Me Enamoré De Mi Enemigo

El murmullo en los pasillos todavía no se apagaba. La escena entre Ariana y Ethan había encendido la curiosidad de todos, como si hubieran presenciado el adelanto de un drama prohibido. Ariana caminaba con la vista al frente, ignorando las miradas y los susurros, mientras sus amigas trataban de calmarla.

—No les hagas caso, Ari —dijo camila, apoyando una mano en su hombro.

—Sí, que hablen lo que quieran, tú solo sigue como siempre —añadió valentina, lanzando miradas de advertencia a los curiosos.

Ariana asintió en silencio, aunque por dentro sentía que el corazón aún no le regresaba a su sitio. La intensidad de la mirada de Ethan la había dejado marcada, como una quemadura invisible que no podía borrar.

Entraron al aula de historia, intentando recuperar la normalidad. El profesor Ramírez ya estaba allí, un hombre de unos cincuenta años con lentes que siempre cargaba una pila de libros bajo el brazo. Era conocido por ser estricto pero justo, y no toleraba distracciones.

—Buenos días, clase —saludó, ajustándose los lentes.

—¡Buenos días! —respondieron en coro los estudiantes.

Ariana se sentó en su lugar, justo en la fila del medio. Camila y valentina estaban a sus costados, intentando distraerla con comentarios triviales, pero ella apenas prestaba atención. Hasta que, inevitablemente, sintió una presencia en la fila de atrás.

Ethan.

Él se había sentado justo detrás de ella, y podía sentir su mirada fija en su nuca.

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El anuncio inesperado

El profesor Ramírez dejó los libros sobre el escritorio y escribió en el tablero con tiza: Proyecto final – Dúos.

—Como saben, el semestre está avanzando —explicó con voz firme—. Y quiero verlos trabajar en algo más profundo que simples exámenes. Este proyecto final valdrá un treinta por ciento de la nota total, así que no se lo tomen a la ligera.

Un murmullo recorrió el aula.

—El trabajo consistirá en analizar una obra o hecho historico y presentar no solo un ensayo, sino también una exposición. Quiero ver creatividad, análisis y cooperación.

Los estudiantes comenzaron a emocionarse, algunos se quejaban, otros ya murmuraban con quién les gustaría trabajar. Ariana sintió un leve alivio: al menos podría hacerlo con Camila o valentina, como siempre.

—Y como sé que si los dejo escoger se irán con sus mejores amigos… —añadió el profesor, levantando una ceja—, esta vez yo asignaré las parejas.

El murmullo se convirtió en un lamento general.

—¡Profesor, eso no es justo! —se quejó alguien desde atrás.

—La vida no es justa, señor Gómez, así que siéntese —respondió el profesor con sarcasmo, provocando risas nerviosas.

Ariana se tensó. Algo en su instinto le decía que el destino estaba a punto de jugarle una mala pasada.

El profesor empezó a leer una lista.

—Martínez con Rojas… Gutiérrez con Ramírez… camila con valentina…

Ariana suspiró de alivio. Bien, seguro me toca con alguien neutral.

—Y finalmente… Ariana de luca con… Ethan moretti

El aire pareció desaparecer del aula.

—¡¿Qué?! —escapó de los labios de Ariana, al mismo tiempo que Ethan levantaba una ceja con una sonrisa apenas perceptible.

Los estudiantes estallaron en murmullos. Algunos voltearon con curiosidad, otros se miraron sorprendidos. El profesor golpeó la mesa con la regla de madera.

—¡Silencio! —ordenó. Miró a Ariana y luego a Ethan—. No quiero quejas. Los dos son de los mejores promedios de la clase. Si trabajan juntos, espero un proyecto impecable.

—Pero, profesor… —intentó protestar Ariana.

—Nada de peros, señorita de lucas. La historia también es aprender a trabajar con el otro, aunque no te guste. Y usted —miró a Ethan—, espero que cumpla con su parte.

Ethan asintió con serenidad.

