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AETHERIA

AETHERIA

Status: En proceso
Genre:Aventura / Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía / Mundo de fantasía / Mundo mágico
Popularitas:601
Nilai: 5
nombre de autor: Yohe kim

Tres hermanos crecieron escuchando las historias de Aetheria, un mundo mágico que su madre les contaba. Tras su repentina partida y obligados a ir a un orfanato, descubrirán que Aetheria es más que un cuento... es una llave a un destino que nunca imaginaron. ¿Que sucederá con los tres hermanos?

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CAPITULO #9

—¿Están seguros de que quieren seguir adelante? —preguntó Eli, mirando a sus amigos con preocupación—. Este lugar es conocido por romper incluso a los corazones más valientes.

—No podemos rendirnos ahora —respondió Ailan, con determinación—. Hemos llegado demasiado lejos para darnos por vencidos.

—Además, ¿qué otra opción tenemos? —añadió Sofía, con una sonrisa triste—. AETHERIA depende de nosotros.

Con el corazón lleno de valentía y temor, los niños se adentraron en el camino que los llevaría al Valle de las Sombras. A medida que avanzaban, el paisaje se volvía más sombrío y desolado. Los árboles se retorcían en formas grotescas, y el suelo estaba cubierto de una niebla espesa que dificultaba la visión.

—Tengan cuidado —advirtió Erick—. Se dice que este lugar está lleno de ilusiones y trampas. No confíen en lo que ven.

Los niños siguieron el consejo de Erick y avanzaron con cautela, prestando atención a cada detalle. De repente, escucharon un sonido extraño, como un lamento que parecía venir de todas partes.

—¿Escuchan eso? —preguntó Samuel, con la voz temblorosa—. Parece que alguien está sufriendo.

—No se dejen engañar —dijo Eli—. Es una trampa. La oscuridad intenta jugar con nuestros sentimientos.

Los niños ignoraron el lamento y siguieron adelante, pero el sonido se hizo más fuerte y persistente. De repente, vieron una figura solitaria en la distancia, sentada en una roca y llorando desconsoladamente.

—¡Ayúdenme! —gritó la figura—. Estoy perdido y no puedo encontrar el camino a casa.

Los niños se detuvieron, sintiendo compasión por la figura.

—Tal vez deberíamos ayudarla —dijo Sofía—. No podemos dejarla sola en este lugar.

—¡No! —exclamó Eli—. Es una trampa. La oscuridad está tratando de manipularnos.

—Pero... —dijo Sofía, dudando.

—Confía en mí —dijo Eli—. Si nos acercamos a ella, nos perderemos para siempre.

Con el corazón dividido, los niños decidieron seguir el consejo de Eli y alejarse de la figura. A medida que se alejaban, el lamento se desvaneció y la figura desapareció en la niebla.

—Bien hecho —dijo Eli—. Han superado la primera prueba.

Los niños continuaron su camino, sintiendo que la oscuridad los observaba desde las sombras. Después de varios días de viaje, llegaron a un río de aguas negras que parecía no tener fin.

—Este es el Río de las Lamentaciones —dijo Eli—. Se dice que está custodiado por un barquero que cobra un precio muy alto por cruzarlo.

—¿Qué precio? —preguntó Ailan, con curiosidad.

—El barquero cobra un recuerdo —respondió Eli—. Un recuerdo precioso que nunca podrán recuperar.

Los niños se miraron, sintiendo el peso de la decisión que tenían que tomar. ¿Estaban dispuestos a sacrificar un recuerdo para cruzar el río y continuar su búsqueda?

Los niños, ahora frente al Río de las Lamentaciones, sabían que debían tomar una decisión difícil. El barquero, una figura encorvada con ojos hundidos y una túnica harapienta, se acercó a ellos deslizándose sobre el agua oscura.

—¿Quiénes son los valientes que se atreven a cruzar mi río? —preguntó con una voz rasposa que parecía venir de las profundidades de la tierra—. Y, lo más importante, ¿qué recuerdo están dispuestos a ofrecer?

