Una vez existió un pasado donde, de alguna manera, ella fue la villana de todo el imperio. Merecía morir en aquella guillotina. Sin embargo, ¿por qué recordaba ahora su vida pasada? Lo que era peor, había regresado en el tiempo, antes de que Kristina Laurent cavara su propia tumba.
Si de verdad había regresado, lo juraba. Juraba que, en esta vida, no volvería a ser la villana.
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Capítulo 6: Memorias Rotas
10 minutos después
Acabábamos de entrar a la veterinaria cuando un hombre de aspecto amable nos recibió. El lugar estaba vacío, no había muebles ni personas dentro.
—Helena —murmuré— este lugar no se ve muy bien.
Helena me regañó con la mirada mientras le dirigía una sonrisa al hombre.
—Estimadas señoritas, ¿las puedo ayudar en algo? —preguntó amablemente.
—Sí, las mascotas de mi señorita sufrieron graves heridas.
El hombre miró a los cachorros en nuestros brazos con compasión manifiesta en todo su rostro y luego su mirada se dirigió a mí con un fuerte desagrado.
—Pasen por acá —indicó una puerta.
Helena y yo caminamos hacia allá velozmente con la esperanza de no retrasar más el tratamiento de los dos cachorros.
Sin embargo, cuando pasé por el umbral de la puerta, el hombre murmuró con repugnancia: —Todos los nobles son demonios con dinero.
Apreté los labios para evitar contestarle. Respiré lentamente y le dirigí una sonrisa que no llegó a mis ojos.
Al ver su expresión endurecida, me sentí mucho mejor.
—Señorita... —Helena me miró con extrañeza.
Sus ojos preguntándome por qué no me defendí como siempre solía.
Ja, ja... Desvié la mirada, evitando la de Helena.
En esa vida era demasiado caprichosa, lo único que sabía hacer era gritar y regañar a quien se me opusiera.
Ojos que no ven, memoria que no avergüenza.
El hombre tosió levemente, llamando nuestra atención.
—Por favor, acomoden a estos cachorritos aquí —señaló una mesa de madera.
No tardamos en acomodarlos a ambos allí. El hombre enserió su rostro y empezó a examinarlos con cuidado.
—¿Mm? —murmuró— al parecer ambos son machos.
Gruñido. (Humana, dile algo)
—No, no puedo —contesté inconscientemente.
Helena y el hombre concentraron su atención en mí inmediatamente.
Tos.
Miré con agradecimiento a Helena.
—¿Cómo se llama esta ternura? —preguntó limpiando las heridas del cachorro de pelaje blanco.
—¿Tienen nombre? —pregunté.
Ladrido. (Yo soy décimo y el joven líder es el joven líder).
El hombre se enrojeció de la furia.
—Señorita, usted no puede jugar con los seres vivos de ese modo —regañó.
—No era una respuesta, me lo estaba preguntando a mí misma —me excusé— él se llamará Llyr.
Ladrido. Ladrido. (¿El joven líder ahora se llama Llyr?)
Asentí con una sonrisa.
Ladrido. (¿Y yo?)
—Rhys —pronuncié acariciando su cabeza.
Los ojos de Rhys brillaron levemente mientras movía su pequeña cola.
Ladrido. (Aceptaré a regañadientes este nombre).
—Al parecer a este lobezno le agrada su nombre —Helena sonrió levemente.
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20 minutos después
Al salir de la veterinaria, Helena compró dos cestas de mimbre, en una echó un par de libros que compró en el camino y en el otro iban los dos lobeznos.
—Señorita, cuando lleguemos a la mansión, usted se cambiará de ropa inmediatamente, ¿entiende? —Helena no dejó espacio para la negociación.
—Lo sé —asentí.
Mi vestido tenía manchas de sangre seca en distintas partes, en definitiva no era buena idea cenar así.
En silencio nos subimos al carruaje.
Afortunadamente, Llyr y Rhys ya estaban dormidos, por lo que es más probable que no se enteren de ellos por el momento.
Suspiré suavemente al recordar todo lo que sucedió hoy. El camino de regreso fue silencioso, como la noche que nos acompañó.
Al llegar a la mansión, entré en silencio. Helena, por su parte, fue llamada por la jefe de la servidumbre, al parecer se enteraron de que no estuvimos durante toda la tarde.
—Kristina —sentí la voz del duque detrás de mí.
Rápidamente, me volteé: —Buenas noches, su excelencia.
