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MI QUERIDO SECRETARIO

MI QUERIDO SECRETARIO

Status: Terminada
Genre:Yaoi / CEO / Casada con el millonario / Jefe en problemas / Mujeriego enamorado / Completas
Popularitas:3k
Nilai: 5
nombre de autor: Fanny123

Un joven talentoso pero algo desorganizado consigue empleo como secretario de un empresario frío y perfeccionista. Lo que empieza como choques y malentendidos laborales se convierte en complicidad, amistad y, poco a poco, en un romance inesperado que desafía estereotipos, miedos y las presiones sociales.

NovelToon tiene autorización de Fanny123 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 7

Entre secretos y cariño

Dos meses habían pasado desde aquel beso en la oficina, y la vida de Gabriel Torres había cambiado por completo. La rutina laboral seguía siendo exigente, los proyectos acumulándose sin descanso, pero ahora había un secreto que llenaba sus días de emoción: su relación con Alejandro Rivera.

Apenas alguien más lo sabía. Valeria y Samuel habían sido los primeros en enterarse, y aunque se mostraban felices y emocionados, la discreción era crucial. Nadie más debía sospechar nada, ni los demás empleados ni los clientes. Alejandro era un hombre poderoso, serio, con una reputación impecable, y mantener la relación en secreto no era solo una cuestión de privacidad, sino de estrategia.

En la oficina, Alejandro seguía siendo el jefe distante, frío y calculador que todos conocían. Su mirada severa podía helar a cualquiera, y Gabriel había aprendido que cualquier gesto cariñoso debía quedar fuera del edificio. Sin embargo, la diferencia entre lo que pasaba en la oficina y en su hogar era abismal.

—Torres, necesito ese informe para dentro de una hora —dijo Alejandro desde su escritorio, con la voz grave y firme.

—Ya estoy en eso, señor Rivera —respondió Gabriel, inclinándose sobre su computadora mientras sentía el nerviosismo habitual.

Sus dedos volaban sobre el teclado mientras organizaba los datos y redactaba los correos. A su alrededor, todo parecía igual que siempre: oficinas pulcras, teléfonos sonando, empleados ocupados con su trabajo. Pero él sabía que, detrás de la fachada de Alejandro, había un hombre completamente distinto esperándolo en casa.

Cuando Alejandro se levantaba de su silla, cruzaba la oficina con paso firme y decidido, saludando apenas con un gesto a sus colegas. Nadie habría imaginado que por las noches, en su departamento, ese mismo hombre podía ser cariñoso, protector y hasta juguetón.

—Señor Rivera, ¿necesita que imprima los documentos también? —preguntó Gabriel, intentando sonar profesional y no dejar entrever la emoción que sentía cada vez que Alejandro estaba cerca.

—Hazlo —respondió él, sin mirarlo demasiado, aunque sus ojos grises parecían seguir cada movimiento de su secretario.

Gabriel suspiró levemente mientras se dirigía a la impresora. La tensión de la oficina siempre estaba presente, pero él sabía que en cuanto salieran de allí, la dinámica cambiaría por completo.

---

Ese día, al terminar la jornada laboral, Alejandro caminó hacia su auto sin decir mucho. Gabriel lo siguió, cargando su bolso y un par de documentos pendientes para revisar en casa. Subieron juntos al departamento de Alejandro, un espacio moderno y elegante, pero cálido, lleno de detalles que reflejaban la vida de un hombre que también sabía ser hogareño.

—Bienvenido a tu mundo real —dijo Alejandro al abrir la puerta, soltando un suspiro de alivio—. Aquí puedo ser yo mismo.

Gabriel entró, dejando escapar una sonrisa. —Siempre me impresiona cómo cambia todo cuando cruzamos esa puerta.

Alejandro se acercó, lo tomó por la cintura y lo abrazó con fuerza.

—Aquí nadie puede juzgarme. Aquí puedo ser cariñoso, blando… contigo —susurró al oído, y Gabriel sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Cerraron la puerta detrás de ellos, y de inmediato el ambiente cambió. Las sonrisas se volvieron inevitables, las manos se entrelazaron y los besos se hicieron largos y cálidos. Cada gesto era un recordatorio de que lo que afuera era secreto, adentro era completo y auténtico.

—Te extrañé hoy —dijo Gabriel, apoyando su frente contra la de Alejandro.

—Yo también —respondió Alejandro, con voz ronca—. La oficina puede ser un infierno, pero pensar que llegas a casa conmigo hace que todo valga la pena.

Se sentaron en el sofá, entrelazando sus manos y dejando que la tensión acumulada durante la semana se disipara lentamente. Alejandro se mostró tierno, incluso juguetón, acariciando el cabello de Gabriel y tomando pequeñas muestras de afecto que en la oficina serían imposibles.

—¿Te conté que hoy me sentí celoso en la oficina? —dijo Alejandro, un leve tono de diversión en su voz.

—¿Celoso? —Gabriel levantó una ceja, sorprendido.

—Sí. Valeria llamó a Samuel, y no podía evitar notar cómo estabas feliz hablando con él. Fue… extraño, pero también revelador —confesó, con una ligera sonrisa.

