no estaba en aquella relación toxica que lo mantenía reservado, ahora estaba mejor. Podía tenerle confianza a ella.

Así que ese fue lo que lo convenció, sonrió hacia Ria y abrió poco a poco su corazón para dejar que alguien más conociera su pasado.

—Sí, estuve casado. Él día que nos encontramos era mi primer día aquí.

Carlos quería cerrar la boca y mantener el tema ahí.No quería arruinar lo que ambos tenían por cosas del pasado, pero los ojos de Ria se mostraban interesados, ella quería saber más del chico. Era lo más cerca que posiblemente podía estar de un matrimonio.

Con su edad y Jack en su costado, iba a ser demasiado difícil.

—Estuve casado cinco años, éramos polos opuestos, no funcionó y me pidió el divorcio.

Para Carlos las palabras que acababa de mencionar eran fáciles de decir, pero incluso fue más allá. Carlos si quería que la relación funcionara, hizo todo lo posible. Sin embargo, cuando algo ya se encontraba roto no había nadie quien pudiera arreglarlo.

Pero ahora, después del infierno de pasar sobre juzgados y luchas interminables, el se sentía en paz. Tan en paz que la atracción por Ria no iba a dejarla pasar.

Sin embargo, Ria creía que las palabras que el mundo que la rodeaba decía de ella, eran totalmente verdaderas. Era una mujer exitosa, había dedicado toda su juventud para crear sus sueños en cosas de la vida Real. Jack era la cereza del pastel, sin embargo, a la edad de treinta años, ella ya no estaba capacitada para conseguir a alguien bueno.

Por eso había tomado la decisión de criar un bebé ella sola, había sido tan autosuficiente ahora que con ayuda de la ciencia podía hacer su sueño de ser madre realidad. Sin necesidad de un miembro masculino.

Pero, a pesar de la situación, Ria también sentía la necesidad de ser amada, quería hacerlo. Miles de noches después de cansar sus ojos frente al computador, creía que lo único que la podía consolar eran unos brazos que la abrazaron por la noche. Pero al final del día, terminaba con miles de bocetos en sus manos, una taza de café y con capas de maquillaje debajo de sus ojos.

Ella no quería volver a una cama fría.

—¿Y tu?— Carlos estaba ansioso por saber más de ella —¿Haz estado en alguna relación?

Él no quería ser grosero, pero tampoco sabia como abordar la situación.

— No, nunca he tenido tiempo para tener citas o algo parecido.

Ella intentó distraerse, si sentía vergüenza de decir que a la edad de 30 años no tenía nada de interesante que decir más allá de su trabajo.

—¿Porque no haz querido o porque no puedes?

Ria se dedicó a levantar la mirada y a fijarla en sus ojos, empezaba a sentirse incómoda. Pero aunque se sentía así, no quería terminar la conversación con el hombre frente a ella.

Carlos se dio cuenta de lo que había hecho y un leve tono rojizo apareció en sus mejillas, había sido imprudente.

—Yo... lo lamento, no quise ser grosero.

—No, no lo lamentes— Ella puso la mano en la suya y lo detuvo.— Perdon, nunca he tenido una conversación de mi vida privada. Pero creo que es momento ¿No?

Ella misma se asintió para darse valor.

—Soy una mujer que se ha dedicado a realizar sus sueños. Soy feliz dibujando y levantando mi propia empresa. —Ella desvio la mirada y miro a un punto fijo, su hijo— No tengo ninguna relación con nadie, toda mi vida se basa en estar en una computadora y dibujar. Muchas personas criticaron mis decisiones porque la vida pasaba mientras yo era una zombie frente al computador. Hasta que llegue a esta edad. Mi reloj biológico me recordó que tenía que ser alguien más fuera del trabajo, quería ser madre, era parte del plan. Sin embargo, no tenía ni el tiempo ni la persona adecuada para formalizar con alguien. Así que tomé mi mejor decisión, criar mi propio sueño como lo había hecho con la empresa. Así que tomé el valor y camine sin marcha atrás hacia la clínica y forme mi propio sueño.

Ella se detuvo para observar a Carlos, el hombre se quedaba sin palabras ante la mujer que tenía enfrente. Ella era más de lo que se imaginaba. Por vez primera, el temor recorrió por su cuerpo.

Ria era una mujer fuerte, quizá no podía estar a la altura de ella.

—A los tres meses del procedimiento, mi cuerpo aceptó a Jack. Era tremendamente feliz que organicé una columna completa en el mejor periódico de la ciudad.—Los ojos de la chica se iluminaron, pero pronto cambiaron— Pero, no creí que el mundo se me fuera encima. Las preguntas que ni siquiera quería saber salieron a la luz, el padre de Jack, el ser madre soltera, la empresa, la vulnerabilidad de ahora tener alguien más quien cuidar. No, no estaba preparada para todo esto. Y hasta la fecha, esas preguntas se quedaron vacías en el aire. Todo el mundo me criticó y aún así, no he tenido el valor de aceptar que lo hice por mi.

—Creo que eres una mujer estupenda— Las palabras salieron a borbotones de sus labios.

Ahora fue el turno de Ria de ruborizarse, jamás alguien la había llamado de esa manera, siempre eran definiciones referentes a su carrera, pero ahora con Carlos se sentía diferente.

Se sentía solo Ria y no la persona que había levantado un imperio bajo sus pies.

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