—Por supuesto, profesor.

La calma con la que lo dijo solo encendió más la rabia en Ariana.

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Después de clase

Cuando el timbre sonó, los estudiantes comenzaron a salir emocionados o preocupados por sus respectivas parejas. Ariana guardaba sus cosas con furia, mientras camila y valentina la rodeaban.

—¡No puede ser, Ari! —exclamó camila—. ¿Con él?

—El profesor en serio no sabe lo que hace —añadió valentina, fulminando a Ethan con la mirada.

Él, mientras tanto, se acercó con paso tranquilo, como si todo estuviera bajo control.

—Ariana —llamó en voz baja, pero firme.

Ella lo ignoró y salió al pasillo. Él la siguió sin esfuerzo, alcanzándola en pocos pasos.

—Tenemos que hablar del proyecto —dijo él, colocándose a su lado.

—No tengo nada que hablar contigo —replicó ella, sin detenerse.

—El profesor no aceptará excusas —insistió Ethan—. Y no pienso reprobar solo porque tú quieras hacer un berrinche.

Ariana se detuvo en seco, girándose para encararlo con furia.

—¿Un berrinche? —repitió, sus ojos verdes ardiendo—. Después de lo que pasó… ¿te atreves a llamarlo berrinche?

Ethan se inclinó un poco hacia ella, bajando la voz para que nadie más los oyera.

—Después de lo que pasó… —sus ojos oscuros brillaron con intensidad—, deberías agradecer que te salve y aún estas aquí hablándote con tus amigas en lugar de ya ser un difunto.

Ella sintió un escalofrío. Lo odiaba. Lo odiaba porque tenía razón en que el profesor no aceptaría excusas, y lo odiaba más porque, en el fondo, una parte de ella sabia que el tenia la razón.

—Está bien —cedió al fin, apretando los dientes—. Pero será estrictamente del proyecto. Nada más.

Ethan esbozó una sonrisa ladeada.

—Como digas, compañera.

Decidieron encontrarse en la biblioteca después de clases. Ariana llegó puntual, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, mientras Ethan ya estaba allí, revisando libros con calma.

—Escogí Al Capone y Mae Coughlin.

—dijo él sin mirarla—. Es interesante basado en hecho reales por excelencia,aunque la diferencia es que ellos si eran esposos y no eran enemigos convertidos en amantes y ella no era mafiosa, —voltea y la mira a los ojos con una mirada intensa.

Ariana soltó una carcajada amarga.

—Qué original, ¿eh? Un hombre mafioso y su esposa que era alguien normal que pasaba mas sola que con él, y que no eran enemigos convertidos en amantes. Ni se nota la indirecta.

Él se levantó del asiento, sus labios curvados en una media sonrisa.

—Precisamente por eso. Nadie mejor que nosotros para representarlo.

Ella lo fulminó con la mirada.

—No pienso ser tu amante ni muerta.

—Tranquila —respondió con calma, cerrando el libro en sus manos —. Yo tampoco quiero morir por amor.

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Mientras revisaban más opciones, la tensión crecía. Cada comentario se convertía en un duelo, cada mirada en un desafío. Los demás estudiantes en la biblioteca no podían evitar mirar de reojo: era imposible ignorar la química extraña que se respiraba entre ellos, una mezcla de odio y atracción que electrificaba el aire.

Ariana intentaba concentrarse en los textos, pero cada vez que Ethan se inclinaba demasiado cerca, su corazón la traicionaba. Y él parecía disfrutar de provocarla, midiendo cada gesto, cada palabra, como si jugara a derribar poco a poco la muralla que ella levantaba.

—No me ignores, Ariana —dijo en un momento, su voz apenas un murmullo, mientras ella fingía leer.

—No me hables como si me conocieras —replicó sin mirarlo.

—Te conozco más de lo que crees —susurró, y esa frase la desarmó.

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Después de dos horas, apenas habían avanzado en elegir el enfoque del proyecto. La tensión era tanta que camila y valentina, que habían pasado a buscarla, se llevaron a Ariana casi a la fuerza.

