En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 8 No te preocupes
Al día siguiente, Elian supervisó todo, tenían una reunión con el juez de Almas y su séquito, así que todo debía tener una justificación y no ser tomado como herejía.
La hermosa pichoncita lo había reprendido seriamente cuando lo vio a su lado en la mañana y nuevamente, él se ha aprovechado para acercarse a ella una vez más, aunque recibió varios regaños, a él no le importaba, era como música para sus oídos.
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El Gran Salón del Consejo estaba helado, a pesar de las enormes ventanas filtraban el sol en todo el salón. El Juez de Almas, un hombre esquelético vestido de lino blanco manchado de ceniza, ocupaba el centro de la mesa. A su derecha, la Jueza Morena —una mujer de labios delgados y ojos hundidos— acariciaba un collar de huesos tallados.
Dely, disfrazada de Yled, repartió los pergaminos con manos firmes, evitando mirar directamente a cualquiera de ellos. Pero lo notó de inmediato:
El Juez no apartaba los ojos de Elian. Su mirada obsesiva era evidente para todos.
—Informe del Cuarto Creciente —anunció el Juez con voz de serpiente—. Tres brujas quemadas en el sur. Dos niños ahogados por blasfemia en el río Sagrado. —Hizo una pausa dramática—. Y aquí... rumores de mujeres que juegan con fuego.
Los ojos del Juez de Almas brillaron con malicia, claro que quiere que esto pase y más con esa gente que ve.
La Jueza Morena se inclinó hacia adelante, sus dedos huesudos, señalando a la ventana de donde provenían risas de jovencitas.
—Esas criaturas se reían mientras las llamas lamían sus dedos. Como si el fuego fuera un juguete —la mujer está segura de que son brujas, mujeres viciosas que vendieron su alma al demonio.
Elian giró lentamente la cabeza hacia ella, y por primera vez desde que comenzó la reunión, habló:
—¿Y qué prueba tiene, Santísima, de que no eran simples muchachas cocinando hierbas? —Su tono era dulce como el veneno.
La Jueza enrojeció.
—¡El fuego es sagrado! ¡Solo los sacerdotes pueden manipularlo! ¡Es un don de los dioses, no un…!
—¿Un don? —Elian interrumpió, levantando una mano. Una pequeña llama danzó sobre su palma, azul como el corazón de un volcán.
—Entonces, ¿debo quemarme por usarlo? ¿Soy un hereje? ¿Quieres verme arder en el infierno Santísima? —la voz burlona de Elian retumbó en el lugar mientras se escuchaban jadeos.
El salón contuvo la respiración. Nadie, ni siquiera los fanáticos, se atrevía a desafiar abiertamente a un Dragón. Fue entonces cuando Dely lo miró con admiración, aunque trataba de disimularlo, realmente era fuerte y se atrevía a burlarse de los Santísimos como si nada.
Al ver la llama de Elian, sus propias venas pulsaron brevemente, pero ella logró detenerlas, fue la emoción que casi la descontrola. La Jueza Morena casi lo notó.
El ambiente en el salón se tensó como un arco a punto de romperse. La Jueza Morena seguía escrutando a Yled con ojos de halcón, pero Jonier, con una sonrisa serena que ocultaba siglos de experiencia diplomática, se interpuso con elegancia.
—Honorable Juez de Almas —comenzó, inclinándose levemente—, comprendemos sus preocupaciones. La fe es un asunto delicado, y nada mejor que la transparencia para disipar dudas —hizo una seña a los sirvientes
—Les invitamos a un recorrido por nuestro castillo y tierras. Verán con sus propios ojos que no hay aquí más que tradiciones antiguas y familias unidas por la historia —indicó con elegancia, la suavidad de sus palabras llegaba a todos como un estallido de sinceridad. Un manipulador hábil y certero.
El Juez de Almas frunció el ceño, pero asintió con un gesto brusco. Era una trampa obvia, pero también una oportunidad para espiar.
Las Cocinas Reales:
Jonier los guió primero a donde las mujeres del clan Brown preparaban pan con hierbas.
—El "fuego" que vieron —explicó señalando los hornos— es solo técnica ancestral. Nuestras cocineras usan resina de Dragón para avivar las llamas. —Hizo una demostración frotando un polvo rojo que hizo arder el fuego de azul.
La Jueza Morena tocó el polvo y se quemó los dedos. Era real. Era solo tierra de Dragón o fosforada, como se dice, lo que la puso dudosa de su propia percepción.
El Archivo Histórico:
Mostró pergaminos donde se documentaba la "alquimia doméstica" de los clanes. Un acto ancestral que no tenía ninguna relación con la hechicería e incluso en los templos de la secta de las Almas, se usaba para rituales.
—Somos coleccionistas de saberes, no adoradores de demonios —dijo Jonier, señalando un dibujo de un Dragón y un Fénix juntos en un sello real.
El Jardín de las Doncellas:
Dely (aún como Yled) guió al grupo donde jóvenes bordaban tapices.
—¿Ven? —dijo Jonier—. Aquí sus "brujas", solo mujeres tejiendo historias. La Jueza observó con desdén... hasta que una niña corrió hacia Yled y le entregó una flor.
—Para el señorito —susurró. Era una flor de fuego, que brillaba al contacto con su piel. Elian, en un movimiento rápido, la aplastó bajo su bota.
—Flores que imitan luciérnagas —dijo—. Otro truco de los Brown. Solo juego de polvos de Dragón —mientras los jueces de Almas más miraban a su alrededor, parecían inocentes de principio a fin, pero ellos que solo querían castigar, a hora se sienten más dudosos que antes.
Con esa gente era lo mismo, el inocente que despierta sospechas, igual como el sospechoso que solo demuestra su culpa. De todas formas alguien debe morir.
Al caer la tarde, el Juez de Almas se inclinó con falsa reverencia.
—No hemos visto herejía... por ahora —concedió—. Pero vigilaremos — el hombre se aprecia tranquilo , sin embargo, había una tormenta en sus ojos, quería encontrar a su demonio, pero mientras veía a Elian, sus anhelos parecían llenarse de certezas.
Cuando se marcharon, Elian agarró a Jonier del brazo:
—Esa flor... Era de los jardines sagrados de los Fénix. ¿Cómo la consiguió la niña?
Jonier palideció. Alguien dentro del castillo estaba jugando con fuego. Elian había advertido sobre traidores y no se había equivocado, después de enviar una lista, Jonier estaba negado a esta posibilidad, la mayoría eran del clan Valerian, pero ahora lo creía, definitivamente los estaban saboteando desde adentro.