Prisioneros De Las Bailarinas.

El hombre moreno y alto, no deja de dar vueltas en la pequeña celda en la que se encuentra en estos momentos, maldice su vida, a su padre, pero en especial, maldice a Abigail Mendoza, no sabe en qué momento perdió la cabeza por la mojigata y hermosa bailarina que no quiso arder en su cama, la deseó con intensidad desde el primer instante en que la conoció, todo comenzó como un juego de amigos, pero él quería más, deseaba hacerla su mujer, pen3trarla con fuerza brutal y convertirla en su esposa, pues así sería dueño también de una parte de su herencia. Alfredo tenía todo planeado, pero todo se fue al carajo cuando Abigail, le terminó aquella tarde al ver que él quería avanzar más allá de lo que ella estaba dispuesta a ir.

El sabía que la condenada era virgen y por eso deseaba ser el dueño de esa virginidad y de su dinero, pero se llenó de ira y celos cuando ella no quiso seguir con el juego, por eso publicó sus fotos en internet, quería acorralarla para que volviera con él, pero todo se volteó, nada salió como el quería y ahora está preso, su carrera como médico se iría al demonio.

_ ¡Maldita seas, Abigail Mendoza! ¡Pero esta me la pagarás! _ Se juró así mismo apretando sus manos en puños firmes.

Pidió hacer una llamada a uno de los guardias, sería una llamada a larga distancia, se la habían negado ya dos veces, pero está vez no lo hicieron después de que mostrará un par de billetes que le había dejado su madre en su visita del día anterior.

Esposado caminó hasta donde está el teléfono fijo, marcó el número aún con incomodidad por las esposas que apresaban sus muñecas. El timbre sonó y casi pierde las esperanzas cuando escuchó la voz de su hermana mayor.

_ Hola.

_ ¡Madi! _ sollozó Alfredo. _ Necesito que me ayudes, ¡por favor!.

_ ¿Alfredo , que sucedió? _ indagó su hermana mayor preocupada.

_ Estoy en la cárcel por una injusticia. _ mintió el sujeto y a su hermana inmediatamente se le hizo un nudo en la garganta. _ Me acusan de algo que no hice, soy inocente, pero no tengo dinero para contratar a un buen abogado que me defienda.

Madeleine Bianco, amaba a Alfredo, él era su medio hermano, su padre no lo reconoció como hijo, pero ella y su hermana Gia si lo habían reconocido en su corazón como hermano, se parecía mucho a su abuelo paterno.

_ Le haré una transferencia a tu madre para que contraté al mejor abogado, te prometo que iré a verte, te sacaré de ahí hermanito. _ le prometió la mujer al borde de las lágrimas.

_ Fue Abigail, ella invitó una sarta de mentiras en mi contra, pero te juro que no es verdad, soy inocente, tú me conoces hermanita.

_ Lo sé , lo sé, te sacaré de ahí y juro que haré pagar a esa mujer por lo que te hizo. ¿Me puedes decir su nombre completo?

No hubo respuesta a la pregunta, la llamada fue cortada, el tiempo ya se había agotado.

Alfredo sonrío para sus adentros, la duda ya está implantada, su hermana lo amaba tanto que estaba seguro de que le creería todo, lo ayudaría, lo sacaría de ese asqueroso lugar y haría pagar a Abigail lo que hizo.

Madeleine Bianco, era la jefe de seguridad de las guardaespaldas que custodiaban a las mujeres de la familia Lobo, ella sabía que debería ir inmediatamente a hablar con sus jefes, necesitaba permiso para ir a Colombia a ayudar a su único hermano varón.

...

Emiliano desayunaba en compañía de sus padres y hermanos, en el amplio comedor de la terraza cuando recibió la llamada de Madeleine, ellos además de jefe y empleada eran buenos amigos, aunque Madeleine siempre había estado enamorada de él, pero él solo la veía como amiga, ella era tres años mayor que él.

Se disculpó con su familia y se puso de pie para recibir la llamada, ingresó a la casa y se dirigió al despacho.

_ Dime, Bianco.

_ Señor, necesito una reunión urgente con usted y el señor Efraín. _ pidió la mujer con pausa, pero Emiliano pudo notar la tensión y preocupación en su voz.

_ ¿Pasa algo grave?

_ No, señor, pero necesito hablar con ustedes para organizar algunas cosas, necesito viajar urgentemente a Colombia.

_ ¿Dónde estás?

_ En la academia.

_ Nos vemos en una hora entonces, llamaré a Efraín y nos encontraremos allí.

_ Si, señor, los espero.

Emiliano le marcó inmediatamente a su primo y acordaron encontrarse en la academia en una hora. Salió del despacho y se reunió con su familia nuevamente para despedirce.

_ ¿Ya te vas? _ Preguntó Jazmín.

_ Si, debo reunirme con Madeleine y Efraín antes de ir a la oficina.

Angélica besó la frente de su primogénito y Maximiliano le dio algunas indicaciones a trs de que se marchara.

_ Nos vemos a la hora de cenar. _ fue lo último que dijo Emiliano antes de irse...

Madeleine caminaba preocupada por los pasillos de la academia, se dirigió al ala sur necesitaba respirar y hacer una llamada a su padre, necesitaba que el hombre ayudara a su hermano. Iba distraída, pero frunció el ceño cuando escuchó unos gemidos femeninos acompañados por gruñidos, se preguntó quienes podrían ser, eran pocos los hombres que estaban en ese lugar.

Iba Pensando en la sanción disciplinaria que recibiría la escolta que estuviera fracturando las reglas de ese lugar, allí no se iba a follar, alli se iba a trabajar, a prepararse para cuidar bien de las integrantes femeninas de la familia Lobo. Madeleine puso la mano en el picaporte y grande fue su sorpresa cuando vió la mujer en cuatro patas siendo pen3trada por detrás por otra mujer...

*ALFREDO*