Ethan las observó marcharse desde la mesa, apoyando la barbilla en una mano. Una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios.

—Esto apenas comienza —murmuró para sí mismo.

Y Ariana, a varios metros de distancia, apretaba el libro contra su pecho, sintiendo que por más que quisiera… escapar de él sería imposible.

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Minutos después...

El sol del mediodía bañaba los pasillos de la escuela, y Ariana avanzaba con Camila y valentina a los lados. Sus risas llenaban el ambiente, pero Ariana mantenía un aire serio, tratando de disimular el dolor en su tobillo aún vendado bajo el pantalón.

—A ver, Ariana —insistió camila con una sonrisita traviesa—, ya dinos la verdad. ¿Qué pasa entre Ethan Moretti y tu? ¡La forma en que lo miraste fue de película!

Camila asintió, conteniendo la risa.

—Sí, parecía que lo odiaras… o que escondieras otra cosa.

Ariana resopló, levantando una ceja.

—¿Otra cosa? Por favor. Ese tipo solo sabe meterse en problemas. Lo único que me provoca es rabia.

Las dos amigas se miraron con complicidad, sin creerle del todo. Camila bajó la voz, como si confiara en un secreto.

—Pues yo creo que si no te importara, no hablarías tanto de él.

Ariana iba a responder con fastidio, cuando un grupo de chicos apareció más adelante. Jhonar, con su sonrisa despreocupada y ese aire confiado, se acercó al verlas.

—¡Ariana! —la llamó, levantando la mano.

Ella no pudo evitar sonreír.

—Jhonar, justo hablábamos de ti.

—¿De mí? —preguntó él divertido, acomodándose el cabello.

—Sí —intervino valentina, burlona—, Ariana dice que contigo todo se vuelve menos aburrido.

Ariana se sonrojó apenas, empujando a su amiga con el codo.

—No dije eso… aunque, bueno, tal vez sí.

Las risas explotaron entre ellas, y Jhonar se unió de inmediato, soltando una carcajada que resonó en el pasillo.

Pero lo que ninguno notó fue la figura apoyada contra la pared unos metros más atrás. Ethan estaba allí, inmóvil, observando todo. Al principio solo los miraba con gesto serio, pero entonces escuchó claramente el nombre que le atravesó el pecho como un cuchillo:

—Jhonar… —susurró Ariana en medio de las risas, pronunciándolo con suavidad, como si le perteneciera.

El corazón de Ethan se agitó con rabia contenida. Apretó la mandíbula y sus manos se cerraron en puños dentro de los bolsillos. No entendía por qué le afectaba tanto, pero esa imagen, esa risa compartida con otro, le ardía como fuego en las entrañas.

—Vamos, Ethan —dijo uno de sus amigos, acercándose y dándole un golpecito en el hombro—. No te quedes ahí.

Él no respondió. Seguía mirando cómo Ariana se inclinaba hacia adelante entre carcajadas mientras Jhonar hacía algún comentario gracioso.

—Oye, hermano —intervino otro de sus amigos mientras lo apartaban—, ya en serio… ¿cómo te gustan las chicas? Porque nunca dices nada.

Ethan desvió la mirada, tratando de recuperar su compostura. Caminó con ellos, pero no pudo evitar que sus ojos se desviaran una última vez hacia Ariana.

—Me gustan complicadas —dijo con voz grave, con una sonrisa medio torcida en los labios—. Las que no son fáciles de alcanzar.

—Perfecto —rió uno de los chicos—. Entonces este fin de semana vamos a salir, ¿sí o no?

Ethan suspiró, forzando un gesto relajado.

—Sí… vamos.

Pero en su pecho, la sensación persistía: un peso extraño, molesto, como si un pedazo de él se quedara clavado en la risa de Ariana junto a ese tal Jhonar.