—Mm —asintió a mi saludo— tú...
Ladrido.Ladrido. (Humana, ese humano tiene una agradable presencia).
Rhys asomó su cabeza de la canasta. Intenté cubrirlo otra vez con la manta, pero ya era demasiado tarde.
El rostro del duque se endureció.
—¿Por qué hay un lobo aquí? —inquirió con voz grave.
—Su excelencia... —desvié la mirada, sin saber qué hacer.
Se extendió un silencio incómodo entre ambos.
—Ese lobo debe desaparecer antes de que tu madre se entere —sentenció.
—¿De qué no me tengo que enterar? —la duquesa apareció detrás del duque.
Al oír la voz de la duquesa, la expresión del duque se suavizó a simple vista.
—Mariana, Kristina trajo un lobo de mascota —con su cabeza, indicó mi canasta.
Mi mano se tensó. ¿Se acercarán a mi canasta? Si lo llegan a hacer, no será tan fácil explicar que no es uno, sino dos.
—Creo que fui clara —la duquesa habló con frialdad— no quiero ver animales en esta mansión.
—¿Por qué? —murmuré con incredulidad.
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Primera Vida
Eylin estaba en el jardín, alimentando a una bandada de pájaros que hace poco había adoptado como mascotas.
—¡Oye tú! —grité.
—¿Hermana? —Eylin ladeó su cabeza con confusión— ¿pasa algo?
La furia me invadió.
—¡Tienes que deshacerte de todas estas cosas! —dije pateando algunas jaulas de pájaros vacías.
Su rostro palideció.
—Hermana, no entiendo por qué...
—¡A sus excelencias no les gustan las mascotas!
Eylin me observó con incredulidad.
—¿Cómo es posible? —preguntó— mamá fue la que me permitió tener mascotas, ambas escogimos estas aves.
El rostro de Eylin se suavizó cuando mencionó la palabra "mamá". Sin embargo, yo sentí que me quebraba por dentro.
Mamá. Qué palabra tan desconocida.
—¡No la llames así!
—¿Qué es este escándalo? —la duquesa apareció en el lugar con un semblante serio— Kristina, ¿no deberías estudiar a las familias nobles a esta hora?
A pesar de que fue una pregunta, su mirada indicaba claramente que era una orden.
—Sí, su excelencia —bajé la cabeza mientras reprimía las lágrimas.
Desde la distancia, escuché una voz conocida, pero tan diferente.
—Mamá, mi hermana no sabía que estas aves son nuestras —dijo con voz juguetona.
—Eylin, a tu madre biológica le gustaban mucho los animales, como a ti —comentó con voz amorosa,
—¿Era cierto? Escuché de las sirvientas que papá ayudaba a mi mamá a cuidar de sus mascotas.
La duquesa empezó a reír levemente. Cada carcajada, era un tormento para mis oídos.
—En ese entonces, Margaret y el duque pasaban horas junto con esos animales.
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Qué irónico. ¿Me tenía que acordar en este preciso momento?
Ladrido. (Humana, si te mantienes callada nos echarán a patadas).
Rhys tenía razón, ellos dependen de mí. No tengo por qué ocultarlos.
—Sus excelencias, yo nunca les he pedido nada —comenté fríamente— ¿es mucho pedir que ahora me dejen tener 2 mascotas?
Un rastro de duda pasó por los ojos de la duquesa, antes de volver a su habitual mirada fría.
—Tu madre ya...
—Bien —la duquesa interrumpió al duque.
Antes de marcharse fijó sus ojos en los míos.
¿Era así de sencillo llevarle la contraria a la duquesa?
—Kristina —anunció con seriedad— ¿tú los escuchas?
A pesar de que era una pregunta, sonó como afirmación. Como si ya tuviese la respuesta, se dio media vuelta y siguió el camino de la duquesa.
Ladrido. (Qué humanos tan extraños).
—Bueno, ¿importa? —me pregunté.
La novela surgió un día mientras leía una historia en NovelToon, plagada de errores ortográficos y gramaticales. Pensé: "¿Por qué no escribo una yo, que tenga menos errores?". Lo hice sin mucha planificación, lo que provocó que la historia perdiera sentido, incluso para mí. Al releerla, me desanimaron las incoherencias, el mundo poco desarrollado y los personajes innecesarios que complicaron la trama hasta el punto de que ni siquiera yo recordaba quién era quién.