La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un beso a la mujer equivocada
Linda vio salir a Marcelo y aprovechó la oportunidad para acercarse.
Hola, Marcelo, ¿cómo estás?
Discúlpame, llevo prisa.
Marcelo, por favor.
¿Qué quieres?, déjame en paz, se molestó Marcelo.
Al instante se recompuso; perdón no quise hablarte así.
Entonces, Linda lo llevó a su oficina.
Siento mucho haber sido la causante de que Jimena se haya enojado contigo.
Reconozco que te pasaste, pero no te preocupes, yo resolveré esto.
Marcelo, de verdad que Jimena estuvo en un manicomio, ¿por qué no me quieres creer?
Supongamos que es cierto, ¿por qué Jimena me lo ocultaría?
¿Tú crees que uno va por la vida diciendo que estuvo en un manicomio?, dijo Linda tratando de meterle la duda. Y añadió, pero tú sabes lo que haces, se ve que estás muy enamorado. Yo quisiera que alguien me amara igual.
Vamos Linda, le haces honor a tu nombre, eres hermosa, estoy seguro que pronto encontrarás un hombre que te ame.
Pero no serás tú, ¿por qué no te conocí antes?
Marcelo se aclaró la garganta, se sentía raro ante esa rara declaración de amor.
Linda, no me digas eso, por favor, yo estoy enamorado de Jimena.
¿No te gusto ni poquito?, le dijo acercándose a él.
No es eso, yo estoy enamorado de Jimena y no pienso serle infiel, por favor, no es nada personal.
Entonces, ¿cómo le hago?, creo que me enamoré de ti a primera vista, Linda dejó escapar una lágrima a propósito.
No llores, no es justo para ti.
Jimena le preguntó a Pascual por Linda.
Está en su oficina, dijo él sin darle importancia.
Está bien, de rato voy a buscarla.
Si quieres le digo que venga.
No, todavía tengo algunas cosas que hacer, en cuanto termine yo misma iré a buscarla. Lo que sí quiero que hagas es que me arregles bien el salón, pero esta vez hazlo tú solo, por favor.
A Linda le tengo otro trabajo.
Está bien, entonces iré al salón.
Pascual la dejó para ir a hacer sus labores.
Jimena siguió revisando los modelos que iban a participar en la pasarela. En un mes llevaba tres pasarelas.
Los clientes se iban muy satisfechos y compraban la mayor parte de los modelos que se mostraban.
Jimena estaba muy feliz por los resultados. En el último mes, había vendido más que en todo el año.
Los próximos modelos serán mejor que los anteriores. A Jimena le gustaba mucho su trabajo, el dueño le regalaba uno de los modelos cada mes.
Ella tenía una colección en su casa, no eran muchos, pero la sacaban de apuros cuando tenía un evento importante.
De hecho, en cada evento ella lucía uno de los modelos, cortesía de la casa.
Todo marchaba bien, la vida de Jimena era muy amena y divertida. Tenia una familia muy unida, y numerosa. Bueno, no tanto, solamente 6 integrantes.
No había ninguna sombra rn su vida, y ahora con el amor de Marcelo, todo parecía como un cuento de hadas.
No tenía idea de que su novio estaba platicando con Linda en su oficina.
Ella creía que se había marchado a su trabajo, sin saber que se había tomado el día para estar con ella.
Jimena pensó que tal vez debería de hablar con su novio para aclarar bien las cosas, no quería estar enojada con él, lo amaba demasiado.
Sin embargo, todavía tenía muchas cosas que hacer y esperó el momento adecuado.
"En cuanto termine de hacer esto lo buscaré", se dijo.
Solo había pasado una hora desde que viera a Marcelo. Ya estaba todo listo para las seis que empezara la pasarela.
"Iré a hablar con Linda y después buscaré a Marcelo, tengo que hablar con él".
Ella tenía la firme convicción de arreglar las cosas con Marcelo, lo amaba tanto que no concebía la vida sin él.
Se apresuró para dejar todo en orden, antes de salir de su despacho checó por última vez los modelos.
Al salir vio a Pascual y este se acercó a ella.
Jimena, ¿podrías echar un vistazo al salón?
Está bien, vamos.
Jimena quedó encantada con la decoración, era obvio que Pascual era un profesional. Hacía bien su trabajo.
Es hermoso, no cabe duda que sabes bien tu trabajo.
Claro, chulis, no en vano me quemé las pestañas por tres años para estar en donde estoy.
Pues bueno, necesito hablar con Linda, cierra bien, que no entre nadie hasta la hora del evento.
De acuerdo, dijo él.
Jimena se dirigió a la oficina de Linda.
Marcelo trataba de convencer a Linda de que podría encontrar a un hombre que la amara.
Es que yo te amo a ti, al menos dame una oportunidad.
Lo siento, de veras, yo amo a Jimena.
Ya me lo dijiste varias veces, pero eso a mí no me importa, igual te amo.
Solo me has visto dos veces, no puedes estar enamorada de mí.
Fue amor a primera vista.
Ve haciéndote a la idea de que nunca te voy a amar, entre tú y yo no hay ni habrá nada.
Mira cómo te estoy rogando, por favor, dame una oportunidad, te prometo que te haré feliz.
Vaya que eres obstinada, Linda, entiende que yo amo a Jimena, a Jimena.
Ya lo sé, no estoy sorda. Además, ¿eso que tiene que ver?, podemos vernos a escondidas ella nunca se dará cuenta. No necesito un matrimonio ni nada por el estilo con que nos veamos de vez en cuando seré feliz.
Marcelo solo movió la cabeza negativamente no podía creer tanta insistencia en una mujer hacia él. Él estaba de espaldas a la puerta por eso no se dio cuenta de que Jimena llegaba justo en ese momento.
Pero Linda sí la vio. Pronto se acercó a él y le dio un beso en la boca justo en el momento en que Jimena entró.
Ella se quedó parada como estatua viendo la escena.
Y luego sin que Marcelo se diera cuenta ella se dio la vuelta y salió inmediatamente de ahí.
Pero, ¿qué estás haciendo? ¿Te has vuelto loca? No vuelvas a hacer esto.
Perdóname, no pude evitarlo.
Mejor me voy, no quiero que esto sea una tragedia para mí y Jimena.
Al darle la espalda Marcelo, Linda esbozó una sonrisa de triunfo.
Jimena regresó a su despacho no quería llorar agarró bastante aire y se hizo de tripas corazón.
Tomó todas sus cosas y se fue a dar una vuelta para hacer tiempo hasta las 6.
Permaneció mucho tiempo sentada en una banca frente a una iglesia. Su rostro estaba cubierto de lágrimas.
El párroco de la iglesia la vio y se acercó a ella solícito.
¿Te puedo ayudar en algo?, preguntó.
Ella le contó a grandes rasgos lo que había visto.
Y el padre le dio una larga plática de consuelo, al poco rato ella ya estaba completamente tranquila.