Los niños se reunieron en un círculo, susurrando entre ellos.

—No podemos simplemente entregar un recuerdo valioso —dijo Ailan—. ¿Cómo sabremos cuál elegir?

—Tal vez podamos ofrecer algo que no sea tan importante para nosotros —sugirió Sofía—. Algo que podamos olvidar sin que nos afecte demasiado.

—No lo sé —dijo Eli—. Todos nuestros recuerdos son importantes, de una forma u otra.

Mientras discutían, Samuel se quedó en silencio, mirando fijamente al barquero. De repente, tuvo una idea.

—Tengo un recuerdo que puedo ofrecer —dijo Samuel—. Es un recuerdo de cuando era pequeño y tenía miedo a la oscuridad. Ya no tengo ese miedo, así que no creo que me afecte mucho perder ese recuerdo.

Los niños se miraron, sorprendidos por la valentía de Samuel.

—¿Estás seguro? —preguntó Eli—. No tienes que hacerlo si no quieres.

—Estoy seguro —respondió Samuel—. Quiero ayudar a salvar AETHERIA, y si este es el precio que debo pagar, estoy dispuesto a hacerlo.

Samuel se acercó al barquero y le ofreció su recuerdo. El barquero sonrió, mostrando unos dientes amarillentos y afilados.

—Un recuerdo de miedo —dijo el barquero—. Un precio justo.

El barquero tomó el recuerdo de Samuel y lo guardó en un cofre viejo y oxidado. Luego, les indicó que subieran a su barca, una embarcación destartalada hecha de huesos y madera podrida.

Los niños subieron a la barca con cautela, sintiendo que el agua oscura los observaba desde abajo. El barquero comenzó a remar, y la barca se deslizó lentamente a través del río.

A medida que avanzaban, comenzaron a ver figuras extrañas en las orillas del río. Eran seres de AETHERIA que habían perdido sus recuerdos y ahora vagaban sin rumbo, lamentándose por lo que habían perdido.

—Miren —dijo Sofía, señalando a una figura que se retorcía en el suelo—. Parece un hada, pero no tiene alas.

—Debe haber perdido el recuerdo de cómo volar —dijo Eli—. Es muy triste.

Los niños sintieron compasión por los seres que habían perdido sus recuerdos, pero sabían que no podían detenerse a ayudarlos. Debían seguir adelante y encontrar el último talismán.

De repente, la barca se detuvo en medio del río. El barquero sonrió y dijo:

—Hemos llegado al otro lado. Pero antes de que puedan desembarcar, deben responder a una pregunta.

—¿Qué pregunta? —preguntó Ailan, con cautela.

—¿Cuál es el valor de un recuerdo? —preguntó el barquero.

Los niños se quedaron en silencio, pensando en la respuesta. Sabían que los recuerdos eran importantes, pero ¿cuál era su verdadero valor?

Después de unos minutos, Eli levantó la mano y dijo:

—El valor de un recuerdo depende de la persona que lo posee. Para algunos, un recuerdo puede ser invaluable, mientras que para otros puede ser algo que prefieren olvidar. Pero en general, los recuerdos son importantes porque nos ayudan a aprender del pasado y a construir nuestro futuro.

El barquero sonrió y dijo:

—Has respondido correctamente. Ahora pueden desembarcar.

Los niños bajaron de la barca y se adentraron en el Valle de las Sombras. El paisaje era aún más sombrío y desolado que antes. Los árboles estaban muertos, el suelo era árido y el aire estaba lleno de un olor a descomposición.

Mientras caminaban, se encontraron con otros seres de AETHERIA, algunos amigables y otros hostiles. Se encontraron con gnomos que les ofrecieron comida y refugio, y con trolls que intentaron robarles sus talismanes.

En uno de los encuentros, se toparon con un grupo de dríadas, espíritus de los árboles que estaban tristes y deprimidos

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Yorneth Garcia
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