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Esa noche, le llego un mensaje a Ariana diciendo que se presentará en su ex casa. —Ariana llegó a la puerta de la casa.

El ambiente en la mansión de los De Luca era tenso. Ariana entró con cautela, con la mochila todavía al hombro, y se encontró a su hermana Bianca esperándola en la sala, de pie junto a su madre.

—Llegas tarde otra vez —dijo Bianca, con un tono cargado de veneno—. Seguro estabas con tus “amiguitas” gastando el dinero que no es tuyo.

Ariana la ignoró y caminó hacia la sala, pero su madre la detuvo con una mirada fría.

—¿Qué tienes en la mochila? —preguntó con dureza.

—Libros —respondió Ariana, conteniendo la rabia.

Bianca sonrió con malicia.

—Mamá, la vi sacando dinero del cajón del abuelo antes de irse de la casa, seguro lo está guardando para ella.

—¡Eso es mentira! —exclamó Ariana, acercándose de golpe—. Nunca haría algo así.

La respuesta fue una bofetada. El golpe resonó en el salón, dejándole la mejilla ardiendo. Ariana abrió los ojos con incredulidad.

—No me hables así —escupió su madre, llena de desprecio—. Eres igual que tu abuelo, un problema. Ya no soporto tus actitudes, tus mentiras, tus secretos. ¡Fuera de esta casa!.

Ariana sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Bianca sonrió satisfecha, disfrutando de cada segundo.

—Perfecto —dijo su hermana, con voz dulce—. Así al menos dejarás de avergonzarnos.

Las palabras se clavaron en el pecho de Ariana, pero no derramó una sola lágrima. Solo recordó la voz grave de su abuelo: “Nunca muestres debilidad frente a quienes no merecen verte caer”.

Dio media vuelta, con pasos firmes aunque por dentro temblaba. Bien como gusten jajaja no me interesa saber nada de ustes no me jodan mas! Pero saben el abuelo se va a enterar de esto, espero que no se arrepientan, y por favor ya no me hagan perder el tiempo con sus idioteces, ademas de lo que me culpas por que mejor no miran la camara de seguridad? Y veras quien es la ladrona, adiós salio caminando sin mirar atrás.

Cuando salió de la mansión, la lluvia comenzaba a caer, como si el cielo también llorara por ella.

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Esa noche, mientras se acostaba en un su cama, pensó en su abuelo, en lo que diría al verla en esa situación de estar peleando con su madre y hermana. Seguramente se enojaría con su hija —la madre de Ariana— y la reprendería. Pero Ariana sabía que, de alguna manera, él estaría orgulloso de verla haciéndose la fuerte sola.

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La mañana siguiente, Ariana se preparó para ir a clases. Su tobillo estaba mucho mejor, gracias a los cuidados, y aunque su corazón seguía dolido por lo de su madre y hermana por aquela situacióncon Ethan, se obligó a seguir adelante.

Al cerrar la puerta de su departamento, escuchó otro clic metálico a su lado. Pero no le presto atención se subió la chompa de su sudadera y empezo a caminar.

Cuando estaba llegando a la escuela se distrajo y su amiga camila veni por detrás dándole un pequeño empujón haciéndose qué caminara unos pasos adelante y tropezando se con Ethan.

Los ojos de ambos se encontraron. El silencio fue absoluto.

—¿Tú? —preguntó Ariana, incrédula, apretando con fuerza la correa de su bolso.

Él arqueó una ceja, sorprendido pero divertido.

—Vaya… parece que nos hemos vuelto a encontrar Ariana, —dice con una sonrisa a medio lado.

Ariana sintió que la sangre le hervía.

—Esto tiene que ser una pesadilla.

Ethan sonrió de lado otra ves, esa sonrisa que tanto la sacaba de quicio.

—No, princesa. Esto es el destino…

Ariana se giró, tratando de ignorarlo, pero la verdad era inevitable: ahora, su enemigo más peligroso no solo estaba en su escuela, si no que ahora parece seguirla o acosarla.

Continuará...