Gabriel rió suavemente.

—No tienes nada de qué preocuparte. Samuel es mi amigo de toda la vida, pero tú… tú eres distinto.

Alejandro lo miró con intensidad, y Gabriel sintió que sus palabras habían alcanzado un punto sensible.

—Lo sé —murmuró Alejandro—. Pero eso no significa que no pueda sentirlo.

Se acercaron lentamente, y sus labios se encontraron en un beso suave y prolongado, lleno de complicidad. La vida fuera de la oficina se sentía tan diferente, tan libre, que ambos podían dejar salir lo que la frialdad del trabajo obligaba a reprimir.

Durante la semana, la rutina continuaba. En la oficina, Alejandro seguía serio, sus órdenes claras y firmes, sus miradas cortantes para los demás empleados. Pero cuando él y Gabriel se encontraban solos en alguna sala de reuniones, o revisando documentos juntos, la tensión era innegable. Una sonrisa pequeña, un roce accidental de manos, un suspiro apenas audible, bastaban para recordarles que compartían algo que nadie más conocía.

Valeria y Samuel continuaban siendo cómplices de su secreto. Cada vez que aparecían en la vida de Gabriel, ya fuera en el trabajo o fuera de él, se mostraban juguetones y felices, alentando la relación sin revelar nada a los demás. Valeria enviaba mensajes constantes de aprobación y emojis de corazón, mientras Samuel solía bromear sobre Alejandro, provocando pequeñas risas y comentarios cómplices.

—Gabriel, ¿cómo va todo con el jefe? —preguntó Samuel un día mientras almorzaban juntos—. Digo, fuera de la oficina, claro.

—Bien… —respondió Gabriel, sonrojado—. Es… distinto. Muy distinto de cómo es aquí.

Samuel le guiñó un ojo.

—Lo sabía. Sabía que él tenía un lado que nadie ve. Pero me alegra que seas tú quien lo descubra.

En la oficina, los días pasaban y Alejandro mantenía su postura profesional, aunque cada vez le costaba más ignorar sus sentimientos. Gabriel, por su parte, aprendía a leer cada gesto, cada indicio de cariño reprimido, y a mantenerse equilibrado frente a él. La relación secreta había creado una dinámica especial: tensión, complicidad y un juego constante entre lo público y lo privado.

Una tarde, mientras revisaban juntos un informe financiero, Alejandro se inclinó hacia Gabriel para señalar una cifra en la pantalla. Sus manos se rozaron accidentalmente, y por un instante, ambos contuvieron el aliento. Nadie más estaba en la sala.

—Torres —dijo Alejandro, con la voz más suave de lo habitual—. Debemos mantener esto profesional.

—Lo sé, señor —respondió Gabriel, aunque no pudo evitar mirarlo con ternura—. Pero es difícil.

Alejandro respiró hondo, apartando la mirada un segundo, y luego volvió a concentrarse en los números. Aun así, Gabriel podía sentir su tensión, su deseo de estar cerca, aunque no pudiera demostrarlo abiertamente.

Al final de la semana, ambos regresaron a casa después de un largo día. Allí, las máscaras cayeron. Alejandro abrazó a Gabriel, lo besó, y lo cubrió de caricias. La seriedad desapareció por completo, reemplazada por el cariño genuino que había estado reprimiendo en la oficina.

—Sabes —dijo Alejandro mientras descansaban en el sofá—. La oficina es fácil de controlar. Pero tú… tú me desarmas. Cada vez que estás cerca, pierdo el control.

—No digas eso, señor —susurró Gabriel, apoyando la cabeza en su pecho—. Solo significa que confías en mí.

—Sí —confesó Alejandro—. Y eso me aterra y me emociona al mismo tiempo.

La tarde se desvaneció en silencio, con caricias, susurros y la certeza de que, aunque su relación debía permanecer en secreto, el afecto que compartían era real y profundo.

Valeria y Samuel seguían siendo los únicos testigos de ese vínculo, celebrando cada avance en secreto, y recordándoles que, aunque el mundo no debía saberlo, el amor no siempre espera por el momento perfecto.

Ese viernes, mientras cerraban la oficina, Alejandro sostuvo la mano de Gabriel un segundo más de lo habitual antes de separarse para salir.

—Buen fin de semana, Torres —dijo con voz firme, aunque sus ojos no podían ocultar la suavidad de su sentimiento.

—Igualmente, señor… —respondió Gabriel, sonriendo—. Nos vemos en casa.

Y mientras caminaban hacia el ascensor, ambos sabían que, aunque la oficina exigiera frialdad y distancia, su hogar y su relación secreta eran un refugio donde podían ser simplemente Alejandro y Gabriel, libres de máscaras y de miradas ajenas.

... CONTINUARA ...

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Fanny
🥰
orneidy soto
Hermosa esta novela gracias por compartir
Fanny: Muchas gracias 🥰🥰
total 1 replies
Fanny
linda
☫ Queen ✜S. D. R꫞
gracias por apoyarme, de nada apoyarse, te deje un puntos de 199 de cafecito. espero que continúe el capítulo🥰☺️
Fanny Rodriguez: 🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰
total 1 replies
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