Shania San Román está pasando por un momento difícil. Aunque es una mujer casada, parece soltera y su suegra es mas como una madre. Sin embargo ella no puede darse el lujo de querer a nadie, todos solo la aprecian por su fortuna, por su patrimonio o ¿NO?.
Ese marido inútil servirá para algo o ya no tiene remedio.
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Cap. 7 Vamos a adentro. Ahora
Camilo se apartó como si lo hubieran electrocutado. Shania, la condenada actriz, jadeaba y los ojos vidriosos... pero fue su tía quien la salvó del ridículo.
—¡Tía Ágata! —Shania se aferró al brazo de su suegra como un náufrago, fingiendo un tropezón.
—¡Casi me ahogo! Camilo me... me rescató —dijo afligida y con un poco de angustia.
Ágata miró el vestido empapado de su nuera, luego la expresión de "voy a estrangularla o a desnudarla" de su hijo, y comprendió todo.
—Claro, cariño —dijo, envolviéndola en su chal como si fuera una niña.
—Los héroes de mi familia siempre tienen las manos muy hábiles, para TODO —Su mirada atravesó a Camilo.
—Vamos a adentro. Ahora —dijo Ágata con una orden, las cosas deben quedar claras.
La última reunión familiar fue una bomba de relojería. Joaquín San Román había destapado el escándalo perfecto: fotos de Camilo con distintas mujeres en los últimos tres años, titulares de prensa preguntando "¿Dónde está la esposa fantasma del magnate?", y hasta testimonios pagados de empleados que juraban nunca haber visto a Shania en la mansión conyugal.
—No solo es fraude matrimonial —rugió Mirko, arrojando el informe sobre la mesa.
—Esa hiena acusa a Agatha de secuestro y a ti, Camilo, de lavado de dinero con la herencia de Shania —Mirko está indignado, era tan descarado ese hombre que le dolía la cabeza.
Shania, reclinada en el sofá, se había cambiado a una sudadera holgada y unos shorts de algodón, pero por alguna razón se veía igual de sensual que siempre y ese rostro encantador que vuelve loco a los hombres. Ella tranquila jugueteaba con una uña.
—Mi tío siempre fue... creativo, no se olviden que hizo todo un teatro cuando no pudo salir con la suya y terminé en un psiquiátrico —dijo mirando a Ágata quién es en la que más confía en este mundo.
—¡Esto no es un chiste! —Camilo se levantó, recorriendo la habitación como un tigre enjaulado.
—¿Saben lo que pide? ¡Cien mil millones y la anulación del matrimonio! —dijo un poco descontento, todo esto lo sobrepasaba.
Agatha intervino, glacial, atienda y certera como siempre.
—Lo único que importa ahora es que vivan como esposos. Camilo, olvídate de tus distracciones. Shania, deberás aparecer en público con él.
—¡Encantada! —dijo ella, lanzándole una mirada a Camilo que le hizo tragar saliva.
—¿Cuándo empezamos, cielo? —dijo con una linda sonrisa hacia Camilo mientras el aludido miró para otro lado, no entendía como es que esa nena lo ponía nervioso.
*_*
Al día siguiente, aún se preparaban para volver a la ciudad, Shania tenía muchas cosas en la casa de playa, así que partirían el lunes por la mañana, pero ese domingo alistarían todo. Sin embargo, una visita inesperada llegó poniendo a camilo en problemas.
El Porsche blanco de Daria estacionó con un chirrido frente a la casa de playa de los Núñez del Prado. Sus uñas acrílicas golpearon el volante al ver las sombras tras las cortinas del segundo piso. ¿Él estaba ahí? ¿Con...esa?
—No te preocupes, cariño —murmuró, ajustando el escote de su vestido de lino que costaba más que el sueldo mensual de su "amiga" Melina.
—Solo soy una ex preocupada por su felicidad, debo ser cauta y estar siempre a su disposición como una buena amiga —dijo sonriente, segura de su plan, debía atraer a Camilo hacia ella y siempre es más fácil con miel que con hiel.
Nana Loti la recibió con una ceja levantada.
—La señora Ágata no recibe visitas sin cita —dijo mirándola como si fuera una desvergonzada, venirse aparecer después de tanto tiempo.
—Oh, pero yo no vine a ver a la señora Ágata —sonrió, pasando por alto con un taconeo agresivo.
—Camilo y yo tenemos... asuntos pendientes —dijo entrando con alegría mientras busca a su objetivo por todo lado.
Shania estaba arrodillada entre las flores, sus manos manchadas de tierra mientras trasplantaba orquídeas. Vistiendo unos shorts desteñidos y una camiseta holgada, parecía más una jardinera que la heredera de una fortuna.
Camilo la miraba desde la puerta del salón, estaba un poco cerca, pero lo que veía lo dejaba deslumbrado, ella siempre se ve tan hermosa, inclusive con tierra en su mejilla.
—¡Camilo, corazón! —La voz almibarada de Daria cortó el aire como un cuchillo. Camilo se volteó sin poder creer lo que veía.
Daria se lanzó hacia Camilo abrazándolo como si fuera a desaparecer, sé veía solitaria y agraviada.
Shania alzó la vista justo a tiempo para ver el espectáculo. Daria abrazando a un Camilo tieso, sus labios rozando su mejilla demasiado cerca de la comisura de sus labios.
—Daria. —La voz de Camilo era glacial.
—No recuerdo haber invitado a nadie —dijo seco y distante, realmente ahora le da la razón a Jonás, Daria está convencida de que puede manejarlo como si anda.
—Las amistades como nosotros no necesitan invitaciones —rió ella, lanzando una mirada condescendiente a Shania.
—Ay, ¿esta es tú... esposa? Qué linda, es tan tierna, a demás trabajadora.
Shania se levantó despacio, limpiándose las manos en los muslos. Cuando alzó la barbilla, Daria sintió el primer escalofrío.
—Shania San Román —dijo, extendiendo una mano sucia.
—Encantada de conocer a la mujer que Camilo menciona tan poco —dijo Shania mientras se acerca y con un movimiento aparentemente torpe, termina empujando a Daria lejos de Camilo y ella se cuelga de su brazo, la niña aún extendía la mano sucia hacia Daria esperando el saludo.
El golpe fue maestro, implícito pero sangrante. Daria titubeó antes de rozarle los dedos con asco.
Camilo observó el duelo con fascinación y miedo. Daria, con su perfume caro y sonrisa de hielo. Shania, descalza y peligrosamente serena.
—Camilo, solo vine para hablar, no te pondré en una posición difícil, no quiero que tu esposa nos malinterprete —dijo Daria como una víctima del prejuicio.
Shania sonrió, mostrando esos dientes perfectos que ahora blanqueaban su sonrisa.
—Cariño, tu amiga me está poniendo nerviosa, no sé de qué habla, ¿acaso es tu amante? —dijo mirándolo con un adorable puchero. Ahí Camilo estaba perdido, no entendía anda, pero era muy divertido.